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Opiniones

26 de diciembre del 2002

Idealismo marxista

Malime
Rebelión
Si algo está meridianamente claro, es, la incompetencia que objetivamente manifestamos todos los que nos consideramos de izquierdas, -incluso los que pretendidamente nos consideramos marxistas y leninistas-, para ofrecer una alternativa política y organizativa al dominio capitalista en esta fase imperialista tan superdesarrollada. Nunca, como ahora los acontecimientos políticos y económicos nos rebelan con tanta claridad las contradicciones objetivas tan agudizadas, provocadas por la minoría imperialista contra la inmensa mayoría de la humanidad. Esas contradicciones se manifiestan en toda su profundidad a nivel nacional e internacional. Los informes del PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo), a pesar de la influencia y supeditación de ese organismo internacional al poder de EE.UU., no puede evitar que al realizar sus informes anuales, los datos que nos ofrecen demuestren esa agudización de las contradicciones económicas entre los ciudadanos de cada país y entre países.
Sin embargo, esa base material tan objetiva, debido a nuestra falta de análisis verdaderamente objetivo, sin la necesaria base de análisis que el materialismo dialéctico nos permitiría realizar, nos impide profundizar en las causas profundas que provoca el caos en que se encuentra la humanidad y sobre al caos ideológico, político y organizativo en que nos encontramos la pretendida izquierda, sobre todo los que nos consideramos marxistas.
El pasado 18 de diciembre, propiciado por los compañeros de REENCUENTRO COMUNISTA, tuvimos en el CAUM, un debate entre diferentes compañeros que coincidíamos en la necesidad del proceso revolucionario para acabar con el capitalismo. Miembros de diferentes colectivos y otros independientes, donde se abordó de forma genérica las diferentes interpretaciones sobre la crisis del pensamiento comunista, el proceso revolucionario y alguna interpretación histórica sobre la revolución rusa y la española.
Pienso que todos los que intervenimos dimos muestra de nuestra contradicción sobre lo que pretendemos como objetivo final, y nuestro comportamiento al actuar políticamente, aunque en ese caso solo era de debate teórico, estábamos actuando políticamente, evidenciando nuestra inconsecuencia y falta de comprensión de lo que es la filosofía marxista y leninista.
El primer inconsecuente y contradictorio fui yo. Ya que al plantearme el compañero que organizó la reunión, que prepase mi ponencia, le contesté que en un tema tan complejo como era debatir la crisis de los comunistas, me sentía molesto aparecer como ponente y le proponía que mejor tratáramos todos los asistentes de respondernos a las siguientes preguntas que les proponía: ¿Tiene que generarse el ser comunista, en la sociedad capitalista?, ¿Cómo manifestamos la influencia ideológica del sistema dominante en nuestro comportamiento?, ¿Consideramos básico el conocimiento de la filosofía marxista y leninista, aplicamos en nuestros análisis el materialismo dialéctico?, ¿Cuál es la función histórica del Estado y la Democracia?, ¿Qué entendemos por democracia delegada y democracia directa?, ¿Cómo puede constituirse en clase dominante el pueblo explotado desde una democracia burguesa?, ¿Era soviética la Unión Soviética?.
Mi inconsecuencia entre lo que pienso y lo que hago, me llevó a rechazar lo que pensaba y a ser el ponente que me pedían. Me monté mi intervención, -que quien la lea podrá apreciar mi contradicción-, que además, ante mi manifiesta falta de oratoria la leí, provocando el bostezo, cuando no un pequeño sueño de alguno de los asistentes. Bien es cierto que previendo el sueño relajante que podría provocar mi lectura, pedí a los oyentes que cualquiera en el momento en que se viera caer en el sopor, con toda confianza, me cortase en cualquier momento y me pidiera terminara con el somnífero royo. Desgraciadamente nadie lo hizo. Impuse, o por lo menos lo intenté, contra lo que leí, quise imponer mi panfleto en vez de suscitar la reflexión. Todos los que intervenimos, salvo alguna excepción hablamos y actuamos de la misma forma, sentando cátedra, cuando de cátedra creo estábamos bastante escasos. Salvo alguna excepción la confrontación de ideas de cada uno de los que hablamos, tanto de los ponentes oficiales como los ponentes no oficiales iba acompañada de gestos y expresiones impositivas. Cada uno, íbamos con nuestro royo preparado, tanto los ponentes como los oyentes ponentes, sin ninguna disposición a la escucha. Parecía un dialogo entre sordos, o más bien nos oíamos pero no hacíamos caso de lo oído, en vez de tratar de dialogar y llegar a síntesis que superasen la controversia.
