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País Vasco

Euskal Herria
Pelotas de goma: ¿Material antidisturbios o fuente indiscriminada de heridos?

Gara

El uso de pelotas de goma es una práctica constante por parte de las diferentes fuerzas policiales que actúan en Euskal Herria. Donostia fue un ejemplo el domingo 14. Un material que se ha demostrado peligroso puesto que, una vez disparado, su trayectoria es incontrolable. Diferentes informes médicos advierten de su inconveniencia, destacando el alto número de lesiones oculares producidas.
El pasado lunes, durante su análisis sobre lo acontecido la víspera en Donostia, el mahaikide Joseba Alvarez lanzaba al aire una pregunta: «¿Hasta cuándo va a seguir utilizando la Ertzaintza las pelotas de goma que causan este tipo de heridos graves?».
Cuando un niño lanza una piedra, se le suele reprender diciéndole que éstas «no tienen ojos». Tampoco los tienen esas compactas pelotas que, disparadas a una velocidad endiablada, pueden causar gravísimos daños a las personas. De hecho, en muchos puntos de Europa su uso se va desestimando en beneficio de otros procedimientos como gases lacrimógenos.
En las calles de Donostia se ha hablado mucho esta semana, casi a modo de anécdota, de la muerte el domingo de un perro ¬un pastor alemán¬ debido al impacto de una de estas pelotas de la Ertzaintza. Se hace referencia a ello como muestra de la brutalidad policial, pero no pasa de ahí. Pero, ¿y si en vez de un perro hubiera sido, por ejemplo, un bebé?
Son numerosos los informes médicos que han alertado contra la utilización de este tipo de material. Por ejemplo, el publicado en 1996 en la revista «Archivos de la Sociedad Española de Oftalmología», en el que cinco doctores analizaron la evolución durante seis meses de tres pacientes que habían recibido impactos oculares con pelotas de goma.
Alertaron de que si bien las lesiones localizadas en el polo anterior del ojo remitían sin secuelas tras la fase inflamatoria oficial, en el polo posterior se evidenciaban «importantes secuelas funcionales permanentes». «Dado el mal pronóstico de este tipo de contusiones, hacemos hincapié en la peligrosidad de estas armas en la lucha antidisturbios».
Otro informe, publicado por la revista médica británica "The Lancet", señalaba que este tipo de materiales «no deberían considerarse un método seguro para controlar a las multitudes». Los autores del estudio, pertenecientes a varios centros hospitalarios de Israel, evaluaron los casos de 152 heridos ¬de entre once y 59 años¬ por estos artefactos durante los enfrentamientos ocurridos en octubre de 2000 como consecuencia del conflicto árabe-israelí.
Aunque los agentes tenían la orden de disparar a más de 40 metros de distancia y sólo a las extremidades inferiores, la mayoría de los disparos se hizo a una distancia inferior y el mayor número de lesiones se localizó en las superiores, en la cabeza, en el cuello y la cara.
Muchos heridos tenían más de un impacto y el 45% de las lesiones se catalogó de severa o muy grave. Hubo tres muertes, casos de neumotórax y hemorragias internas y secuelas por los impactos (ceguera, obstrucción intestinal, problemas cervicales...).
Rosa Zarra, víctima mortal
En la manifestación del pasado domingo, un hombre de 66 años ¬un austríaco que estaba sentado en una terraza¬ fue ingresado por un pelotazo en el ojo. Una mujer de 59 sufrió, por la misma causa, traumatismo renal. Son tan sólo dos de las decenas de personas que recibieron impactos.
La historia de Euskal Herria está plagada de hechos similares. El más recordado, por su gravedad, es la muerte de Rosa Zarra, de 58 años, quien recibió un pelotazo de la Ertzaintza a bocajarro en el abdomen. Falleció seis días después, el 30 de junio de 1995.
El impacto le reventó el intestino grueso, causándole una grave peritonitis. Días después, la autopsia, que ya había sido adelantada por el entonces consejero de Interior Juan María Atutxa, se indicaba que Rosa Zarra habría muerto inevitablemente aún sin recibir el pelotazo. Así, el caso fue archivado a primeros de 1996.
Hace tres años, José Ramón Antolín se encointraba «tomando un pote y unos pintxos» en la Parte Vieja de Donostia, junto a su mujer y su hijo de diez años. Era día de regatas y de derbi futbolístico, por lo que la zona estaba hasta los topes. Se desataron enfrentamientos entre la Ertzaina y grupos de encapuchados. La Policía autonómica hizo despliegue de todo su arsenal y Antolín acabó tuerto por un pelotazo. Su mujer recibió un impacto en la cabeza.
Dos semanas más tarde, la historia se repetía en Bilbo. Un hombre de 44 perdió un ojo, una mujer de Hernani resultaba con el esternón partido, y otro hombre de Iruñea recibió un impacto en los testículos. «Menos mal que me dio de lado, si me da de frente me mata, según me dijeron los médicos», relataba a GARA al día siguiente. Entonces también Lakua habló de una actuación policial «proporcionada». La lista de casos similares podría ser interminable.
Tecleando «pelotas de goma» en cualquier buscador de internet, aparecen multitud de crónicas de manifestaciones saldadas con heridos. Manifestantes contra la guerra, okupas, trabajadores de astilleros... todos han sufrido en sus propias carnes un material utilizado no sólo por la Ertzaintza, sino también por la Policía española y por la Guardia Civil. -

