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Argentina: La lucha continúa

Argentina: Basurales de José León Suárez

La carrera del hambre

Gisela Busaniche
Acta

16.40 horas. Cientos de hombres, mujeres y adolescentes se ubican en sus posiciones después de caminar 8 kilómetros para llegar al punto de partida. Esto sucede todos los días, menos los domingos. Bicis preparadas. Todos atentos. Esperan que la policía dé la señal. Pero no corren por deporte, ni corren para apoyar a ninguna fundación, corren por su vida. Corren hacia las montañas de basura. Como pueden, ellos corren.

17 horas. Largaron… Los policías miran, pero están acostumbrados: no ven. Yo miro, veo, sorprendida; mal sorprendida. No puedo creer esa postal. Me intento poner en el lugar de ese pibe de gorrita, bicicleta en mano, que todos los días tiene que correr para juntar basura rápido y llevar algo de comida a su casa. Pienso en Mirna, de 18 años, a quien acabo de entrevistar, que tiene a su hija de un año y medio esperándola junto a su madre y sus 6 hermanos. Pienso en el país, en la deuda pendiente. Pienso en como se 'usa' la palabra distribución de la riqueza… pienso en lo que nos falta.

18 horas. Terminó el tiempo. Fue sólo una hora. Lo que recogieron, se lo llevan, lo que no, quedará para otro día o escondido en las montañas del relleno sanitario más grande de Argentina, el CEAMSE de José León Suárez. Ahí, pegadito al Camino del Buen Ayre. Ahí, donde llegan los camiones del Gran Buenos Aires, de Capital Federal y de empresas que tiran su basura. Muchas veces, productos intactos. Desde yogures, leche y carne, hasta planchas y televisores.

18.30 horas. Fin del día. El frío asoma. La vuelta siempre pesa más. Las bolsas de basura reciclada cruzan la autopista. Llegan al barrio Villa Lanzone, de San Martín, donde viven 15 mil familias olvidadas. Algunos están contentos. Otros no tanto, no tuvieron tanta suerte. La postal continúa. En el camino, se ven familias enteras que siguen cirujeando. Algunos prenden fuego a la basura inservible. Todos viven de los desechos. Agarrando lo que pueden, como pueden, expuestos a la enfermedad, al hambre y también, a la muerte.

La montaña de plata

De lunes a sábado, unas mil personas buscan comida o metales en el Relleno Sanitario del CEAMSE, en José León Suárez. Es un predio gigantesco que atraviesa los partidos de San Martín, San Miguel y Tigre, recibe entre 10.000 y 11.000 toneladas diarias de residuos producidos en Capital y en 21 partidos del Gran Buenos Aires. Este es uno de los emprendimientos de reciclaje más importantes del país, pero recién en estos últimos años empezó con plantas de reciclaje serias, que recuperan el 20 por ciento de los desechos. ¿De qué vive la gente de los alrededores? De la basura, contestan.

Las autoridades del CEAMSE explican que 'el cirujeo es ilegal', pero de todas formas, ante la realidad, decidieron suspender el trabajo de las aplanadoras todos los días a las 17 durante una hora, para que la gente pueda entrar y hacer su 'trabajo'. Esta decisión se tomó el año pasado, tras la desaparición de un niño en una montaña de basura.

'La basura es un gran negocio. Así como lo ves, es una montaña de plata', afirma Pablo Puebla, militante de la Organización Libres del Pueblo (OLP), que trabaja en el barrio hace muchos años. 'Nosotros escuchamos a la comunidad. Hay mucha plata en juego. El CEAMSE es estatal, pero todos los que trabajan son privados', afirma. En Europa, un predio como el CEAMSE recupera el 85 por ciento de los desechos, acá, sólo el 20.

Los camiones de supermercado descargan 'excedente'. ¿sabés qué es?, cuentan los vecinos. 'Es leche, yogur, pañales, sopas y no vencieron'.

¿y por qué las tiran?

Porque es una política interna de las empresas. No les conviene donarlas porque tienen que cobrar el seguro –cuenta Patricia-. Hasta encontramos las cremas que usa Susana (Giménez). Salen 60 pesos y las venden a 20. Cualquier cosa se puede encontrar.

El Pingüino, 53 años

Hace 8 años vive de lo que recolecta en el CEAMSE. Va todos los días en su bicicleta a correr la carrera por la comida. Es muy popular entre los suyos. Conoce el predio de memoria. Sabe cómo manejarse. Es callado. Mira para abajo y contesta las preguntas mientras acelera el paso.

¿Qué encontrás en el basural?

Te digo, de todo. No es mercadería mala. Una vez hasta agarre jamón crudo.

¿Y carne?

También, hay carne congelada.

¿Llegaste a hacerte un asadito?

Si, cuando hay, se trae y alcanza porque yo estoy solo así que…

¿Podes vivir haciendo esto?

Sí. A veces haces 20 pesos, otras hacés más.

¿Cuándo es un buen día?

Cuando hago 50 pesos.

¿Y antes? ¿Qué hacías?

Trabajaba de mampostería, carpintería, losa, pero después aflojo, aflojo y bueno… me quedé sin trabajo y ahora no puedo trabajar más.