El encuentro lo planteamos mal desde el principio, ya que en vez de centrarnos los diferentes ponentes sobre un tema concreto, cada uno actuó al libre albedrío.
Se realizaron expresiones nada desarrolladas a modo de latiguillo sobre la clase obrera activa o pasiva, como una cualidad en sí misma, en vez de como reflejo de una situación, de la influencia del medio que daba lugar al activismo o al pasivismo, la atomización o la organización. La eterna duda sobre el sujeto histórico. La espera del espontaneismo de las masas que en un momento dado las hará saltar y aferrarse al cuello del capitalismo, desangrándolo, sin ningún proyecto organizativo anterior. Eso sí el partido dirigente esperando ese momento para capitalizar y dirigir el espontaneismo de las masas. Mientras se defendía la necesidad de mantener la memoria histórica, se olvidaba la experiencia histórica, la forma de organización proletaria que permitió los procesos revolucionarios de la historia moderna. El malvado Stalin salió a reducir como el causante absoluto del fracaso de la revolución rusa, sin analizar las causas objetivas del momento histórico que dieron lugar a la acumulación de poder estalinista y de los modernos estalinistas que impiden la democracia proletaria en el seno de los partidos comunistas modernos. Nadie nos culpabilizamos por nuestra incapacidad para evitar que se den esos falsos líderes. Nos resultaba más cómodo acusar a este o aquel errado dirigente de todos los males que sufre y ha sufrido el movimiento comunista internacional, que profundizar en las causas que dieron lugar a la existencia de esos personajes.
Se llegó a decir que tenían que ser los intelectuales los que tenían que crear la nueva forma de poder, que no había que organizarse la revolución, ni crear formas de organización de las masas, que Lenin no las creo, negando con ello algo que considero fundamental, que si bien es cierto que el Soviet, lo mismo que la Comuna, fueron formas espontáneas que crearon las masas, tanto Marx como Lenin supieron ver en aquellas formas de organización, las formas alternativas de lucha y de poder que había que mantenerse y desarrollarse cuando se producian. Pretendía nuestro interlocutor hacernos creer que el Soviet que nació en 1905 desapareció, no fue potenciado por los bolcheviques durante doce años y que volvió a emerger en 1917. Que fue solo la genialidad de Lenin la que elaborando las tesis de abril hizo que se diera el poder a unos nuevos soviets.
Por la forma y por el fondo de nuestras intervenciones dimos prueba de nuestra falta de método en la aplicación del materialismo dialéctico para estructurar un debate sobre unos puntos concretos que nos permitiese desarrollar alguna idea válida que contribuyera al desarrollo de un proyecto alternativo que tiene que ser obra de todos en un proceso, que pienso, dada la situación, tiene que ser largo en el tiempo. Una vez más dimos pruebas de nuestro idealismo marxista, que me atrevo a pensar nada tiene que ver con la teoría y práctica marxista. No todo fue negativo, el propio error, pienso que nos ayudará a no caer en el mismo en futuros debates, que necesariamente se tendrán que dar.
Seguidamente acompaño mi intervención leída por si alguien tiene dificultad en conciliar el sueño.




Contestando al mensaje que me envió el compañero Juanjo Llorente sobre el tema a tratar en esta reunión, le proponía que deberíamos realizarnos varias preguntas que a mi entender nos obligarían a situarnos ante la crisis que atraviesa la izquierda y sobre todo los que aspiramos a practicar y desarrollar la teoría marxista y leninista. Considero que el problema es tan complejo que requiere un amplio debate donde todos los que estamos en esta preocupación, con nuestras propuestas o visión de la crisis, seamos capaces de contribuir a elaborar un proyecto verdaderamente alternativo en lo ideológico, político y organizativo.
