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Argentina: La lucha continúa

Elecciones e izquierdas

Todo lo racional es real y todo lo real es racional
Georg Hegel


Hugo Alberto de Pedro

Las elecciones del pasado 23 de octubre realizadas en la Argentina han convalidado las preferencias del electorado, en forma indiscutible y terminante, hacia el peronismo -en sus variantes justicialistas y frentevictoriosas-.

Las encuestas previas, propagadas hasta el hartazgo en una indisimulable demostración de mediatización política, ya venían señalando el camino que las mayorías debían adoptar, al considerar únicamente las opciones de cuatro alternativas políticas (peronismo en todas sus variantes -kirchnerismo, duhaldismo y menemismo-, macrismo-lopezmurphismo, arismo y radicalismo).

La falta de información desde los medios de comunicación del cooptado sistema sobre los resultados electorales, la arbitraria e incompleta forma de ofrecer información pública sobre los guarismos y porcentuales por parte del Ministerio del Interior y el taimado análisis periodístico sobreviniente a las elecciones no son más que confirmaciones de todo lo que vengo señalando desde hace mucho tiempo atrás. Ahora convenientemente aceitado con discursos, declaraciones y comunicados de prensa de un nivel tan deplorable como las mismísimas ofertas electorales.

El hecho real y plausible de que la ciudadanía haya decidido barrer con todas las representaciones parlamentarias de la izquierda vernácula es, sin más, el certificado de defunción póstumo de una muerte anunciada. Lamentablemente, claro está. A partir de ahora, como desde siempre, deberemos abrir un amplio debate de ideas y de estrategias sobre el futuro de las izquierdas en Argentina. La resignación de tomar solamente nota de un resultado lamentable, reitero previsible, generará en el futuro que no podamos construir desde la unidad -aún en la diversidad- una opción política que dispute por la representación de nuestros ideales. Muchos seguimos convencidos que son los que devolverán al ser humano las esperanzas de un mundo mejor, posible y necesario. Ese que termine con la explotación del hombre por el hombre, y del hombre por el sistema capitalista imperante.

Debemos, sin embargo, hacer un análisis desapasionado de los resultados electorales, partiendo por el respeto irrestricto de la opinión de las mayorías que con su voto secreto, obligatorio, universal y garantizado han decidido y elegido en uno o varios sentidos del arco político partidario.

Sin duda, esto será materia de opiniones futuras.

El desafío y la iniciativa ahora la tienen los representantes elegidos, de los que estaban ya conocemos sobremanera sus pertenencias, vagancias e improntas.

Encarar la tarea del desarrollo del hombre nuevo, para un país y mundo nuevo, la tenemos que hacer desde la izquierda pero cambiando los métodos utilizados hasta el presente.

Por lo demás, sigo pensando que todo racional es real.

27 de octubre del 2005