VOLVER A LA PAGINA  PRINCIPAL
La Izquierda debate

De guerrillero a ecologista
"Las luchas son las mismas porque los sueños no han cambiado"

Por Pablo Cingolani

Jorge Eduardo Rulli, nuestro entrevistado, fue uno de los "bronces" de la Resistencia Peronista, el proceso histórico por el cual el pueblo argentino entre 1955 y 1973, utilizando todos los métodos de lucha, acorraló a la oligarquía. El 11 de marzo de ese año, el peronismo volvió a arrasar en las elecciones que posibilitaron el retorno de Perón desde el exilio y su posterior 3ª. presidencia. Pero cuando muchos creían que estaban a un paso de la "patria socialista", vino la Triple A, la dictadura militar más atroz que se recuerde con su secuela de 30.000 muertos y desaparecidos, los "carapintadas", la hiperinflación alfonsinista, las privatizaciones y las relaciones carnales con el Imperio de la etapa menemista y el "corralito" y el hartazgo de la mayoría de los argentinos que en las jornadas de diciembre de 2001 le dijeron a los que mandan: Basta. ¿Qué pasó? ¿Qué sucedió en Argentina para que haya corrido tanta sangre y que aún no haya florecido? Un militante político de toda la vida nos brinda algunas claves.

Rulli, usted comenzó a militar en política hace más de 40 años. Empezó en la resistencia armada, ahora es ecologista, ¿qué es lo que cambió y lo que no cambió en su historia política personal?
La situación del mundo es la que cambió de manera tremenda. Me suelo rebelar ante los discursos que siguen levantando banderas antiimperialistas de una manera que intenta negar las nuevas realidades e impactos de la Globalización. Yo en los años 54 y 55 comencé una militancia en el Peronismo, que era uno de los tantos movimientos de liberación Nacional de la Posguerra. Nos inspirábamos en modelos de la época y vivíamos con intensidad los desafíos ideológicos de la guerra fría. Hoy quizá sea fácil olvidar que el rostro dominante del Socialismo era entonces Stalin, sus inmensos campos de concentración, Yalta y la división del mundo en áreas de influencia por parte de las grandes potencias, pero nosotros no podíamos ignorarlo porque el partido comunista local jugaba abiertamente con los norteamericanos…. Nosotros teníamos como guías a Nasser y en especial a los argelinos que fueron quienes nos inspiraron los modelos de la lucha armada y de la construcción de los escalones políticos y militares de la lucha revolucionaria. Hoy el Zapatismo, Bové y los campesinos franceses, las nuevas lecturas de Marx y la reivindicación de los procesos de rebeldías populares, el revival de sentimientos libertarios, el ascenso de los pueblos indígenas, las nuevas religiosidades y en especial el Ecologismo han cambiado el rostro de la Revolución, lo han humanizado, lo desprendieron de las cuestiones de la toma del Poder, lo desconectaron de los modelos de guerra o de lucha militar, lo arraigaron a la tierra y a lo local, le dieron otra escala… No es poco… Yo seguí ese proceso más por intuición que por desarrollo intelectual. Y el grueso de mi generación no me acompañó en esta aventura de pasar de la lucha armada durante los años sesenta y de los campos de capacitación en Cuba y en China, y luego en los setenta los planteos insurreccionales y las luchas del Che, a la No violencia, a las producciones de autoconsumo y a la revalorización de la vida campesina, al parto natural y la educación de los niños en la casa, el tomar la salud en las propias manos y el hacerse crítico feroz de los modelos rurales extensivos y de la sociedad de consumo. Hoy sin embargo con el GRR hemos constituido un movimiento extenso y nos estamos planteando ser reconocidos como protagonistas por el Poder, nos acompañan en especial los jóvenes y muchos de ellos son los hijos de los viejos camaradas de las luchas revolucionarias de los 60 y de los 70. Las luchas son las mismas porque los sueños no han cambiado, quizá la diferencia sustancial es que ahora no pretendemos sacrificar el presente en nombre de un horizonte de utopía. Somos conscientes que el paraíso se conquista cada día y que se trata de vivirlo con intensidad, con alegría y con responsabilidad personal.
En los 70 se buscaba por medio de la lucha armada la toma del poder y la construcción del socialismo. No se tomó el poder y, en los hechos, a partir del golpe militar del 24 de marzo de 1976 se reestructuró el capitalismo en la Argentina.

¿Cuál es su balance de esa experiencia colectiva que involucró a gran parte de su generación?
