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Argentina: La lucha continúa

¿Seguirá declinando la desocupación?
Una mirada sobre la última información del mercado laboral

EQUIPO DE TRABAJO

CLAUDIO LOZANO

ANA RAMERI

TOMÁS RAFFO

CORDINADOR: CLAUDIO LOZANO

AGOSTO 2006.

Síntesis y conclusiones

En este material se consideran las siguientes cuestiones:

La tasa de desocupación de Argentina actual es del 12,8% de la PEA.

Con un PBI superior en un 18,2% al existente en el 2º trimestre del año 1998, la tasa de desempleo sigue siendo hoy más alta que en aquel momento.

La elasticidad empleo-producto exhibe una tendencia descendente año tras año.

Dadas las relaciones hoy vigentes entre actividad económica y empleo, solo si la economía crece por encima del 4% o el 5%, podría mantenerse el descenso en el desempleo.

El comportamiento de la inversión no permite abrigar expectativas (si se mantiene el esquema actual) en el sostenimiento de las tasas de crecimiento que hasta hoy exhibe la economía nacional. Es más, abren dudas respecto a poder sostener tasas mayores al 5% y auguran el estancamiento de la tendencia declinante que hasta hoy exhibe el desempleo.

La reciente divulgación de las tasas del mercado laboral que resultan de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) (que sistemáticamente producida por el INDEC) ha sido celebrada con inusitada emoción por parte del Gobierno Nacional. La razón del festejo radicaría en que nos encontramos frente a un verdadero hecho histórico. La denominada tasa de desocupación abierta estaría muy próxima a perforar la barrera de los dos dígitos en que se encuentra desde hace más de 11 años. Para quienes escribimos estas reflexiones resulta sin duda auspicioso que el índice de desempleo descienda. Sin embargo, una mirada atenta obliga a considerar el conjunto de las variables y sus relaciones. El objetivo debiera ser, más allá del exitismo político coyuntural, identificar adecuadamente la dinámica económica y social que se afirma a la salida de la crisis. Así las cosas, no alcanza para entender de lo que estamos hablando con la simple mención de que la tasa de desocupación bajó, haciendo abstracción de lo que en simultáneo ocurre con el nivel y la composición de la actividad económica, los niveles de ingreso de la población ocupada, o la situación en materia de pobreza e indigencia. Sin ir más lejos, la consideración de estas relaciones permite pensar el futuro.

Para ser precisos, no es lo mismo decir que la desocupación ha bajado manteniéndose constantes los niveles de actividad económica, que señalar que esta desciende con altas o con bajas tasas de crecimiento. En orden a profundizar el análisis es que se presentan las siguientes evidencias y reflexiones.

En rigor la tasa de desocupación abierta que se ubica en el 10,4% de la PEA incorpora como ocupado a aquellos que desempeñan alguna contraprestación laboral por ser beneficiario de algún plan de empleo. Si se descuentan estos "ocupados" la tasa de desocupación real (es decir sin planes) es, como el propio INDEC señala en su comunicado de prensa, del 12,8%. Es decir, un poco más alejada de "perforar en cualquier momento la barrera de los 2 dígitos".

Ciertamente estamos en un proceso de caída del desempleo, como consecuencia del aumento en la creación de empleo. Pero también es cierto que esto ocurre como una consecuencia necesaria del proceso de "crecimiento económico a ritmo chino" por casi ya 4 años consecutivos. En efecto la recomposición del nivel de actividad iniciado en la segunda mitad del 2002 se ha sostenido con tasas anuales que oscilan entre el 8% y 9% anual. Es obvio que ante un contexto de recomposición del nivel de actividad de semejante intensidad, en un marco de acentuada reducción del costo laboral y de ausencia de cambio tecnológico, la clave para ampliar los niveles de producción es la creación de empleo. Dicho sencillamente: cuando la economía crece, lo más natural es que crezca el empleo y por ende el desempleo disminuya.

Plantear las cosas en estos términos es casi un ejercicio de autocomplacencia destinado a tranquilizar las conciencias conformistas. Más aún, en tanto se asume que el rumbo económico es el deseado "porque pronto tendremos una tasa de desocupación de un dígito", este ejercicio supone convalidar el proceso de brutal empobrecimiento, creciente exclusión, marginalidad y desigualdad que caracteriza a la sociedad argentina.

En efecto, nuestro país no construyó de un día para otro la sociedad del hambre, la marginación, la pobreza y la desigualdad. Razón por la cual, profundizar el análisis no debiera percibirse como propio de una actitud de "oposición al gobierno", sino como el compromiso con una lectura que critica la realidad con la intención de modificarla. Esta sociedad se construyó al calor de un proceso que combinó sucesivas crisis (con diversas intensidades) y posteriores estabilizaciones. Este proceso que reconoce dos etapas diferenciadas (la crisis y la estabilización) supone efectos concretos en las condiciones de vida de la sociedad y en las posibilidades de transformarlas.

