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Argentina: La lucha contin�a

Argentina: De valijas, valijeros y avivados
Una crisis con eje en los reclamos obreros

Daniel Cadab�n

Esta sensaci�n despareja con respecto al tiempo es lo que llena de malestar al "nuevo" gobierno de Cristina, apenas a una semana de haber asumido.

Si no fuera porque "el cambio reci�n comenz�" hace siete d�as, podr�amos, considerar que nos encontramos frente a un gobierno en un franco estado de debilitamiento.

Al decir de los analistas pol�ticos del establishment: "al gobierno de los Kirchner (en sus dos versiones) lo ha caracterizado y lo caracteriza un elevado pragmatismo". Este, se expresa sencillamente, en que el kirchnerismo fue capaz de establecer las m�s amplias alianzas para sostenerse en el poder; fruto de una abultada billetera "superavitaria" y de la desesperanza que recorri� la vida de los partidos pol�ticos a partir de la crisis de 2001/02.

La herencia del argentinazo

El kirchnerismo, con una estructura de movimiento provincial casi feudal, puso en pr�ctica, ni bien llegado al poder, un conjunto de mecanismos reconocibles en el funcionamiento de las instituciones manejadas por los Barones del az�car en Tucum�n, los yerbateros del litoral o los tabaqueros del NOA. Un r�gimen de premios y castigos; de cooptaci�n de elementos peque�os burgueses desesperados por la crisis, y la irrupci�n de los sectores populares en la arena pol�tica; de una dilatada corrupci�n ("borocotizaci�n") de la oposici�n, que no encontraba un norte frente a la desaparici�n de las estructuras partidarias que le daban cobijo, etc.

Cont� a su favor: con una situaci�n econ�mica excepcional y con la virtual desaparici�n de los partidos pol�ticos tradicionales en el plano nacional.

El kirchnerismo fue el resultado de una crisis que, a diferencia de lo que consideran los apologistas del r�gimen, no democratiz� las estructuras sociales, al contrario, estableci� un contrato social de caracter�sticas similares a su actuaci�n provincial.

El kirchnerismo es producto de una crisis institucional y pol�tica cuya orientaci�n fue la de "feudalizar" las relaciones sociales bajo la cobertura de un "nacionalismo o un latinoamericanismo" de corto vuelo.

La suma del poder p�blico le fue cedida graciosamente, por el espanto que provocaron en las diversas fracciones de la burgues�a las memorables jornadas de diciembre y enero de 2001/02. No fue una conquista democr�tica de un movimiento con identidad propia o con objetivos particulares que sirvieran para orientar al pa�s en una direcci�n diferente a la que ya estaba establecida por gobiernos anteriores. El kirchnerismo, de esta manera no es el heredero del Argentinazo, ni de sus postulados democr�ticos. Fue y sigue siendo, una estrategia de la burgues�a para enfrentar a las masas movilizadas en funci�n de un reclamo no suficientemente desarrollado, en su momento, por los actores sociales intervinientes.

El 2007/08 muestra un cuadro diferente. La participaci�n del movimiento obrero se estructura con fuerza, justo en el momento menos indicado para la aplicaci�n de la pol�tica central del gobierno de "continuidad y cambio": el Pacto social.

La m�s amplia alianza... paralizada

Como ten�a que ser, "la m�s amplia alianza lograda por el kirchnerismo" se ha transformado en la m�s amplia par�lisis. Cristina Kirchner asume la presidencia en un cuadro de crisis nacional e internacional. Los acuerdos con la patota c�vico-militar, que le permiti� sumar voluntades (fraudulentamente) en las �ltimas elecciones no alcanzan para poner en pie su �nica estrategia pol�tica con vistas a un proceso de gobierno de por lo menos 4 a�os; el Pacto social.

Los intereses que rodean a este pacto son los de convocar a una "pacificaci�n social" entre las filas del movimiento obrero, lo que permitir�a dar garant�as jur�dicas a los empresarios para que puedan tomar inversiones en el exterior, sin que se vean afectadas por una "guerra de clases". Estos acuerdos, se completan con la vuelta de la Argentina al sistema financiero internacional, una vez cumplidos los compromisos de pago con los organismos internacionales de cr�ditos (FMI mediante) que de prosperar, producir�an una baja en los �ndices del riesgo pa�s y, como consecuencia de esto, una baja en las tasas de inter�s de los futuros prestamos hoy por hoy inaccesibles a los sectores econ�micos interesados.

El kirchnerismo "debe" limpiar varios frentes para que esto suceda; en principio poner un cors� a los reclamos populares, para lo cual le resulta imperioso que las burocracias sindicales se disciplinen al contenido de su pol�tica. Cosa, que por lo menos hasta el pr�ximo congreso de la CGT, en el mes de julio 2008, aparece como poco viable.

En el seno de la burocracia sindical se hace m�s que evidente una fenomenal crisis y enfrentamientos, que rememoran la posibilidad de un San Vicente de dimensiones m�s cruentas que el de octubre del 2006. De hecho ya se han empezado a contar muertos y baleados, en supuestos intentos de robos comunes.

