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Argentina: La lucha continúa

Virrey del Pino
Una radiografía del crecimiento

Daniel Cadabón

Los apologistas de la política económica kirchnerista explican que asistimos a un descomunal despegue productivo y que, mientras estos índices de crecimiento continúen, la gobernabilidad cuenta con una solidez que la aleja de todo riesgo.

La unilateralidad del pensamiento económico pequeñoburgués se sintetiza de la siguiente manera: "mientras la economía florezca, y los lugares turísticos se llenen; mientras las pautas de consumo de los sectores medios, apenas más sofisticadas que las viejas licuadoras menemistas lleguen a los hogares de la "gente"; el presidente y todo su equipo pueden respirar tranquilos. Es la economía, estúpido, es la economía..." afirman los progresistas, tomando prestado el discurso de los representantes del imperialismo más concentrado.

Naturalmente, frente a acontecimientos como los que se suceden en Santa Cruz los opinadores, de verba solapada y vergonzantemente oficialista, caen en el desconcierto. ¿"cómo puede ser que allí donde se pagan los sueldos más altos del país..."(sic) el paraíso kirchnerista se halla transformado en un infierno que amenaza con devorar la demagogia nacional y popular?. No hay respuesta posible, si uno piensa como Bill Clinton mientras juguetea con un ejemplar del Marxismo para principiantes.

De acuerdo a los datos oficiales (remarcamos lo de oficiales) el producto bruto interno (PBI), ha alcanzado en los últimos 5 años, un crecimiento sostenido de alrededor de un 9% anual. Sin embargo, la desocupación mantiene a más de 2 millones de hombres y mujeres sin trabajo.

No es el único dato de este espectacular crecimiento.

El trabajo precario y en negro (subocupación) viene desenvolviéndose, en el último trienio, en forma sostenida, a tal punto, que algunos analistas económicos lo ubican, en todos los casos, superando el 40% de la mano de obra ocupada.

La ocupación de trabajadores en negro se define, fundamentalmente, por la pérdida de derechos en los lugares de trabajo y un salario discrecional que la patronal fija arbitrariamente en cada empresa, y que, en algunos casos, somete a los trabajadores al pago en especias (habitación en los lugares de trabajo, en franco estado de hacinamiento y, en el mejor de los casos, un plato de sopa, polenta o arroz por día). Más que simbólico, es el caso de un taller textil ubicado al lado del ex-centro de detención Talleres Orletti, donde un grupo de 50 familias estaban sometidas a un estado de esclavitud laboral, con jornadas de trabajo por encima de las 15 horas diarias. Sin duda, el mejor monumento a la memoria presente sobre la situación por la que atraviesan millones de trabajadores.

La industria en nuestro país, ocupa, hoy por hoy, menos trabajadores en blanco que en 1998, mientras que la producción a crecido en el último lustro mas de un 40%, y las tasas de ganancias han superado en este mismo lapso en un 100% las de una década atrás.

En medio de este nivel exorbitante de ganancias capitalistas, la infamia de las burocracias sindicales se multiplica. Los Moyano y los Yasky negocian convenios y pautas salariales acordes a las necesidades empresariales y gubernamentales, mientras no dicen "esta boca es mía" en referencia a la explotación en negro de trabajadores.

Virrey del Pino es una dolorosa radiografía de esta situación. Los seis obreros muertos y el número indeterminado de heridos, marcan como se crece en la economía kirchnerista.

Las empresas y talleres carecen de seguridad industrial, siendo lo más destacado, en estos lugares de trabajo, el empleo de menores y jóvenes, los que, mediante contratos basura son sometidos a salarios miserables, que apenas superan la canasta de indigencia y a regímenes horarios flexibilizados por encima de las 14 o 15 horas diarias. Cualquier intento de organización por parte de los obreros, se paga con el despido y , en más de un caso, con golpizas y amenazas. Estas empresas son zonas liberadas a la intervención de la justicia laboral y una fuente inagotable de corrupción para punteros, intendentes y burócratas sindicales.

Las condiciones de infraestructura las transforman en lugares de riesgo, potenciales Cromañon para los trabajadores; a los cuales, frente a la complicidad estatal y gremial con las patronales, no les quedan otra alternativa que arriesgar su vida por un salario de hambre.

Las condiciones de trabajo señaladas no hacen más que retratar la realidad que la clase obrera vive en el país de la "justicia social".

Los testimonios de los sucedido ayer ,en horas de la mañana, en esta fábrica de aerosoles de Virrey del Pino son más que elocuentes de lo que depara el país en crecimiento:

'¡Sentí una explosión terrible! Cuando vi el fuego en la fábrica y quise entrar para ayudar, estaba con candado. Lo rompimos y me encontré con cuatro personas desnudas y con el cuerpo quemado... Lloraban. Adentro del galpón se escuchaban muchos gritos y fui para allá... Vi a una mujer en medio del fuego, quemándose viva, a metros de mí; la vi, hermano, la vi... agarré el matafuego, pero no anduvo... Y no la pude salvar, porque tuve que salir antes de que explotara todo.' (La Nación). Las denuncias, sobre menores saltando paredones perimetrales, cuando la patronal estaba sobre aviso de una inspección del ministerio de trabajo u obligados a esconderse en depósitos y baños, debería sacudir la conciencia de los apologistas nacionales y populares.

Virrey del Pino es la consecuencia funesta de un régimen de explotación negrero y oficial.

Una verdadera radiografía del crecimiento kirchnerista.

Fuente: lafogata.org