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No a la Guerra

El terrorismo neofascista de los eeuu exige
una respuesta global de los pueblos

Miguel Urbano Rodrigues (Resumen Latinoamericano)

En Washington ya no se habla de Osama Ben Laden. Menos todavía del mullah Muhamad Omar, jefe de los Talibanes. Los olvidaron. El nombre de Sadam Hussein casi desaparecerá también de la prensa si EEUU imponen su ley (de la selva) en Iraq.
Los pretextos invocados para las guerras preventivas del sistema de poder imperial son calendariados de acuerdo con prioridades estratégicas definidas con mucha antelación. Carecen de significado histórico y pierden rápidamente interés para los técnicos de marketing mediático que explotan el tema del terrorismo como instrumento de captación de apoyo popular a la escalada bélica.
Vivimos en la era de la información instantánea y universal. Y el engranage responsable de esta guerra abyecta ejerce un control casi absoluto sobre la máquina mediática que presenta el genocidio como liberación, el crimen como virtud y el saqueo de las riquezas de los pueblos agredidos como acto civilizatorio.
Su propaganda dispone de instrumentos de acción y recursos inagotables.
Nosotros, sin medios técnicos y financieros, tenemos la razón y la ética.
Somos el ejército sin armas que defiende la humanidad. Tenemos que derrotar a los nuevos bárbaros con la superioridad de la inteligencia colocada al servicio de la verdad.
La grandiosa movilización de los pueblos contra la guerra está perturbando al sistema imperial cuya dinámica y objetivos configuran una amenaza a la continuidad de la vida en el planeta. Sin embargo, la protesta espontánea, por conmovedora que sea, es insuficiente para detener la máquina monstruosa.
Para que se haga permanente y asuma aún mayores proporciones y sus efectos abran fisuras en el engranage es indispensable que se profundice la toma de conciencia de decenas de millones de hombres y mujeres que, de Indonesia a Brasil, de Francia a India, de México a Portugal, de Australia a Rusia, de Alemania a los EEUU, de Gran Bretaña a Venezuela, de España a Colombia, ocupan las calles y plazas de las grandes megalópolis, exigiendo el fin del genocidio iraquí. El avance de la organización es exigencia de la lucha en desarrollo.
Los dirigentes de los EEUU están preocupados con el rumbo de lo que llaman la batalla de la propaganda. Esperaban que la manipulación mediática funcionase en su provecho. Pero ocurrió lo inesperado. Hasta el New York Times, el Washington Post y los grandes diarios de California han llegado a la conclusión de que las imágenes de Iraq muestran una guerra muy diferente de la anunciada. Ellas empiezan a impresionar a una opinión pública saturada de los discursos repetitivos y grandilocuentes de Bush y Rumsfeld. Millones de ciudadanos quedan choqueados al contemplar Bagdad y Basora en llamas y las ciudades del valle del Eufrates transformadas en escombros calcinados.
El norteamericano común no esperaba ver en la TV -pese a la autocensura de muchas emisoras- tantos cadáveres de mujeres y niños arrastrándose entre ruinas, ni la expresión de sufrimiento de los heridos amontonados en hospitales de emergencia. La sorpresa más dolorosa fueron las noticias sobre los militares estadounidenses muertos o prisioneros (que la televisión se abstuvo de exhibir). Aquella guerra no es la que le habían prometido.
Descubre alarmado que el pueblo iraquí, a fin de cuentas, defiende con tenacidad su tierra contra los cruzados americanos que, según el presidente Bush, iban a liberarlos. Es natural que los fantasmas de Vietnam regresen a los hogares de los EEUU.
VIRAJE EN LA GUERRA PSICOLÓGICA Los estrategas del «Desarme de Sadam» han sido obligados a imprimir una nueva orientación a la propaganda. Confrontadas con la realidad las promesas de la campaña libertadora y de la guerra fácil habían perdido todo su poder de convicción.
