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Latinoam�rica
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Todos �bamos a ser revolucionarios
Manuel Cabieses Donoso
Punto Final
"El poeta Kavafis escribi� que Itaca no
existe, lo que existe es el viaje hacia Itaca.
Lo mismo se podr�a decir del socialismo.
Y tambi�n se podr�a decir que a pesar de los naufragios, el viaje vale la
pena".
Eduardo Galeano
La Revoluci�n Cubana es el acontecimiento m�s importante del siglo XX en Am�rica
Latina, y as� ser� valorado por la historia. Cuba se hizo cargo -con todos los
peligros y costos que ello implicaba- de la continuidad de la lucha
independentista en nuestra Am�rica. En los a�os 60 encarn� con gallard�a lo m�s
aut�ntico del genio rebelde, audaz y valiente de los h�roes de la independencia.
Y en los a�os siguientes, hasta hoy, se convirti� en s�mbolo de una asombrosa
resistencia a todo tipo de agresiones imperialistas.
Al proclamar en 1961 el car�cter socialista de su revoluci�n -en v�speras de la
invasi�n de Bah�a Cochinos-, Cuba rompi� las cadenas que la ataban al
neocolonialismo norteamericano. Su revoluci�n no s�lo derrot� ej�rcitos bien
armados. Tambi�n gan� una importante batalla ideol�gica que refresc� la teor�a e
hizo volar por los aires los manuales y dogmas revolucionarios. Inspirada en el
marxismo-leninismo pero incorporando a su ideario la herencia de los
libertadores del siglo XIX, los valores fraternos del cristianismo y de las
culturas comunitarias de la Am�rica ind�gena y mestiza, la Revoluci�n Cubana
dot� de un sistema de ideas al movimiento revolucionario latinoamericano.
La primera revoluci�n socialista de Am�rica Latina tom� por sorpresa al mundo.
Hizo posible lo que incluso los revolucionarios de entonces cre�an imposible
hacer en el �rea de dominaci�n de EE.UU. Cuba lanz� un reto que ha debido pagar
con muchas vidas y grandes sacrificios materiales. El heroico y admirable pueblo
cubano ha sufrido -y a�n sufre- muchas penurias. Las soporta a pie firme gracias
a la enorme fuerza de su patriotismo, a su unidad y a la firmeza de su ideolog�a
socialista. Estos valores le han permitido defender la soberan�a de la patria y
alcanzar conquistas sociales �nicas en Am�rica Latina y que podr�an ser mucho
mayores sin el cepo de acero que bloquea su econom�a.
Su ejemplo produjo en los a�os 60 y 70 un vigoroso impulso en la lucha de
liberaci�n latinoamericana. Cuba prest� ayuda a los movimientos revolucionarios
que surgieron en casi todos los pa�ses de la regi�n y que hicieron suya la tesis
de que la lucha armada era la forma fundamental de enfrentar al imperialismo y
las burgues�as locales. Esto abri� una intensa lucha ideol�gica que separ� las
aguas entre el reformismo y el campo revolucionario. Las consecuencias de ese
�spero debate a�n se observan en la Izquierda latinoamericana. La direcci�n
cubana se enfrent� no s�lo al Imperio, a los gobiernos, partidos e intelectuales
reaccionarios -que expulsaron a Cuba de la OEA, redoblaron el bloqueo y
alentaron el sabotaje y la formaci�n de bandas armadas en la isla-. La
Revoluci�n tambi�n se bati� con los gobiernos reformistas burgueses que segu�an
los lineamientos de la Alianza para el Progreso impulsada por EE.UU., con los
partidos reformistas de Izquierda y hasta con el poderoso Partido Comunista de
la Uni�n Sovi�tica, su principal y casi �nico aliado. El punto m�s alto de esa
controversia ideol�gica -en cuyo fragor se form� una nueva generaci�n
revolucionaria en Am�rica Latina-, lo constituy� la Primera Conferencia de la
Organizaci�n Latinoamericana de Solidaridad (OLAS) que se efectu� en La Habana
en agosto de 1967. La resoluci�n general de la OLAS, hoy casi olvidada por unos
y otros, lleva como t�tulo un pensamiento de Sim�n Bol�var:"Para nosotros la
Patria es Am�rica", afirmaci�n que ha recuperado lozan�a y vigencia impulsada
por la revoluci�n bolivariana en Venezuela. El documento se�ala que "siendo la
lucha armada la v�a fundamental, es igualmente necesario emplear otras formas de
lucha siempre que se encuentren en desarrollo o tengan por objetivo ayudar a
desarrollar la que se estima principal. Las formas de lucha s�lo tendr�n un
valor revolucionario en la medida en que contribuyan al desarrollo hacia las
formas m�s altas de la lucha de clases y est�n dirigidas a crear conciencia
acerca de la inevitable confrontaci�n revolucionaria en todo el continente" (ver
PF N� 35).