La disputa interburocr�tica ha llevado a que se procese un movimiento en las bases de los diferentes gremios "duros", donde los trabajadores intervienen con reclamos salariales que ponen en jaque (con posibilidad de mate) todo el andamiaje del futuro pacto social.

A la conquista de un pago que va de 1000 a 3000 pesos adicionales, por el gremio de los mec�nicos; se le suma el conflicto abierto entre los metal�rgicos, del cristinista Cal�, que reclaman tres pagos de 500 pesos para compensar la perdida por inflaci�n y que para conseguirlo llamar�an a un paro nacional el pr�ximo 27 de diciembre. Lo mismo, salieron a reclamar los obreros del Subte y los ch�feres de colectivos.

Los trabajadores parecen haberle encontrado la vuelta al problema del Indec y, a diferencia de los "consumidores", no salen a boicotear hortalizas; hacen sus c�lculos en forma correcta y reclaman una compensaci�n adecuada al costo de vida.

Hasta ahora el "pacto social" se vuelve una posibilidad �nicamente entre los gremios que conforman la CTA. Esta central, que agrupa a los trabajadores peores pagos del pa�s, ha decidido hundirse en el barro oficialista hasta los tu�tanos.

Su principal vocero y representante Hugo Yasky ha declarado que el acuerdo con el pacto es total si, por supuesto, hace lugar a la discusi�n "sobre la distribuci�n de la riqueza". Yasky ha renunciado a la lucha por la personer�a jur�dica consider�ndola en segundo lugar entre las prioridades que hoy por hoy tiene la CTA. En realidad, la �nica prioridad de esta central est� en sostener al gobierno kirchnerista, en contra de los reclamos de docentes, judiciales y empleados del estado que surcan el pa�s del sur al norte.

Del FMI al FBI

Al decir de los analistas pol�ticos del establishment "al gobierno de los Kirchner (en sus dos versiones) lo caracteriza un elevado pragmatismo", que se expresa sencillamente en ser capaz de establecer las m�s amplias alianzas entre sectores con opiniones y pr�cticas pol�ticas y econ�micas diferentes.

El kirchnerismo ha hecho de sus practicas de derecha, con un discurso que compense la alianza a sectores progresistas, todo un ritual que innegablemente le ha dado enormes resultados. Lo que no ha podido evitar es la lucha sin cuartel de las camarillas que lo integran y que lo corroe por todos sus poros. El pragmatismo pol�tico, que en definitiva no fue m�s que puro oportunismo, tiene una expresi�n econ�mica conflictiva.

Cristina Kirchner, abraza la idea de una vuelta a las relaciones carnales con los organismos internacionales de cr�ditos. Antes de que alg�n "patriota" salga a refutar que en esta oportunidad las relaciones no ser�n "carnales" sino dignas y entre naciones; debemos recordar que con estos organismos no se queda, al final de la negociaci�n, "un poquito embarazada". Las relaciones con el Fondo, con o sin monitoreo, significan una fuerte subordinaci�n de los intereses nacionales al imperialismo.

La valija no representa m�s que eso. Del lado del imperialismo, el aprovechamiento oportuno de un hecho que le permite meter mecha en la negociaci�n con el gobierno. Del lado del gobierno nacional el griter�o antiimperialista, que le permita conformar a los sectores que consideran la causa nacional, una causa de discursiva y de billeteras abultadas.

Tratar de transformar la causa de la valija en una causa antiimperialista es una forma excesiva de hacer uso de la sem�ntica; pero, de ninguna manera, una realidad de la "lucha por la liberaci�n nacional".

Detr�s de la valija hay olor a petr�leo, es cierto. Olor al empresario Enrique Eskenazi como accionista de YPF, que pretende la 'argentinizaci�n' de la petrolera espa�ola respondiendo a una estrategia que tiene que ver con la pr�rroga de los contratos de concesi�n, al estilo santacruce�o y chubutense, de las concesiones a la Pan American Energy .

El imperialismo americano, que guerrea por petr�leo en Irak y est� a punto de iniciar una guerra por los mismos prop�sitos en Ir�n, no cree que deba perderse un negocio tan lucrativo como la transferencia de acciones de la principal petrolera del pa�s, por una avivada de gallegos y ping�inos.

El FBI presiona a cuenta del FMI, en contra de las retenciones al campo y por una jugada m�s efectiva por parte del gobierno para disciplinar a los que quieran pasarse "a la vereda de enfrente".

El pragmatismo de los avivados, puede que conforme a los progres con la declamaci�n de la "valija antiimperialista", mientras vota leyes de emergencia al mejor estilo menemista o antiterrorista a pedido de Bush. De paso, cabe aclarar, que la Ley de emergencia econ�mica votada por ambas c�maras la semana anterior, recoge antecedentes en el duhaldismo, pero fue Menem quien debuta con estas leyes para privatizar las empresas nacionales desde el �95.

Las circunstancias que rodean al recientemente asumido gobierno de Cristina Kirchner, nos hacen pensar seriamente en cuanta raz�n tenia la candidata en la campa�a electoral al gritar, con el pu�o crispado, "que el cambio reci�n comienza".       


Fuente: lafogata.org

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