Sí, confundimos lo militar con la propuesta de cambios y terminamos juzgados por los instrumentos que utilizamos y masacrados por las fuerzas más abominables y terrorífica que ayudamos a desatar porque creyendo en agudizar las contradicciones alimentamos la idea perversa y banal de que "cuanto peor mejor..." En realidad lo peor para mí por sus consecuencias, fue la derrota interna en el Peronismo, cuando los sectores provenientes de las clases medias altas se apropiaron con el respaldo de Cuba del proyecto revolucionario e impusieron un esquema lineal de guerra prolongada, con prioridad de lo militar sobre lo político, con criterios autoritarios y sin respeto por el liderazgo postrero de Perón. En el 73 estos sectores recibieron el gobierno de cinco provincias, entre ellas las más importantes como Córdoba y Buenos Aires, dominaron también la Universidad de Buenos Aires y el Ministerio de Educación, organizaron desfiles conjuntos con las Fuerzas Armadas y manejaron las políticas Culturales prácticamente en todo el país. Con todo ello no hicieron en dos años más que enajenarse absolutamente las simpatías de la población. Estaban convencidos que la Cultura es algo que se impone desde arriba, que el manejo del Estado y la generación de políticas debe subordinarse a la lucha por el Poder, lucha que ellos imaginaban absurdamente como algo que se toma por asalto, tal como pudo hacerse alguna vez con el Palacio de Invierno o con la Casa de Gobierno de Batista… Fue un problema de paradigmas, en el pensamiento político se quedaron en la guerra de trincheras y en la práctica cotidiana de la Argentina de aquellos años obligaban a los Decanos de Facultades Universitarias y a los altos funcionarios a operar de noche robando vehículos y manteniendo el aparato militar, mientras descuidaban irremediablemente la acción de Gobierno… Un dislate total… Nos arrastraron a la Contrarrevolución y a la Dictadura militar terrorista convencidos que eso era bueno porque aceleraba la llegada del Socialismo… La represión los barrió, nos barrió a todos, in misericordiosamente en pocos meses, pero los Montoneros se ocuparon de mantener el simulacro de guerra civil con módicas incursiones de aventureros y suicidas en operativos que denominaron pomposamente "Contraofensivas", de tal manera de mantener el clima ficticio de guerra e impedir que surgieran otros protagonismos sociales contestarlos. Las consecuencias de esta acción de tenaza fue que el país quedó absolutamente devastado, demolido sistemáticamente, más de treinta mil cuadros desaparecieron, el pensamiento argentino involucionó cincuenta años…
Usted es parte de un colectivo llamado Grupo de Reflexión Rural. En una comunicación personal, usted me decía: "el GRR viene creciendo aceleradamente en esta situación que denominamos ´estado de gracia´, un momento político en que se diluyen tanto la oposición como el oficialismo y en que resulta conveniente proponer y avanzar con proyectos y miradas de reconstrucción". ¿Cuáles son esos proyectos y esas miradas?
Sí, el GRR se ha puesto en sintonía con los nuevos pensamientos y acciones de la Resistencia Global, haciendo el esfuerzo de repensar desde lo colectivo a la Argentina del mañana. Se trata de inaugurar una mirada profundo, desde la hondura americana, desde lo fundante, tenemos que cambiar los paradigmas, ser capaces de recobrar pensamientos complejos… Con el actual Gobierno retornan los sectores medios protagonistas de los años 70, con sus aciertos y con sus errores de entonces, pero ahora sin la peligrosidad que implicaron para quienes pretendimos debatir ideas y terminamos emboscados militarmente… Esta Argentina aprendió duramente el valor de la Democracia y nosotros estamos dispuestos como GRR a ofrecer nuestros mayores aportes con desinterés, porque la Catástrofe del 2001 de la que no hemos salido todavía, no deja demasiadas esperanzas… Lamentablemente el Gobierno prioriza las luchas políticas a la construcción del Estado y el Presidente demora largamente cada nombramiento mientras los que siguen manejando las políticas y las relaciones exteriores son los viejos personeros de la etapa neoliberal…
El GRR propone, entre otras definiciones, "incorporar al imaginario colectivo urbano y a la agenda política los temas propios del mundo rural". Quisiera que me explique los alcances de esa propuesta y como se desarrolla en un país esencialmente urbano como es hoy la Argentina.
