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No a la Guerra

PREPARATIVOS DE GUERRA DE EE.UU. CONTRA IRAK
¿Es neutral el gobierno de Eduardo Duhalde?

La Arena

El presidente norteamericano George W. Bush ha declarado que las gigantescas movilizaciones del sábado 15 contra la guerra a Irak no lo han disuadido de su plan. En línea con ese pensamiento, siguió reforzando su aparato bélico en la zona de Medio Oriente y presionó a la Unión Europea y el Consejo de Seguridad de la ONU a favor de un mayor acompañamiento a su campaña. Los que han quedado en incómoda situación son los funcionarios argentinos, que por filiación fondomonetarista no pueden negarse a las políticas de Washington pero a la vez tratan de tomar cierta distancia por la impopularidad de la guerra y las influencias europeas. ¿Es neutral el gabinete de Eduardo Duhalde?.
CONMIGO O SINMIGO
En octubre de 2001, al anunciar el inicio de la guerra antiterrorista a nivel mundial, George W. Bush afirmó que en esa pulseada no había lugar para neutrales. O se estaba con la Casa Blanca o con el terrorismo. El texano no hacía más que repetir lo que en 1983 antes había pregonando el filósofo de Avellaneda, Herminio Iglesias: "conmigo o sinmigo". Ese era el verdadero mensaje de la administración Bush cuando se aprestaba a bombardear Afganistán. Y lo sigue siendo ahora que sus misiles de crucero, de a medio millón de dólares cada unidad, se aprestan a caer sobre la ciudad de las Mil y una noches.
Las mentes calenturientas del presidente y sus asesores no fueron enfriadas ni siquiera por la magnífica movilización planetaria del sábado último, cuando millones de personas manifestaron contra la guerra. No. Bush hizo declaraciones anteayer diciendo que sus planes militares no se verán detenidos ni demorados por aquel virtual plebiscito.
Esta apuesta a la guerra puso en aprietos a los gobiernos que normalmente responden a las influencias del Norte y que en esta hora tratan de tomar alguna distancia, caso del gobierno duhaldista.
Carlos Ruckauf informó el 29 de enero último en Nueva York al secretario general de la ONU, Kofi Annan, que "Argentina no participará de la guerra en contra de Irak". El 14 de febrero, la víspera de la gran movilización pacificista, el canciller repitió que "no apoya la guerra contra Irak". Finalmente, en conferencia de prensa realizada ayer, el alto funcionario reiteró que nuestro país será prescindente en la confrontación y que no considera que la solución pase por bombardear la población civil de Bagdad.
RECOSTARSE EN EUROPA
Quizás entusiasmada con ese tipo de declaraciones, la corresponsal de Clarín en Nueva York, Marina Aizen, sostuvo días atrás que esa postura "es claramente diferente de la adoptada por Menem que decidió enviar dos fragatas al Golfo".
Es cierto que, hasta ahora, la postura es diferente, aunque no "claramente" diferente a la sostenida por el menemismo en 1991.
Los matices o toma de distancias tuvieron que ver con que la causa guerrerista está hoy desprestigiada: el 80 o 90 por ciento de la población mundial, incluida la argentina, sabe o intuye que se va a bombardear a un país pobre para robarle sus reservas petroleras. A raíz de esa toma de conciencia, desigual según los países y capas sociales, muchas administraciones oportunistas aprovecharon para sacarle un poco el cuerpo a la iniciativa estadounidense. El secretario de Defensa Donald Rumsfeld y su subsecretario Paul Wolfowitz han tenido problemas para aprobar en la propia OTAN la adhesión a la campaña bélica y la autorización para el rearme de Turquía (en verdad para el tráfico de armamentos y tropas norteamericanas a ese país-base del Pentágono).
En ese marco, ¿cómo no iban a tratar de despegarse un tanto los integrantes del gabinete de Duhalde?. En su huidiza táctica también deben haber influido los movimientos de ciertos gobiernos como los de Francia, Alemania y Rusia. Estos han sido refractarios a subirse al carro de guerra de EE.UU. y el gobierno argentino los imitó a su modo, bajo la presión de sus respectivos gobiernos y empresas. Es que el senador de Lomas de Zamora busca apoyarse en el Mercosur y forcejear con las potencias europeas para desde allí negociar con la Casa Blanca. Esto es así aunque al final en la mayoría de los casos el negociador termine aceptando los dictados de Washington.
Pero de allí a sostener que la posición de las autoridades argentinas es diametralmente opuesta a la que tuvieron las de la Guerra del Golfo, media un largo trecho.
¿QUÉ NEUTRALIDAD?
En las tres oportunidades mencionadas en que Ruckauf manifestó su supuesta neutralidad –la última en la conferencia de prensa de ayer-, redundó en que el primer punto de la política del Palacio San Martín es que el culpable de la crisis sería "la dictadura sangrienta de Hussein".
