La Gran Cama y la insurrecci�n popular
(La
revoluci�n por debajo de la cama)
James Petras
- Rebelion
Traductor: Germ�n Leyens
Dedicado a las Madres
de la Plaza de Mayo
Este relato se basa en numerosas
historias que me han sido contadas por amigos y compa�eros que participaron
activamente en el Argentinazo. Estoy en deuda con ellos por su tiempo y su confianza
al compartir conmigo sus experiencias y observaciones personales. Sin duda este
relato ser� atacado por los que lo consideren ofensivo, como una provocaci�n
anarquista basada en rumores. