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Latinoamérica

Paraguay: No hay cambio con represión a los reclamos populares

Adolfo Gimenez
Correspondencia de prensa

A pocos días de cumplir tres meses en el poder el gobierno de Fernando Lugo, la represión policial alcanzó niveles increíbles con centenares de detenidos, de heridos y un campesino muerto por disparo de arma de fuego en una protesta en el departamento de Alto Paraná.

Estas cifras son datos generales de la respuesta dada a los reclamos de organizaciones populares en los últimos meses. La violencia utilizada no es diferente a la que se vivió en los gobiernos anteriores como ocurrió en la represión a manifestantes frente al edificio del Ministerio Público en Asunción el miércoles 5 de noviembre pasado: jóvenes, mujeres y ancianos caídos eran pateados por los policías antimotines que además disparaban a quemarropa sus escopetas con balines. ¿Se podría creer esto? Los mismos que votaron en masa para que el ex obispo de los pobres asuma el gobierno son golpeados alevosamente por reclamar sus derechos y porque ya están cansados de esperar, de recibir promesas y promesas.

Esta situación es el reflejo de la composición del gobierno y de la debilidad de un Lugo solitario, sin una organización política propia. El supuesto apoyo de un variado agrupamiento de fuerzas (con mayoría neoliberal y conservadora) integrada en la Alianza Patriótica para el Cambio (APC) no existe más que en los discursos, en la realidad cada sector disputa su "territorio" con las armas que tiene. El viejo Poder Judicial se mantiene amarrado a la clase dominante como siempre lo hizo, la fiscalía encabeza la represión junto a la policía y el nuevo gobierno no encuentra salidas a la crisis porque dice que necesita tiempo y lo que menos tiene la gente es paciencia. Con este cuadro la esperanza que representó Lugo puede ir cayéndose, lamentablemente. Sin embargo, no puede decirse resignadamente "hasta aquí da" o "esto es lo que se puede hacer".

Reforma agraria, reforma del Poder Judicial, el cese de la represión, el respeto a las comunidades campesinas e indígenas ante el atropello de las empresas agroexportadoras, la asistencia urgente en salud, alimentación y educación, son algunos de los puntos de la agenda urgente. Las fuerzas políticas que integran el Parlamento (de mayoría liberal, colorada y del Unace del ex general Oviedo) están en la fase de recomposición del poder, sin la fuerza ni la unidad suficiente aún para intentar forzar el timón a la derecha total y evitar cambios que signifiquen pérdidas de privilegios o de impunidad de los antiguos grupos poderosos.

Esta coyuntura "caliente" exige también al campo popular y a la verdadera izquierda revolucionaria repensar la unidad, los planes de lucha, las exigencias al gobierno para avanzar como una fuerza política organizada con una propuesta clara en base a los intereses del pueblo trabajador.

Adolfo Gimenez es periodista.

Fuente: lafogata.org