Argentina: La lucha contin�a
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Recuerdos del futuro
Por Hern�n L�pez Echag�e
www.hlediario.cjb.net
Nueva Palmira, costa oeste del Uruguay, octubre del a�o 2015
Querido amigo: No ha sido f�cil encontrar papel para escribirte estas l�neas:
aqu� todos le atribuyen propiedades mal�ficas, lo consideran un elemento nocivo,
fruto de todos los males, raz�n por la cual, en ins�litas ceremonias p�blicas,
suelen quemar libros, diarios y revistas; cuadernos, anotadores, envoltorios y
cuanto objeto de papel encuentren. Desde luego, el papel es apenas un s�mbolo de
la plaga; una alegor�a que, bien lo sabemos, no es de modo alguno el causante de
la peste.
De las doscientas familias que todav�a perduraban en el pueblo, s�lo han quedado
cincuenta. Las otras se han marchado hacia el centro y el Este del pa�s; a
Durazno, a Tacuaremb� y a Rivera, a Cerro Largo, a Treinta y Tres y a Rocha,
lejos de la costa del R�o Uruguay. Un inopinado �xodo que ha provocado la
divisi�n de decenas de matrimonios y el extrav�o de parientes y amigos.
A los pobladores que han resuelto permanecer junto a su casa y sus pertenencias,
recelosos de saqueos y robos --porque los ha habido--, les cuesta trabajo
comprender lo que les pasa. Todas sus costumbres han sido alteradas; imperan el
malhumor y la irritaci�n.
La rambla es la imagen m�s acabada de la desolaci�n: los pilares del renovado
muelle viejo han comenzado a hundirse en el suelo corrompido del r�o, de modo
que ahora es una estructura agrietada, en declive, a poco de desmoronarse; los
faroles, �record�s?, no son otra cosa que l�mparas mortecinas. Ya nadie pasea
por all�. El r�o contin�a quieto y sin peces. Al diablo, hace ya tiempo, se han
ido todos. Vieja del agua, surub�, dorado y boga; mandub�, bagre, armado,
s�balo, mochuelo y pat�. Hasta las "porte�itas", esos peces menudos y
sabrosos en la fritanga, cuya procedencia lugare�o alguno conoc�a, decidieron
procurar mejor suerte en otra parte. Tambi�n los pescadores. El remanso de Punta
Gorda es ahora una porci�n de yuyos mustios. Los efectos de la lluvia �cida
pueden apreciarse en la fachada de las casas ribere�as: superficies negruzcas y
descascaradas. Dejar las prendas de vestir a la intemperie, ore�ndose, es un
desprop�sito.
El previsible ocaso del turismo arrastr� consigo hoteles, restoranes, tiendas y
un par de empresas de transporte de pasajeros.
Las carreteras que conducen a todas las ciudades de la costa oeste, desde Nueva
Palmira a Paysand�, est�n hechas a�icos. Ya no resist�an el paso de una m�sera
cachila, imagin�te, entonces, c�mo las ha dejado el tr�nsito incesante de
camiones repletos de troncos.
No hay aves, tan s�lo las carro�eras prosiguen con sus vuelos circulares,
�vidas, al acecho, prontas a precipitarse sobre los restos putrefactos del
ganado que no soporta la peste y sucumbe de la noche a la ma�ana. Resulta
imposible sorprenderse con una nutria, con una garza mora.
No hay verdes: del bosque que sol�a recorrer cuando arrib� a esta magn�fica
costa, restan p�lidos mojones, residuos de madera ajada y gris�cea que semejan
un p�ramo que ya nunca m�s habr� de recibir los favores del sol y del agua. En
otras zonas, a causa del monocultivo de eucaliptos, los chacareros han quedado
sin pozos y aljibes, sin ba�ados, raz�n por la cual no tienen agua para beber ni
alimentar al poco ganado que les queda en pie. Las autoridades no dan abasto con
el env�o de camiones cisterna para suplir la ausencia de agua.
