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No a la Guerra

La humanidad contra el IV Reich

Miguel Urbano Rodrigues (colaborador de "Resumen Latinoamericano")

El 15 de febrero de 2003 quedará inscrito como fecha de viraje en la gran aventura de la humanidad.
En centenares de ciudades de Europa, Asia, América, África y Oceanía millones de personas salieron a las calles para manifestarse contra la guerra, en respuesta al llamamiento del Forum Social Mundial. Nunca antes había ocurrido algo similar. Fue la primera manifestación de protesta global de la historia.
Era tiempo. Un proyecto imperial de dominación planetaria y perpetua amenaza la sobrevivencia de la humanidad. Más elaborado que el del III Reich nazi, no es menos monstruoso. Sin ser menor la ambición, los medios son otros y los pueblos solamente ahora, con lentitud, han empezado a tomar conciencia del peligro letal que tal proyecto representa para la continuidad de la propia vida en la Tierra.
Contrariamente a lo que ocurrió en Alemania en los años 30, este sueño imperial nació en un país que no se identifica con él.
El IV Reich, en proceso de formación, ha sido concebido por un sistema de poder generado en los EEUU. De ahí un primer absurdo. Siendo formalmente democráticas las instituciones de ese país, y presentadas como modelo civilizatorio en amplias regiones del mundo, sus gobernantes establecen la confusión cuando promueven la guerra y la barbarie, afirmando actuar en defensa de la civilización y la libertad. La escalada del nuevo Reich -la expresión es dura pero facilita la toma de conciencia- asumió el último año un rumbo que asusta. Si no la detienen, terminará en tragedia. Sería un error, sin embargo, extraer del aumento de agresividad la conclusión de que estamos ante un proyecto muy reciente. Es antiguo, tiene casi sesenta años.
Noam Chomsky escribió un artículo importante sobre el tema en «Monthly Review» (noviembre de 1981), pero su alerta fue rápidamente olvidada. El sistema de poder tiene un control prácticamente hegemónico sobre los media.
Muchos saben hoy que el control absoluto del petróleo del Medio Oriente y Asia Central es la meta concreta inmediata de la anunciada guerra contra Iraq. Bush y Blair no engañan ya a los pueblos cuando hablan de la civilización para justificar la destrucción de un pequeño país, arruinado por la guerra del Golfo.
La apología de la violencia perdió credibilidad, se hizo inaceptable para la abrumadora mayoría. La propaganda no consigue repetir con éxito la gran farsa montada despues del 11 de septiembre cuando la cruzada bushiana contra Bin laden y los taliban funcionó como cobertura ética para la agresión criminal al pueblo de Afganistán y para la implantación de los EEUU en Asia Central, del Caspio al Pamir, en las fronteras occidentales de China.
Hoy, los que desfilaron en ciudades de todos los continentes saben que Iraq no acumula armas bacteriológicas y químicas de exterminio masivo, y saben también que Bush se opone al desarme de Sharon y de otros fascistas, aliados suyos -como el colombiano Uribe- los cuales, ellos sí, disponen de tales armas recibidas de los EEUU.
Pero solamente un porcentaje pequeño de los millones de ciudadanos que se han manifestado el día 15 contra la guerra está informado sobre los objetivos y el funcionamiento del engranaje que hace del «desarmar a Sadam Hussein» -eufemismo semántico- mero instrumento de un proyecto imperial de contornos fascistas.
Ese ambicioso proyecto es inseparable de una realidad no evidente para las grandes mayorías: la crisis estructural del capitalismo.

