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Argentina: La lucha continúa

Panorama político a cinco meses de las elecciones nacionales
Octubre rojo para la familia presidencial

Federico Corbière
Argenpress

La irreversible crisis institucional en la provincia de Santa Cruz, los "cobros indebidos" en licitaciones públicas, la escalada del costo de vida y la sucesiva cadena de fallas estructurales en el abastecimiento de los servicios básicos han puesto en alerta rojo al club de amigos que frecuenta suelo gubernamental y quiere renovar votos -que no son de pobreza- para un segundo mandato.

El primer problema para todos los hombres del presidente es llegar a octubre sin caer en la sospecha de coimas que manchen las papeletas electorales; el segundo, silenciar en los medios el estado abandónico de los bienes y servicios públicos; y el tercero, descubrir la fórmula alquímica para contener el latente malestar social del cincuenta por ciento de la población que no trabaja ni recibe subsidios estatales.

En este entorno de caótico orden administrativo, la tendencia para asegurar la bonanza en las urnas se ha cristalizado en la preservación del tradicional paternalismo político sobre los tres poderes -característico del presidencialismo argentino- y un esquema de correspondencia recíproca entre el PE y las provincias que aceptan prebendas a cambio del sí flojo en el Congreso Nacional.

Pero a falta de carisma y de un partido sólido que genere mecanismos de gobernabilidad plasmados en un poder que no devenga en autoritarismos mesiánicos, el Ulises local se ha visto forzado, desde marzo de este año, a pactar con gobernadores radicales y una tropilla de caciques del PJ que resiste a cambiar los aires noventistas, conformando un heterogéneo Frente Para la Victoria (FTV) que lleva la camisa de fuerza del sindicalismo reloded -de estilo vandorista- y necesita del apoyo logístico de intendentes municipales para agregar corporalidad a una estética y retórica peronista muy alejada del ideal de justicia social de mediados del siglo XX.

La fiesta inolvidable

A falta de plafón propio y con el acecho constante de dirigentes tradicionales concentrados en no ceder un centímetro ante el sinuoso recorrido del frenetismo transversal, ya se ha visto que la constante del gobierno en cada uno de los feudos provinciales consiste en una apuesta dividida a quienes tienen mayores posibilidades, sin importar su pasado ni pertenencia política. Los resultados parciales están confirmando la tendencia hacia la llamada "coalición plural", con el triunfo de los radicales reformados Eduardo Brizuela del Moral (Catamarca) y Miguel Angel Saiz (Río Negro), además de la posible unión civil entre el gobernador mendocino Julio Cobos como compañero de fórmula oficial, tal vez, de la primera ciudadana que no sabe tejer ni quiere esperar veinte años para estrenar su traje de diseño, entallado con la banda blanquiceleste.

De hecho, lejos está su amado de lograr el heroísmo triunfal en Troya; pues el heleno patagónico se mueve con el mismo andar desafortunado de Peter Sellers en "La fiesta inolvidable" (1968). Ya es costumbre ver su estela con alguna aeronave de la ampliada flota que vuela sin radar de punta a punta del país, cada vez que algo huele mal en su gestión.

La función hermenéutica del distanciamiento ha sido una fórmula filosófica recurrente y adoptada para afrontar los estados de crisis. Ocurrió con el lapsus de año nuevo luego del brutal incendio en la discoteca Cromañón (diciembre de 2004); la desaparición del testigo en la reapertura de los juicios a genocidas, Jorge Julio López (septiembre de 2006); el disimulo por varios meses en las sospechas de corrupción al ex secretario de Agricultura, Miguel Campos; la vista gorda en los incidentes durante el traslado de los restos de Perón a la quinta de San Vicente (octubre de 2006) -cuyo principal imputado tiene como representanta al ex juez Daniel Llermanos, actual defensor del contador detenido por el escándalo Skanska, Alfredo Greco (mayo de 2007)-; el traslado de la residencia familiar de Río Gallegos al Calafate días previos a la orquestación de un ridículo atentado en la entonces clausurada vivienda; la brutal represión en Santa Cruz y la renuncia del interino gobernador Carlos Sancho (mayo de 2007), camuflada en la muerte y resurrección de Diego Armando Maradona; las denuncias del periodista y diputado transversal Miguel Bonasso con datos de un "garganta profunda" que quedó afónico luego de la obligada analogía con el caso "Watergate" -que impidió la reelección de Richard Nixon, en 1973-, reforzado en las acusaciones luego retractadas por uno de los Fernández contra el conductor Marcelo Tinelli, al que acusó de participar en entuerto de las facturas truchas; y el abrazo sintético de los organismos defensores de los derechos humanos y ex piqueteros beneficiarios de planes sociales, a los harinazos que marinaron a la ministra Alicia Kirchner luego de que la hermana del mandatario hiciera un insólito paseo por sus pagos pavoneándose en pleno plan de lucha y movilización docente.