Eso de que la Argentina es un país esencialmente urbano es justamente uno de los mitos que cuestionamos. En realidad somos una Republiqueta Sojera y el modelo rural de despoblamiento terminó hacinando enormes poblaciones paupérrimas en las grandes conurbanos. De poder haber sido un paraíso semirural terminamos siendo un infierno urbano. Hoy con un país con su industria desmantelada, las ciudades se hacen inhabitables, ya sea por la creciente inseguridad, por los colapsos ambientales, la falta de comida, la abundancia de droga, los chicos de la calle… las policías mafiosas y los políticos que gobiernan con el más desenfadado clientelismo… Y en medio de ese caos urbano, no faltan los sectores radicalizados que se esfuerzan por construir islotes de socialismo en torno a proyectos productivos tales como panaderías y comedores comunitarios en los que se alimenta a los pobres con soja transgénica… No podemos respetar esas miradas sesgadas y los hemos cuestionado duramente. Les hemos dicho que deberían buscar que Monsanto les subsidie el comunismo piquetero que organizan de espalda a los grandes territorios ocupados por los monocultivos y las empresas exportadoras…
También el GRR propugna el "rediseño poblacional" del territorio argentino. Es ambicioso. Lenin le dijo al escritor Wells, tras el triunfo de la revolución bolchevique, que las ciudades iban a terminar siendo obsoletas y que, algún día, serían demolidas pero eso no sucedió. Pol Pot fue más allá: planteó que los pobladores urbanos eran "parásitos" y vació las ciudades de Camboya. Arlt pensaba algo parecido: en Los siete locos, habla del proletariado como un rebaño de cobardes que no iban a romperse el lomo a las montañas y a las selvas. Aquí, en los Andes, hay fuerzas políticas que promueven una especie de renacimiento del Tawantinsuyu en medio de una acelerada urbanización desordenada. ¿Ustedes que quieren?
Nosotros nos proponemos alcanzar la Soberanía Alimentaria. No en el sentido o con el matiz con que se lo puede interpretar en Cuba sino más bien como lo plantea la Vía Campesina. Nos referimos a que proponemos el Desarrollo Local y el retorno a formas familiares de arraigo y producción de alimentos que respeten una escala, es decir, que no se propongan como ocurre ahora el crecimiento desmedido como un objetivo inevitable. La escala debe ser local tal como el gobierno y el esfuerzo del conjunto debe colocarse en la búsqueda de la calidad de vida y en resolver los desafíos energéticos e informáticos por caminos no tradicionales, nos referimos a que debemos evitar los caminos secuenciales ensayados ya por el capitalismo urbano industrial tanto en las sociedades de un lado como del otro del muro. Y sería bueno y a propósito de Lenin que alguna vez nos interrogáramos sobre cómo habría sido el socialismo del que tanto hablamos, si en vez de imponerse en Rusia los partidos que expresaban a los proletarios urbanos hubiesen triunfado en aquella Rusia campesina las organizaciones revolucionarias que expresaban a los narodnikis, las comunidades campesinas que en cambio fueron luego exterminadas o sometidas al paradigma triunfante del desarrollo industrial y de sacrificar las generaciones vivientes en nombre del Progreso…
Según se puede leer en el tomo III de La voluntad, usted conoció y frecuentó a Rodolfo Kusch en los peores años de la última dictadura militar que asoló a la Argentina. Kusch fue uno de los primeros pensadores latinoamericanos que sistemáticamente criticó tanto al liberalismo como al marxismo como las dos caras de la misma moneda de la filosofía del progreso. A partir de ahí, buceó en la cosmovisión indígena americana, en especial en la de las culturas andinas, buscando una comprensión del mundo que pudiese superar al racionalismo occidental. ¿Influyó Kusch en usted?
Sin duda que influyó y mucho. Con Kusch pude asumir y poner palabras a mucho de lo que mi generación proponía y en especial al pensamiento que caracterizaba a la cepa histórica de la Juventud Peronista a la que yo pertenecía y a la que perteneció asimismo Vallese, Bechy Fortunato, los Rearte, Spina, Ferrari e inclusive Cacho ElKadri, entre muchos otros. Mi sueño era poder expresar alguna vez como en el México insurgente que la Revolución era un viaje hacia el centro mismo de la propia Cultura. En la Argentina por lo contrario decíamos que los peruanos descendían de los Incas y nosotros de los barcos… Era nuestro humor tanguero… pero no era verdad. Con Kusch descubrí la entraña de lo popular, la Cultura encarnada, lo fundante del pensamiento con la tierra. Este religarme, esta nueva visión de la cultura y del pensamiento popular me permitió años más tarde reencontrarme y con religiosidad en la herencia de mis ancestros italianos, me refiero a una remota aldea de los Abruzzos, donde reencontré las mismas formas ecoconvivenciales y similares modos campesinos que en el Norte Argentino y en Bolivia.