EL CAPITALISMO SENIL

El capitalismo no atraviesa una crisis conyuntural como la del 29-30 que condujo a su primera gran reforma, la keynesiana. Entró en un proceso de decadencia irreversible. En un lúcido ensayo, Samir Amin utiliza la expresión capitalismo senil para definir esa fase.
El sistema del capital funciona a través de una red laberíntica de contradicciones que, en el contrexto de la globalización neoliberal, no puede ya superar. Aparentemente se encuenta en el auge de su poderío. Pero precisamente cuando sus epígonos proclamaban el fin de la historia y la eternidad del sistema, no consigue mantener más el equilibrio del binomio antinómico consumo-destrucción, imprescindible a la reproducción del capital.
El desempleo crónico pasó a ser endémico incluso en los países más avanzados y el abismo existente entre ellos y los estados del Tercer Mundo se profundiza año por año, confirmando la imposibilidad de su modernización dentro del sistema.
Frente a esa crisis estructural la guerra se presenta al Estado imperial que hegemoniza el sistema como condición de sobrevivencia. De un lado le garantiza el control de recursos naturales de que necesita, pues los suyos se aproximan del agotamiento. Paralelamente, el Estado internacional del capital, cada vez más parásito, hace de la violencia un instrumento de la continuidad del sistema. El complejo industrial-militar transforma la guerra en negocio fabuloso. El circuito destrucción-reconstrrucción (en régimen de protectorado) es tan vital para el capitalismo senil como el sistema circulatorio lo es al ser humano.
La teoría de la guerra preventiva, formulada después de la cruzada del Golfo y de las agresiones a los pueblos de Bosnia y Yugoslavia, ilumina bien una estrategia que gradualmente está introduciendo una mentalidad fascista en el cuerpo de oficiales de las fuerzas armadas de los EEUU.
La agresión al pueblo afgano fue la primera de una cadena de guerrras preventivas previstas por el sistema de poder del Estado del capital.
En la lista de países a «desarmar» el segundo será probablemente Irán. En el momento escogido, Washington, con los ojos en sus fabulosas reservas petroleras, acusará a la patria de Omar Khayan de producir armas de exterminio masivo. No fue por capricho que Bush incluyera a Irán en su «eje del mal».
Actualmente los EEUU disponen de cientos de instalaciones militares en 70 países. En realidad, la mayoría son territorios ocupados.
Para atemorizar a los sectores más pasivos y alienados de la sociedad estadounidense, la máquina de la propaganda oficial exhibe en la televisión, en previsión del futuro, imágenes de nubes letales suspendidas sobre las ciudades del país. Serían enviadas por Sadam Hussein, el Satán árabe, rellenas de armas bacterilógicas producidas para aniquilar el pueblo norteamericano.
La única respuesta patriótica a la amenaza apocalíptica sería «desarmar» a Iraq. Naturalmente, para el Pentágono «desarmar» significa, en lenguaje militar, bombardear, arrasar.
En Washington se admite que solamente en las primeras 48 horas explotarían en Bagdad 800 misiles crucero. Según las Naciones Unidas, unos 10 millones de iraquíes, casi la mitad de la población, serían muertos, heridos u obligados a abandonar sus hogares.
El «desarme» de Iraq, de concretarse, sería, en realidad, uno de los más gigantescos genocidios de la historia. Con el agravante de que tal proyecto ha sido elaborado minuciosamente por iniciativa de un estado que se presenta como portavoz de la civilización y defensor de los derechos humanos.
Que no haya ilusiones. Iraq, repito, es una etapa en la cadena de guerras preventivas. Sadam es un incidente de ruta en la escalada estadounidense.
Desintegrada la URSS, el gran enemigo, en la perspectiva del sistema imperial el enemigo es China. Ella aparece como el único interlocutor temido por el sistema de poder -el mayor obstáculo a su proyecto de dominación planetaria. El miedo nace de la dimensión demográfica -1300 millones de habitantes- y del ritmo impresionante del crecimiento de su economía. De mantenerse la actual tasa, el Produto Nacional Bruto chino a mediados del siglo será muy superior al de los EEUU. Es la vecindad de China (y de Rusia ) lo que está protegiendo a Corea del Norte de una agresión norteamericana.
El nuevo Tratado de Seguridad Mutua EEUU-Japón -violador de la Constitución nipona- casi ignorado en Europa, fue concebido e impuesto en previsión de una futura confrontación con China, en el marco de las guerras preventivas.
Hitler, en los inicios del III Reich, invocaba la necesidad de espacio vital para justificar la anexión e invasión de países vecinos. Hoy, los cerebros del IV Reich inventaron la fórmula de las guerras preventivas en defensa de la seguridad y los intereses vitales de los EEUU, supuestamente amenazados.
En su inolvidable discurso de West Point, George W.Bush, dirigiéndose a los futuros oficiales de la US Army, abrió el juego con un cinismo que sorprendió al establishment. Poco inteligente, llevó la hipocresía al punto de afirmar que «Dios no es neutral». Estaría con él, aprobando la guerra contra Iraq.
El episodio suscitó un comentario irónico de Fidel Castro. Recordando que el Papa y los jefes de las diferentes iglesias condenan la guerra, preguntó: Al fin, «?quién puede hablar a nombre del Señor?, ?Bush o el Santo Padre?»

