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No a la Guerra

Los invasores también pierden la batalla de los medios

Emilio Marín / La Arena

George W. Bush y su gobierno de ³lunáticos² (como los motejó una manifestación pacifista en Nueva York) tienen la fuerza de una superpotencia en varios planos, incluidos los medios de comunicación. Fox News y CNN vendrían a ser los equivalentes del Séptimo de Caballería y la Tercera División de Infantería, destinados a conquistar las mentes de millones de habitantes del planeta. Con leves matices, esos medios venden toda la ³carne podrida² que les suministra la propaganda de la Casa Blanca. Pero lo nuevo de esta guerra es que esas divisiones mediáticas blindadas están perdiendo la batalla informativa. La verdad de la resistencia iraquí y la rapiña de los invasores se abren paso, al menos para quien quiera ver.
LAS MENTIRAS
Cuando se aprobó la resolución 1441, el 8 de noviembre último, el Consejo de Seguridad de la ONU decidió enviar a Bagdad los inspectores de armas del sueco Hans Blix. Las autoridades norteamericanas, secundadas por los grandes medios de su país, les exigieron encontrar los arsenales de armas de exterminio supuestamente ocultadas por Saddam Hussein. Blix y sus técnicos de Unmovic no hallaron nada prohibido y pidieron unos meses más de trabajo. Pero el lunático de la Casa Blanca dijo que se había acabado el tiempo; que se fueran del país árabe antes que empezaran a volar los bombardeos B-52 y caer los misiles.
Los inspectores de la ONU no habían dado con ningún arsenal. Y hasta ahora, cumplidos doce días de guerra, los invasores tampoco encontraron ninguna arma química, biológica ni nuclear (rebosan en los arsenales de EE.UU. y su aliado británico).
La mejor prueba de que el país árabe no tenía esa clase de armamento fue la realidad, al menos la transcurrida hasta hoy. Invadido el 20 de marzo, se ha defendido con fusiles, artillería y tanques, baterías antiaéreas, con un atentado suicida y humo de sus piletas de petróleo que obstaculizan la visión de los aviones e inteligencia enemiga. Pero de las armas de las que habló Bush, ni noticias. Y si eventualmente las tuviera, querría decir que Irak era tan renuente a usarlas que ni siquiera iba a echar mano a ellas en el caso de ser invadido por dos potencias extranjeras (o sea que no había necesidad de esta guerra).
Esta fue la mentira más gruesa de la propaganda norteamericana y ha quedado demolida. Mientras más avancen las tropas del general Thomas Franks sin ser repelidas con ojivas cargadas con gases venenosos, ántrax o viruela, el descrédito de Bush será clamoroso.
LAS FALSIFICACIONES
Se podía intuir que las cadenas norteamericanas ­proveedoras de noticias a la televisión argentina- mentían cuando en los primeros dos días de conflicto sostenían que los misiles de crucero habían matado o herido gravemente a Hussein. Los cínicos comentaristas compraron la versión del Pentágono de que había sido ³un blanco de oportunidad².
Pero bien se dice que ³la mentira tiene patas cortas². La credibilidad en esos multimedios descendió más luego de comprobarse en la pantalla de la televión iraquí que su presidente ileso daba mensajes a la población o participaba de reuniones de su gabinete.
Esos medios que aplaudieron la ³operación quirúrgica² contra la cabeza del gobierno, se alinearon con Donald Rumsfeld en sus quejas contra el atentado que un oficial iraquí realizó con un coche bomba. Sin embargo las diferencias saltaban a la vista. En el primer caso los agresores de un país soberano detonaron sus misiles desde lugares lejanos, sin correr ningún riesgo. En el segundo, el oficial iraquí se inmoló y se llevó consigo a 5 marines que habían ocupado parcialmente el suelo de su nación.
La televisión norteamericana tiene enviados especiales en la región y dentro de Irak, que en varios casos acompañan con sus cámaras a la Legión Extranjera. Sin embargo, a pesar de ese privilegiado lugar de observación, ha tergiversado la información. Uno de los casos más groseros fue haber anunciado el sábado 23 de marzo que las británicas ³Ratas del Desierto² habían ocupado Basora, segunda ciudad en importancia del país. Recién el 1 de abril llegó la admisión de un general norteamericano de que Basora aún no pudo ser tomada debido a la dura resistencia de militares iraquíes.
Era inevitable esa seguidilla de mentiras. ¿Quién podía aguardar una cuota de veracidad en la información del corresponsal de Fox News en la zona de conflicto?. Se trata del ex coronel Oliver North, pieza clave del Irán-gate o Irán-contras, del contrabando de armas a Irán y desvío de fondos para financiar la contrarrevolución en Nicaragüa en los ¹80.
Durante más de setenta años la prensa estadounidense la pasó criticando a la ex URSS y su bloque informativo oficial con el Pravda a la cabeza. ¿Cuál era la diferencia con la Norteamérica de hoy, con el USA Today, The New York Times, Washington Post y las cadenas ya mencionadas alabando los ³patrióticos² misiles?. La diferencia radicaba en que eran dos regímenes sociales opuestos. La desaparición de la URSS explica en gran medida la ³guerra preventiva² en Irak y el Golfo.
LA CENSURA
La televisión norteamericana y británica hace la venia y da amplia cobertura a los mensajes de Bush, Donald Rumsfeld y el general Richard Myers en la Casa Blanca, el Pentágono o actos con las tropas en Tampa. Otro tanto con las conferencias del general Franks en su cuartel de Doha, rellenadas luego con análisis del ex general Wesley Clark ­ex jefe de la OTAN durante la guerra a Yugoslavia en 1999- e ignotos columnistas militares en la CNN, o North en Fox News.
