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Argentina: La lucha continúa

Rosario, sede de la resistencia

El fin de semana pasado, se realizó en Rosario un seminario donde decenas de representantes de diferentes organizaciones se reunieron para dar “una batalla más por el agua, la tierra, la energía y la vida” frente a un modelo de “progreso” que solo trae más desigualdad, destrucción del ambiente y un futuro negro.

Carina Batagelj
cbatagelj@jaquealrey.org

La cita fue en “La Toma”, donde años atrás estaba el supermercado “Tigre”, recuperado por sus trabajadores. Varios representantes de las organizaciones presentes dieron el puntapié inicial con una conferencia de prensa para un medio local.
Afectados por las represas en Brasil y por Yacyreta en Paraguay. Campesinos y campesinas de diferentes zonas de la Argentina y del Brasil, pueblos originarios, organizaciones venidas de Uruguay (con la misma preocupación por el agua que sus pares en Gualeguaychú) trabajadores, desocupados, son solo algunos de los grupos que fueron trasmitiendo sus experiencias y sus luchas. Desde sus lugares, con lo que sus ojos ven y con el trabajo realizado con sus compañeros. Con lo vivido y lo sufrido, con la esperanza y también con el dolor en sus cuerpos, narraron el avasallamiento y la represión sufrida al ser echados de sus tierras, al ver contaminadas las aguas que le son necesarias para su vida, al serles negados sus derechos como seres humanos.
Con una idea de “progreso” ostentada por capitales nacionales y extranjeros y con el beneplácito de los gobiernos locales, cimentadas con mentiras y ocultamientos proclamadas por los grandes medios de comunicación, este criminal progreso -presente entre nosotros- afianza la desigualdad, expulsa a miles de campesinos de sus lugares, contamina las aguas, reprime a los que osan protestar, y destruye los bienes que todos necesitamos para nuestra vida cotidiana.
De la voz de los afectados por las represas se escuchó como, con el argumento de generar electricidad barata para el pueblo y generar más empleo, se reencauzan ríos y otros afluentes de agua, inundando tierras y pueblos enteros, arrasando su historia, su modo de producción y de vida. Se los obliga a irse de sus tierras a otras zonas, generalmente mucho más desfavorables, y en muchos casos el Estado los deja a la deriva y no cumple con su obligación de ayudarlos a reinstalarse.
Por otra parte la energía producida no llega a los lugares que la necesitan, sino a grandes emprendimientos transnacionales, entre ellos los mineros, que necesitan gran cantidad de ella para poder extraer los minerales que serán exportados, en su mayoría, a los países del “Primer Mundo”, dejando escasas regalías en los países de origen de los recursos naturales, además de aguas contaminadas, escasos puestos de trabajo y cientos de personas desarraigadas.
Campesinos del MOCASE (Movimiento Campesino de Santiago del Estero), del Chaco y del Brasil contaron como se resiste a diario frente a la represión constante, como son expulsados de los campos y fumigaciones con agroquímicos.
La relación estrecha con la naturaleza, de respeto y no de avasallamiento, hace que las sensaciones, cuando esta relación se corta, sean el desgarro más cruel, y la vida ya no es igual. Son “empujados” a engrosar los cordones de pobreza de las ciudades, y a ser llamados “refugiados ambientales”.
Es el caso de las miles de hectáreas de montes destrozadas para dar paso al monocultivo de soja, con el argumento de solucionar el hambre en el mundo o de producir agro- combustibles. Cuando en verdad la mayoría de esa soja se exporta para alimentar animales en el primer mundo y poco queda aquí. De más esta decir que
no hacen nada para mitigar el hambre en el mundo y que las ganancias siderales, siempre quedan en las mismas pocas manos.
Este es el “progreso” que avasalla, que no respeta la vida ni las diferentes culturas, que se erige como única y mejor, que denomina a los otros “atrasados”, que se comporta como un “Pac Man” macabro, entreteniéndonos cual video juego, mientras nos devora nuestra esencia misma: la naturaleza.
Y como siempre algunas preguntas quedan flotando: ¿Por qué esto? ¿Para qué? ¿Qué modelo podríamos construir?¿Qué tendríamos que producir? ¿Con qué costo del ambiente? ¿Con qué valores fundamentales? ¿Cómo parar este sistema voraz de acumulación y consumo que nos mata, que no reconoce otro valor que la ganancia a cualquier precio?
Muchas de estas preguntas pueden que suene vacías, pero están llenas de urgencias
Juntarnos, conocer experiencias de primera mano, cantar y bailar, compartir conocimientos, es un primer paso imprescindible para saber que no estamos solos en esta lucha, y que hay mucha gente que se niega a que Latinoamérica termine siendo una tierra exhausta y contaminada y esto también es resistir.
Quizás tan sólo de esto fue testigo Rosario: de que la resistencia esta viva.    

Fuente: lafogata.org