En cada crisis (1975/1976, 1982, 1989/90, 1994/95 y la última en el período 1998 – 2002) se produjo un salto del desempleo, una caída en los ingresos, un aumento de la pobreza y una profundización de la desigualdad respecto a la etapa anterior. Las estabilizaciones tuvieron el efecto balsámico de mejorar los indicadores sociales pero únicamente respecto al pico de la crisis, nunca lograron retornar a los niveles vigentes con antelación a la misma. En realidad, cuando estaban en ese camino, los sorprendía un nueva crisis.

Es decir la lógica del proceso social argentino reconoce un dispositivo que combina crisis y períodos de estabilización como mecanismo eficaz de producción y reproducción de una sociedad asentada sobre una matriz distributiva de absoluta desigualdad.

Una sola mirada de la situación actual con la que teníamos previo al inicio de la última crisis permite graficar este proceso. En efecto, tal como da cuenta el cuadro Nº 1, el PBI del 2do trimestre del 2006 es superior en un 18,2% al 2do trimestre de 1998. Es decir la generación de riquezas, obviamente sobre una composición sectorial distinta (más producción y menos servicios), en el país es mayor que al inicio de la última crisis.

Sin embargo el cuadro social que emerge de esta mayor producción de riquezas es mucho más grave que el que ya teníamos en 1998. En efecto la tasa de desocupación actual es un 3,2% superior (lo que supone que existan más de medio millón de desocupados más), la tasa de asalariados informales creció un 16,8% (lo que supone que existen 1.155.095 asalariados no registrados más que lo que existían antes de la crisis), el ingreso medio de los ocupados cayó un 23,8% (considerando la evolución del IPC), la relación entre el ingreso medio y la canasta de pobreza empeoró un 25%. La tasa de pobreza creció un 35,7% (es decir que tenemos 4.288.885 nuevos pobres) y la tasa de indigencia (que mide a las personas con ingresos insuficientes para comprar una canasta básica de alimentos) se expandió un 114% (lo que supone que existan 2.735.693 indigentes más). Por último la brecha de ingresos que separa al 10% más rico del 10% más pobre pasó de 22,8 veces (lo que ya era un dato de la sociedad desigual que era la Argentina por 1998) a 29,2%. Es decir que esta medida de desigualdad se amplió un 28,3%.

En síntesis la recuperación de los niveles de producción coexiste y se asienta sobre un cuadro de mayor explotación laboral (más desocupados, más trabajadores clandestinos y menores salarios), mayor empobrecimiento social (más pobres y más indigentes) y mayor desigualdad distributiva.

Cuadro N º 1: Cuadro resumen de los indicadores socio – económicos seleccionados. Evolución 1998 – 2006.

 

1998

II trimestre 2006

Variación

PBI anual a precios de 1993 (en millones de pesos)

288.123

340.611

18,2%

Tasa de Desempleo s/ planes

12,4%

12,8%

3,2%

Población Desocupada

1.680.347

2.183.688

503.341

Población desocupada 1998=100

100,0

130,0

30,0%

% asalariados informales *

37,9%

44,3%

16,8%

Asalariados informales

3.724.943

4.880.038

1.155.095

Asalariados informales 1998=100

100,0

131,0

31,0%

Ingreso Medio de los ocupados (Total EPH) *

662,0

865,1

30,7%

Ingreso Medio de los ocupados (EPH) 1998 = 100

100,0

130,7

30,7%

IPC Mayo 1998 = 100

100,0

171,5

71,5%

Ingreso Medio real de los ocupados (EPH) 1998 = 100

100,0

76,2

-23,8%

Canasta de Pobreza para familia tipo ***

493,7

859,0

74,0%

Ingreso medio / Canasta de Pobreza para familia tipo

1,34

1,01

-24,9%

Tasa de Pobreza **

24,9%

33,8%

35,7%

Población Pobre

8.995.108

13.283.993

4.288.885

Población pobre 1998=100

100,0

147,7

47,7%

Tasa de Indigencia **

5,7%

12,2%

114,0%

Personas Indigentes

2.059.121

4.794.814

2.735.693

Población indigente 1998=100

100,0

232,9

132,9%

Brecha de ingresos entre 1er decil y 10 decil *

22,8

29,2

28,3%

* Datos correspondientes al 1er trimestre 2006 y a Octubre 1998

** Datos correspondientes al 2do Semestre 2005 y a Octubre 1998

*** Dato correspondiente a Julio 2006 y a Octubre 1998

Fuente: Elab. propia en base a datos oficiales del INDEC y de las Bases Usuarios Ampliadas de la EPH.

