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No a la Guerra

16 de enero del 2003

Contribuciones vascas a la guerra de Irak

Estitxu Martínez de Guevara
Colectivo Gasteizkoak

Ya tenemos en ciernes una nueva guerra. El autoproclamado Gran Sherif del planeta, con sus acólitos europeos, ha decidido que (le) interesa masacrar de nuevo a la población iraquí y, sin tan siquiera molestarse en guardar algo las formas consiguiendo de la ONU el pedigrí de «guerra justa», ha marcado ya en su agenda el día D y ha ordenado a sus lugartenientes europeos que se cuadren ante él.
Aquí, por estas tierras vascas, se empiezan a organizar las necesarias convocatorias y actos de rechazo a la barbarie impuesta. Pero, más allá de la denuncia del imperialismo económico y político de las grandes potencias y del señalamiento de aquellas organizaciones políticas del país que sean conniventes o apoyen descaradamente la intervención, creemos que se hace necesario intentar argumentar-demostrar- denunciar que todas esas «guerras televisadas», que a menudo nos parecen tan lejanas y ajenas, tienen una relación directa y necesaria con determinados comportamientos, actuaciones y realidades muy cercanas: nuestra aportación, vía impuestos, al gasto militar; la I+D que con fines militares se lleva a cabo en nuestras universidades y centros de formación profesional; los programas militares en los que participan, con mayor o menor implicación, más de un centenar de empresas vascas; las subvenciones que, por dicha producción, reciben esas empresas de instituciones locales, provinciales y autonómicas; la mano de obra que hace posible esas producciones; las exportaciones a países empobrecidos, tiranías y zonas en conflicto que enriquecen a las fábricas vascas de armamento y a los bancos y entidades financieras que en ellas invierten.
Pero si, con frecuencia, se hace difícil (de)mostrar a nuestras poblaciones esa vinculación directa entre los señalados aspectos de nuestra cotidianidad y muchas guerras, en otras ocasiones esa implicación es mucho más evidente.
Este es el caso de las diferentes guerras que en los últimos 30 años ha padecido Irak y la implicación directa en ellas de no pocas empresas vascas. Así, por ejemplo, es «curioso» ver cómo los defensores de la intervención imperialista contra Irak argumentan que, aunque los inspectores de la ONU no hayan encontrado hasta el momento evidencias de posesión de armas químicas, biológicas o nucleares en territorio iraquí, el hecho «sabido» es que Irak ha tenido y utilizado (contra los kurdos y en su guerra contra Irán, en la década de los 80) bombas de napalm y gas mostaza.
Lo que «olvidan» esos defensores vascos del genocidio contra el pueblo iraquí es que esas armas compradas por Sadam Husein (a costa de los recortes en las cada vez más precarias partidas de gastos sociales para el pueblo iraquí) fueron, como veremos a continuación, fabricadas por empresas vascas.
Hay datos de que ya en 1976 EXPAL (Explosivos Alaveses) exportó bombas a Irak. Pero es unos años después cuando transciende que empresas pertenecientes al Grupo GAMESA (Grupo Auxiliar Metalúrgico) facilitaron contenedores que llevaran la iperita o gas mostaza de las bombas químicas que EXPAL había exportado a Irak y que este país utilizó en febrero de 1984.
Posteriormente, en abril de 1985, tras el accidente de un avión Boeing en la base militar de Getafe, se descubrió que iba cargado de napalm y gas mostaza fabricados por EXPAL, según se publicó, destinados a Irak.
Pero no sólo armas químicas han exportado a Irak las empresas vascas. Y numerosas han sido las que se han lucrado a costa de las muertes y penurias de la población iraquí.
En 1982, ECIA (Esperanza y Cía, hoy, Nueva Ecía), de Markina, exportó material militar a Irak por 3.500 millones de pesetas. Y, en ese mismo año, consta una exportación de EXPAL por valor de 1.000 millones.
Entre 1980 y 1987, International Technology (hoy en día ubicada en Miranda, pero manteniendo un domicilio social en Gasteiz) exportó a Irak más de 5.500 toneladas de municiones y explosivos por valor de 5.100 millones de pesetas de 1987.
