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        Zapatismo | 

Para Marcos: ¿Y los indígenas evangélicos?
Carlos Martínez García 
En los primeros meses de la irrupción pública del EZLN, en 1994, la dirigencia 
de este movimiento prestó atención y solidaridad a los protestantes indígenas 
expulsados de distintos municipios de los Altos de Chiapas. A partir de entonces 
el tema se fue diluyendo en el interés del EZLN. Fuera de una que otra 
referencia al protestantismo en los pueblos indios, particularmente a quienes se 
adjudican ser sus representantes, Marcos ha dejado el tema de lado, no 
obstante que en la zona de influencia zapatista varios municipios tienen muy 
alta población evangélica. 
Hubo una referencia del subcomandante Marcos a los evangélicos pocos días 
después de la masacre de Acteal, salvajemente perpetrada en diciembre de 1997. 
En esa ocasión el vocero zapatista dejó constancia de que después de una 
exhaustiva investigación el EZLN llegó a la conclusión de que tanto los 
asesinados como los homicidas eran católicos. Este deslinde de culpabilidades 
fue importante en su momento, y lo es todavía para las decenas de presos 
indígenas evangélicos acusados de haber participado en la matanza de Acteal. Tan 
es importante que en su defensa siguen haciendo referencia a la declaración de
Marcos, pero quienes los acusaron y sentenciaron no tomaron en cuenta la 
investigación zapatista del caso ni sus conclusiones. 
En términos porcentuales hay más protestan-tes/evangélicos en el México indígena 
que en las poblaciones mestizas. En algunas zonas del país el porcentaje de 
evangélicos, como en algunos municipios de Chiapas, oscila entre 20 y casi 50 
por ciento; tal es el caso de los Altos. Esta realidad no se puede ignorar ni 
tampoco explicar mediante teorías que interpretan el hecho como resultado de la 
manipulación misionera externa. Teoría que comparten, por cierto, fuerzas 
políticas distanciadas hermenéuticamente en muchos otros temas. En esto, 
izquierda y derecha persisten, en términos generales, en ver a los indígenas 
protestantes como personas que atentan contra la tradición y son agentes 
extraños que van contra la unidad de los pueblos indios. Con tal óptica de 
alguna manera justifican las agresiones y expulsiones padecidas por esos indios 
e indias religiosamente incorrectos. 
En las primeras semanas en que emergió a la luz pública el EZLN, un grupo de 
expulsados evangélicos indígenas hizo llegar a la dirección zapatista un 
documento que daba cuenta de su situación y pidió un encuentro para dialogar 
sobre el tema. El 17 de febrero de 1994 llegó la respuesta de Marcos, en 
la que se pronunció a favor de la libertad de pensamiento y creencia. Entonces 
escribió: "Por esto, la exigencia del retorno incondicional de todos los 
expulsados a sus legítimas tierras y el castigo a los que oprimen a su misma 
raza y desangran a sus hermanos aparece en lugar importante en nuestras demandas 
y en el camino del mundo de justicia y verdad que habrá de nacer a nuestra 
muerte". Además hubo un encuentro de Marcos y otros dirigentes zapatistas 
el 2 de marzo de ese mismo año, en la catedral de San Cristóbal, con líderes de 
los expulsados y una treintena de tzotziles obligados a salir de sus comunidades 
por la intolerancia religiosa. El encuentro duró hora y media. 
Con distintos ritmos y modalidades, los indígenas protestantes siguen padeciendo 
ataques y todavía experimentan la expulsión de sus poblados. Este es el caso de 
casi un centenar de huicholes evangélicos que fueron obligados a salir de la 
comunidad Agua Fría, municipio de Mexquitic, Jalisco, y que se encuentran 
refugiados en la entidad vecina, en Nayarit. Tuvieron que salir para evitar ser 
quemados vivos, como les dijeron que harían los caciques del lugar si 
continuaban practicando una fe contraria a la católica. Los evangélicos 
comprobaron que la amenaza iba en serio cuando vieron arder la casa de una de 
sus integrantes, Hermelinda Vázquez de La Cruz, estando ella adentro, por lo que 
resultó con graves quemaduras (La Jornada, 19, 22, 25 y 26 de agosto, 
notas de Jesús Narváez y Nelda J. Anzar). Como de costumbre, organizaciones de 
la sociedad civil que normalmente defienden los derechos humanos de grupos 
vulnerables han dejado pasar el asunto. ¿Cómo van a comprometer su prestigio 
solidarizándose con indígenas protestantes? Eso no se vería bien dentro del 
círculo progresista y sus múltiples ONG. 
La izquierda a la que dice pertenecer el subcomandante Marcos ha roto con 
muchas inercias caducas de las izquierdas tradicionales. Tal vez pudiera, a 
diferencia del progresismo que estigmatiza a los indios evangélicos, 
solidarizarse sin regateos con los huicholes de Jalisco y otros indígenas que 
son duramente hostigados por el tradicionalismo religioso. Y no es tanto porque 
sean los perseguidos quienes necesiten esa solidaridad, sino que es menester 
hacerlo por la integridad y coherencia con los valores del propio zapatismo, 
entre ellos esa utopía hermosa de luchar por un mundo donde quepan muchos 
mundos.