Una de las preguntas, antesala de la siguiente, planteaba ¿Tiene que generarse el ser comunista en la sociedad capitalista?. Esta pregunta me la planteo porque si bien es cierto que es imposible que de forma generalizada se pueda efectuar, considero que solo cuando el medio, las condiciones materiales y culturales lo permitan será posible, es decir, en la sociedad comunista, sin embargo, sí considero que es imprescindible que los que teóricamente aspiramos, o nos consideramos comunistas, tenemos que tener un comportamiento comunista en lo teórico y en nuestra práctica política. Es incoherente defender una teoría y luego en nuestro comportamiento no diferenciarnos de la actuación política que pueda tener cualquier defensor del liberalismo. Y cuando digo esto no me refiero solo a la incoherencia que supone, actuaciones tácticas que entran en contradicción con la estrategia, sino por actuaciones mucho más simples. Actuaciones personales cotidianas que realizamos inconscientemente, pero que llevan implícito la influencia ideológica del medio dominante en que nos desenvolvemos. Es decir, aceptamos hábitos de conducta impositivos, cuando como comunistas tenemos que ser ante todo solidarios en nuestra comunicación, saber trasmitir reflexiones sin imponerlas y sobre todo saber escuchar. Agobiados por la forma de vida irreflexiva, instintiva del dinamismo animal impuesto, caemos con facilidad en etiquetar y excomulgar al compañero que tenemos enfrente porque pueda expresar una opinión contraria a la nuestra, en vez de investigar el por qué ese compañero realiza esa manifestación y como dialécticamente le ofrecemos de forma comprensiva la posibilidad de hacerle ver la contradicción en que según nuestro entender ha caído. Porque si lo hiciéramos a lo mejor nos dábamos cuenta que el problema no era de él, sino nuestro, y ello también nos ayudaría a comprender nuestro error y avanzar en la comunicación. Nos daríamos cuenta que todos nos necesitamos, los errados honradamente y los objetivamente correctos.
Entre comunistas con cargos y de base, es muy común caer en el epíteto, en el insulto contra fulanito o menganito personaje político porque realiza actuaciones políticas consecuentemente anticomunistas, cuando, si analizáramos el efecto, y las causas, el desarrollo político personal de ese individuo, llegaríamos a la comprensión correcta, y en vez de caer en el descubrimiento del insulto como solución finalista, nos daríamos cuenta de la trayectoria del errado y también de nuestra incompetencia que objetivamente contribuyó a que esos nefastos personajes hayan escalado a esos puestos de responsabilidad política. Nos daríamos cuenta del error para no caer en él. El refranero popular dice que en el país de los ciegos el tuerto es el rey. Pero generalmente cuando lo aceptamos, no nos sentimos identificados y ello refleja nuestra falta de comprensión de la dialéctica materialista.
Creo que por lo anteriormente expuesto, la siguiente propuesta de pregunta que realizaba al compañero Juanjo se contesta y que era ¿Cómo manifestamos la influencia ideológica del sistema dominante en nuestro comportamiento? Solo añadiría este párrafo de un artículo mío publicado en Rebelión titulado "Enseñanza impositiva y desarrollo personal y colectivo", que decía: "Los seres humanos somos parte del mundo material, de la naturaleza, del medio en que nos desenvolvemos. Dependiendo de que aceptemos en toda su profundidad este planteamiento podremos ser consecuentes en nuestras relaciones con el medio y los demás seres humanos.
El pensamiento dominante al imponernos que nos veamos desde nuestra individualidad, en competencia con los demás seres humanos, nos hace insolidarios e impositivos. Hasta ahora la enseñanza tampoco ha podido librarse de esa nefasta influencia. La enseñanza es dirigista e impositiva, el profesor impone su conocimiento, que aun siendo positiva la trasmisión de su experiencia, condiciona y somete al alumno, hace que se acepte el concepto pero impide el estímulo del espíritu crítico e investigador del alumno. Le hace súbdito del profesor y fomenta el sentido del superior e inferior, cuando vivimos en un mundo en el que todos nos necesitamos. Los que más saben y los que menos saben, todos contribuimos al desarrollo y transformación de la materia, a la supervivencia nuestra, como parte que somos del mundo material.