La guerra Irán-Irak fue, sin duda, el gran chollo para los «buitres sin escrúpulos» de las fábricas vascas de armamento, llegando al extremo de que varios de ellos se hicieron de oro suministrando a la vez a los dos países en conflicto.
Ese fue, por ejemplo, el origen del «despegue» de lo que hasta entonces era una pequeña empresa casi familiar. Hablamos del hoy Grupo GAMESA, quien durante aquel periodo de la guerra Irán-Irak disparó la producción y comercialización de armamentos a través de sus sociedades controladas (principalmente MECANUSA y TORNUSA).
La ya desaparecida GEMONTESA (General de Montajes Electrónicos) también suministró durante 1986 y 1987 armamento con tecnología punta a ambos bandos en guerra.
EXPAL que, como hemos visto, vendía habitualmente a Irak, en setiembre de 1986 tuvo que hacer frente a la denuncia que se hizo contra el barco Vinderslev-Holm por haber cargado en el puerto de Santander, con destino a Irán, 168 toneladas de bombas fabricadas por la empresa alavesa.
Mención aparte merecen las ya desaparecidas empresas alavesas FOREXSA (Forjas Extruidas) y TREBELAN, ambas pertenecientes al grupo IMG (International Manufacturing Group), con vinculaciones directas al capital kuwaití (a través del grupo KIO), que durante la guerra Irán-Irak (y lejos de imaginarse que poco tiempo después Sadam Husein decidiría invadir Kuwait) proporcionaron grandes cantidades de armamento a Irak. Entre ese material destacan una fábrica de obuses posiblemente para los cañones AL-FAO (FOREXSA), 25 millones en vainas de bombas y 500 vasos de munición artillera (TREBELAN). El grupo al que pertenecen estas empresas (IMG) fue acusado de participar, presuntamente, en la fabricación de un supercañón que pretendía Irak, proyecto que se vio envuelto en un gran escándalo cuando uno de los ingenieros involucrados en él apareció asesinado en Bruselas en marzo de 1990.
Pero si las citadas empresas vascas se forraban con las muertes de la guerra Irán- Irak, tampoco le han hecho ascos (ni éticos ni de ningún tipo, el mercadeo con la muerte no lo permite) a la invasión de Kuwait por Irak ni a la posterior Guerra del Golfo.
Así, y por lo menos hasta agosto de 1990, saltándose la legislación del momento y utilizando Jordania como país interpuesto, la ya citada International Technolgy exportó a Irak armamento por cerca de 2.000 millones de pesetas.
La plantilla de ECIA, que a finales del 90 sufría una regulación que afectaba al 75%, a primeros del 91 volvió al pleno rendimiento gracias al suministro principalmente de morteros de 81 mm. a Arabia Saudita, tras la invasión de Kuwait por Irak.
Esa misma empresa ECIA y la alavesa EXPAL recibieron pedidos del Ministerio de Defensa español para facilitar bombas a los aviones B-52 estadounidenses destacados en Morón para atacar a Irak.
Finalmente, la guipuzcoana DANOBAT y las alavesas TREBELAN y ZAYER han sido relacionadas según filtraciones del informe de los observadores de la ONU con las ventas de armamento a Irak. Aunque lo han negado, y la vitoriana ZAYER ha argumentado que, en cualquier caso, las ventas a Irak se suspendieron en el año 90, esta misma empresa fue mencionada en 2000 por un ingeniero desertor del proyecto atómico de Sadam Husein como una de las fabricantes de la maquinaria de alta tecnología que utilizaba el Gobierno iraquí en su programa nuclear.
Estas y otras evidencias parecidas deberían impulsarnos a reflexionar, denunciar y oponernos activamente a las ya comentadas formas de colaboración directa con las guerras. Pensamos que ése (más allá de las, repetimos, necesarias movilizaciones contra ellas) debería ser el objetivo fundamental en la lucha para acabar con las guerras desde su raíz. Al menos en lo que por cercanía, proximidad e involucración está en nuestras manos. Y así nos consta que se está empezando a abordar por parte de diferentes gentes del movimiento vasco de transformación social. Tal vez de este modo logremos algún día que la no contribución vasca a la guerra en Irak sea nuestra mejor aportación para evitar esa guerra.