La declaraci�n pon�a �nfasis en la necesidad de unificar el mando pol�tico y
militar en la guerra revolucionaria. Aquello -hoy se sabe- ten�a directa
relaci�n con las dificultades que encontr� en Bolivia el comandante Ernesto Che
Guevara para incorporar al Partido Comunista a la guerrilla. El secretario
general del PCB, Mario Monje, hab�a reclamado el mando del destacamento
guerrillero como condici�n para que su partido se sumara a la lucha armada, lo
cual el Che rechaz� invocando la experiencia de la guerra revolucionaria en
Cuba.
Mucho m�s expl�cito fue el discurso de Fidel Castro en la clausura de la
conferencia de la OLAS. Coment� y respondi� con suma dureza un documento p�blico
del Partido Comunista de Venezuela que hab�a decidido abandonar la lucha
guerrillera iniciada con apoyo cubano. El PCV acusaba de "agentes de Cuba" a los
ex comunistas que continuaban combatiendo en las monta�as y denunciaba al PC
cubano de intervenir en los asuntos internos del PC venezolano. Fidel Castro,
adem�s de calificar de "derechistas" a los dirigentes del PCV y refutar sus
afirmaciones, admiti� que la Revoluci�n Cubana no s�lo ten�a contradicciones con
el imperialismo y con "estos se�ores reaccionarios del partido de Venezuela. En
este pa�s tambi�n tenemos nuestra microfracci�n". Se trataba, explic�, de "los
que nunca creyeron en la Revoluci�n". Describiendo el llamado "per�odo del
sectarismo", dijo que "los sectarios nos causaron serios problemas, con un feroz
oportunismo, con una implacable pol�tica de persecuci�n contra mucha gente,
trajeron elementos de corrupci�n al seno de la Revoluci�n". Se burl� de las
"caracter�sticas de iglesia" de algunos partidos comunistas y de sus tesis de
esperar el triunfo de las ideas revolucionarias en las masas antes de pasar a la
acci�n. "Quienquiera que se detenga a esperar que las ideas triunfen primero en
las masas, de manera mayoritaria, para iniciar la acci�n revolucionaria -dijo
Fidel-, no ser� jam�s revolucionario". Este era el punto central de la pol�mica
con el reformismo de Izquierda (ver PF N� 35).
Las resoluciones de la OLAS repercutieron fuerte en el movimiento de Izquierda
latinoamericano, agudizando la confrontaci�n entre partidos comunistas y las
organizaciones revolucionarias surgidas a partir de la Revoluci�n Cubana y que
ya adelantaban la lucha armada urbana y rural en varios pa�ses del continente.
Fidel dijo en su discurso: "Hay un movimiento en este continente mucho m�s
amplio que el movimiento constituido simplemente por los partidos comunistas de
Am�rica Latina, y a ese movimiento amplio nos debemos nosotros, y juzgaremos la
conducta de las organizaciones no por lo que digan que son, sino por lo que
demuestren que son, por lo que hagan, por su conducta".
Un mes despu�s de la conferencia en La Habana, el Che anotaba en su diario de
campa�a en Bolivia: "Un diario de Budapest critica al Che Guevara, figura
pat�tica, y, al parecer irresponsable y saluda la actitud marxista del Partido
Chileno que toma actitudes pr�cticas frente a la pr�ctica. C�mo me gustar�a
llegar al poder, nada m�s que para desenmascarar cobardes y lacayos de toda
ralea y refregarles en el hocico sus cochinadas" (Diario del Che en Bolivia,
8 de septiembre de 1967, ver PF N� 59.)
Un mes despu�s de esta amarga reflexi�n, el Che fue capturado y asesinado en
Vallegrande.
La pol�mica con sectores pol�ticos chilenos, sin embargo, ven�a de antes. En un
discurso del 30 de agosto de 1966, Fidel Castro respondi� el reto que le lanz�
el presidente de Chile y l�der democratacristiano Eduardo Frei Montalva, para
demostrar cu�l de los dos gobiernos hab�a hecho m�s por su pueblo. "Este se�or
-dijo Fidel- nos reta a que le diga lo que hemos hecho en la industria. En
primer�simo lugar, convertirlas de industrias yanquis en industrias cubanas.
Algo que jam�s tendr� el se�or Frei el valor de hacer en Chile". Fidel agradeci�
al Partido Socialista -que por lo dem�s fue el partido chileno m�s receptivo a
las tesis cubanas y el �nico que incluso form� una filial en Chile del ELN para
apoyar la lucha guerrillera en Bolivia- "porque sin titubeos, sin vacilaci�n
alguna le sali� al paso a las campa�as calumniosas de Frei y comparsa, sin miedo
al chauvinismo". Tambi�n agradeci� al "movimiento democratacristiano rebelde"
que enfrentaba al ala derecha del PDC. Pero a la vez respondi� al diputado
comunista Orlando Millas por declaraciones de ese dirigente criticando el
discurso del l�der cubano del 26 de julio de ese a�o. Dijo Fidel: "El se�or
Milla, o Millas, coincidiendo con el se�or Frei -y �qu� lejos llegamos por ese
camino!- se sinti� con el derecho a increpar con �cidas palabras nuestros
pronunciamientos. �All� �l! No son los �nicos en Chile, los �nicos elementos
seudorrevolucionarios, hay otros que tambi�n se han lanzado con una serie de
diatribas, dicen que desde posiciones revolucionarias. Ya discutiremos y a su
debido tiempo arreglaremos cuentas con esos farsantes tambi�n. El Partido
Comunista de Chile no ha hecho ninguna declaraci�n solidariz�ndose con las
declaraciones de Millas. Ha participado en los actos de solidaridad y de defensa
de la Revoluci�n Cubana, ha hecho pronunciamientos solidarios con motivo del 26
de julio y, en nuestra opini�n, no ha adoptado ninguna actitud beligerante
contra nosotros. �Tenemos que coincidir necesariamente todos los partidos? No.