Por eso le contestaba al compañero Juanjo que me sentía molesto cuando me decía que sería un ponente. Si os dais cuenta, esa expresión, toda la liturgia que la acompaña, el estrado, la posición de los ponentes, frente a los oyentes lleva implícito un mensaje de superior e inferior, ilustrado y oyente sumiso, cuando eso es falso, es válido y asumido en la sociedad del superior y el inferior del sistema capitalista, pero no es válido para el ser comunista. Todos los que estamos aquí pienso que consecuentes con ese pensamiento nos sentiríamos más cómodos en una mesa redonda donde quepamos todos. Los grandes gestores capitalistas cuando se reúnen entre ellos son conscientes de no dar esa imagen frentes a los pueblos de sus respectivos países, vemos reuniones de los jefes de gobierno sentados alrededor de grandes mesas redondas, donde ninguno aparece como superior o inferior, las intrigas y las confrontaciones para demostrar su poder se plantean en otros ámbitos.
Otra de las preguntas que proponía era: ¿Consideramos básico el conocimiento de la filosofía marxista y leninista, practicamos el materialismo dialéctico?. Aquí en el CAUM desde hace dos años venimos reuniéndonos un grupo de asociados y otros compañeros que no lo son, en el taller de Pensamiento Crítico donde tratamos de profundizar en el conocimiento del materialismo dialéctico, y puedo deciros que cada día aprendo más, pero cada día me doy cuenta de lo poco que se. De mi falta de conocimiento del materialismo dialéctico que tiene su raíz en la física y la biología.
De mi anterior exposición se desprende que pongo en duda el necesario conocimiento sobre el materialismo dialéctico. En nuestros análisis solemos caer en la parcelación del problema político manifestado, y ello nos lleva a no profundizar en las causas profundas que lo provocan, que nos impide poder dar una respuesta correcta que sea coherente con el proyecto estratégico, en vez de caer en contradicción con él, como sucede en multitud de ocasiones. Caemos en tácticas que no se corresponden con el proyecto estratégico.
Por poner como ejemplo una situación que periódicamente se sucede. Generalmente denunciamos la falta de igualdad en el tratamiento que se da a los grupos políticos para defender los programas de los diferentes partidos en los procesos electorales, de la influencia de la prensa en la manipulación electoral y el resultado final de las elecciones. Pero, generalmente esa denuncia, se queda en una especie de justificación, porque se entra totalmente en ese juego político, se llega incluso a aceptar los espacios de tiempo que se asignan a los diferentes grupos políticos determinado por el porcentaje parlamentario que tienen.
Admitimos que vivimos en un Estado de Derecho y Democráticos, cuando sabemos que eso es falso, que no puede haber libertad desde la desigualdad económica, por las repercusiones implícitas que conlleva para la formación cultural, política y vivencial. Donde al explotado no se le deja el mínimo de tiempo para poder pensar y es conducido como borreguillo a depositar su voto.
No se nos ocurre profundizar en el problema, realizar un verdadero ejercicio de análisis desde la dialéctica materialista que nos permita ofrecer una alternativa correcta a la práctica de ese juego. Un juego que viene desarrollándose durante más de dos siglos, basándose en esa democracia, en ese estado de derecho impuesto por la clase dominante que ejerce su poder, y que nada tiene que ver con el análisis que realizaron Marx y Lenin sobre el carácter del estado y de la democracia. Nos obligan a ver la democracia desde nuestra individualidad, cada uno es libre para pronunciarse políticamente y aparentemente, olvidándonos de lo dicho anteriormente es verdad. Pero esa confusión nos viene porque no nos vemos como seres sociales que pertenecemos a una clase social. Una clase social sometida políticamente gracias a una forma de poder que siempre controla la clase social minoritaria. Un estado y un juego político que nos impide la vía al socialismo, como equivocadamente nos propuso Carrillo y nos proponen sus herederos a pesar de las repetitivas hostias políticas que esa vía nos está conduciendo.