También vienen siendo un clásico las filmaciones de los aviones que bombardean y muestran a distancia los impactos, como si fueran jueguitos de computación en vez de decapitación de seres humanos.
Fue la televisión qatarí Al Jazeera la que más mostró el rostro inhumano del asunto con muertos y heridos civiles tras los raids aéreos de los B-52, B-2 y F117 ³Invisible² o de los misiles Tomahawk disparados desde algunos de los seis grupos de portaaviones.
Esa cadena árabe filmó también a los muertos, heridos y presos del contingente invasor. Bush y Rumsfeld dieron una orden inmediata a las empresas televisivas de su país de no pasar esas imágenes. Fueron acatados.
No era políticamente correcto que el yanqui medio viera a sus heroicos muchachos con ojos despavoridos a simples preguntas de sus captores. Menos glorioso hubiera sido que ese público se asomara a la pantalla donde campesinos de barba blanca y antiguos fusiles Kalashnikov festejaban la caída de dos helicópteros Apache-AH-64 (algunos críticos de la invasión habrán ido a los videos a alquilar ³La caída del halcón negro², sobre la paliza que recibieron las tropas de elite mandadas por William Clinton en 1992 a Mogadiscio, capital de Somalía).
Myers, jefe de la Junta de Estado Mayor de las FF.AA., urgió a Bagdad a cumplir con los derechos humanos de los prisioneros. Y es correcto que así sea. Pero, ¿los norteamericanos los respetan en los puntos que controlan de Irak?. No pareciera, por las fotografías de presos iraquíes con capuchas. Es el método utilizado contra 600 presos talibanes en Guantánamo y 3 mil musulmanes detenidos en EE.UU. sin juez, causa, abogados ni visitas.
El general Myers tartamudeó cuando fue preguntado si EE.UU. había permitido que la Cruz Roja visitara a los detenidos iraquíes. ³No. Aún no, pero estamos haciendo los trámites para que lo hagan cuanto antes², dijo el jefe castrense que reclamaba ese derecho a los ³malos de la película².
LA OTRA CAMPANA
La cobertura de los medios norteamericanos no ha podido atraer de su lado a la opinión pública mundial. Sandra Russo se fastidiaba con razón de los que repiten ³la primera víctima de la guerra es la verdad², siendo que ³la primera víctima de esta guerra ha sido la verdad monopólica norteamericana² (Página/12, 25/3). En su estimación, la árabe Al Jazeera vulneró a las todopoderosas CNN, Fox y CBS.
Yendo más a fondo, cabría deducir que la cadena qatarí viene superando a los multimedia de Yanquilandia no sólo por la profesionalidad de sus periodistas o medios técnicos. El problema es político: Al Jazeera muestra los dos costados de la realidad y los departamentos de publicidad del Pentágono sólo uno y en forma deformada.
Bush condena a la derrota a todos los que quieren defenderlo en el plano mediático, siguiendo lo que ocurre en otros rubros políticos. Si discutiera Colin Powell con el canciller iraquí Naji Sabri, éste último se haría un picnic. Si polemizaran el vicepresidente Richard Cheney (ex titular de la petrolera Halliburton que ha ganado varios contratos para el Irak de la posguerra), con el vicepresidente del país árabe Taha Yassin Ramadan o con el viceprimer ministro Tarek Aziz, los argumentos de éstos sonarían más convincentes. El premier Anthony Blair se mantuvo como socio de la agresión pero 500 mil británicos manifestaron el sábado 22 de marzo en Londres a favor de la paz. Eso marcó quién va adelante en política. Lo mismo cuando Bush dio la orden de pulverizar Bagdad y entrar como sea, pero fue tildado de ³lunático² por 300 mil manifestantes que no recorrían Basora sino el corazón de Nueva York.
Algunos corresponsales de guerra, como el del diario Clarín, se quejaron de las restricciones impuestas por el gobierno de Hussein en el hotel donde se alojan. ¿Acaso Bush-Rumsfeld-Powell dejarían actuar libremente a medios iraquíes, árabes, argentinos y de otras nacionalidades en las instalaciones del Pentágono o la Casa Blanca?. ¿Acaso lo permiten en las bases norteamericanas en Doha o Kuwait?. Por supuesto que no. Los representantes de Al Jazeera fueron expulsados de la Bolsa de Valores de Nueva York y de la Nasdaq, perdiendo sus acreditaciones sin ninguna explicación. Se dirá que Hussein mandó a Jordania al equipo de la CNN pero al menos le dio un motivo: haber dicho que había muerto en el primer ataque norteamericano perjudicando con la noticia a la resistencia iraquí.
En toda guerra hay limitaciones para la prensa y mueren periodistas. Hasta ahora hay dos fallecidos y nueve desaparecidos, todos por fuego anglo-norteamericano. Si hubieran sido víctimas de impactos iraquíes, Bush-Blair ya habrían arrojado la bomba atómica sobre Bagdad.
Por ahora se contentan con tirar misiles y bombas, a un promedio de mil por día, sobre esa ciudad. Entre los blancos predilectos están el Centro de Prensa, la planta de la televisión y el edificio de Correos y Telecomunicaciones. Cada una de esas bombas cava profundamente en la tierra y sepulta con escombros los escasísimos restos de credibilidad de Bush. Su guerra mediática está perdida y eso influirá en el curso de los acontecimientos políticos y militares. El almirante Ted Turner del portaaviones CNN-Time Warner y otros personajes de la información con un parche en el ojo se están hundiendo en el Golfo.
FUENTE: DIARIO LA ARENA (LA PAMPA, ARGENTINA)