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NO A LA GUERRA
REFLEXIONES DE UN BOMBARDEO

La inteligencia yanqui desconcertada

El imperio por la lengua muere

Brecha

P
aradojas de la globalización, los todopoderosos servicios secretos estadounidenses (con la mismísima CIA a la cabeza) se muestran impotentes para traducir, desde cientos de idiomas, el enorme volumen de documentos y grabaciones que sus agentes son capaces de capturar.
El uso del inglés se expande por el mundo y los estadounidenses estudian cada vez menos idiomas. Esto le ha dado a los terroristas un arma sobre los aparatos de inteligencia de la superpotencia. Los expertos afirman, por ejemplo, que las explosiones nucleares de 1998 en India y Paquistán no debieron ser una sorpresa. Lo más probable es que esa información "clasificada" ya estuviera en los cajones de las agencias de inteligencia... sin traducir.
Grabaron las conversaciones telefónicas de Ahmad Ajaj desde la prisión federal estadounidense donde se encontraba por falsificación de pasaportes, incluso las que tuvo frente a sus custodios para instruir a un hombre sobre cómo fabricar bombas. A Ajaj le habían encontrado cintas de video, manuales y notas sobre fabricación de artefactos explosivos. Con esos materiales en su poder, el fbi tenía ya las pistas de una banda que planeaba volar las torres gemelas del World Trade Center (wtc) en Nueva York. Sólo había un problema: estaban en árabe, y nadie que entendiera ese idioma escuchó las cintas antes de las explosiones en el wtc el 26 de febrero de 1993.
LA TORRE DE BABEL. Estos y otros hechos han llevado a los organismos de inteligencia estadounidenses a considerar la amenaza del terrorismo como "real, inmediata y en evolución". Así lo expresó el director de la CIA, George Tenet, ante el Comité de Inteligencia del Senado, el pasado 7 de febrero. Tenet advirtió sobre la existencia de "grupos trasnacionales con liderazgo descentralizado", que los hace más difíciles de identificar y neutralizar.
Advierte que los terroristas son "más aptos para las operaciones y más capacitados en técnicas para derrotar las medidas contraterroristas". También considera que los terroristas se dirigen menos hacia instalaciones gubernamentales y militares y más hacia objetivos "suaves", donde pueden causar grandes daños.
A diferencia de la guerra, que al menos nominalmente está sujeta a las reglas del derecho internacional, el terrorismo no reconoce reglas. Ya lo practique el Estado o los particulares, ninguna persona, lugar u objeto de valor es inmune al ataque terrorista. No hay inocentes.
En cualquier caso, se ha logrado que hoy el terrorismo sea un componente real de la imaginación estadounidense y que, criptología aparte, los estadounidenses se preocupen por los extraños idiomas que los terroristas puedan emplear.
El inglés se ha vuelto la lingua franca del mundo cada vez más y en Estados Unidos disminuyeron los estudios de idiomas extranjeros. "Los recortes presupuestales y una débil oferta redujeron el peritaje lingüístico en forma radical", declaró a la prensa Theodore Crump, quien elabora el catálogo de necesidades en lenguas extranjeras del gobierno estadounidense. "En 1985 la cosa terrorista no pintaba en realidad -dijo-; ahora que enfrentamos la posibilidad de que alguien entre con un arma de destrucción masiva en una maleta, la película cambia por completo."
El fin de la Guerra Fría llevó a Estados Unidos oleadas de inmigrantes que hablan lenguas muy ajenas al país. Sus cuerpos policiales y agencias de inteligencia son renuentes a contratarlos, aduciendo fallas en el inglés y, con frecuencia, dificultades para conseguirles autorización de acceso a documentos secretos. Ahora, por vez primera, los militares planean fijar cuotas de reclutamiento para los llamados "parlantes hereditarios", los hijos de los inmigrantes. "Algunas escuchas telefónicas autorizadas judicialmente deben ser traducidas en tiempo real", señaló a la prensa estadounidense Margaret Gulotta, jefa de sección de los servicios lingüísticos del fbi.
