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No a la guerra

13 de noviembre del 2002

El brillante porvenir de la guerra

Iosu Perales
Servicio Informativo "alai-amlatina"

La resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas ha sido fruto de la combinación siguiente: el chantaje permanente del presidente Bush que ha dejado claro que en ningún momento la ONU "puede poner en peligro nuestra libertad de acción", mostrando con ello su voluntad explícita de atacar a Irak de todos modos; la ficticia resistencia de Francia y Rusia, tratando de hacerse valer ante Estados Unidos en un juego mercantilista, al tiempo que se lavan la cara ante sus opiniones públicas; y la compra del voto a países como Siria e Islas Mauricio. En realidad, la resolución aprobada es perversa: lo suficientemente dura y ambigua como para que Sadam Husein no pueda cumplir. Así pues lo que está detrás de este cínico juego de la diplomacia no es otra cosa que la imposición de una guerra que Estados Unidos desea, no para democratizar la vida política en Irak, sino para hacerse con el control de una de las mayores fuentes de petróleo en la historia del mundo y poner en marcha el ambicioso plan de modificar el mapa regional, partiendo a Irak en una primera etapa que tendría su continuidad en la dirección de crear unidades estatales más pequeñas y manejables mediante intervenciones punitivas en otros países de Oriente Medio.
El trabajo que se ha tomado Naciones Unidas para tomar una decisión que en lo fundamental estaba decidida, contrasta con su negligencia a la hora de hacer cumplir a Israel alguna de las 35 resoluciones que el Estado judío no ha cumplido. Ello pone de relieve la falsedad del teórico papel de la ONU como foro garante de la justicia y la paz internacional. Lo que si certifica es la profunda americanización de sus decisiones, acumulando su descrédito y haciendo más razonable que nunca la reivindicación de su necesaria refundación sobre nuevas bases democráticas. Precisamente, la comparación de ambos casos, Israel e Irak, es ilustrativa. Mientras contra Irak se prepara una guerra preventiva para evitar que un día Sadam Husein pueda hacer uso de armas destructivas, es un hecho que Israel está haciendo una guerra en un país ocupado, ejecutando crímenes de guerra denunciados por Amnistía Internacional. Pero Israel es el aliado principal de Estados Unidos y eso le da derecho a matar mediante acciones de terrorismo de Estado y le da permiso para construir nuevos asentamientos de colonos en territorios ocupados, contraviniendo la IV Convención de Ginebra que prohíbe expresamente la colonización de territorios conquistados.
¿Qué está pasando después del 11 de septiembre para que la sociedad internacional viva bajo la amenaza de una globalización totalitaria, en la medida en que un centro imperial impone sus intereses y sus decisiones?
La actual Administración del presidente Bush enfoca los problemas actuales (el terrorismo internacional, la neutralización de Estados amenaza...) con lentes viejos. El Destino Manifiesto se vuelca de nuevo como doctrina y espíritu político ante un escenario en el que el paradigma de la inter- dependencia cimentado teóricamente en la multilateralidad, la relación dialógica y la negociación y la búsqueda permanente de la paz, queda relegado al campo de los ensayos académicos. El documento "La estrategia Nacional de los Estados Unidos de América", producido por equipo del presidente George W. Bush, relanza una política exterior que ya conocimos en la segunda Administración de Ronald Reagan: fuerte ideologización; desconsideración de las vías multilaterales en la resolución de conflictos; uso sistemático de la fuerza y prioridad a la militarización de la acción exterior norteamericana. Este documento sienta las bases del unilateralismo con los siguientes criterios:
a) La construcción de la hegemonía mundial norteamericana no puede basarse en decisiones elaboradas conjuntamente con aliados europeos y asiáticos. El unilateralismo debe imponer a éstos la aceptación final de los hechos. El concepto de unilateralismo supone no negociar ni compartir el poder, aun cuando busque la multilateralidad formal en el campo de las operaciones de guerra.
b) La construcción de una globalidad jerárquica con un liderazgo en la punta de la pirámide requiere de guerras continuas, sin límites en el tiempo y en el espacio. La guerra permanente supone recursos económicos ilimitados e incondicionales; apoyo público y aliados/competidores subordinados. Supone también la convicción de que EEUU puede involucrarse al mismo tiempo en varias guerras.
c) La elaboración de una ideología que movilice un apoyo público permanente es condición necesaria para evitar un reflujo –como sucedió a Bush padre después de la Guerra del Golfo-. Esta ideología pivota en torno a la idea de una conspiración terrorista mundial contra el país más libre y próspero de la Tierra.(1)
Estos "principios" de la política exterior enfocada a la construcción de un Nuevo Orden Mundial requieren de un concepto clave: la impunidad internacional y, por consiguiente, el rechazo al Tribunal Penal Internacional y toda otra forma de fiscalización.
Antecedentes
