VOLVER A LA PAGINA  PRINCIPAL
No a la Guerra

7 de marzo del 2003

El poder de las protestas

Mumia Abu Jamal
Casapueblos
Había algo glorioso en los millones de personas en todo el mundo, desde Gran Bretaña a Bombay, desde Moscú a Minneapolis, desde París a Pittsburg, casi 600 ciudades según algunos informes, todas unidas en oposición a los deseos de guerra del régimen de Bush en Washington.

Existen pocas dudas de que, para la mayor parte de los pueblos del mundo, los argumentos del régimen de Bush han fracasado tristemente. Incluso con el apoyo del más prestigioso miembro de la administración, el General y Ministro de Asuntos Exteriores, Colin Powell; los argumentos del gobierno se han caído como hojas en otoño. De hecho, los informes a las Naciones Unidas realizados por los inspectores de armas Hans Blix y Mohamed El- Baradei, supusieron una bofetada para los estadounidenses, provocando que el habitualmente tranquilo Secretario Powell adoptase un tono inusualmente no diplomático, de clara frustración ante el contenido de dichos informes.

Incluso con el considerable y cerrado apoyo de los mass media, y los residuos del 11 de septiembre, el régimen de Bush ha tenido que replegarse a sus cuarteles estratégicos, para encontrar alguna clave que les permita (en palabras de Shakespeare) "liberar a los perros de la guerra".

Estados Unidos, guiados por el ansia de las vastas reservas de petróleo subyacentes en el suelo de Iraq, amenaza con romper la ONU e incluso fracturar la OTAN, a fin de alcanzar sus objetivos imperialistas unilaterales, lo que implica destruir cualquier entidad que no reconozca abiertamente su hegemonía. Sólo el poder de la gente, puesto de manifiesto en las vastas, militantes, alegres y vibrantes protestas alrededor del mundo, pueden colocar un tapón en la botella de la guerra del Imperio.

Es un espléndido comienzo, pero sólo es un comienzo.

Pero el régimen de Bush es un "poder" que no es representativo de la gente. Si somos honestos, tenemos que reconocer que ninguno de ellos lo es. Ellos están protegiendo los intereses del poder del dinero, que gobierna en las cerradas habitaciones de Washington, tanto en las Administraciones demócratas como en las republicanas: es la "corporatocracia", la inexorable regla del capital.

Si la gente realmente quiere la paz; si quieren transformar esta adicción infernal a la guerra que guía cada Administración, entonces deben comenzar a organizarse para cambiar profundamente este orden político, empezando desde abajo y finalizando en la cima. Esto significa realmente el fin de la estrategia del "diablo menor" de los políticos americanos. Significa votar, sí, pero votar por lo que la gente realmente quiere y necesita. Significa ver a los partidos mayoritarios como traidores a la democracia, como guardianes de los mismos intereses corporativos que quieren, no sólo la guerra, sino una guerra sin fin durante generaciones, para proteger su canallesca riqueza y opulencia.

Ello significa Cambio. En una palabra, revolución. Significa eso o nada.

Significa arrojar lejos la profunda adicción estadounidense, no sólo al petróleo, sino a la jerarquía, a la necesidad de ser líderes. Significa transformación social.

Las manifestaciones masivas alrededor del mundo fueron más que una censura al régimen de Bush en Washington D.C. Fueron un tácito rechazo a los media estadounidenses que, a través de su continua agitación, música militar y estrategia de demonización, se comportaron como un puño de hierro de las elites políticas y económicas. Significa que millones de personas rechazaron el programa de guerra difundido por los medios propiedad del capital.

Esto también es un buen comienzo, pero no puede ser el fin.

Los media que sirven a un pocos poderosos y que ignoran las tragedias diarias de los trabajadores y desempleados, de los que están sufriendo en cada estado que integra la "unión", deberían ser abandonados.

Un verdadero movimiento por la paz debe hacer más que marchar, debe luchar. Debe luchar por un mundo mejor contra las fuerzas de la avaricia y los intereses minoritarios; debe luchar por el derecho a la paz, en una nación profundamente dedicada a la guerra.

16 de febrero de 2003.
(traducción: Casapueblos).
Esta columna puede ser reimpresa y/o distribuida por medios electrónicos, sólo para su uso no comercial, y con la inclusión de la siguiente información: Text © copyright 2002 by Mumia Abu Jamal. All rights reserved. Reprinted by permission of the author
Para consultar las novedades en torno al caso de Mumia Abu Jamal, ver: http://www.mumia.org