CRÍMINES y CRIMINALES

El proyecto de dominación planetaria del Estado internacional del capital - lo repito constantemente- configura una amenaza sin precedentes para la humanidad.
La política que supuestamente tiende a eliminar el terrorismo y los arsenales de armas de exterminio masivo puede, por su irracionalidad -es un auténtico asalto a la razón- desencadenar una incontrolable ola de terrorismo y contribuir a la diseminación y uso de armas bacterilógicas.
Desde luego, el único país que hasta hoy ha empleado la más destructora de las armas, la nuclear, fue el de Bush (Japón ya estaba entonces militarmente derrotado), al lanzar las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki.
Entretanto, la élite genocida, sorda a los clamores de la humanidad en defensa de la paz, desarrolla una actividad frenética, empeñada en promover el holocausto de Iraq.
Un grupo de pequeños hombres, investidos de gran poder, intentan en estos días empujar el mundo al abismo.
Curiosamente, super halcones como Rumsfeld, Wolfoiwitz (el maquiavélico subsecretario de Defensa ) y Perle (consejero del Likud sionista) nunca se pusieron el uniforme. Esos señores, que se fugaron del servicio militar, tocan hoy las trompetas de guerra y tienen pesadas responsabilidades en el avance de una mentalidad fascizante entre el cuerpo de oficiales de la fuerza aérea y el ejército.
?Qué argumento utilizará hoy Colin Powell en defensa de los crímenes contra la humanidad cometidos en Afganistán (el sangriento saqueo de Kandahar, la masacre de Mazar-i-Charif, y el corte de lenguas de prisioneros en Seberghan, por ejemplo) bajo la responsabilidad directa de oficiales superiores del ejército de los EEUU? Los feld mariscales de Hitler, que invocaron en Nurenberg el respeto sagrado por la disciplina para justificar los crímenos de la Whermacht y de las SS, fueron condenados a muerte. Hoy, militares de los EEUU responsables de crímenes similares son elogiados como héroes por Bush y sus halcones. La contradicción ilumina los desafíos que la humanidad enfrenta.

GOBIERNOS CONTRA PUEBLOS

El tiempo es escaso. La respuesta de los pueblos, el día 15, al discurso de la guerra fue bellísima, emocionante. Excedió las previsiones más optimistas. Se hizo transparente que el mundo condena la guerra exigida por el engranaje de poder de los EEUU.
Los pueblos de la Unión Europea han rechazado, en las más gigantescas manifestaciones de siempre, el comprometimiento de la mayoría de sus gobiernos con la estrategia de locura que Washington intenta imponer. Mas una ambigua decisión del Consejo de defensa de la OTAN, un día después de las manifestaciones, ha abierto la puerta al envolucramiento de aquella organizacion en la guerra contra Iraq.
Simultáneamente, la Comisión Europea llegó a un compromiso también ambiguo, que traduce las divisiones en el seno de la Comunidad, donde Aznar se comporta como un lacayo de Bush, superando a Blair en servilismo.
Los temores de la Comisión disiparon ilusiones románticas. Fue la presión valiente de los pueblos de Francia y Alemania y el miedo a que la capitulación ante Washington provocase explosiones sociales en los dos países clave de la Comunidad lo que determinó la toma de posición de Chirac y Schroeder contra la guerra. Porque ambos son, obviamente, políticos conservadores. Por sí mismas, las contradicciones que oponen los intereses del capital francés y alemán a la estrategia del sistema de poder de los EEUU serían insuficientes para que hubieran asumido la posición que abrió fisuras en la OTAN y provocó la división del Consejo de Seguridad.

