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        Argentina: La lucha continúa 
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Petróleo y política económica
Diego Mansilla 
INFOMORENO
Diego Mansilla sintetiza su investigación sobre la privatización y la 
desregulación del petróleo en Argentina. Dicha investigación fue realizada en la 
Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires. El autor 
continúa dicha investigación ampliándola al proceso desregulatorio y 
privatizador del gas natural argentino. 
Al analizar la evolución del sector petrolero desde 1976, debemos tener en 
cuenta la política económica del país. Los cambios sufridos en el sector 
petrolero no son más que un reflejo de los que modificaron la estructura 
económica en general y el sector industrial en particular desde la 
implementación del cambio de modelo de acumulación en 1976 y su consolidación en 
los noventa. Se observa que, además, las transformaciones estructurales del 
sector petrolero reafirman y fortalecen las de la estructura nacional. Tanto la 
Desindustrialización, la Pérdida de Valor Agregado, la Primarización del 
Comercio Exterior, la Pérdida de Integración Nacional, como la Extranjerización 
que se observan en el ámbito general, marcaron la evolución del sector de los 
hidrocarburos desde 1976, profundizándose en los años noventa. 
El petróleo pasó de ser un insumo de la industria luego de su elaboración en las 
refinerías nacionales, a ser un bien exportable sin elaboración previa, una 
commodity, con lo que se perdieron eslabones productivos con el sector 
industrial tanto 'aguas arriba' como 'aguas abajo'. Las menores ventas internas 
son más que compensadas por el aumento de las exportaciones de petróleo crudo 
que crecieron muchas veces más que el resto de las exportaciones, generando que 
hoy sea uno de los productos más vendidos al exterior. Esto genera un verdadero 
reposicionamiento del petróleo dentro del entramado productivo, de insumo a 
producto exportable. 
El gran cambio cualitativo fue la llamada desregulación 
A esto debemos sumarle el agravante de que la extranjerización del sector es 
casi total (mucho más en la industria en general). Recordemos que la 
erróneamente llamada 'producción de hidrocarburos' no es más que la extracción y 
destrucción de un recurso natural no renovable; por lo que si lo obtenido por la 
venta del petróleo no se utiliza para aumentar el stock de capital nacional, 
Argentina está perdiendo ese capital 'natural'. La extranjerización implica que 
los grandes beneficios obtenidos por la actividad extractiva (la renta del 
petróleo) son apropiados en el exterior. 
El gran cambio cualitativo del sector petrolero en cuanto a su funcionamiento y 
estructura fue la llamada desregulación llevada a cabo principalmente mediante 
una serie de Decretos (N° 1055, N° 1212 y N° 1589) en los últimos meses de 1989, 
apenas llegado Carlos Menem al gobierno. La desregulación tuvo dos grandes 
objetivos: el retiro del Estado del mercado del petróleo negando tanto su papel 
regulador como la posible intervención directa, dejando actuar libremente las 
'fuerzas del mercado'. Conjuntamente se dejó de lado toda la importancia 
estratégica del recurso, considerando sólo su valor actual económico. 
De tal manera, después de este cambio en la estructura sectorial se ha 
implementado una estrategia mucho más extractiva que la existente anteriormente. 
Se privilegió la extracción por sobre la búsqueda de reservas mediante 
inversiones de riesgo. Sólo se buscó maximizar la rentabilidad económica por 
medio de una mayor producción actual para su exportación, sin importar el 
mantenimiento ulterior del recurso. Las reservas no crecieron en la misma 
proporción que el gran aumento de la extracción (un 73%, lo que significa una 
tasa anual de 4,12%, mientras que las reservas solo crecieron un 26% a un ritmo 
anual de 1,81%) produciendo una significativa caída (un 17% a razón de 2,39% 
anual) en el 'horizonte de reservas'. 