El s�bado �ltimo muri� el doctor Silva. La sucesi�n de s�ntomas fue id�ntica a
la que padecieron Baigorria y el menor de los Ib��ez: cefaleas, dolores
abdominales, conjuntivitis, faringitis; obstrucci�n bronquial, nauseas y
v�mitos, crisis de p�nico, trastornos de sue�o. Finalmente, el c�ncer. Los
barbijos, de algod�n, lana o pl�stico, no sirven de mucho; la lluvia �cida
ignora y taladra todo revestimiento. Al menos mitigan un poco el hedor que
continuamente nos acercan los vientos.
Como bien podr�s figurarte, los reproches est�n a la orden del d�a. Algo, quiz�,
inconducente. Toda reconvenci�n es tard�a y perjudica sobremanera la tarea
primordial: reunirse, solidarizarse, idear los modos m�s apropiados para
terminar de cuajo con esta peste.
Durante la �ltima reuni�n de la Comisi�n de Socorro, el viejo Benav�dez cay� en
otro ataque de ira: "�Recuerdan cuando, diez a�os atr�s, muchos de los que
est�n aqu� se re�an de mis palabras? `No habr� la tal contaminaci�n�, me dec�an,
`las plantas de celulosa van a generar muchos empleos�; `adem�s, Fray Bentos
est� lejos�. No quisieron escucharme cuando les dije que las dioxinas y furanos
son muy t�xicos, muy activos aunque sea en dosis peque�as; que no se degradan
f�cilmente; que pueden durar a�os en el ambiente; que se acumulan en los tejidos
grasos de los organismos y aumenta su concentraci�n a lo largo de las cadenas
alimenticias; que pueden viajar grandes distancias arrastrados por los vientos o
las corrientes del r�o, tambi�n por la migraci�n a larga distancia de los
organismos que los han acumulado, como peces y aves. Tambi�n les dije que la
carne y los productos l�cteos iban a contaminarse. �Por qu�? Porque el ganado
consume forraje vegetal contaminado con esos compuestos y los acumula en los
tejidos grasos y la leche. Pero no quisieron escucharme. Les pareci� mejor darle
atenci�n al enviado del gobierno, a ese Danilo Ant�n..." Supongo que te
acordar�s de Ant�n, ese ge�grafo uruguayo que, en el 2005, el gobierno envi� a
Fray Bentos con el prop�sito de aplacar los �nimos y persuadir a los pobladores
de los formidables beneficios que originar�a la instalaci�n de las plantas
productoras de pasta celulosa. Todav�a conservo un recorte period�stico de
agosto de aqu�l a�o, diario La Rep�blica. Dec�a Ant�n: "Siempre que hablamos
de contaminaci�n tenemos que tener en cuenta los vol�menes de los que se est�n
hablando. No es lo mismo verter una cierta cantidad de contaminantes en un
poquito de agua que en mucha. El r�o Uruguay es un cuerpo receptor enorme. Si
tiran contaminantes s�, en ese lugar habr� contaminaci�n, pero luego se diluyen
muy r�pidamente. Localmente tiene impacto, en el lugar que se tire tiene
impacto, partiendo de la base que estemos hablando de alg�n contaminante".
Bien, al hombre se lo ha tragado la tierra; me han dicho que busc� abrigo en
Arabia Saudita, donde en �pocas mejores supo ense�ar Ecolog�a Marina. Y lo bien
que hizo, porque de lo contrario lo habr�an colgado de la rama de un espinillo.
Anoche se ha cumplido un mes de la escandalosa partida de Botnia y Ence. Aunque
eso de "partir" no es m�s que un candoroso eufemismo. Se han marchado los
jerarcas y sus m�quinas ponzo�osas, pero de obsequio nos han dejado un r�o
est�ril, una costa bald�a, miles de hect�reas desoladas y cientos de
desocupados. Y, claro, esa maldita lluvia, c�ustica y persistente, que a veces
da la impresi�n de haberse convertido en un castigo inexpugnable.
Te mando un gran abrazo.
Hern�n PD: por favor, no te olvides de aguardarme en la terminal del Chuy.