¿Y jubilación?

No. Tengo 53 años.

¿Donde naciste?

Acá. En este barrio.

¿Alguna vez te sacaron corriendo de CEAMSE?

Antes si. Ahora no. Antes te sacaban a los tiros.

¿Y cuánta gente viene?

Hay como mil personas entre los dos lados… Y nosotros vamos con la esperanza de siempre sacar algo. Hay mercadería. No hay siempre, pero algo se saca.

El Pingüino acelera. Hay que llegar al lugar minutos antes de las cinco de la tarde. Todos apuramos el paso. A nuestro alrededor, pasan jóvenes con bicis, carritos, caminando. Del otro lado, pasan camiones que descargaron o están por descargar.

Karina, de 34 años

Hace un año que vive del cirujeo. Va junto a su hija mayor, de 14 años, que la acompaña día por medio, turnándose con su otra hermana. Ambas están en bici, pero caminan porque todavía faltan 30 minutos para las cinco.

¿Por qué empezaste a venir?

Porque me quedé sin trabajo hace dos años. Nos echaron de un geriátrico a los más nuevos y no conseguí nada más.

¿Hace cuanto vivís acá?

Hace 20 años. Acá hace un año que vengo: una señora me enseñó pero no viene más porque está con sus nenes. Además, es un trabajo agotador, venir, escarbar. Siempre encontramos cosas, desde pañales hasta chicles.

¿Puede ser peligroso?

Y… a uno lo agarraron el otro día, le pegaron y se salvó de puro milagro. Quedó en coma. El otro día un amigo se cortó. Es que hay que hacer pozos porque ellos tienen la manía de tirar y tapar. Entonces tenemos que hacer pozos y buscar.

Si un día esta lloviendo, ¿no vienen mucho?

¡¿Que?! Vienen igual. Venimos todos. Corremos riesgos y también los corren las personas que trabajan en las plantas recicladoras: Trabajan 10 horas, ganan 800 pesos al mes y abren todas las bolsas sin guantes ni equipamiento. No les dan nada.

¿Y si el día de mañana les cerraran el CEAMSE?

Nos quedamos sin nada. Si lo cierran, le cortamos la ruta.

¿Cuánta gente entra?

Como mil quinientos. Y no sabes cómo corren. Para llegar caminan media hora. La gente sale con las manos cortadas. Se pinchan.

Hace referencia a las cortaduras, pero ni ella ni su hija tienen guantes. Dicen que están acostumbradas, que saben de donde buscar.

Yo tengo 61 años y ¡Mirame!… no consigo trabajo –agrega una señora que camina por el mismo sendero-. Antes trabajé de doméstica. Fui a pedir la jubilación de ama de casa. Me dijeron que tenia que cumplir 61 años, cuando los cumplí fui y me dijeron que tenía que esperar 3 meses. A los 3 meses fui y me dijeron que tenía que esperar un mes, y así estoy.

¿Y mientras tanto?

Junto basura. La revendo, trato de sacar shampoo, crema de enjuague, cosas para vender después.

Al hambre que pasan muchas familias, se le suman los problemas de salud que hay en el barrio. Las alergias, el asma, la bronqueolitis. A Patricia, de 38 años, le recomendaron que se mude porque la menor de sus cinco hijos tiene problemas respiratorios y, según dicen, todo debido a los gases del CEAMSE. 'Me dicen que me tengo que ir, pero ¿a dónde? No nos podemos ir', explica. Ella no se resigna. Decidió armar una salita de Apoyo Escolar atrás de la casa, que trabaja con el comedor y OLP, y su próximo proyecto, cuando consigan algún recurso económico, es una guardería.

Mirna, de 20 años

Después de pasar debajo de la autopista, esquivar zanjas y caminar a la vera del Río Reconquista, llegamos a uno de los frentes de descarga de la zona norte. Esta es la partida. Allí están todos descansando hasta que den la largada. Allí están Mirna y su hermana, sentadas en el piso, aisladas, charlando y esperando.

¿Hacen esto todos los días?

Si… va, no. De lunes a sábado. Tengo 20 años y una nena de un año y medio y algo le tengo que dar. A la mañana agarro el carro y a la tarde vengo para acá. No tengo otra, algo tengo que hacer.

¿Trataste de encontrar otro trabajo?

Si, como doméstica pero es difícil porque te tienen desconfianza por donde vivís. Lo único que tengo es un bono de 40 pesos que me dan para comida, pero no me alcanza nada. Estuve pidiendo un plan pero no me dan.

La cara de Mirna devela cansancio y resignación. Tiene bronca por su situación, pero no ve salida. Dice que no terminó el secundario y que las posibilidades de trabajo son pocas.

Y si tuvieras que elegir, ¿de qué querrías trabajar?

Elegiría empresa de limpieza en una empresa. Porque esto no alcanza. Juntamos lo que podemos y no nos alcanza porque somos 7 hermanos. Hay que hacer algo –repite Mirna-, no nos podemos quedar así porque mi vieja no está bien. Por lo menos venir acá nos ayuda a conseguir algo para comer porque en el barrio nadie tiene trabajo.

Fuente: lafogata.org