Otro aspecto a tener en cuenta es que por más que el ritmo de crecimiento del PBI se mantenga en torno al 9% la generación de empleo del presente dispositivo económico es cada vez menor. En efecto si consideramos la elasticidad empleo – producto , que mide el porcentaje en que aumenta el empleo ante el aumento del 1% en el producto, se observa que, más allá de las oscilaciones puntuales de los trimestres, los valores de este indicador descendieron en el tiempo. Para cualquiera de las metodologías que se considere (es decir considerando la tasa de empleo con planes y sin considerar los planes) el mejor registro de la elasticidad durante el 2004 (ocurrido en el 2do trimestre) nunca alcanzó los valores del año 2003. Del mismo modo el mejor indicador del 2005 (el del 3er trimestre) estuvo por debajo de cualquiera de los verificados para el 2004. En el 1er trimestre del 2006 la elasticidad empleo – producto es superior a la del 2005 pero inferior a la del 2004 y el 2003 ( no obstante habría que esperar el final del año así como las respectivas mediciones del PBI para presentar un número más preciso y comparable con los años anteriores).

Cuadro Nº 2: Elasticidad empleo – producto. Con planes y sin planes. 2003 – 2006.

Elasticidad empleo (tasa)-producto

Elasticidad empleo (tasa s/planes)-producto

II 2003

1,81

 

III 2003

0,93

1,11

IV 2003

0,92

1,04

I 2004

0,64

0,82

II 2004

0,75

0,92

III 2004

0,57

0,67

IV 2004

0,36

0,53

I 2005

0,16

0,38

II 2005

0,17

0,26

III 2005

0,27

0,49

IV 2005

0,25

0,46

I 2006

0,38

0,56


Fuente: Elab. propia en base a datos oficiales del INDEC y de las Bases Usuarios Ampliadas de la EPH.

En el gráfico Nº 1 presentamos la tendencia de la elasticidad empleo – producto en sus dos formas de medición (considerando el efecto de los planes y sin tenerlos en cuenta). Puede apreciarse la tendencia decreciente que presenta el indicador.

 

Gráfico Nº 1: Evolución de la elasticidad empleo – producto. Con planes y sin planes. 2003 – 2006.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Fuente: Elab. propia en base a datos oficiales del INDEC y de las Bases Usuarios Ampliadas de la EPH.

Si tomamos en cuenta la evolución anual de la elasticidad empleo producto, tanto considerando el impacto de los planes como no considerándolo, se observa también la clara disminución del indicador. Mientras para todo el 2003, la elasticidad fue de 2,17 y de 1,35 (según se tenga en cuenta o no el impacto de los planes), para el 2004 fue de 0,37 y 0,54 y para el 2005 de 0,24 y 0,45 respectivamente.

Cuadro Nº 3: Elasticidad anual empleo – producto. Con planes y sin planes. 2003 – 2006.

Elasticidad empleo (tasa)-producto

Elasticidad empleo (tasa s/planes)-producto

2003

2,17

1,35

2004

0,37

0,54

2005

0,24

0,45

Fuente: Elab. propia en base a datos oficiales del INDEC y de las Bases Usuarios Ampliadas de la EPH.

 

Considerando la elasticidad empleo – producto del 2005 que no tiene en cuenta el impacto de los planes (es decir la de 0,45) puede estimarse a partir de que tasa de crecimiento del PBI se garantiza que la desocupación mantenga su ritmo descendente y a partir del cual el crecimiento solo permite absorber el crecimiento vegetativo de la PEA.

Si consideramos un crecimiento vegetativo de la PEA moderado del 1,4% anual, el PBI debe crecer por arriba del 3,7% anual para garantizar que la tasa de desocupación esté por debajo del 12,8% actual. En efecto tal como surge del cuadro Nº 4 con una crecimiento anual de la PEA del 1,4% anual la creación del empleo debe estar en el orden de los 235 mil puestos al año. Absorción del empleo que se garantiza, considerando la elasticidad de 0,45 a partir de una tasa de crecimiento del PBI superior al 3,7% anual

Cuadro Nº 4: Hipótesis del mercado laboral con crecimiento anual de la PEA del 1,4% anual, y manteniendo la elasticidad empleo – producto de 0,45. El PBI debe crecer por arriba del 3,7% anual para que la desocupación baje.

