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Argentina: La lucha continúa

Engordes a Corral en Argentina. Una amenaza para la salud, el ambiente y la producción campesino-indígena

Raquel Schrott - Ezequiel Miodownik
BIODIVERSIDADLA

Investigación conjunta: "Lo que este equipo, que se constituyó a fines del año pasado, se propuso fue analizar cómo todo el modelo de intensificación agrícola centrado en el cultivo de soja y otros cultivos transgénicos está impactando sobre la ganadería. Es un tema que no estaba teniendo una mirada profunda, si bien el impacto que estaba teniendo, tanto en la producción ganadera como en la producción de alimentos en general, era muy importante".

Carlos Vicente sobre la intensificación de la ganadería

Engordes a Corral en Argentina. Una amenaza para la salud, el ambiente y la producción campesino-indígena es un informe conjunto publicado recientemente por el Movimiento Nacional Campesino Indígena (MNCI) y las ONG Acción por la Biodiversidad (Buenos Aires), Taller Ecologista (Rosario), ECOS (Saladillo) y Food & Water Watch (EUA). Entrevista a Carlos Vicente (52), integrante de Acción por la Biodiversidad y coordinador de las tareas de información de GRAIN en América Latina.

―El informe se presenta como una caracterización de las transformaciones políticas, sociales y productivas sobre las que se desenvuelve la intensificación de la producción ganadera. ¿En qué consiste la Evaluación diagnóstica sobre la cadena de producción de carne bovina?

Vicente.
―Lo que este equipo, que se constituyó a fines del año pasado, se propuso fue analizar cómo todo el modelo de intensificación agrícola centrado en el cultivo de soja y otros cultivos transgénicos está impactando sobre la ganadería. Es un tema que no estaba teniendo una mirada profunda, si bien el impacto que estaba teniendo, tanto en la producción ganadera como en la producción de alimentos en general, era muy importante.

―¿Tiene techo la agriculturización del campo en Argentina? El auge del feedlot como modalidad ganadera, ¿es una consecuencia directa de esta situación?

Vicente.
―Para nosotros fue muy claro después de ver los números que sí, que es una consecuencia directa de la sojización, que está teniendo fuertes impactos en distintos terrenos, como lo es el avance del modelo agrícola sobre regiones no pampeanas y el desplazamiento de la ganadería hacia zonas marginales. En este crecimiento de los establecimientos de engorde a corral jugó un papel importante no sólo este proceso de agriculturización, sino también el proceso político que lo acompañó: el crecimiento de los subsidios por parte del Estado a estos establecimientos, un gran negocio para una industria que está muy concentrada.

―Según detallan, cerca de 3,5 millones de cabezas de ganado fueron desplazadas de la región pampeana, donde se concentraría más del 87% de los establecimientos de engorde a corral, hacia el NEA, NOA y la Región Semiárida. ¿Es sostenido este corrimiento de la ganadería?

Vicente.―En estos momentos se sigue produciendo... En la provincia de Córdoba se nota claramente este fenómeno. El límite de la expansión de la frontera agrícola está muy cercano, porque se está terminando el territorio agrícola y se está avanzando sobre zonas de monte nativo y territorios campesino-indígenas, ecosistemas muy frágiles que presentan economías locales que están siendo destruidas por este proceso. Estamos avanzando sobre los últimos lugares de nuestro territorio. El proceso marca un camino de crecimiento que seguramente va a seguir desarrollándose en los próximos años hasta llegar, si las luchas sociales y las comunidades afectadas no lo denuncian, a terminar con los pocos territorios que quedan.

―Denuncian que los feedlots producen contaminación que afecta suelo, agua y aire. ¿Podrías explicarnos básicamente cómo funciona este método de engorde?

Vicente.―La cría a corral implica encerrar a los animales en un espacio reducido con alta concentración de población. Se los alimenta con mezclas que van conteniendo granos y otros nutrientes de dudoso origen y viven hacinados caminando sobre su propia materia fecal y orina, lo cual genera un ambiente irrespirable en varios kilómetros alrededor de los feedlots, creando filtraciones de estas materias fecales a las napas subterráneas y un foco de desarrollo de microorganismos que atenta sobre la salubridad de los animales. El agua evidentemente está contaminada; en Saladillo se puede corroborar por estudios que hicieron de las napas alrededor de uno de los establecimientos.

―Y los animales serían sometidos en estos establecimientos a dosis importantes de medicamentos para prevenir las enfermedades que tendrían origen en el estrés que sufren en esos mismos lugares...

Vicente.―Sí, exacto. El estrés, como en los humanos, es fuente de enfermedades. Y el ambiente insalubre en que viven también. Las cantidades de antibióticos que deben usar para evitar las enfermedades respiratorias, infecciosas y de la piel que se producen en los animales son enormes.

