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No a la Guerra

Bush y la caja de pandora

Adolfo Pérez Esquivel / LA JORNADA

Según la mitología griega, Hefestos, el dios Vulcano de los romanos, por orden de Zeus creó a la primera mujer, Pandora, a quien los dioses brindaron todos los dones con el propósito de que perdiera al género humano. El gran dios Zeus la hizo depositaria de una pequeña caja que contenía todos los males con la recomendación expresa de que nunca la abriera porque provocaría grandes calamidades en la creación. Pandora no pudo evitar la curiosidad y abrió la caja desatando todos los males que hoy sufre la humanidad. En la cajita sólo quedó la esperanza.
En el Apocalipsis, el profeta tiene la visión de los siete ángeles y las siete plagas y los ríos de sangre y muerte sobre el río Eufrates (9:14,15), que vuelve a ser nombrado: "El sexto ángel derramó su copa sobre el gran río Eufrates, y el agua de éste se secó para que estuviese preparado el camino a los reyes de oriente".
(16: 12,13). En el 16:16 dice: "Y los reunió en el lugar que en hebreo se llama Argamedón". El número de la bestia apocalíptica es 666 (13: 18). "Aquí hay sabiduría. El que tiene entendimiento cuente el número de la bestia. Y su número es 666". El número de la bestia está en Estados Unidos y pertenece al centro financiero más importante del mundo. No se trata de hacer futurología y dejarse arrastrar por el fatalismo de que todo está escrito; es necesario tener memoria y ver las señales que la humanidad padece.
El destino del mundo está en manos de los seres humanos, de gobernantes que pueden generar la paz o arrastrar a todos a la guerra. Bush, al igual que Pandora, se guía no por curiosidad, sino por ambiciones de poder y hegemonía mundial; cree que puede contra todos y olvida que el mundo se movilizó el 15 de febrero para decir no a la guerra, sí a la paz. A pesar de ese reclamo de la humanidad, en una de sus declaraciones dice que "la democracia es una cosa bonita: a la gente se le permite expresar su opinión", pero no la considera un derecho de los pueblos, sino un hecho tolerado por el poder, y afirma que las protestas pacíficas no alterarán sus planes sobre Irak.
Evidentemente sus convicciones democráticas están reducidas a polvo. Cree que sólo los "cuatro mosqueteros con misiles" (Bush, Blair, Aznar y Berlusconi) tienen la razón que la humanidad no entiende. La soberbia del poder los ha enceguecido y su sordera ante el clamor de los pueblos y la ambición respecto de los "extraordinarios beneficios de la guerra", como expresara en Madrid el hermano del presidente Bush, los ha llevado a abrir la caja de Pandora sin medir las consecuencias para sus propios pueblos y la humanidad.
Al igual que el aprendiz de hechicero, que desata la tempestad y no puede controlarla, Bush ha desatado los demonios del complejo industrial militar de los traficantes de la muerte y los grandes intereses económicos de las trasnacionales del petróleo que hoy gobiernan a Estados Unidos. Las fuerzas acantonadas en la región están sedientas de entrar en acción y no podrá contenerlas por más tiempo. Se han puesto en marcha muchos intereses militares, políticos y económicos difíciles de contener y de ponerles marcha atrás.
Naciones Unidas fue prácticamente borrada de la escena y sometida a fuertes presiones por el gobierno de Bush para que aceptara sus condiciones. No quiere reconocer los resultados de los inspectores de la ONU, es decir, pretende que claudique y se someta a sus amenazas para justificar lo injustificable: la guerra, que ni el propio Bush tiene capacidad de detener, atrapado en su laberinto e irresponsabilidad, que puede llevar al pueblo estadunidense a graves consecuencias.
Un crítico de la política del gobierno de George Bush, Gore Vidal, analiza los compromisos y relaciones con las petroleras, desde Bush padre e hijo; la secretaria del interior, Condoleezza Rice, quien tiene relación con Exxon y Texaco, hasta el jefe del Pentágono, Donald Rumsfeld, que mantiene nexos con la petrolera Occidental, entre otras relaciones que ocultan el verdadero motivo de la guerra contra Irak: el petróleo y la hegemonía mundial del imperio.
Los costos en vidas humanas y recursos de los pueblos no les interesan con tal de alcanzar sus objetivos económicos y políticos. Existe un hilo conductor entre Irak y Venezuela con los intentos por derrocar al gobierno de Hugo Chávez y apoderarse de los recursos petroleros en la región y fortalecer la hegemonía mundial de Estados Unidos. El Departamento de Estado estuvo y está implicado en los intentos golpistas. El petróleo venezolano es vital para la economía estadunidense, así como para lograr el control internacional de esas fuentes energéticas, pues pondría a Europa, China, Rusia, como al resto de los países bajo la órbita de Estados Unidos, que controlaría esos recursos.
La resistencia de los países mencionados a sumarse a la guerra contra Irak y en Europa, Francia, Alemania y Bélgica, tiene que ver con los acuerdos bilaterales con Irak por los recursos petroleros, pero es una actitud valiente y decidida frente a la hegemonía estadunidense, ya que todavía hay valores y coraje para decir no al sometimiento.
Una situación poco mencionada y de gran riesgo para la humanidad, en particular para América Latina, es la militarización que ha hecho Estados Unidos del continente, la instalación de bases militares en la mayoría de los países, la presencia de tropas estadunidenses, el Plan Colombia y en Mesoamérica el Plan Puebla-Panamá; las hipótesis de conflictos de los ejércitos americanos bajo el mando unificado de Estados Unidos señalan que "en un escenario de guerra, los enemigos son organizaciones sociales, organismos no gubernamentales y enemigos potenciales".
Nuevamente la doctrina de la seguridad nacional con las dolorosas y tristes consecuencias para los pueblos y el saqueo de los recursos sin piedad. Esta situación puede provocar otro Vietnam. Las siete plagas están sueltas y la caja de Pandora ha liberado todos los males de la bestia apocalíptica que ronda buscando destrucción y muerte. Por primera vez toda la humanidad se puso de pie al unísono y reclamó el derecho a la vida y la dignidad. La esperanza está en la vida y la energía de los pueblos que pueden cambiar el curso que los gobernantes quieren imponer al mundo a espalda de los pueblos.