Esta definición trasuntó que el gobierno local no ha sido neutral pues caracterizó como "genocida" al estado iraquí, al que responsabilizó de que su país vaya a ser atacado. Al interpretar de este modo la situación, Ruckauf rindió culto a las tesis "democráticas" de Bush y Colin Powell.
La cancillería argentina expresó ayer que en vez de bombardear Bagdad lo que debe hacerse es que "nadie en el mundo le compre petróleo" al país árabe. Pero eso mismo fue lo que el consejo de seguridad impuso en agosto de 1990, con un bloqueo económico que fue reforzado en los años siguientes y que ha provocado la muerte por inanición y enfermedades de un millón de niños iraquíes desde 1991. Quiere decir que la tesis de Ruckauf no fue neutral ni humanitaria. El propuso que el hambre siga diezmando a la población civil en una muerte silenciosa antes que las generadas en medio del estrépito de los misiles. En el fondo, el funcionario argentino acordó con el Departamento de Estado en la necesidad de fundir a Irak y apenas se diferencia en los modos de llegar a ese objetivo común.
El Palacio San Martín expresó a la ONU a fines de enero pasado que Argentina iba a colaborar con "misiones humanitarias". Así se lo hizo saber Ruckauf al ghanés Annan y lo mismo dirá el embajador ante el organismo, Arnaldo Listre, cuando el tema se debata en el consejo de seguridad.
Pero, ¿qué se entiende por "misiones humanitarias"?. La precisión es clave pues hasta Bush maquilló con ese término su campaña de bombardeos contra Kabul y antes lo hizo Bill Clinton contra Kosovo.
En aquella reunión en la sede de la ONU, la delegación argentina entregó un documento con la lista de militares con conocimientos "en armas químicas, explosivos y minas, demoliciones, polución ambiental, intoxicaciones, tecnología nuclear y misilística, producción, prueba y almacenamiento de armas químicas y médicos especializados en diagnosticar a víctimas de estos armamentos, así como técnicos en pruebas de laboratorio para testeos de armas químicas" (Clarín, 30/1).
LA OTRA MENTIRA
Respecto a esa lista de expertos castrenses, resultó sugestivo que los presidentes argentinos ofrezcan esas colaboraciones a la ONU cuando no los utilizaron para resolver casos flagrantes en nuestro país. Por ejemplo, en noviembre de 1995 se produjo la explosión en Río Tercero con muchas víctimas humanas y destrucción material. ¿Por qué no investigaron técnicamente lo ocurrido esos supuestos expertos militares?.
Al poner esa lista a disposición de la ONU, el gobierno argentino no guardaba equidistancia. Va a enviar militares para que colaboren con los militares norteamericanos y británicos, los que a su vez van a cometer decenas de miles de crímenes y van a ser responsables de grandes dramas humanos (la guerra dejaría al menos 2 millones de refugiados). En concreto, los militares argentinos no van a ir a ayudar a los iraquíes a desmontar un misil norteamericano que no estalló. No. Van a ir detrás de la tropa expedicionaria anglo-estadounidense para aconsejarle cómo contrarrestar tal o cual arma de Irak. Eso no puede catalogarse de neutralidad; más bien sería apoyo logístico y humano al bando agresor.
Otra de las promesas neoyorquinas de Ruckauf fue que Argentina enviará al teatro de guerra el hospital reubicable de la Fuerza Aérea. Esto suscitó dos reflexiones. La primera: que mejor hubiera sido que ese hospital fuera utilizado en la guerra contra el hambre que mata a los niños tucumanos, correntinos, jujeños, etc. Esos pudieron ser destinos humanitarios para la unidad hospitalaria, en vez de destinarla para curar a soldados norteamericanos actuando a miles de kilómetros de su territorio. La segunda reflexión fue que en esto el gobierno de Duhalde tampoco se diferenció del de Menem. En los diarios nacionales del 15 y 16 de febrero de 1998 se podrán leer declaraciones del entonces presidente asegurando que no consultaría al Congreso para ayudar a EE.UU. en Irak, "a través del envío de un denominado hospital reubicable, equipo sanitario de retaguardia formado por 100 oficiales y suboficiales de los cuerpos médicos de las distintas Fuerzas Armadas".
Por lo menos el hombre de Anillaco reconocía que esa medida formaba parte del "apoyo logístico" a EE.UU. Quien hoy ocupa su cargo quiere convencernos de que el gesto forma parte de la "neutralidad".
Otro punto donde el canciller Ruckauf faltó a la verdad ayer fue cuando aseguró que la política de Buenos Aires respecto al conflicto era igual que la de Brasilia. No es así. El gobierno de Lula da Silva ha fijado una postura neutralista y de no intervención en la guera contra Irak. Como refrendando ese compromiso, en las manifestaciones del pasado 15 de febrero participaron miembros del gabinete brasileño como el ministro de las ciudades Olivio Dutra y el presidente del oficialista Partido de los Trabajadores, José Genoino.
En cambio, ¿alguien vio a Ruckauf o algún otro ministro del PEN o a algún dirigente del PJ o integrante del consejo nacional en la manifestación ante la embajada norteamericana en Palermo clamando por la paz?.
EMILIO MARÍN