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Latinoamérica

Una república papelera
BIENVENIDOS A BOTNIOLANDIA

Botnia manda y el gobierno lo acepta como si nada. A lo sumo expresa su desacuerdo. Mientras tanto el conflicto binacional continúa, las plantas son menos limpias de lo que podrían, los montes se extienden sin límite y miles temen por sus empleos.

javier@elmundoalreves.org

El frustrado acuerdo entre los presidentes Vázquez y Kirchner por las plantas de celulosa, desnudó el poder de una corporación multinacional (Botnia) que impone al gobierno sus decisiones con absoluta libertad. Días después el Banco Mundial publicó un informe que descarta todo desastre ecológico, pero demanda decenas de cambios para reducir la contaminación de dichas plantas, provocando otra sacudida.
Al Banco Mundial poco le importa la gente y menos todavía el medio ambiente --su presidente, el estadounidense Paul Wolfowitz, fue uno de los que dirigió la guerra contra Irak-- por lo que asusta su preocupación por el impacto ambiental que tendrán estas  plantas. En cualquier caso, el referido informe evidencia que el gobierno uruguayo y las corporaciones mintieron: las plantas sí contaminarán, y podrían hacerlo en menor medida.
Si algo demuestra todo esto, es que no debemos tomar como propia la agenda de unos u otros gobiernos y menos aún tomar partido por unas u otras empresas. Tanto aquellos como éstas defienden sus propios intereses, y toman en cuenta el bienestar de la mayoría siempre y cuando no sea un obstáculo para sus planes. Si algo debemos hacer los trabajadores, es definir nuestros objetivos y demandas con independencia de gobiernos y patronales.
ALTERNATIVAS Mientras una quinta parte de la fuerza laboral esté absolutamente desempleada y otra quinta parte lo esté en forma parcial, miles de trabajadores como nosotros necesitan plantas que construir y montes que aserrar. Aquí radica el error de enfoque de quienes rechazan toda planta de celulosa y monte de eucaliptos: se saltean esta otra realidad social de importancia clave, también para cualquier lucha que queramos dar.
No obstante, la falta de trabajo no justifica dar vía libre para que las empresas contaminen tanto como quieran o evadan obligaciones laborales --los ministros Arana y Bonomi parecen aceptarlo sin más. Pero sí exige implicar en la lucha a quienes trabajan allí donde serán violadas o se violan ya las normas ambientales y los convenios laborales --para el caso, quienes trabajan en las plantas de celulosa y en la industria forestal.
Y para esto necesitamos otra plataforma: la tecnología más limpia; la operativa menos contaminante; controles independientes de las empresas y de los gobiernos; limitación del área de montes; derechos y salarios del convenio, etc. Sin los obreros de la construcción, de la química y del papel, sin los metalúrgicos y los monteadores no se podrá poner a raya a Botnia, ni parar las plantas cuando sea necesario. Del gobierno nada podemos esperar...                

Fuente: lafogata.org