La credibilidad de la Casa Blanca y el Pentágono cayó bruscamente. Bush mantuvo el tono triunfalista. Pero de repente empezó a afirmar que la duración de la guerra no tiene importancia alguna, solamente el resultado.
Las bombas norteamericanas siguen matando en todo el país mientras el presidente anuncia a los iraquíes una era de felicidad con «comida, medicinas y bienestar»(sic). Como preámbulo de esas acciones de filantropía, misiles estadounidenses han dañado ya -según información de la UNESCO- sitios arqueológicos de antiguas civilizaciones que son patrimonio de la humanidad. La barbarie USA se amplía.
Entretanto, en Washington, los hombres de negocios discuten ya la llamada «reconstrucción». Mientras las bombas arrasan las ciudades, los contratos para rehacerlas han empezaso a ser atribuídos a empresas estadounidenses lo que suscita protestas de las británicas, excluídas de la repartición de futuras ganancias.
El general Tommy Franks, comandante supremo de las fuerzas invasoras, acusado de incompetencia por colegas del Pentágono, admite ahora que «la guerra puede durar hasta el verano».
La guerra psicológica deviene más perversa. Voceros del ejército hablan de «prisioneros arrepentidos» y no será sorpresa si individuos con el uniforme de Iraq son exhibidos en la televisión transmitiendo recados de encomienda.
Simultáneamente, mientras los bombardeos se intensifican, el presidente informa que someterá a juicio a los generales iraquíes a los cuales, por haber cumplido con su deber, acusa de crímenes contra la humanidad.
Donald Rumsfeld, «Rummy» para la ultraderecha, garantiza que un 50% de los efectivos de la Guardia republicana, la tropa de élite que defiende Bagdad, han sido ya aniquilados.Y otras fantasías.
Condoleeza Rice, cada día más frenética, ignora las protestas contra la guerra y transforma el aislamento de los EEUU en misión humanista aclamada por los pueblos de la Tierra. Según ella, 50 países con 1200 millones de habitantes y un PIB gigantesco lucharían al lado de los EEUU y Gran Bretaña por la «liberación de Iraq». Demasiada gente para «desarmar» a un hombre...
En una de sus habladurías rindió cálido homenaje a los valientes militares del continente europeo que estarían ya combatiendo en los campos de Mesopotamia contra Sadam. Pero fue parcimoniosa en la enumeración de tales aliados. En el resumen que he leido apenas citaba a tres países: Polonia, República Checa y Eslovaquia. La señorita Condolleeza ni siquiera percibe que sus hipérboles guerreras atraen sobre los gobiernos de eses países ex-socialistas, cómplices de Washington, un desprecio universal.
Sin la posibilidad de anunciar victorias en el terreno, los generales se disculpan con el argumento de que el enemigo «viola las leyes de la guerra». El eufemismo traduce el pánico que se ha instalado en los campamentos de las fuerzas invasoras después de la muerte de los militares estadounidenses que se aproximaron a un vehículo cuyo conductor lo hizo explotar.
La desorientación y el miedo se expanden en la tropa que ahora pasó a disparar contra cualquier carro no identificado que se acerque. El día 31 de marzo una furgoneta con 12 mujeres y niños fue ametrallada. Perecieron por lo menos siete de los pasajeros. El Pentágono sostiene que todo pasó normalmente. Pero según un oficial que asistió al crimen -cuyas declaraciones fueron publicadas por el Washington Post- no hubo aviso previo; fue un asesinato.
Entre los periodistas, quien se atreve, aunque tímidamente, a formular críticas es castigado. Eso fue lo que le pasó al neozelandés Peter Arnett, Premio Pulitzer, el famoso reportero que, desde Bagdad, cubrió para la CNN los bombardeos de la ciudad, en 1991, durante la Guerra del Golfo.
Arnett, de nuevo en la capital iraquí, cometió el imperdonable error de decir en una entrevista a la televisión de Bagdad que «el plan inicial de esta guerra fracasó por la resistencia iraquí».
