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No a la Guerra

Sólo el desarme de Irak evitará la guerra(George W. Bush)

Roberto C. Neira
Periodista y escritor

Hay que honrar a los muertos con más muertos -pensó George W. Bush- luego que dos aeronaves comerciales se estrellaron contra las torres más famosas de los EU sepultando a más de 3.000 personas y dejando un boquete no solo en el lugar del desastre sino en el espíritu de los ideales de la nación más poderosa del mundo (militarmente hablando).
El pueblo clamó venganza y Bush se puso el uniforme, se calzó la pistolera y declaró la guerra a un fantasma llamado Bin Laden.
La búsqueda de Bin Laden, el enemigo público número 1, demandó cientos de investigaciones y un ataque de yapa a Afganistán que por obra de la casualidad era tierra fértil para la extracción de un líquido maloliente y pegajoso llamado petróleo.
Bin Laden, murió, desapareció o nunca existió. Tal era el grado de confusión que vivían los servicios de inteligencia de la administración norteamericana que se olvidaron de investigar al enemigo interno, el mismo que fue responsable de la masacre de Oklahoma.
Bush desoyendo consejos descartó llamar a Jack Bauer, el agente especial de la CTU, la organización gubernamental especializada en combatir al terrorismo, que estaba filmando su segunda temporada en los estudios de Fox. Quizás Bauer (Kiefer Sutherland) hubiera solucionado el problema en "24 horas" (Previously 24) ubicando y liquidando a Bin Laden en el lugar que se encontrase.
El presidente norteamericano aceptó el desafío del terrorismo y lo hizo con sus propias fuerzas. Amenazó destruir Afganistán hasta encontrar al "maldito Laden". El Congreso lo aplaudió de pie, lo apoyó y las primeras encuestas de opinión lo favorecieron mucho más que cuando consiguió la presidencia arañando votos en La Florida gracias al hermano gobernador.
Pero promesas son promesas y hay que cumplirlas. Bush destruyó Afganistán provocando "daños colaterales", un eufemismo inventado por el ejército norteamericano para justificar la masacre de ancianos, mujeres y niños.
Mientras tanto de Laden ni noticias. Buscaron y escarbaron hasta debajo de las rocas, capturaron espías y laderos en territorio de los EU, todos de origen musulmán, y después sobrevino la psicosis de las cartas con ántrax.
Se encontraron varios casos y hubo muertes a causa del contacto, pero también se supo que no tenían nada que ver con ataques terroristas sino con algunos locos sueltos que nunca faltan en los EU y a los que el gobierno con cada paso que da les facilita nuevas ideas para provocar asesinatos en masa. Bueno, no solo el gobierno, sino también las series de televisión o cualquier oferente que dispone de contactos para proveerse de armas sofisticadas o de algunos kilos de uranio enriquecido, TNT, o bacterias de distinto tipo que por algunos cientos de dólares se consiguen en cualquier laboratorio.
Todavía no había transcurrido un año del atentado a las torres gemelas y al Pentágono, cuando Bush decidió cambiar el frente de ataque. Afganistán ya había sucumbido a la invasión y como corresponde a cada intervención norteamericana, un gobierno títere se hace cargo y lame las botas del nuevo patrón a cambio de protección.
Bush decidió que el nuevo enemigo era un viejo amigo de los EU, Sadam Husein. Su padre, a comienzos de la década de los noventa, no pudo destituirlo pese a los cruentos ataques que terminaron con miles de inocentes masacrados. Después fue Clinton que probó, pero sin demasiado interés.
En realidad, las ocupaciones y distracciones de Clinton, sobre todo aquellas relacionadas con su pasión por el saxofón y las de su ex secretaria en la mesa oval de la Casa Blanca, no le habían dado el tiempo suficiente para convencerse de un segundo ataque a las posesiones de Sadam Husein. Pero el Congreso manda y acató la voz de la mayoría. Sin embargo, tampoco esa vez dio resultados y Sadam surgió con mayor fortaleza de cada ataque.
Ahora vuelve a intentarlo Bush (hijo) y la novedosa justificación son las armas químicas que Sadam Husein posee y que pueden arrasar con todo EU y América del Norte si los árabes se lo propusieran.
De la amenaza pasó a la acción y junto al premier inglés, Tony Blair (socio de Bush padre en la British Petroleum que controla los yacimientos en Oriente Medio), convencieron rápidamente a un "par de alcahuetes todo servicio" que gobiernan España e Italia (Aznar y Berlusconi) para hacer un frente común.
La ONU, el brazo derecho de los gobiernos estadounidenses cada vez que necesitan ir a la guerra, se debatió en la incertidumbre, pues no había razones claras para el visto bueno a un ataque a Irak.
