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Latinoamérica

El establishment le perdió la confianza a Lula. Entrevista

Emir Sader*
 
Sostiene Emir Sader que esos sectores desconfían de un partido con arraigo popular. Dice que la disputa es entre el discurso social de Lula y la ortodoxia de Alckmin. Le entrevistó para Clarín Marcelo Cantelmi. 

El prestigioso politólogo brasileño Emir Sader observa con cautela y enorme espíritu crítico el duelo que se libra en Brasil. Para este intelectual, director de Políticas Públicas en la Universidad de Río de Janeiro, se trata de una lucha ideológica por parte de un gran sector del establishment que le perdió la confianza a Lula da Silva.
—¿Cómo ve este enfrentamiento en sus bases reales?
—El discurso de (Geraldo Alckmin, adversario de Lula en la segunda vuelta) tiene una carga ideológica fuertísima, al reivindicar la ética descalificando a Lula. El tono es la ética contra la corrupción. El de Lula, en cambio, es el de la justicia social.
—¿Pero cuál es el trasfondo?
—Son las políticas de asistencia social que han mejorado un poco las grandes desigualdades del país, que es uno de los más desiguales del mundo. Eso le permite a Lula un discurso social con amplio respaldo popular. Alckmin es un candidato ortodoxamente liberal que plantea que lo que necesita Brasil es un choque de gestión, contra el choque social de Lula.
—¿Puede precisar más esa diferencia?
—Se trata de privilegiar las políticas conocidas de ajuste social que favorecen a las elites tradicionales de Brasil. Fíjese que hay otro elemento vinculado al discurso de la derecha y es que cuanto más Estado más corrupción. Eso articula la idea de que luchar contra la corrupción es hacerlo a favor de la idea de un Estado mínimo.
—Pero la derecha no rechaza claramente la cobertura social...
—Ellos están en una situación difícil. Dicen que fue una política de ellos durante el gobierno de Fernando Henrique Cardoso. Pero ellos estuvieron ocho años y en verdad los que se favorecieron fueron los sectores más ricos. El más grande proceso de corrupción que vivió el país fue con las privatizaciones que se hicieron en ese período. Ahora tienen dificultades para atacar la política social porque quieren aparecer como responsables de esos planes, que Lula generalizó. Pero en verdad, Alckmin lo que propone son las medidas clásicas de disminución de impuestos y ya se sabe quiénes son los que salen beneficiados de eso.
—Los analistas esperan una auténtica guerra rumbo al ballottage. ¿Coincide?
—Creo que los enfrentamientos esta vez serán más programáticos que antes en el sentido de que va a ser en la práctica una confrontación entre el gobierno de Cardoso y el de Lula. Ellos, el mismo bloque opositor de ahora, estuvieron 8 años y salieron rechazados como salió Carlos Menem en su país por una política liberal a ultranza que tuvo efectos sociales muy dañinos.
—¿Hasta qué punto las denuncias de maniobras como el caso del dossier quitó votos a Lula?
—Ese fue un intento de comprar información con acusaciones contra el socialdemócrata José Serra que fue ministro de salud de Cardoso. La denuncia del dossier prueba claramente que 70% de los casos de corrupción estaban conectados con ese Ministerio de Salud del gobierno anterior. Pero en lugar de ocuparse del contenido de las denuncias se enfocó en cómo fueron obtenidas. Y se convirtió en un elemento de campaña, incluso con fotos de los paquetes de dinero que se usaron en la compra de esos documentos. Era para decirle a la gente, mira la plata, mira cómo la roban, cómo la usan. Eso fue fuertemente utilizado por la derecha en los últimos días y si se ve que a Lula le faltó un punto y pico para reelegirse, esas denuncias parecieron decisivas.
Lula también eludió los debates
—Bueno, fíjese que la imagen de una silla vacía es una cosa. Pero la imagen de un dedo hacia el rostro contra el presidente acusándolo de corrupción que hubiera aparecido 70 veces en la TV tiene otro impacto peor. El aspecto mediático es importante aquí. Es el gran partido de la derecha. En Brasil son cuatro familias y son ellas quienes dan el tono de la acción que vimos. Y está también este choque porque la concepción liberal no acepta que sea un hombre común el que esté en el poder.
—Hay algo que no queda claro. Lula impuso políticas macro ortodoxas, tiene prestigio en los mercados mundiales y el establishment ganó mucho dinero con él, ¿por qué lo atacaría?
—El puente que tenían era el ministro de Hacienda Antonio Palocci, quien no hace mucho fue sustituido por un ministro desarrollista y con ideas cepalianas. Eso anticipa la idea de cambios económicos. Los adversarios del gobierno no confían nuevamente que un partido con algún arraigo popular pueda proveer los resultados y la confianza que esperan. Es una enorme paradoja, porque es un gobierno moderado, pero con esto aún se demuestra la intolerancia que existe aquí hacia las políticas sociales.

*Emir Sader es miembro del Consejo Editorial de SINPERMISO  

Fuente: lafogata.org