Usted es un enemigo declarado de los transgénicos. ¿Por qué?
La llamada Revolución Biotecnológica continúa la Revolución Verde que nos trajo la última posguerra con su secuela de contaminación, desertización de los suelos y manipulación de los mercados por las multinacionales. Pero en este caso los riesgos para la humanidad han sido infinitamente mayores. La ingeniería genética se basa en un modelo científico, me refiero al descubrimiento del ADN, que ya tiene cincuenta años y que se considera hoy en muchos círculos científicos como absolutamente obsoleto. El modelo decía que cada gen correspondía a determinados caracteres, que la materia imprecisa que los une era tan sólo expresiones arqueológicas que llegaron a denominarse con ligereza como ADN chatarra, y que la ingeniería capaz de cortar genes del ADN de una especie y trasladarlos al ADN de otra, así fuera de otro reino de la Naturaleza, le abría a la ciencia por traslado de caracteres el dominio de la vida de tal manera que, se dijo con soberbia que la Biodiversidad quedaba en manos ahora de la ingeniería genética. Bueno, todo eso ahora es sólo discurso basura del que hay que arrepentirse… La cosa es mil veces más compleja, el último escalón de la vida distan de ser los genes del ADN y la transmisión de la herencia es bastante más complicada de lo que se pensaba. El problema es que sobre aquel modelo obsoleto existen en el mundo setenta millones de hectáreas sembradas con trasgénicos, que millones de animales se alimentan con forrajes genéticamente modificados y que millones de consumidores ingieren a diario subproductos como harinas, aceites y lecitinas provenientes de la soja y del maíz transgénico. El mundo se ha tornado así un gran laboratorio de consecuencias imprevisibles. Retroceder parece imposible porque los negocios montados sobre la patraña científica abarcan miles de millones de dólares y les han permitido a las Transnacionales como Monsanto/Cargill controlar los mercados alimentarios mundiales y expropiar a los pueblos de su seguridad alimentaria a la vez que a los campesinos de su derecho a las propias semillas. El mundo entero se halla actualmente contaminado por estos genes recombinantes que están ya en otras plantas, en los microorganismos del suelo y en nuestra flora bacteriana, y además nos hallamos en medio de lo que se denomina la "sexta extinción", enfrentado una catástrofe climática, de desertificación y extinción de especies inimaginable pero en curso y acelerándose…
Como señaló más atrás, usted ha calificado a la Argentina como una "republiqueta soyera" y alertado sobre la perspectiva de un colapso de suelos que conllevaría un colapso social. ¿Qué propone para revertir eso?
Nosotros proponemos en una primera instancia el acotar el modelo de monocultivos, protegiendo a la apicultura, las producciones orgánicas y las producciones locales y campesinas. Proponemos también alentar la propia producción de semillas para podernos plantear con posibilidades alguna vez el cambio del modelo rural. Predicamos el volver al campo y recuperar la mística de la lucha por la tierra y del derecho al arraigo. Más tarde o más temprano deberemos reconocer también, que los suelos hoy al borde del colapso por el abuso de agrotóxicos pertenecen a nuestro descendientes y que la Ley debería hacer cesar el dominio sobre las tierras ecológicamente maltratadas.
Un principio de identidad de cara al siglo XXI podría decir: dime lo que comes y te diré quién eres. Los gobiernos neoliberales se preocupan (o hacen que se preocupan) por la seguridad alimentaria de los pueblos. Eso ha conducido a situaciones tan trágicas como son las donaciones de alimentos de cultivos transgénicos de parte de los Estados Unidos al gobierno de Bolivia. Esos alimentos, a la vez, forman parte de esos también trágicos planes de trabajo eventual por alimentos. Según su criterio: ¿cómo rompemos la cadena y cómo pasamos de la seguridad a la soberanía alimentaria?
Las ayudas alimentarias norteamericanas son consecuencia del modelo impuesto de exportación de commodities en que sobran granos en los mercados mientras se extiende el hambre en las poblaciones. Pero además esas ayudas acrecientan el desvalimiento de los pueblos. Son un instrumento del Imperio que le posibilita subsidiar a los propios farmers a la vez que liquidar las economías campesinas y los circuitos de autoproducción de alimentos de los países del tercer mundo. El reciente rechazo por parte de cuatro países africanos a las ayudas alimentarias norteamericanas justificándose en que sus pueblos no comen transgénicos, han sido un hito en las luchas por la recuperación de las Soberanías Alimentarias.