«¿Presentar denuncia? ¿Para que?»
Este es el relato de lo que vivió un joven de Elorrio que resultó herido por un pelotazo de la Ertzaintza el pasado domingo, y que remitió a este diario imágenes de las señales que tiene en su cuerpo:
«Estaba con mi madre en el Boulevard, veníamos de la Parte Vieja e íbamos al párking, eran ya como las ocho de la tarde. De repente, vimos que le estaban pegando a un hombre mayor y unos cuantos empezamos a protestar. Entonces, me volví y vi un ertzaina que me perseguía. A dos metros o así me tiró un pelotazo, a dar, claro. Me pegó en el costado izquierdo, y de rebote en la muñeca».
«Me llevaron a la DYA, y de ahí al hospital para una exploración. Vieron que sólo era el golpe, que no tenía nada en el pulmón, pero tengo que estar tres o cuatro semanas convaleciente, de baja. Soy autónomo. Me han dado analgésico, porque tengo algo de fiebre y no puedo dormir bien. ¿Presentar denuncia? Desde luego, a la Ertzaintza no iba a ir... ¿Para qué?».
Preguntado por su opinión acerca de la utilización de las pelotas de goma, el joven vizcaino señala que «eso es totalmente indiscriminado.Yo vi a una señora herida en la pierna... Hasta los camareros corrían despavoridos. Las pelotas rebotaban en los setos e iban para cualquier lado».
Agentes de paisano utilizaron porras extensibles
La utilización de las porras extensibles saltó a las primeras planas a raíz del fallecimiento del almeriense Juan Martínez en el cuartel de la Guardia Civil de Roquetas de Mar. Pero el instituto armado no es el único cuerpo que utiliza este tipo de arma. El domingo pasado, agentes de paisano de la Policía autonómica emplearon estas porras contra algunas de las personas que se hallaban en la capital guipuzcoana. Así lo atestigua una fotografía publicada el miércoles por "El Correo". En abril de este mismo año, el Departamento de Interior de Lakua prohibió su utilización a los ertzainas uniformados, «dada su potencial peligrosidad». Unicamente pueden utilizarla los agentes de paisano que hayan recibido cursos sobre su utilización en la Academia de Arkaute. La ventaja para los agentes es que pueden ocultar ese tipo de porra hasta el momento de golpear. Consiste en un tubo metálico de unos 20 centímetros, en cuyo interior se ocultan varias secciones tubulares ¬como una antena de radio, pero de mayor grosor¬, y que se despliegan al realizar un movimiento seco.