A este entramado se agregan el desguase forzado por recorte presupuestario de la unidad autárquica que investigaba el lavado de dinero (UIF) y la sustitución de sus funcionarios técnicos por otros elegidos a dedo; las reformas de planta en la remoción de especialistas idóneos pertenecientes al INDEC, los avances sobre la composición del Consejo de la Magistratura y, en estos días, el tratamiento en Diputados de una nueva norma que restringa las funciones de la Auditoria General de Nación (AGN), sin mencionar que Alessandra Minnicelli, la esposa del ministro Julio De Vido, cumple horario en la cúpula de la Sindicatura General de la Nación (SIGEN), otro de los organismos que debe controlar las acciones de hombres ligados al PE; que la ministra de Economía Felisa Miceli está casada con uno de los vocales del intervenido Enargas (Ricardo Vázquez), que la ministra Nilda Garré insistió en que se puede volar sin radares; que el incendio del rompehielos Almirante Irizar fue una fatalidad del destino; y que la repatriación de las líneas ferroviarias en manos del pulpo Sergio Taselli -Roca y Belgrano Sur- pasaron por decreto a la UGOFE (Unión de Gestión Operativa Ferroviaria de Emergencia), una corporación que opera desde junio de 2005 y está gestionada por Trenes de Buenos Aires (TBA), Metrovías y Ferrobaires. La primera pertenece a los hermanos Mario y Claudio Cirigliano, ambos también socios del Grupo Plaza, operador de colectivos subsidiados; la segunda está controlada por Transportes S. A., perteneciente al mismo empresario que maneja la red subterránea, Benito Roggio; y la última es una de las firmas con capital estatal que ya explota no pocos ramales en estado decadente.

La única excepción que confirma la regla fue la rápida reacción y teatralización por cadena nacional minutos antes de la sorpresiva aparición de Luis Gerés (diciembre de 2006), un militante del Frente Para la Victoria (FTV) y testigo en los juicios reabiertos a los genocidas de la última dictadura. La remoción por decreto de los dos primeros funcionarios implicados en el Skanskagate no cuenta, porque el firmante pidió gancho y santuario a sus muchachos para expulsar como fusibles a quien manchara su buen nombre y honor.

El abogado del contador de la facturera Infiniti Group también habría sido mencionado en las grabaciones de 84 minutos que registrara el auditor de la transnacional sueca Claudio Corizzo al ex gerente de Skanska, Javier Azcárate. El ex juez Daniel Llermanos sabe que ya no lo pueden expulsar por decreto, pero sí sobre el peligro que corre el puesto de su media naranja Rosario Lufrano, conductora del noticiero y directora ejecutiva del canal 7 (oficial), que traga saliva antes de armar la agenda para no caer en los caprichos del colon irritable de la pluma presidencial.

Cuando todo suena a Kirchner, suena Kirchner

Por eso la candidatura de Cristina Fernández suena cada vez más como contrapeso para diluir la implosión del modelo para armar con el que los dirigentes hacen de títeres y titiriteros, que necesita un respirador urgente y un recambio en el maquillaje burocrático para dar continuidad a un proyecto cuyo único programa es acumular reservas (40 mil millones de dólares) y esperar el rebrote de enfermedades endémicas -que parecían erradicadas-, para que de una vez por todas se evaporen esos pobres que insisten en manifestarse y negar a la Argentina su potencia y progreso, nuevamente como factoría de producción primaria agroexportadora y de explotación de la riqueza del subsuelo.

Pero la dependencia del voto popular a estas condiciones objetivas de subsistencia no depende de una simple toma de decisión individual. A pesar de la acentuada inequidad distributiva, los salarios de hambre -multiplicados por la reactivación económica y caida de los índices de desocupación (por las que ingresa más dinero a cada hogar pobre- aún tienen para el oficialismo una externalidad positiva frente al desabastecimiento y desesperación a fines de 2001, que atizan una cuota de esperanza para un electorado rehén de las prácticas clientelares en la esfera pública.

Esa es la lógica perversa que hace síntesis entre la alternancia histórica entre el autoritarismo y la democracia; y termina en la recurrencia de temerosos que llegan al gobierno después de la limpieza demográfica y cultural de los setenta, apropiándose sus banderas para hacer en la práctica negocios iguales afines al universo neoliberal.

Cristina sabe de la necesidad del cambio y que ya no son tiempos de tirar la piedra, esconder la mano y amedrentar a la prensa desentonada. Como ocurre siempre con el complejo sistema de poleas del sistema político argentino, el destino de las futuras generaciones se resuelve a puertas cerradas, con programas diseñados al compás de necesidades coyunturales que no atienden a una planificación a largo plazo, democratizadora del manejo de la cosa pública por vía de mecanismos de gobernabilidad inclusivos de la trama social. Porque ese modelo administrativo llevaría a tasas marginales tendientes a cero que dejarían sin caja chica y membresía a los socios del club de campo, con sede en Olivos.

Sólo falta que para el día de la primavera Rudy Ulloa deje de censurar la programación televisiva, se disfrace de hippie y lleve un elefante psicodélico de la Patagonia al estanque del Planetario para purificar las elecciones de octubre. Esa será la Odisea triunfal para que Cristina y Néstor Carlos continúen su fiesta inolvidable, dejen de sumar aeronaves a la colección, y puedan volver dentro de veinte años a su terruño nativo en un simpático autito alemán de tres ruedas y tocando bocina. .          

Fuente: lafogata.org