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No a la Guerra

Evocación bíblica

" El que tenga oídos que oiga", Apocalipsis 13,9

No son las trompetas del Apocalipsis
Ni las siete lámparas de fuego
Ni el león de la tribu de Judá
Ni la espada flamígera del ángel
Juzgando la impiedad de las naciones
Es la burda imitación de un dios omnipotente
que amenaza caer como un ladrón
cegado de ambición y de codicia
sobre frutos ajenos y ajenas heredades
Como plaga que siega las fuentes de la vida
y derrama la sangre de todas las tribus,
de todas las lenguas, de todos los pueblos
hermanos, de la tierra.
Jinete rojo de un potro embravecido
cuyo poder agita los rayos de la muerte
sobre un mundo que clama por la paz
y por justicia y no por guerras

Es quién mata a otros hombres sin combate
por el hambre, la peste y la miseria
quién sentencia a los niños inocentes
y a los humildes y pobres a un destierro
marcado por la cruz de la indigencia
Este nuevo dragón color de fuego
que el Alfa y el Omega ha condenado,
con sus siete cabezas y diez cuernos
y sus fauces volcánicas que escupen
palabras arrogantes y blasfemias,
ávido de rapiña ha descubierto,
en las puertas de la Tierra de Canaán,
(la antigua Media Luna del Oriente
que el Eufrates y el Tigris fertilizan
y mana leche y miel desde los tiempos
de Abraham y de Moisés y los profetas)
un arca colmada de oro negro
que con barbarie artera va a ofrendarle
a su corrupta esclava, Babilonia.
Borracho de soberbia y con la anuencia
de inicuas cohortes, sumisas y obedientes
que aspiran a comer de sus migajas
avanza prometiendo una hecatombe
que dejará al planeta sin entrañas
y a los seres humanos sin morada.
ĦQue el clamor de los pueblos fructifique
y con cólera divina precipite
a la inhumana bestia, insana e impía
al estanque de azufre y fuego ardiente
en que atormenta el Hades a los réprobos!

Susana Merino, Buenos Aires, febrero 2003