El 17 de octubre de 1945 la sociedad argentina se partió en
tres: peronista, antiperonista y no peronista
1945: nace el peronismo
José Steinsleger La Jornada
Insólito movimiento popular jamás visto en el escenario político del país
rioplatense, en el peronismo convergieron las masas trabajadoras y populares más
dos enfoques ideológicos que se disputaban y continúan disputándose su
conducción: el nacional popular (mayoritario) y el nacional ultramontano
(minoritario).
En aquella jornada histórica, la primera plana del diario Crítica, uno de los
principales de la época, se expresó así del pueblo peronista: "Grupos aislados
que no representan al auténtico proletariado argentino (sic) tratan de intimidar
a la población".
Junto a los diarios oligárquicos La Nación, La Prensa y La Razón, Crítica
resultó uno de los voceros más agresivos de la Unión Democrática (UD), ramillete
ideológico de radicales y socialistas, comunistas y conservadores, demócratas
progresistas y otras denominaciones menores.
El operador de la UD en Buenos Aires era el embajador Spruille Braden, y en
Washington su jefe era el secretario de Estado Cordell Hull. Braden decía que el
pueblo argentino se hallaba "brutalmente escarnecido" por alguien "... que se
autotitulaba salvador". Hull aseguraba que Argentina se había convertido en "...
el cuartel general nazi del hemisferio occidental".
La consigna electoral del peronismo fue obvia: "O Braden o Perón". En febrero de
1946, cuando las mujeres no votaban, Juan Domingo Perón (1893-1974) se impuso a
la UD. En noviembre de 1952 las mujeres votaron por primera vez, y el peronismo
triunfó con el doble de votos de la oposición. Y en 1973 (en una Argentina
totalmente distinta a la que había dejado 18 años atrás) Perón alcanzó la
tercera presidencia.
Desconcertada ante la irrupción de un movimiento sin registro en los manuales
revolucionarios, no toda la izquierda entró por el aro ideológico del
imperialismo. Algunos dirigentes troskistas intuyeron en el peronismo algo más
que "nazifascismo criollo". Historiadores como Rodolfo Puiggrós se adhirieron al
peronismo mientras su partido, el comunista, cerraba filas con la Sociedad Rural
y la Unión Industrial.
Diez años después la izquierda antipopular apoyó el golpe de la oligarquía
contra Perón. Y 20 años más tarde se suicidó, dándole "apoyo crítico" a las
fuerzas armadas lideradas por el general genocida Jorge Rafael Videla.
En 1983, cuando asqueado de su candidatos buena parte del electorado peronista
votó por el radical Raúl Alfonsín, los comunistas argentinos pintaban los muros
del país con la leyenda "peronistas y comunistas al poder". ¿Esquizofrenia
teórico-práctica? ¿Esquizofrenia práctica-teórica?
Fuera de la complejidad de un proceso que sigue alimentando bibliotecas enteras,
o de textos escritos por autores liberales de imaginación insidiosa (cfr. Tomás
Eloy Martínez, La novela de Perón, Santa Evita), no hay misterio acerca de por
qué sobrevive el peronismo: ni antes ni después los trabajadores argentinos
supieron de un país mejor.
En los años que siguieron a su caída, Perón alentó a una generación de jóvenes
que intentaba dar orientación revolucionaria al movimiento (1955-73). La
decepción no tardó en llegar. En mayo de 1974, en un gran acto de masas, la
juventud peronista le echó en cara: "¡Qué pasa!/ ¡qué pasa, general!/ ¡¿está
lleno de gorilas el gobierno popular?!" Perón quedó pasmado.
Las juventudes revolucionarias del peronismo se estrellaron contra su líder
primero, y contra los enemigos histórico-estructurales del peronismo después
(1974-1983). Pero quienes nunca se equivocaron fueron el imperialismo y los
dueños del país real, que en las potencialidades de este movimiento político
distinguían al enemigo concreto. Más de 60 por ciento de los "desaparecidos" de
la dictadura militar (1976-82) eran trabajadores de identidad política
peronista.
Dirigente pragmático al uso de los actuales políticos "modernos", Perón quiso
sobrevolar izquierdas y derechas. Finalmente murió alineado en la derecha, dando
luz verde a la Alianza Anticomunista Argentina (AAA), organización criminal de
paramilitares supervisados y coordinados por las fuerzas armadas. La misión de
la "triple A" consistió en "limpiar" de "infiltrados" un movimiento que había
conquistado avances sociales sin precedente, redistribuyendo el ingreso de un
modo desconocido en la historia del trabajo argentino.
A juzgar por muchos testimonios es posible que Perón hubiese deseado morir como
"mito" en su exilio de Madrid. No obstante, las conquistas sociales del
peronismo no fueron mito y anidan en la memoria popular.
En 1945 la consigna fue "O Braden o Perón". Braden se confundía con el imperio.
Perón con las capas sociales abandonadas de la nación. Así se hablaba en aquella
época y creo que así debe hablarse hoy.
¿Más inglés, computación y Foucault? Mas inglés, computación y Foucault. Pero
sin "libre comercio", con la mira puesta en el socialismo y dentro de proyectos
de integración bolivariana como el que Hugo Chávez, presidente de Venezuela,
propone a los pueblos de América: imperialismo o nación.