Octubre 9, 2025
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Noam Chomsky
Este texto es un extracto de la Lakdawala Memoria Lecture, pronunciada
en Delhi � Noam Chomsky
El nuevo milenio ha comenzado con dos cr�menes monstruosos: los
atentados terroristas del 11 de septiembre y la respuesta a los
mismos, que a buen seguro se ha cobrado un n�mero mucho mayor de
v�ctimas inocentes. Las atrocidades del 11 de septiembre se han
considerado un acontecimiento hist�rico, y es cierto. Pero deber�amos
dejar claro por qu�.Esos cr�menes representan quiz� el m�s devastador
tributo humano instant�neo jam�s pagado, a no ser en la guerra.
La palabra 'instant�neo' no deber�a pasarse por alto; es triste,
pero cierto, que los cr�menes no son en absoluto infrecuentes en
los anales de una violencia que se acerca mucho a la guerra. Las
consecuencias son una de sus innumerables ilustraciones. La raz�n
por la que 'el mundo nunca ser� igual' tras el 11 de septiembre,
usando la frase ahora tan en boga, es otra.
La dimensi�n de la cat�strofe que ya ha tenido lugar en Afganist�n,
y lo que puede venir a continuaci�n, s�lo se puede suponer. Pero
s� conocemos las proyecciones en las que se basan las decisiones
pol�ticas, y a partir de �stas podemos entender un poco la pregunta
de hacia d�nde se dirige el mundo. La respuesta es que avanza por
sendas muy trilladas. Incluso antes del 11 de septiembre, millones
de afganos se manten�an -apenas- gracias a la ayuda alimentaria
internacional. El 16 de septiembre, el New York Times inform� de
que Washington hab�a 'exigido la eliminaci�n de los convoyes que
suministran buena parte de los alimentos y otros bienes a la poblaci�n
civil afgana'. No se detect� ninguna reacci�n en EE UU o Europa
a la exigencia de que una enorme cantidad de despose�dos fuesen
sometidos al hambre y a una muerte lenta. En las semanas siguientes,
el principal peri�dico del mundo inform� de que 'la amenaza de ataques
militares ha obligado a evacuar a los trabajadores de las organizaciones
de ayuda internacional y ha paralizado los programas de ayuda';
los refugiados que llegaban a Pakist�n, 'tras un duro viaje desde
Afganist�n, describen escenas de desesperaci�n y miedo en su pa�s,
mientras la amenaza de ataques militares dirigidos por EE UU convierten
la miseria que padecen desde hace tiempo en una potencial cat�strofe'.
'El pa�s pend�a de una cuerda de salvaci�n', dijo un voluntario
evacuado, 'y acabamos de cortarla'.
El programa de alimentaci�n mundial de Naciones Unidas, as� como
otras asociaciones, lograron hacer algunos env�os de alimentos a
comienzos de octubre, pero, tras el bombardeo, se vieron obligados
a suspenderlos para reanudarlos m�s tarde a un ritmo mucho m�s lento,
mientras los organismos de ayuda condenaban 'sin paliativos' los
lanzamientos a�reos de ayuda estadounidenses, 'herramientas propagand�sticas'
apenas disimuladas. El New York Times inform�, sin comentarios,
de que se preve�a que el n�mero de afganos necesitados de ayuda
alimentaria aumentar�a en un 50% como resultado del bombardeo, hasta
llegar a 7,5 millones de personas. En otras palabras, la civilizaci�n
occidental basa sus planes en la suposici�n de que pueden provocar
la muerte de varios millones de civiles inocentes: no talibanes,
sino sus v�ctimas. El mismo d�a, el l�der de la civilizaci�n occidental
volvi� a rechazar con desd�n las ofertas de negociaci�n hechas por
los talibanes y su petici�n de que les dieran pruebas cre�bles que
sustentasen las exigencias de capitulaci�n. Su postura se consider�
justa y adecuada, quiz� incluso heroica. El relator especial de
la ONU para el Derecho a la Alimentaci�n rog� a EE UU que acabara
el bombardeo, que estaba 'poniendo en peligro la vida de millones
de civiles', y renov� el llamamiento de la Alta Comisionada de Derechos
Humanos de la ONU, Mary Robinson, que advirti� de que se gestaba
una cat�strofe como la de Ruanda. Ambos llamamientos fueron rechazados,
como los de los principales organismos de ayuda humanitaria. Y pr�cticamente
no recibieron cobertura informativa.
La FAO hab�a advertido a finales de septiembre de que m�s de siete
millones de personas podr�an morir de hambre a no ser que se renovase
inmediatamente el env�o de ayuda y se pusiese fin a la amenaza de
acciones militares. Una vez iniciado el bombardeo, la FAO avis�
de que se iba a producir una cat�strofe humana todav�a m�s grave,
de que el bombardeo hab�a interrumpido la siembra que proporciona
el 80% de las provisiones de grano al pa�s, de forma que los efectos
el a�o pr�ximo ser�n todav�a m�s graves. Tampoco se public�.
Estos llamamientos no hechos p�blicos coincidieron con el D�a Mundial
de la Alimentaci�n, del que tambi�n se hizo caso omiso, como de
la acusaci�n del relator especial de la ONU de que los ricos y poderosos
tienen los medios, pero no la voluntad, de superar este 'genocidio
silencioso'.