Bolivia es un país donde, al menos en los papeles, a través del Decreto 25929 rige una prohibición para el ingreso de transgénicos. A la vez, en estos días, es fuerte una campaña mediática firmada por la Asociación de Productores Ecológicos de Bolivia oponiéndose a la introducción de cualquier tipo de cultivo transgénico. Desde su punto de vista, ¿qué más se puede hacer?
Bolivia es presa codiciada por su Biodiversidad y porque es el corazón campesino de la América del Sur al que quisieran doblegar. Demasiadas veces han intentado las empresas de Biotecnología entrar con sus semillas genéticamente modificadas y lo seguirán intentando. Sencillamente tienen que estar los bolivianos más orgullosos de sus variedades y evitar las contaminaciones. El caso del modelo de la Soja me parece más peligroso. En los diarios de Buenos Aires la publicidad de Syngenta muestra el nuevo MERCOSUR de la Soja y la mancha abarca partes muy amplias de Brasil, Uruguay, Argentina y Paraguay, y además todo el chaco y el este boliviano. No cuesta mucho darse cuenta de las intenciones que llevan... La planeada Hidrovía Paraná Paraguay apunta no solo al Humedal brasileño sino también le da salida a las sojas transgénicas por el Puerto de Cargill desde el oriente boliviano. Las fuerzas políticas bolivianas deberían comprender que la soja es un sistema global que implica dependencia tecnológica, contaminación transgénica, agricultura sin agricultores y con despoblamiento, concentración de tierras y modelo de agro exportación. El sistema de la Soja es planetario y aunque en diferentes situaciones los sufren todos los pueblos del mundo que se hallan impactados por la nueva economía de commoditización, agriculturización con desplazamiento de la ganadería a corrales de engorde con nuevos flagelos como la vaca loca, y además deterioro de la vida y de la cultura alimentaria con profusión de aceites de mala calidad y lecitinas de origen transgénico como emulsionantes en las nuevas cadenas de alimentos chatarra agro industrializados.
Rulli: usted empuñó las armas. Hoy: ¿qué es ser revolucionario?
Ser revolucionario hoy es ser capaz de tener el pensamiento abierto a los nuevos modelos, estar perceptivo a las nuevas demandas y a las respuestas que se elaboran por todas partes. Porque el mundo es un hervidero de luchas complejas y sólo debemos aceptarlas, reordenarlas y saber cuándo aplicarlas en el escenario en que nos movemos. Y en este sentido es preciso reconocer que es una época fascinante. El común de la izquierda lamentablemente tiene ante lo nuevo un primer gesto de rechazo, de cerrazón intelectual… No podemos ni debemos permanecer atados al pasado, a los viejos modelos que han fracasado o engendraron situaciones autoritarias que enajenaron el presente en nombre de lo por venir. Otro tema que caracteriza la actitud revolucionaria hoy es a mí entender el de la responsabilidad personal. Quien quiere cambiar la Sociedad debe estar dispuesto en primera instancia a cambiarse a sí mismo y ello implica hacerse responsable de los propios actos no importa lo pequeño que parezcan y seguir un camino con corazón. Porque reivindicamos la escala de lo humano rechazamos abrazar lo macro para abjurar de lo pequeño. Ese paradigma del desarrollo y la idea del Progreso que entrañaba nos condujeron al camino terrible del cambio climático, de la contaminación generalizada, del gigantismo urbano y de la sexta extinción. Hoy ser revolucionario es reconocer que existen tres Ecologías, la espiritual, la social y la ambiental. Quien no acepta que la Tierra es la casa del Hombre no asume en toda su plenitud y posibilidades su propia humanidad y se resigna a las reivindicaciones comunes. Ellas pueden ser justas, pero la lucha contra la iniquidad y la opresión del hombre por el hombre no bastan hoy para justificar los sueños por un mundo mejor y comprender los genocidios con que se los reprimió. No es por obtener el desarrollo económico que tantos héroes sociales dieron su vida sino por un sueño más grande que debemos aprender a descifrar. Hacerlo es la tarea de un revolucionario.


La Paz (Bolivia), Buenos Aires (Argentina)
Febrero de 2004