―¿Qué secuelas deja la ausencia de bienestar animal en la calidad de la carne? ¿Qué destino tiene esa producción?

Vicente.―Este uso de sustancias químicas, de medicamentos y antibióticos afecta la calidad de la carne. Pero, por otro lado, la inmovilidad de los animales junto con el tipo de alimentación que tienen en los establecimientos de engorde a corral hacen que la carne sea de unas características distintas a la de animales criados a pasto. Esto lo han verificado algunos estudios, incluso realizados por el INTA, en el que hablan de que la carne de feedlot tiene un tipo de grasa mucho menos saludable, con un contenido de grasas saturadas mucho mayor y una presencia de grasa en los intersticios de la carne. No es una grasa superficial, sino que está metida dentro de la carne y es muy difícil que se la pueda separar. Esto hace que sea una carne de calidad menor para la alimentación humana. Lamentablemente, es muy claro que en el mercado se destina la carne de engorde a corral para la alimentación de los argentinos, mientras que las carnes a pasto se destinan fundamentalmente a la exportación.

―Hacen referencia al estallido de numerosos conflictos sociales por la contaminación ambiental que provocan los feedlots. ¿Deberíamos esperar que esta situación se agudice? ¿Encontraron un patrón común que vincule los casos?

Vicente.―Hemos hecho, más allá de un relevamiento general, un estudio de campo en cuatro regiones de Argentina. La cuestión de los malos olores es determinante en cuanto a la reacción de las comunidades. Ha habido en alguna medida logros: en Saladillo se logró frenar la instalación de nuevos feedlots cerca de los grandes centros urbanos, pero los grandes intereses económicos que hay detrás hacen que estos no se retiren y sigan contaminando. Mientras sigan desarrollándose van a seguir los conflictos socioambientales alrededor de ellos. Como parte final de este informe, estamos elaborando una serie de cuadernillos, que pronto van a estar a disposición para ayudar a los movimientos sociales y a las comunidades locales, destinados a dar un enfoque de las alternativas que hay, como la producción local de pequeños productores.

―Los feedlots serían también responsables de la caída en el número de cabezas de ganado en la Argentina. Aunque para marzo de este año advirtieron una merma importante en la cantidad de establecimientos y bovinos en engordes a corral.

Vicente.―Con este aumento del precio de la carne que hubo este año y, paralelamente, la reducción de los subsidios a los feedlots que se dio a partir de mayo, la gente no puede comprar carne y por eso ha disminuido el consumo. Esta industria está muy concentrada, está organizada verticalmente. Hay frigoríficos que son dueños de feedlots; el caso de COTO es un ejemplo claro de una empresa que absorve toda la cadena. Esta concentración es un reflejo de lo que se da en Argentina y que, si sigue recibiendo apoyo del Estado como la ha tenido en los últimos 4 años, es posible que se siga expandiendo. Se habla de que entre un 70 u 80% de la carne que consumimos en Argentina proviene de feedlots, lo cual es bastante alarmante.

―Entre las recomendaciones finales del informe figura una mayor intervención estatal en las exportaciones para regular los precios internos, redistribuir el ingreso y fortalecer la soberanía alimentaria. Sin embargo, el documento sugiere que la suba de retenciones no pareció incidir sobre los precios domésticos, que el cierre de exportaciones habría provocado la pérdida de mercados y puestos de trabajo, indica que la fijación de precios máximos es una medida de cumplimiento relativo y que de la distribución de compensaciones, los establecimientos de engorde a corral se ubicaron entre los más beneficiados. ¿El Gobierno aplicó mal la receta? ¿O no contó con la fuerza suficiente?

Vicente.―Si uno mira cuál es la política de Estado en este momento, vemos que no hay una transformación en cuanto a redirigir la mirada hacia quienes realmente alimentan a la gente, que son los pequeños productores, la agricultura familiar, los campesinos. Los grandes siguen siendo los que reciben mayores subsidios... También los molinos de trigo más grandes fueron beneficiados. Si uno ve los números y observa qué pasaría si esos mismos números se redirigieran hacia la producción familiar, hacia la agricultura campesina, se podría lograr un altísimo impacto, beneficiando a miles de familias y logrando fortalecer producciones locales y un acceso más fácil y barato a los alimentos en todo el país. Nosotros hemos tomado como ejemplo una experiencia de ganadería a pequeña escala llevada adelante por el MNCI, con dos carnicerías cooperativas en Santiago del Estero, que está dando un resultado muy importante, al lograr favorecer a los pequeños productores y precios más baratos para los consumidores.

Raquel Schrott y Ezequiel Miodownik estudian el desarrollo de conflictos por los bienes naturales en Argentina y el potencial de Internet para la distribución de información dedicada.

Fuente: lafogata.org