Nosotros no podemos obligar a nadie que piense como nosotros, pero nadie nos
puede obligar a nosotros a que pensemos como otros que creemos que est�n
equivocados". (Ver PF N� 11).
En este escenario de abierta lucha ideol�gica se form� toda una generaci�n de
revolucionarios latinoamericanos. En ella se inserta la revista Punto Final
que tom� parte -y escogi� bando- en los debates. Desde luego, lo que en esos
a�os consider�bamos la forma fundamental de lucha -la lucha armada- fue
derrotada en varios pa�ses. La m�s dolorosa ocurri� en Bolivia y cost� la vida
inapreciable del Che y de sus compa�eros. Pero la lucha armada triunf� en otros
pa�ses. La victoria m�s resonante de la guerra del pueblo se produjo el 30 de
abril de 1975, cuando los revolucionarios vietnamitas entraron a Saig�n e
hicieron huir con la cola entre las piernas al ej�rcito norteamericano. En
Angola tropas cubanas derrotaron al ej�rcito sudafricano en 1988. En Am�rica
Latina tambi�n se alcanzaron victorias: como en Nicaragua (19 de julio de 1979)
o se logr� un desarrollo excepcional que oblig� a firmar la paz en El Salvador
(16 de enero de 1992). Esa forma de lucha prosigue en Colombia -desde hace 60
a�os- sin que las FARC ni el ELN hayan sido derrotados. La v�a electoral
-criticada en la conferencia de la OLAS- triunf� en Chile en 1970. Salvador
Allende, que particip� en la reuni�n de La Habana, fue elegido presidente
constitucional para iniciar "una revoluci�n con sabor a vino tinto y empanadas".
Ese proceso pac�fico llam� la atenci�n del mundo y, desde luego, provoc� la
solidaridad activa de Cuba. Pero tambi�n hizo detonar la reacci�n del imperio.
Chile no estaba preparado para enfrentar su propia Playa Gir�n. El golpe del 11
de septiembre de 1973 confirm� la advertencia de Fidel en la OLAS: "Los que
crean de verdad que el tr�nsito pac�fico es posible en alg�n pa�s de este
continente, no nos explicamos a qu� clase de tr�nsito pac�fico se refieren como
no sea un tr�nsito pac�fico de acuerdo con el imperialismo (...). La esencia de
la cuesti�n est� en si se les va a hacer creer a las masas que el movimiento
revolucionario, que el socialismo, va a llegar al poder pac�ficamente. �Y eso es
una mentira!". La rica experiencia de la Unidad Popular termin� con la
sangrienta venganza del terrorismo de Estado -respaldado por el imperialismo y
la derecha chilena- que se prolong� 17 a�os. En ese per�odo, Cuba acogi� a miles
de exiliados y apoy� incondicionalmente a todos los que lucharon contra la
dictadura, tanto a quienes lo hicimos con las armas como a aquellos que optaron
por m�todos pac�ficos.
La aspiraci�n revolucionaria de los pueblos latinoamericanos -como ten�a que
suceder- ha vuelto a la carga. Venezuela, Bolivia y Ecuador iniciaron el
tr�nsito pac�fico hacia el socialismo. Han retomado el camino que abri� Salvador
Allende, pero con toda seguridad sus dirigentes no olvidar�n en ning�n momento
las lecciones que dej� el fracaso en Chile. Ellos se orientan hacia un
socialismo que en t�rminos generales caracterizan como socialismo del siglo XXI.
Cada pa�s lo hace a su manera, sin anteojeras ni mordazas, sin dogmas ni
prejuicios. Inventando, acertando, errando y rectificando en un proceso sin fin
de recreaci�n que es propio de la naturaleza liberadora y desprejuiciada del
aut�ntico socialismo. Su eje central es la integraci�n y unidad de Am�rica
Latina, como lo quiso Bol�var y como lo proclam� la conferencia de la OLAS.
En Chile tambi�n deberemos asumir en alg�n momento esa tarea y ponernos a trazar
la silueta de nuestro socialismo. Cumpliremos de ese modo con el deber de todo
revolucionario, que es hacer la revoluci�n
(Publicado en "Punto Final" N� 678, 9 de enero, 2009)