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Bolivia: Testigos de una anunciada y futura muerte
Por Eduardo Gudynas
Montevideo
portal
Estamos en un momento hist�rico en que somos testigos directos de las acciones que llevan directa e inexorablemente a serias p�rdidas ecol�gicas. Presenciamos el inicio de muertes anunciadas.
Uno de los casos m�s graves en Am�rica Latina es la reciente decisi�n de construir una megarrepresa en la Amazonia de Bolivia. All� hay varias semejanzas y muchas lecciones para Uruguay.
D�as atr�s, el presidente de Bolivia Evo Morales anunci� el inicio de estudios para construir una enorme represa en el r�o Beni, en el ca��n conocido como El Bala. El paquete presentado es de una represa generadora de electricidad, asociada a otros dos represamientos, con una potencia que ir�a de 1 600 a 4 mil megavatios. O sea, los equivalentes entre una y dos represas como la nuestra de Salto Grande.
Es necesario describir el sitio para entender las implicancias de esa medida. El emprendimiento se ubicar�a en el coraz�n de la Amazonia boliviana; recordemos que la Amazonia se extiende mucho m�s all� de Brasil, y que precisamente es Bolivia el pa�s que tiene la m�s alta proporci�n de su territorio dentro de esa cuenca. El r�o Beni es enorme, y confluye en el R�o Madeira, adentr�ndose en Brasil, convertido en uno de los m�s grandes tributario del R�o Amazonas.
En Bolivia, en la zona donde se planea esta represa, se encuentran una reserva biol�gica y �rea protegida ind�gena (conocida como Pil�n Lajas), y uno de los parques naturales m�s importantes del mundo: Madidi. La raz�n de esa relevancia se debe a que esos ambientes tropicales son refugio de m�s de 12 mil especies de plantas, 800 especies de aves, 200 especies de mam�feros, centenares de anfibios y reptiles, y unas 300 especies de peces. En 2012, la sociedad internacional para la conservaci�n de la vida silvestre determin� que ese parque es el sitio de mayor diversidad ecol�gica en todo el planeta.
Estuve navegando el r�o hace unos a�os y sin duda el paisaje en el estrecho de El Bala es sobrecogedor: un r�o amaz�nico, rodeado de densa vegetaci�n, que est� encajonado en altos murallones de piedra, tambi�n recubiertos de flora tropical. Es posiblemente uno de los lugares m�s hermosos de nuestro continente. Es como estar ante el conocido ca��n del r�o Colorado, en Estados Unidos, pero en lugar de su paisaje seco y rojizo, ser testigos de la exuberancia verde en clave amaz�nica.
Los ingenieros planean aprovechar ese murall�n y apuntan a un dique de 150 metros de altura, con lo cual se inundar�an unas 200 mil hect�reas. Eso explica que ser� inevitable la p�rdida de los territorios o la afectaci�n directa a la vida silvestre y a comunidades humanas. Desaparecer�n los h�bitats de toda esa riqueza ecol�gica, incluyendo especies emblem�ticas y muy amenazadas, como el tapir o el jaguar. Pero adem�s, impactar� directamente sobre comunidades ind�genas tacanas, chimanes, tsmanes y mosetenes.
Algunos pensar�n que esa discusi�n es muy distinta a nuestros debates uruguayos. Pero un examen atento muestra muchas similitudes, tales como la decisi�n gubernamental uruguaya de "correr" la ubicaci�n de �reas protegidas para que no quedaran "dentro" del posible tendido del mineraloducto que planeaba construir Aratir�, o hacer o�dos sordos a los reclamos por los impactos ambientales en la costa oce�nica.
La l�gica gubernamental boliviana se basa en postular la necesidad de la represa, que generar� empleos y permitir� futuros buenos negocios. Ideas muy similares a las que se esgrimen en Uruguay, y que deben analizarse. Cuando eso se hace aparecen muchas dudas y alertas. Es que un emprendimiento de este tipo solo brinda empleo en la fase de construcci�n, pero como a la vez genera muchos impactos negativos (que tambi�n tienen costos econ�micos), nunca queda claro cu�l es el saldo neto para el gobierno. Adem�s, la generaci�n de electricidad de esa obra no est� enfocada en el consumo boliviano, sino en la idea de exportarla a Brasil. Muchos de estos razonamientos implican ideas an�logas a las que se usan en Uruguay para defender la obra de la regasificadora, por ejemplo.
El caso de la megarrepresa de Belo Monte en Brasil, tambi�n en la Amazonia, es relevante, ya que se demostr� que toda la obra era un sentido energ�tico (el pa�s no necesitaba ese aporte de energ�a), gener� unos grav�simos impactos sociales y ambientales (que persistir�n por d�cadas y d�cadas), y en realidad sirvi� para nutrir los esquemas de corrupci�n entre pol�ticos y empresas constructoras (seg�n las investigaciones judiciales, la empresa constructora pag� sobornos por el equivalente a US$ 30 millones a pol�ticos del Partido de los Trabajadores y del PMDB para obtener los permisos de construcci�n).
M�s all� de eso, la suma de los impactos de las represas ha llevado a que incluso la Comisi�n Mundial de Represas admitiera que los efectos negativos a mediano y largo plazo son mucho mayores a los estimados o reconocidos.
El presidente Evo Morales ha defendido esta obra, y adem�s advirti� que espera que los ambientalistas no se opongan. Aunque su estilo es diferente, el sentido es similar a las burlas del entonces presidente Mujica por aquellos interesados en proteger a nuestros venados. Por las dudas, en paralelo, el gobierno boliviano implant� una legislaci�n que limita a aquellas asociaciones ciudadanas que, por ejemplo, cuestionen este y otros emprendimientos de desarrollo.
Es as� que podemos estar presenciando el inicio de una cascada de eventos que terminar� en una megaobra de dudosa utilidad pero certeros impactos sociales y ambientales. Y las lecciones para Uruguay est�n all�: ante cualquier megaproyecto no deber�an minimizarse los impactos, esquivar una contabilidad seria que incluyera todos los costos o acallar los reclamos ciudadanos.
* Eduardo Gudynas es analista en temas de ambiente y desarrollo, y defensor de la Naturaleza. Integrante del Centro Latino Americano de Ecolog�a Social (CLAES); investigador asociado en el Dpto Antropolog�a, Universidad California, Davis; Duggan fellow del Natural Resources Defense Council de EE UU. Docente invitado en universidades de Uruguay y otros pa�ses de Am�rica Latina, EE UU y Europa. Acompa�a organizaciones ciudadanas, desde grupos ambientalistas a federaciones ind�genas, en distintos pa�ses del continente.
Fuente: http://columnistas.montevideo.com.uy/categoria_40_1_1.HTML