Se relegaron las inversiones de riesgo en exploración de nuevas yacimientos con 
relación a las inversiones en extracción de las reservas ya conocidas. Mientras 
que desde 1989 se duplicaron los pozos de explotación, los de exploración 
cayeron significativamente. Además, el país sufrió la gran estafa de la 
consultora Gaffney, Clines & Asociados que en 1990 recalculó las reservas de YPF, 
estimando una caída en sus reservas del 27%, con el objeto de disminuir el 
precio final de venta de los yacimientos. En cuanto los yacimientos pasaron al 
sector privado, sin control estatal, las reservas se recuperaron sin que existan 
inversiones de exploración que las justifiquen. 
No se puede dudar de que efectivamente se ha implementado una estrategia de 
agotamiento más 'depredadora'. La mayor extracción se realiza a costa de un 
menor consumo futuro del recurso no renovable. El ritmo de producción petrolera 
desde la desregulación del sector demuestra la falta de preocupación de las 
empresas por el problema del agotamiento y del 'uso racional' del recurso. El 
Estado, mediante su política energética desreguladora, permitió que las empresas 
privadas decidieran tanto el nivel de producción como de reservas sin mediar 
ningún tipo de control. No existió la voluntad por parte del Estado de regular 
las existencias del petróleo, dejando el 'horizonte de reservas' en control 
total de las empresas privadas concesionarias de las reservas (y no dueñas, ya 
que los yacimientos pertenecen a las provincias y a todos los argentinos). No se 
buscó resguardar el problema del agotamiento del patrimonio petrolero nacional. 
La caída de las reservas no significa un gradual agotamiento del recurso, sino 
que depende exclusivamente de la decisión de las empresas y del Estado de restar 
toda importancia estratégica al petróleo, tratándolo como una mercancía más. 
El modelo energético que vende reservas al exterior 
Además, el aumento de la producción que se observa se dirige preponderantemente 
hacia el exterior. Las exportaciones de petróleo crudo pasaron de estar 
prohibidas a representar uno de los dos productos más exportables de la 
Argentina. Esto fue posible ya que la relación entre exportaciones y producción 
de petróleo se multiplicó 16 veces luego de la desregulación. Contrariamente, 
las cantidades procesadas son las mismas que en 1980, cuando apenas se había 
logrado el autoabastecimiento y se necesitaban importaciones de petróleo para 
sostener la demanda interna. Esto provoca que las proporciones del petróleo 
producido que se destinan al refinamiento sean cada vez menores, lo que nos 
habla de un cambio en la estrategia de comercialización del petróleo. 
Es claro que el mencionado reposicionamiento dentro del entramado productivo es 
consecuencia del replanteo del rol del petróleo como factor estratégico y que 
estos fueron totalmente funcionales a la implementación del modelo de 
valorización financiera. Las mutaciones dentro la organización del mercado 
petrolero fueron las que provocaron los cambios en el posicionamiento dentro de 
la estructura económica. Es decir, el cambio en el rol del petróleo dentro de la 
economía argentina es producto de su pérdida de sentido estratégico y de la 
implementación de una estrategia extractiva de agotamiento. Esto explica porque 
la desregulación permitió la privatización y extranjerización casi total de la 
producción y las reservas, entregando el control del petróleo a empresas 
privadas extranjeras. 
A estas empresas se les permitió maximizar sus ganancias en el corto plazo, 
aumentando la producción con destino a la exportación casi indefinidamente sin 
procesamiento alguno que sumara valor agregado, y relegando las inversiones 
productivas de riesgo para mantener el recurso natural. 
En definitiva, la política económica desde 1976 (y especialmente desde la 
desregulación de 1989) logró que el petróleo deje de ser un factor estratégico 
dentro de la economía argentina y tome el papel de una mercancía más; un bien 
primario como otros, exportable gracias a las ventajas comparativas, 
permitiéndose una estrategia de agotamiento totalmente extractiva sin una 
estrategia de conservación a largo plazo. Ya no importó el mantenimiento del 
recurso natural, sino que se llevó a cabo un ritmo de extracción que limita 
seriamente las existencias futuras del recurso. Este cambio de posición del 
petróleo es también un cambio en la concepción del significado del recurso y su 
importancia estratégica para la nación, al igual que en lo económico, se 
sustituyó la necesidad de un Estado regulador por el mercado como forma superior 
de organización.