Comenzaron las disidencias con Alemania, Francia, Rusia, China y otros gobiernos, mientras el clamor de las multitudes en todos los países del mundo criticaron la intención de los EU.
Pero "los pueblos votan pero no gobiernan", viejo adagio constitucional que en la Argentina conocemos de memoria.
Los inspectores de la ONU iban y venían, siguiendo las instrucciones de los EU que falsificó fotos satelitales y grabaciones para demostrar la existencia de plantas radiactivas y armas químicas. Bush quería buscar armas en el baño del líder irakí y si era preciso debajo de su cama. Sadam permitió ciertas licencias pero no iba a abrir sus aposentos a la inspección de los extranjeros. Era algo que tenía que ver con su honor y se animó a decir basta.
Pero la presión internacional surtió efecto y se abrieron nuevas puertas. Por lógica, se encontraron otras armas: mísiles, baterías antiaéreas, fusiles, granadas y elementos comunes a la política armamentista de un país que puede verse agredido. Si vale el ejemplo, igual o en menor escala que los que posee Israel.
Francia, a través de Chirac, señaló definitivamente que en Irak no había armas químicas. Pero Bush, se hizo el distraído y contestó: ¿químicas? ¿químicas? ¿quién habló de armas químicas? Yo dije armas- afirmó.
Las armas ya están localizadas y ahora es preciso que Sadam se desarme porque tampoco le es permitido a un país el uso irrestricto de misiles. No se comprende si esto es una ley internacional o es una ley "de facto" dictada por los propios estadounidenses para defender sus intereses.
Si bien no se considera que se ha llegado a un "callejón sin salida" en el camino hacia la guerra, Estados Unidos intensificó las presiones sobre el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) al decir que el organismo "debe honrar su palabra" y exigir el desarme total y absoluto del líder iraquí Sadam Husein.
Claro, es mejor invadir un país desarmado que "medio armado".
"Ahora es el momento", dijo el presidente George W. Bush a la prensa de la Casa Blanca tras una reunión con su equipo económico.
Por su lado, Irak trató de suavizar la postura expresada por su Presidente de no destruir los cohetes Al Samud 2, como se lo mandó el jefe de los inspectores de armas, Hans Blix. Altos funcionarios iraquíes expresaron hace un par de días que el asunto "está en estudio".
La única forma como puede evitarse la guerra es que Husein se desarme totalmente, declaró el Primer Ejecutivo. Pero los preparativos de guerra continúan en ambos bandos. El portavoz de la ONU en Bagdad reafirmó esta postura y dijo que la ONU actúa "sobre bases legales sólidas" al exigir la destrucción de los mísiles iraquíes prohibidos.
La complaciente actitud de la ONU va más allá. Declaran actuar sobre "bases legales sólidas" mientras aviones de la coalición británico-estadounidense que patrullaban sobre el norte de Irak lanzaron el martes tres ataques contra sistemas de mísiles en ese país, en lo que parece ser un intento de allanar el terreno para una ofensiva terrestre de Estados Unidos.
El comando estadounidense en Europa dijo en un comunicado que jets de combate utilizaron armas de precisión dirigidas para golpear a los lanzadores de mísiles, ubicados a unos 10 km al sur de Mosul, en respuesta a las amenazas proferidas por Irak contra las "fuerzas de la coalición que monitorean el cumplimiento de las resoluciones de las Naciones Unidas".
Un ataque aéreo sobre un país, cuando no hay elementos que puedan articularse como de legítima defensa y sobre todo a más de 20.000 km del propio territorio estadounidense, tira al tacho de desperdicios todas las normas jurídicas internacionales que pretenden esgrimir los "dueños de la verdad" cuando hablan de desarme y de paz.
La ONU, es el brazo político del Ministerio de Defensa de los EU y allí tiene un lugar nuestro país con el fin de dar apoyo a todas la resoluciones favorables al "Gran País del Norte". Sencillamente, una cueva de bandoleros que rinden culto permanente al único patrón del planeta.
Mientras tanto, el Pentágono comenzó a distribuir ayer miles de máscaras de protección a sus empleados para poder hacer frente a un eventual ataque biológico, químico o nuclear.
Unos 24 mil empleados militares y civiles trabajan a diario en el Pentágono, sede del departamento de Defensa. Para los anexos del Pentágono y los visitantes, se compraron 80 mil máscaras, a 150 dólares cada una.
Una fantochada más que sirve para hacer creer a la opinión pública estadounidense que la cruzada de Bush tiene que ver con la defensa de la libertad y la justicia en los EU y en el mundo.
Lo peor no es que lo crean ellos sino que lo creamos nosotros.