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Argentina: La lucha contin�a

Scilingo en la tierra del quijote

Mart�n Lozada

Resulta una paradoja de la historia que a 400 a�os de la primera edici�n de Don Quijote de la Mancha se est� juzgando en Madrid al ex teniente de nav�o Adolfo F. Scilingo, primer militar argentino que en el extranjero debe enfrentar personalmente los cargos de genocidio y terrorismo.

Ni m�s ni menos que en las tierras del caballero de la triste figura al que animaba una aspiraci�n enloquecida: recorrer el mundo socorriendo a los d�biles, desfaciendo tuertos y haciendo reinar una justicia para los seres del com�n que de otro modo �stos jam�s alcanzar�an.

Las vinculaciones entre el Quijote y Am�rica Latina son tan antiguas como la primera edici�n de esta notable obra de la literatura castellana. En 1605 salieron para Am�rica cientos de ejemplares. Algunos hacia M�xico y otros tantos para Cartagena de Indias y, desde all�, hacia Panam� y el Callao, en Lima.

Se ha dicho que la modernidad del Quijote radica en el esp�ritu rebelde y justiciero, que lo lleva a asumir como su responsabilidad personal cambiar el mundo para mejor.

Cosa que realiza aun cuando se equivoque y se estrelle contra obst�culos insalvables, sea golpeado, vejado y convertido en objeto de burla.

Un designio radicalmente opuesto al del ex teniente de nav�o, quien particip� de un programa criminal que hubiera escapado de toda comprensi�n para una �poca y una mentalidad como la del Quijote y su escudero Sancho Panza. Para entonces eran usuales las batallas contra ej�rcitos de otros pueblos y unidades pol�ticas, no as� el uso de la fuerza y el terror contra personas desarmadas e integrantes de una misma comunidad pol�tico-cultural.

El propio Miguel de Cervantes luch� en la batalla de Lepanto antes de dar a luz, a los 58 a�os de edad, a las tres excursiones de su personaje por las tierras de la Mancha, parte de Arag�n y Catalu�a. Y tambi�n �l, como Scilingo, aunque por motivos harto diferentes, conoci� las penurias del encierro y la restricci�n de su libertad.

Transcurri� cinco a�os en manos de los moros en Argel y estuvo en tres ocasiones detenido en la c�rcel en Espa�a, por deudas y acusaciones de malos manejos cuando era inspector de contribuciones en Andaluc�a para la Armada. Su amor por la libertad y la angustia inspirada por su limitaci�n seguramente influyeron en el tono libertario que reina en todas las aventuras del Quijote.

No es casual, entonces, que le hiciera decir: 'La libertad, Sancho, es uno de los m�s preciados dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar que la encubre; por la libertad as� como por la honra se puede y se debe aventurar la vida y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres'.

Cautiverio clandestino que en la Esma se impuso, am�n de asesinatos y torturas, a todos los que all� eran trasladados y alojados compulsivamente. Scilingo fue part�cipe necesario de ese plan de exterminio y por ello la acusaci�n popular, la querella y la fiscal�a piden ahora su condena.

Cuenta el juez Baltasar Garz�n que un d�a de 1997, mientras se encontraba investigando la denuncia que se le hab�a formulado en contra de los miembros de la dictadura militar argentina, se enter� de que el teniente de nav�o Adolfo F. Scilingo llegar�a a Madrid a entrevistarse con la Televisi�n Espa�ola.

Ya para entonces hab�a sido noticia en el mundo por su 'arrepentimiento moral', al dar a conocer en forma puntillosa c�mo funcionaba la maquinaria de la muerte en esa instituci�n del horror que fue la Esma. No bien puso el pie en Barajas, Scilingo recibi� la citaci�n del juez de instrucci�n, quien d�as m�s tarde le recepcion� declaraci�n en el juzgado a su cargo. Entonces Scilingo reconoci� abiertamente haber participado, entre otros operativos, de los llamados 'vuelos de la muerte'.

Quien hab�a ingresado al tribunal con la frivolidad de quien lo hace en un estudio de televisi�n, le solicit� al juez una 'gratificaci�n' por los datos aportados. El magistrado, lejos de otorg�rsela, orden� su inmediata detenci�n, la cual se prolonga hasta el d�a de la fecha. Se convert�a as� en el primer militar argentino detenido en Espa�a, a quien luego seguir�a en suerte Ricardo Cavallo.

Una extra�a vuelta de la historia judicial iberoamericana hace de Scilingo un detenido en la tierra del m�s paradigm�tico representante de la gallard�a castellana. La celebraci�n de los primeros cuatro siglos de vida del Quijote nos invita a recordar la pertinencia de sus firmes convicciones morales. Y entre aqu�llas, que 'no es bien que los hombres honrados sean verdugos de los otros hombres'. Algo que Scilingo, evidentemente, no tuvo en cuenta.


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