SOCIALISMO O BARBARIE

Accionado el engranaje de la guerra, él no há sido detenido por la protesta de los pueblos.
Bush y Colin Powell han sido claros. Retomaron el discurso de la mentira.
Blair, consciente de que enpiezan a faltarle los apoyos en su propio partido, se limitó a admitir un aplazamiento. Pero su canciller, Jack Straw, más realista, declara ya que «será muy difícil lanzar una guerra contra Iraq sin el apoyo del pueblo británico».
Probablemente, la fecha en que se iniciará el holocausto iraquí ya ha sido fijada. Pero el mundo respirará durante dos semanas hasta que el sueco Blix, jefe de los inspectores, envie al Consejo de Seguridad su próximo informe, seguramente tan ambiguo como los anteriores. Washington ya anunció que presentará entonces un nuevo proyecto de resolución. En otras palabras, un texto en el que pedirá el SÍ para el genocidio de un pueblo.
?Qué va a ocurrir en las próximas semanas? El NO a la guerra del día 15 confirmó que una parte importante de la humanidad, la más combativa, empieza a tomar conciencia de que el pueblo es el sujeto de la historia.
No hay tiempo para organizar una protesta ecuménica como la del último sábado. Pero el choque emocional que ella desencadenó continuará produciendo efectos. Los gobiernos, sobre todo los de la Europa de los 15 (los de Polonia, Hungría, República Checa, Eslovaquia y Bulgaria se arrodillan ante Bush) no puedem desconocer el significado de un rechazo total de los pueblos de la Comunidad a ser involucrados en una guerra imperial impuesta por Washington. Algunas manifestaciones asumieron aspectos de movimiento insurreccional contra la guerra. No es posible cerrar los ojos y permanecer sordos.
Sin embargo, el sistema, en los EEUU, exige la guerra.
De Washington pueden venir sorpresas. No es de excluir siquiera la hipótesis de que ocurran en los EEUU actos terroristas de magnitud (montados por la CIA u organizaciones similares) con el objetivo de movilizar apoyos reticentes, intimidar a la población y debilitar la oposoción a la escalada.
El sistema de poder desconoce lo que es la ética en la política.
Mientras, sea cual sea el rumbo de los acontecimientos, el capitalismo senil no se encuentra en situación de superar la crisis estrutural que desespera a los sacerdotes del mercado. Está condenado. La llamada globalización neoliberal agravó sus problemas en vez de resolverlos.
Como subraya István Mészáros, la globalización capitalista «acciona fuerzas que ponen de relieve no solamente la incontrolabilidad del sistema por cualquier proceso racional, sino también y simultáneamente su propia incapacidad de cumplir las funciones de control que se definen como su condición de existencia y legitimidad».
Para preservar el sistema, las fuerzas más retrógradas del sistema de poder de los EEUU han concebido e intentan ejecutar un proyecto de dominación y control de la Tierra que por su irracionalidad -lo repito- amenaza la propia sobrevivencia de la humanidad. Porque a las hecatombes resultantes de las guerras preventivas se suman el saqueo de los recursos naturales y la destrucción galopante del medio ambiente.
El nuevo imperialismo planetario, prisionero de un círculo infernal de producción-destrucción no puede subsistir sin las guerrras preventivas que alimentan las calderas del capitalismo senil.
El fracaso de las experiencias que, inspiradas en el proyecto de Marx se apartaron de él creando una leyenda negra en torno al partido revolucionario y el Estado burocrático resultante de su perversión no desactualizan la alternativa que Rosa Luxemburgo, en un contexto histórico muy diferente, formulara por primera vez: socialismo o barbarie.
Porque no hay otra opción posible.
Un socialismo de contornos desconocidos -la marcha de la historia los dibujará- aparece como la única alternativa al exterminio de la humanidad, como desenlace del fracaso del capitalismo destructivo.
La maravillosa protesta humanista del 15 de febrero ha reforzado la esperanza. Al fin, el ser humano es el sujeto de la historia.
Hay que detener el IV Reich. Eso está al alcance de los pueblos.
Traducción de Marla Muñoz El original portugués de este articulo se encuentra en http:// resistir.info