Y como ya estamos entrando en las preguntas que también realizaba a nuestro compañero que eran: ¿Cuál es la función histórica del Estado y la Democracia?, ¿Qué entendemos por democracia delegada y democracia directa?, ¿Cómo puede constituirse en clase dominante el pueblo explotado desde una democracia burguesa? Trataré de dar mi modesta opinión, aunque más desarrollado lo podréis encontrar en varios trabajos que tengo publicados en Rebelión en la página La Izquierda a Debate donde toco el tema, pero sobre todo en un trabajo titulado Acerca de la democracia y el estado (La vía al socialismo desde la democracia formal burguesa)
Decía Marx que "el estado no es algo colgado del cielo", independiente, en una sociedad dividida en clases sociales antagónicas, sino que el estado siempre ha respondido a las necesidades de la clase dominante en el poder, y que en el caso capitalista le llevó a decir a Lenin que lo que era democracia para la burguesía era dictadura para el proletariado. Es decir, no puede haber un estado interclasista que sea democrático para todos los sectores sociales, que sirva por igual a explotadores y a explotados.
El moderno estado capitalista, basado en la independencia de poderes es una falacia, que solo puede engañar a incautos. Los tres poderes, el judicial, el parlamentario y el gubernamental, más el llamado cuarto poder, el mediático responden al verdadero poder, el poder de la burguesía y más concretamente en la fase imperialista más desarrollada actual, comparada con la que Lenin denuncia en su obra El Imperialismo fase superior del capitalismo, en el poder de la oligarquía financiera y multinacional cada vez más concentrada. En el mundo 200 personas tienen tanto poder económico como 2500 millones de seres humanos, según informa el PNUD.
Ahora, esa falta de independencia de su formalismo democrático se ve más claramente, no pueden evitarlo, son tan evidentes que para intentar ocultarlo, lo hacen asustando a la gente, haciendo creer en los grandes peligros del nuevo coco, una vez desaparecido el mal llamado socialismo real, para justificar las medidas políticas tan claramente antidemocráticas. A nivel nacional, en España vemos como al unísono han coincidido y se han pronunciado los tres poderes, en el caso de la ilegalización de Batasuna y la nueva ley de partidos políticos, con el apoyo unánime del cuarto poder. A nivel internacional lo vemos continuamente, además con la justificación de Naciones Unidas, donde ya el formalismo democrático internacional se lo pasan por la entrepierna. Se destruye Yugoslavia, se invade Afganistán y nos preparan lo que será la gran batalla de todas las batallas contra Iraq.
En otro trabajo publicado en Rebelión bajo el título "El Poder de la democracia" decía:
"Sociológica y económicamente hablando los que tienen poder económico gozan de democracia, objetivamente se sienten libres porque son libres para comprar y consumir, explotar, mandar, castigar y ejercer su cuota de violencia contra los más débiles económicamente. Algunos de los que no tienen poder económico pueden creerse vivir en democracia cuando hacen abstracción de su realidad socioeconómica, pero su situación es muy lamentable: inseguridad laboral, recortes sociales y económicos son la luz que alumbra el despertar de cada día de todos aquellos que depende su subsistencia de la venta de su fuerza de trabajo. Las palabras e ideas abstractas sin concreción material dan lugar a interpretaciones idealistas muy subjetivas que no se corresponden con la realidad objetiva."
"No gozan de los mismos derechos las oligarquías financieras y monopolistas que los sectores sociales cuyo principal y básico bien es la venta de su fuerza de trabajo. Esa realidad material condiciona objetivamente la libertad de los individuos a la hora de expresarse políticamente en el marco del juego político institucional impuesto desde el estado burgués, desde un estado que objetivamente responde a los intereses y necesidades de la clase dominante, la oligarquía financiera y multinacional."
"En la sociedad moderna tampoco consideran a todos los seres humanos iguales. Los propietarios de los medios de producción contemplan a las personas que venden su fuerza de trabajo, no como seres humanos a los que respetar y reconocerles sus elementales necesidades, sino como mercancía de usar y tirar, lo mismo que cualquier otra herramienta laboral. No se privan en así estimarles cuando necesitan cubrir sus necesidades de mano de obra y se dirigen al mercado, a ese mercado de mercancía humana que llaman mercado de trabajo, al mercado de los modernos esclavos. Mercado de trabajo, término peyorativo y denigratorio por si mismo que evidencia la sensibilidad de los gobernantes y de los explotadores. Se refieren a él con la mayor naturalidad los empresarios y los gobernantes, incluso algunos políticos considerados de izquierdas admiten esa terminología con la que se trata a los seres humanos."
