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NO A LA GUERRA
REFLEXIONES DE UN BOMBARDEO

25 de abril del 2002

Afganistán: Inestabilidad duradera

Juan C. Galindo
Centro de Colaboraciones Solidarias

La situación en Afganistán es insostenible. El gobierno provisional de Hamid Karzai carece de autoridad, los señores de la guerra se reparten el territorio y aumenta el cultivo de opio y la inseguridad. La sequía pone en peligro la vida de millones de personas y la ayuda humanitaria no llega porque no hay por dónde llevarla. Además, las intrigas palaciegas y los atentados no dejan de sucederse. En febrero murió asesinado el ministro de Transportes. Aunque las primeras noticias apuntaban a un linchamiento, el jefe del gobierno provisional ha acusado del crimen a los servicios secretos. Al final nada ha quedado resuelto. Y la inestabilidad continúa.
Durante el mes de abril 350 personas han sido detenidas como presuntos organizadores de un golpe de Estado contra el gobierno provisional. Además, un cuartel de la Fuerza Internacional para la Seguridad en Afganistán (ISAF) ha sido atacado con cohetes tierra-tierra y un atentado fallido contra el ministro de Defensa y hombre fuerte del nuevo gobierno, Mohamed Fahim (sucesor del fallecido líder de la Alianza del Norte, Massoud) ha causado cuatro muertos y más de veinte heridos. Uno de los sospechosos es Gulbudín Hekmatyar, líder radical islámico financiado por los Estados Unidos durante la lucha contra el régimen soviético. Una vez destruido el gobierno comunista, Hekmatyar se hizo célebre por su sanguinaria lucha por el control de la capital, Kabul. El resultado: 20.000 muertos entre 1992 y 1996 y una ciudad destruida.
La situación, hoy, es similar a la de aquellos años: controles en las carreteras, impuestos creados por pequeños grupos de bandidos, reparto de grandes zonas del país entre grandes señores de la guerra (el norte para el general uzbeco Abdul Rashid Dostum, donde ha creado hasta su propia moneda; el este para Ismail Khan), ausencia de una autoridad central, altercados, protestas, muertes y violación sistemática de los derechos humanos. En el norte continúa la persecución y la discriminación de los pastunes, mientras que en Irán han quedado atrapadas cientos de familias de refugiados que pretendían volver a su hogares. ¿La razón? No hay una ruta segura.
En las provincias del este y del sureste el poder talibán continúa. En la débil frontera entre Pakistán y Afganistán miles de talibanes ha encontrado refugio. Una sutil diferencia entre ambos lados de la frontera: en la zona paquistaní el burka que cubre todo el cuerpo de las mujeres es blanco, en Afganistán azul. Nada más, el resto permanece.
Por otro lado, la falta de una autoridad que domine el territorio, unida a las míseras condiciones de vida de millones de campesinos afganos ha convertido de nuevo a Afganistán en el primer productor mundial de opio.
En Kabul, la capital, los coches circulan con los cristales de las ventanillas bajados para que todo el mundo pueda escuchar su música, prohibida durante los años de dictadura teocrática de los talibanes. Sin embargo, se han prohibido los cristales tintados en los coches con el objetivo de disminuir el gran número de secuestros y las violaciones de jóvenes. Además, muy pocas mujeres se atreven a quitarse el burka. La razón es evidente: no saben qué va a pasar y tienen miedo.
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La Operación Libertad Duradera se realizó en nombre de "la democracia mundial, la estabilidad de Afganistán, la lucha contra el terrorismo y para proteger los derechos de las mujeres afganas". Hoy, meses después del inicio de los bombardeos que asolaron el país, los atentados, los burkas y el opio simbolizan el éxito de esta misión. En junio se celebra la Loya Jirga (Gran Consejo) en el que se decidirá el gobierno que regirá el destino de Afganistán durante los próximos 18 meses. La inestabilidad, la violencia y la inseguridad amenazan el futuro inmediato del país.

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