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NO A LA GUERRA
REFLEXIONES DE UN BOMBARDEO

Editorial de Gara
La lucha del bien contra el mal

El presidente de los EEUU, George W. Bush, en su cuarta alocución pública, más de 24 horas después de los atentados y tras haberse reunido con el Consejo de Seguridad Nacional, explicó a sus conciudadanos y al mundo entero que «estamos en una lucha monumental del bien contra el mal» y prometió la victoria del bien. Una reacción tan simple, propia de una sociedad inmadura, que parece extraída de un guión de Hollywood y alejada del análisis del complejo escenario internacional, no augura nada bueno. Más allá de la la forma que la Casa Blanca elija para castigar a quien decida declarar culpable de lo ocurrido ­las supuestas pruebas de las que se habla tratan de apuntalar la teoría de que detrás de los atentados se esconde la mano de Osama Bin Laden­ está claro que la perversa simpleza de esa anunciada «lucha del bien contra el mal» anuncia que el principal enemigo a batir será al pensamiento crítico y el análisis de la realidad.
Pero si la reacción de EEUU es sumamente reduccionista, tampoco Europa haya estado muy por encima de ese nivel. La declaración de Tony Blair, hablando de un atentado «contra la democracia» y Gerhard Schröder, calificando lo ocurrido de «declaración de guerra contra el mundo civilizado», evitan también todo intento de análisis complejo y dibujan un escenario de buenos y malos en el que los conceptos democracia y civilizado tienen una interpretación demasiado unívoca.
El problema es que, acabada la guerra fría, los «malos» no son fácilmente identificables. Se habla del «terrorismo» en general. Un enemigo invisible en el que cada gobernante proyectará sus propios fantasmas y demonios internos. Por ejemplo, el presidente del Gobierno español, José María Aznar, aprovechó lo ocurrido para reiterar «la conveniencia de acelerar los trabajos para la adopción de las medidas de lucha contra el terrorismo y criminalidad organizada, y para la consecución del Espacio europeo de Seguridad, Libertad y Justicia». Ha habido comentaristas que han incluido en el saco de los enemigos a todos cuantos cuestionen el sistema capitalista y el actual modelo de globalización.
Y en la anunciada próxima lucha «del bien contra el mal» quedará ya definitivamente difuminada cualquier distinción entre los gobernantes y líderes socialdemócratas y los más derechistas. Lo han dejado claro Blair y Schröder y lo dejó claro también José Luis Rodríguez Zapatero, cuando ayer volvió a hacer causa común con José María Aznar. Es posible que nos encontremos ante una suerte de «Pacto de Ajuria Enea global» que no acabará con el «terrorismo» sino que extenderá el pensamiento único: el del bien entendido como el triunfo constante del Séptimo de Caballería.


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