El término democracia es entendido también desde la abstracción socioeconómica, como algo al margen de las clases sociales, como algo también colgado del cielo. Desde la izquierda se acusa a los partidos de derechas de antidemocráticos, no se entra en el fondo, aunque como decía al referirme a los procesos electorales se quejan del poco tratamiento que los medios dan a sus partidos, a sus programas y las repercusiones que tiene en los resultados finales.
Olvidan que eso es democracia delegada en la clase política, representada por diferentes grupos políticos, que nada tiene que ver con la democracia directa del pueblo defendida por Marx y Lenin, donde el proletariado podía constituirse en clase dominante y ejercer permanentemente y de forma natural el ejercicio de su responsabilidad política. La democracia delegada en la clase política deviene en alternancia en el gobierno de los partidos de turno, ahora el socialdemócrata o liberal, mañana el republicano o el conservador. Ambos se encargan de gestionar el sistema capitalista, pero al no resolver los problemas que afectan a la gran mayoría de la sociedad se queman y necesitan ser reemplazados por el partido de la alternancia para con una nueva imagen seguir gestionando el sistema capitalista. El partido de izquierdas que confundidamente acepta ese juego, termina siendo absorbido e integrado en la defensa del sistema capitalista.
Sin embargo, la democracia directa se empieza a ejercer por los explotados, desde el estado capitalista, paralelamente a las instituciones del estado burgués. Esa democracia directa en un principio es reivindicativa, pero a medida que se desarrolla se convierte en forma de poder. Llegado el momento y ante una situación de crisis, se plantea la toma del poder. Una vez conseguido constituida en clase dominante, esa forma de democracia directa permite administrar el bien colectivo socializado, desde los niveles más directos como es la fábrica o el lugar de trabajo donde materializa su necesidad creativa productiva, desde los barrios, desde los centros de formación y cultura, etc. hasta los niveles superiores de planificación regional, nacional o internacional de la economía. Una democracia que permite el control permanente y directo del pueblo, así como la posibilidad de revocación de los cargos elegidos, tanto a nivel de base como en los niveles superiores de gestión.
En el trabajo anteriormente citado, Acerca del estado y la democracia, relato la única experiencia histórica que se ha dado, como desde una democracia burguesa desarrollada, con la acción organizativa de masas paralela, combinada con la acción política institucional se hizo posible la toma del poder de forma pacífica y el paso del capitalismo al socialismo a través del sufragio universal. Y una vez que gracias a las masas organizadas desde las calles se impidió un intento de golpe de estado para neutralizar a los comunistas, ya que las encuestas anunciaban ganarían en las próximas elecciones. .
Ese poder basado en la democracia directa posteriormente no se tuvo en cuenta en aquel país, y se siguió funcionando con la vieja maquinaria del estado burgués, con la democracia delegada, marginándose la acción directa del pueblo, sustituida por la delegación en el partido, lo cual dio lugar a que 20 años después tuvo que ser salvado aquel socialismo que se caía con los tanques soviéticos.
Y entramos ya en la última propuesta de pregunta a realizarnos, ¿Era soviética la Unión Soviética?. Digo que no, que solo lo fue al principio, sobre todo para la toma del poder, pero como decía Lenin en la Rusia de 1917 no se daban las condiciones objetivas para que el socialismo pudiera mantenerse, pero tampoco se podía dar marcha atrás, y aceptar la propuesta reformista basada en el poder de la democracia delegada a través de la Duma burguesa. El poder soviético fue aceptado pero no se pudo desarrollar, por los condicionantes que Lenin señaló. Tuvieron que pasar más de 70 años para que aquella valoración de Lenin se confirmase. Desaparecido el funcionamiento de democracia directa, convertido ya en el mal llamado socialismo real, cayó como un castillo de naipes. Pero ese debate requiere, pienso, un tratamiento muy especifico que nos desborda en este momento, por lo cual invito a que lo tratemos en otro momento como tema exclusivo. Conviene recordar que la constitución soviética que malamente funcionó al principio y que después de la muerte de Lenin desapareció en su totalidad, formalmente fue derogada formalmente a propuesta de Stalin el 11 de junio de 1936. Lo que existía en la URSS de soviético era el nombre, el contenido desapareció muchos años antes.