INCAPACES PARA TRADUCIR. El fbi debe traducir cada año un millón de páginas e incontables horas de conversaciones intervenidas, y el creciente retraso en esa tarea mina su capacidad de prevención e investigación.
Ellen Laipson, vicepresidenta del Consejo Nacional de Inteligencia, dice que los gerentes de la CIA y la Oficina de Inteligencia del Departamento de Estado "han identificado sus limitaciones en lenguajes de Eurasia central, Asia del este y Oriente Medio". Ellos no cuentan con los suficientes traductores de chino para los documentos, ni para sus "tareas diarias", como monitorear las comunicaciones militares chinas.
Estadísticas oficiales del año pasado indican que en los colegios y universidades estadounidenses se graduaron en árabe sólo nueve estudiantes, en chino unos 140 y un puñado en coreano. Sólo 8,2 por ciento de los estudiantes de colegios y universidades se inscriben en cursos de lenguas extranjeras, casi todos en español, francés y alemán. Por contraste, en las escuelas de Estados Unidos hay unos 54 mil estudiantes chinos, y en China se estudia el inglés en forma masiva.
El Departamento de Defensa y el Departamento de Estado tienen los centros de aprendizaje de lenguas extranjeras más grandes en Estados Unidos. El director del Instituto de Entrenamiento en Lenguaje del Departamento de Defensa, Ray Clifford, señaló que los idiomas que los militares consideran críticos no son los que se enseñan más en las universidades, así que los propios militares realizan la mayor parte de su instrucción.
Comparados con los nueve estudiantes titulados en árabe en los colegios el año pasado, en el Instituto de Entrenamiento en Lenguaje del Departamento de Defensa se titularon 409. En farsi, 120. Clifford ni siquiera pudo hallar cifras sobre el farsi en los colegios y universidades. "En el sistema escolar el mayor número de inscripciones se da en español -dijo-, en el nuestro es en árabe." "Entre los militares se estudia más el chino, el coreano y el ruso que el español", señaló.
Un testimonio ante un subcomité del Senado, de setiembre de 2000, señaló que alrededor de la mitad de los puestos diplomáticos del Departamento de Estado están ocupados por gente sin las habilidades necesarias en lenguas extranjeras. Con la Unión Soviética sólo requerían conocimientos del ruso, pero ese mapa se fragmentó en un rompecabezas lingüístico de 15 idiomas oficiales, del armenio al ucraniano, del uzbeko al bielorruso, y más de cien enclaves étnicos. Las fuerzas que arrastran hacia la globalización y hacia la regionalización parecen concomitantes.
Los avances tecnológicos multiplicaron la capacidad para espiar y, en consecuencia, el material a traducir. Los expertos afirman que la "sorpresa" de las explosiones nucleares de 1998 en India y Pakistán, no debió serlo en modo alguno, y que lo más probable es que esa información "clasificada" ya estuviera en los cajones de las agencias de inteligencia, sin traducir.
Luego de la débacle soviética, ellos sienten que hay amenazas más difusas esparcidas sobre el mapa. Policías, militares, diplomáticos y funcionarios de inteligencia estadounidenses advierten sus limitaciones críticas para entender lenguas de otras naciones, y develar sus secretos. La necesidad de peritaje lingüístico aumentó, al tiempo que las amenazas a la seguridad se fragmentaron y se expandió la capacidad para espiar.
Hoy la CIA no se ocupa tanto de resolver acertijos sobre los fundamentos de la doctrina militar rusa, como de "misterios" para los que no existen respuestas correctas o equivocadas, como explicar las características de la economía china dentro de unos 20 años. En la investigación de las explosiones en las embajadas estadounidenses en Kenia y Tanzania en 1998, el fbi dio con una cinta grabada en una lengua muy extraña. Llegaron a identificarla, pero no encontraron a nadie con la debida autorización de seguridad para traducirla.
Rubén Moheno

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