Arnett trabajaba para la cadena de TV NBC y para la prestigiosa National Geographic. Fue inmediatamente despedido. Según el «Daily Mirror», de Londres, que lo contrató en seguida, perdió el empleo por decir la verdad.
Nótese que el neozelandés no es un intelectual de izquierda. Él lamentó las declaraciones hechas y pidió disculpa por haber ofendido al pueblo norteamericano al aceptar ser entrevistado por la televisión iraquí.
CUÁL SERÁ LA PRÓXIMA VÍCTIMA? Las amenazas a Siria e Irán dirigidas por el general Colin Powell en la víspera de su viaje a Turquía y Bruselas justifican la inquietud que provocaran no sólo en países musulmanes sino también en las capitales de los estados que se opusieron a la agresión contra Iraq, de París a Pekín.
Casi simultáneamente, el presidente Bush, en una ceremonia oficial, envestía contra «dictadores y asesinos» que, según él, están ayudando a Iraq, por lo que tendrán de pagar caro. Rumsfeld, conversando con periodistas dijo lo mismo. Los gobiernos de Damasco y Teherán no fueron citados, pero el recado era transparente.
Algunos analistas han recordado palabras de Bush después del 11 de septiembre sobre la guerra de larga duración contra países que apoyan el terrorismo.
Colin Powell fue muy claro. Acusó a Siria e Irán de apoyar ostensivamente a Bagdad y, usando un lenguaje agresivo, casi repitió, al dirigirse al segundo de esos países, acusaciones que durante los últimos meses han constituído el núcleo básico de la propaganda concebida para «justificar» la agresión a Iraq.
El secretario de defensa de los EEUU abrió una puerta para futuras guerras al afirmar que Teherán acumula armas de destrucción masiva y agregar insinuaciones sobre su programa nuclear.
Esta súbita ofensiva de violencia verbal contra Siria e Irán -que contestaron con dignidad, condenando la agresión a Iraq, pero desmentiendo acusaciones que consideran sin fundamento alguno- no ocurrió por casualidad.
Como oportunamente recuerda Michel Chossudovsky en artículo publicado en el sitio
http://resistir.info el 31 de marzo pp, los planes de guerra de la Administración Bush no tienen nada que ver con «las armas de destrucción masiva de Sadam». Los EEUU pretenden expulsar a los franceses, alemanes y rusos (quizá también a los italianos) de los campos de hidrocarburos de Oriente Medio y Asia Central. No soportan que los gigantes angloamericanos del sector estén ausentes de Iraq e Irán, que sumados cuentan con casi un quinto de las reservas mundiales probadas de petróleo.
La dependencia de los EEUU del petróleo aumentará rápidamente en los próximos años. Según previsiones oficiales, en 2020 -año en que el PIB de China probablemente habrá sobrepasado el estadounidense- los EEUU estarán importando aproximadamente el 70% del consumo nacional.
Por eso mismo la prisa de Bush. Quiere resolver por las armas el problema del control absoluto del Medio Oriente y Asia Central.
Es en función de esa estrategia que las nuevas amenazas a Irán y Siria -puertas de acceso a la región- deben ser interpretadas.
?Quién será la próxima víctima? La pregunta es formulada con frecuencia. Pero los comentarios circunstanciales que inciden solamente sobre el discurso de los voceros del sistema no ayudan a comprender la dimensión de la amenaza. Porque Rusia y China figuran igualmente en los planes de Washington, como enemigos potenciales.
La amenaza es global y abarca toda la humanidad. A ella --en defensa de valores y principios que en el decursar de las civilizaciones han permitido al hombre realizar conquistas prodigiosas hoy en peligro--, debemos esforzarnos por darle también una respuesta global.
Se vislumbra ya esa contestación. Pero es necesario ir más lejos en la lucha contra la escalada irracional orientada hacia una dictadura planetaria de contornos neofascistas.

La Habana, 2 de abril de 2003 Traducción de Marla Muñoz