La desaparición de la URSS dejó un vacío en las formulaciones de la política norteamericana. Las corrientes conservadoras que estaban liderando la política exterior de Estados Unidos perdían el enemigo principal que les había permitido levantar una doctrina de seguridad nacional basada en la lucha contra la expansión del comunismo siguiendo las doctrinas de Morgenthau y particularmente Kennan. La URSS había sido el enemigo creíble necesario. De modo que tras 1989, las declaraciones del inicio de un "nuevo orden internacional" no encontraban en Estados Unidos –en el grupo socioeconómico y político que toma las decisiones- una respuesta en el orden teórico suficientemente articulada. El paradigma de la inter-dependencia en su versión más democrática ganó entonces terreno en el campo de las formulaciones, aprovechando la indefinición norteamericana. Se había abierto una etapa de transición en las relaciones internacionales que Anthony Giddens quiso orientar en torno a la llamada Tercera Vía.
Posteriormente, la teoría y la práctica política norteamericana han ido aportando algunas claves que dibujan un nuevo patrón de comportamiento. Para una superpotencia con pretensión de liderazgo mundial era peligroso quedarse sin una doctrina para la acción, tal y como señala Irving Kristol: "Es muy difícil para una gran potencia mundial articular una política exterior en ausencia de un enemigo que merezca el nombre de tal. Son, después de todo, los enemigos los que ayudan a definir el interés nacional, cualquiera que sea la forma que dicha definición adopte".
Con anterioridad al 11 de septiembre la política exterior norteamericana vino ensayando con un listado de retos y conflictos (narcotráfico, terrorismos y subversión localizada, migración descontrolada, proliferación de armas, fundamentalismo islámico, democracia...) El criterio más abarcador era la democracia, a pesar de que J.Kirkpatrick advirtió que pueden existir aliados no democráticos y que la extensión a escala mundial del paradigma democrático no parece ser un afán del pueblo norteamericano. Es evidente, sin embargo, que tal listado era insuficiente como enemigo global capaz de justificar una acción sostenida que colocara a Estados Unidos en posición de gendarme mundial con apoyo de sus aliados. El listado de retos era insuficiente asimismo para ese complejo industrial militar que cuenta con gran peso en la Casa Blanca. Entonces llegó el 11 de septiembre y resolvió el problema: Estados Unidos encontró su enemigo global.
El miedo a escala global
Mi hipótesis propone como el 11 de septiembre resuelve las dudas y debates internos norteamericanos situando a Estados Unidos en una posición de ventajas políticas, militares y hasta morales para consolidar su hegemonía mundial bajo parámetros del paradigma del realismo, lo que significa unilateralismo, endurecimiento global de sistemas jurídicos, mayor control policial y restricción legal de libertades, despliegue de la militarización con predominio norteamericano. Mi hipótesis señala que la declaración de guerra de Estados Unidos contra el terrorismo internacional oculta múltiples intereses y objetivos específicos ajenos a la extensión de la democracia y a la conquista de la paz mundial. El procedimiento parece haber sido el siguiente:
-El restablecimiento del miedo a escala global, ha sustituido a la Guerra Fría por un enemigo difuso pero poderoso que está en todas partes, incluso en los territorios propios. El terrorismo internacional, con acceso a grandes tecnologías, al estar fuera de las relaciones internacionales –no es un gobierno o un Estado preciso- actúa fuera del sistema, lo que justifica medidas de excepción a escala también global.
-De lo anterior se deriva el despliegue de una nueva cultura de la guerra. La militarización de la sociedad mundial, las guerras punitivas, las medidas de seguridad que afectan a las libertades. Crece de nuevo el secretismo de la guerra fría y el poderío militar norteamericano como pilar central del nuevo orden mundial.
Sobre estos principios se asienta el proyecto de hegemonía norteamericana que conduce a la globalización a estar bajo un macartismo planetario. El paradigma de la inter-dependencia queda desplazado por la visión clásica que percibe el mundo como un campo de batalla de todos contra todos, donde la cooperación es sustituida por la jerarquía y la seguridad se confía a la fuerza. Se trata de la visión tradicional de Estados Unidos desde su momento fundacional. Una visión que la enviste de liderazgo como guardián del mundo civilizado (Destino Manifiesto, Doctrina Monroe) y le lleva a comportarse unilateralmente, negándose a someterse al Derecho Internacional.
Es la idea de que en la cima de la pirámide jerárquica sólo puede haber un motor, una fuerza conductora, inmediatamente debajo de la cual se alinean los países aliados de la OTAN, hasta encontrarnos en la base de la pirámide con un gran número de países parias, muchos de ellos díscolos y particularmente con la amenaza de países islámicos.
Conclusión
Creo que la guerra en Oriente Medio tiene un brillante porvenir. La dirige Estados Unidos con el apoyo de un buen número de países, entre ellos la Unión Europea. Israel sueña con esta guerra por cuanto la visualiza como la oportunidad de dinamitar completamente el proceso de paz. Esto ha llevado al gobierno de Ariel Sharon a una crisis controlada que tiene por objeto liberar al Partido Laborista israelí de responsabilidades, dejándolo en la reserva por si hiciera falta su concurso en un gobierno tras el desenlace de la guerra.
Frente al anuncio de la guerra el compromiso de los movimientos sociales en Florencia para luchar contra ella es nuestra única esperanza. De los gobiernos europeos no cabe esperar sino servilismo a Estados Unidos y un nuevo alarde de cinismo en el trato asimétrico a Irak e Israel.
(1) "No hay otra ideología que verdaderamente pueda competir con lo que nosotros podemos ofrecer al mundo" (Colin Powell) citado en la página web del gobierno de EEUU, http://usinfo.state.gov/