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NO A LA GUERRA
REFLEXIONES DE UN BOMBARDEO

28 de enero del 2002
Los presos de Guantánamo

Barbara Probst Solomon
El País


L
as condiciones a las que estan sometidos los presos de Al Qaeda en Guantanamo son inaceptables por una sencilla razon, porque son inhumanas. Y los preceptos morales estan por encima de los legalismos. Cualquier otro tipo de argumento es secundario, por bienintencionado que sea: que las privaciones sensoriales y otras condiciones degradantes violan las leyes internacionales que protegen los derechos de los prisioneros, que se esta empañando la imagen de Estados Unidos, o lo contrario, que no se puede creer nada de lo que en Europa se diga de los estadounidenses, que siempre estan ladrando. Lo mismo pasa con el argumento segun el cual no aceptariamos un tratamiento similar hacia soldados estadounidenses en el caso de que fueran hechos prisioneros. Por lo tanto, repito que, sencillamente, segun la moral y la Constitucion estadounidenses, ningun prisionero en espera de juicio debe sufrir un castigo ejemplar o ser maltratado.

Considero repugnante entretenerse en discutir si la alimentacion que se da a los presos de Al Qaeda cumple o no los requisitos minimos correspondientes a un prisionero de guerra; Marcel Proust dijo en À la recherche du temps perdu que hay dos clases de personas, las generosas y las mezquinas. Es absurdo que una superpotencia se dedique a discutir con los organismos defensores de los derechos humanos sobre cual es el minimo de alimento necesario, si hay que dar mas comida o no a los prisioneros y cosas por el estilo. Darles una alimentacion decente no pone en peligro nuestra seguridad nacional.
Esos hombres todavia no han sido juzgados; debemos garantizar que los prisioneros de Al Qaeda esten a buen recaudo de forma que no puedan hacer daño a otros ni a si mismos, pero no hay que confundirlos de repente con una especie de Houdini, o Superman. Los hombres de Al Qaeda en libertad son peligrosos, pero estos estan entre rejas, custodiados por militares, y no tienen poderes magicos para escapar. Es evidente que nuestros soldados pueden custodiar a los hombres de Al Qaeda en prisiones de maxima seguridad sin tener que recurrir a excesos discutibles. En este sentido, los procesos de Nuremberg, en los que se juzgo a algunos de los hombres mas peligrosos del siglo pasado, son ejemplares.
Me da la impresion (aunque no soy mas que una observadora desde la lejana Nueva York) de que lo que tiene molestos a los militares es su incapacidad de coger a Bin Laden y al mula Omar. ¿Por que si no han divulgado esas repugnantes fotos de los presos de Al Qaeda esposados y con mascarillas? Puede haber sido un desafortunado intento de mostrar su peligrosidad (el 11 de septiembre es la prueba fehaciente de ello), hacer que parezca que han cogido a peces gordos y no a lo que en realidad son, un puñado de personajes de segunda fila. Los militares deben sentir una enorme frustracion porque, aunque es verdad que combatieron brillantemente y con celeridad, no cogieron a ninguno de los verdaderos jerifaltes.
Adelantandonos un poco a los hechos, digamos que la llegada de John Lyndh Walker, el miembro estadounidense de Al Qaeda, constituye una complicacion para nada deseada. La primera reaccion de Bush fue considerar a Walker un muchacho estadounidense que se habia desviado un poco del buen camino. Ello habria funcionado si se hubiera detenido a Bin Laden, pues la atencion del publico de EE UU habria estado centrada en el y en el juicio que se le haria.
Sin Omar ni Bin Laden entre manos, es inevitable que el juicio de Walker, sobre todo si se tiene en cuenta como tratan los medios de comunicacion estos temas, se convierta en una historia periodistica de primer orden durante algun tiempo. Sus padres, clase media alta, del condado de Marin, en Berkeley, se han apresurado a hacer saber que su hijo es un pacifico estadounidense que ama a su pais. Al experimentado abogado que la familia ha contratado para su defensa no le va a costar nada destruir como pruebas todas las declaraciones que Walker hizo cuando se sentia proximo a la muerte, drogado con sedantes, y sin contar todavia con una defensa legal apropiada. Inevitablemente, la historia de Walker va a despertar simpatia, y no por ningun tipo de debilidad hacia Al Qaeda, sino porque el chico se convertira en protagonista de una interminable saga americana y, como tal, recordara constantemente a todos los padres de Estados Unidos la dudosa proclividad que tienen sus hijos hacia cierto tipo de aventuras.
Ahora que nos hallamos ante una proxima fase en la que estaran incluidos una serie de juicios, no esta nada claro como debemos juzgar a esa vasta organizacion terrorista que es Al Qaeda. Muchos de nuestros juristas estan dandole vueltas a la cuestion de que, se mire desde el punto de vista que se mire, un grupo terrorista no es un pais, por lo que cabe poner en duda que se le pueda aplicar las reglas de la guerra.
Pero en el mismo Estados Unidos tenemos un precedente: las guerras de los primeros colonizadores y de los britanicos contra los indios americanos. Obviamente, los indios carecian de una estructura de gobierno que pudiera parecerse remotamente a la no escrita Constitucion britanica o de una forma de vida que se pareciera en lo material a la inglesa -casi todos ellos eran nomadas- y, sin embargo, las guerras eran totalmente autenticas. Tambien el califato arabe tenia una estructura politica muy distinta a la de los reyes cristianos en la España de la Reconquista, y ello no impidio que las guerras que libraron fueran muy reales. La historia de las guerras es mucho mas vieja que la de los paises o las naciones estado y solamente en los siglos XIX y XX se libraron guerras entre naciones de estructura politica similar.
Lo acontecido el 11 de septiembre ha creado una nueva clase de guerra. El hecho de que Al Qaeda no pertenezca a ningun territorio especifico del planeta no impide que haya desencadenado una guerra brutal contra Estados Unidos; tampoco su carencia de pais de origen debe alentarnos a comportarnos con sus miembros de forma inhumana cuando estan en nuestro poder.
Barbara Probst Solomon es escritora estadounidense.

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