Años

PEA Ocupados s/planes Desocupados s/ planes Tasa de Desocupación

2005

16.120.178

     

2006

17.060.061

14.868.190

2.183.688

12,8%

2007

17.298.902

15.079.515

2.219.387

12,8%

2008

17.541.087

15.293.844

2.247.243

12,8%

2009

17.786.662

15.511.219

2.275.443

12,8%

2010

18.035.675

15.731.683

2.303.992

12,8%

2011

18.288.174

15.955.281

2.332.893

12,8%

2012

18.544.209

16.182.058

2.362.151

12,7%

2013

18.803.828

16.412.057

2.391.771

12,7%

Fuente: Elab. propia en base a datos oficiales del INDEC y de las Bases Usuarios Ampliadas de la EPH.

 

Cabe consignar que en el 2do trimestre del 2006 el crecimiento de la PEA fue del 5,8% anual. Mientras que para el 2003 fue del 8%, en el 2004 del 1,8% y en el 2005 del 1,4%. Con estas consideraciones puede suponerse como razonable un escenario donde el crecimiento de la PEA fuese superior al 1,4% anual.

En el siguiente ejercicio consideramos un crecimiento anual de la PEA del orden del 1,8% anual. En este caso el volumen de empleo que se requiere crear para mantener la tasa de desocupación en torno al 12,8% actual es de 280 mil puestos de trabajo. Manteniendo la elasticidad empleo – producto de 0,45 la tasa de crecimiento del PBI que garantiza este objetivo es del 4,7% anual. Es decir se requiere crecer por arriba del 4,7% para garantizar que la tasa de desempleo baje del 12,8% vigente. Ver cuadro Nº 5.

 

Cuadro Nº 4: Hipótesis del mercado laboral con crecimiento anual de la PEA del 1,8% anual, y manteniendo la elasticidad empleo – producto de 0,45. El PBI debe crecer por arriba del 4,7% anual para que la desocupación baje.

Años PEA Ocupados s/planes Desocupados s/ planes Tasa de Desocupación

2005

16.120.178

     

2006

17.060.061

14.868.190

2.183.688

12,8%

2007

17.367.142

15.136.630

2.230.512

12,8%

2008

17.679.751

15.409.917

2.269.834

12,8%

2009

17.997.986

15.688.137

2.309.849

12,8%

2010

18.321.950

15.971.381

2.350.569

12,8%

2011

18.651.745

16.259.739

2.392.006

12,8%

2012

18.987.476

16.553.302

2.434.174

12,8%

2013

19.329.251

16.852.166

2.477.085

12,8%

Fuente: Elab. propia en base a datos oficiales del INDEC y de las Bases Usuarios Ampliadas de la EPH.

 

Obviamente que estos dos ejercicios suponen el mantenimiento de la elasticidad empleo – producto del 2005, que según las evidencias del mercado laboral presenta una tendencia a su disminución.

Sin embargo el punto central es que sostener una tasa de crecimiento mayor al 3,7% o al 4,7% anual requiere una ampliación del coeficiente de inversión y un cambio en la calidad de la misma. Dicho de otro modo, con tasas de inversión que apenas superan el 20% del PBI no es posible sostener las tasas de crecimiento hoy vigentes y, habida cuenta de lo expuesto respecto a que sin un crecimiento superior al 5% anual el descenso en la desocupación se frena, la conclusión es que sin cambios en el esquema actual el futuro podría complicarse. Pero además, como siempre ocurre, el problema no es solo de magnitud de la tasa de inversión sino de calidad de la misma.

Así, una tasa de inversión de poco más del 20% donde el 60% de la misma se basa en construcción y una parte sustantiva de esta en el boom inmobiliario, supone que la proporción de la inversión dirigida a ampliar el stock de capital reproductivo es demasiado baja. Por ende, con el comportamiento que hoy exhibe la inversión no sólo en cantidad sino en calidad las tasas de crecimiento bajarán y como ya se ha dicho, al no superar el 5% anual se estancará el descurso en la tasa de desocupación.

Por cierto, corresponde recordar que la situación expuesta reconoce como causal dos cuestiones:

La desigualdad distributiva

El bajo papel que el Estado tiene en la definición de la inversión.

La desigualdad distributiva se expresa en un patrón de consumo sostenido en los sectores de altos ingresos y estos sectores alientan un elevado componente de importaciones y sostienen el boom inmobiliario. Es decir, la desigualdad se expresa en sustitución de producción local y en inversión improductiva. El bajo papel del Estado supone la renuncia a socializar el proceso de inversión en función del interés del conjunto y delega la construcción del futuro (en economía, el futuro es la inversión) en los agentes económicos más concentrados de la economía argentina.

Agentes que, como sabemos, en mayoritaria proporción exhiben una profunda transnacionalización con el centro de decisión colocado fuera de nuestras fronteras. 

Fuente: lafogata.org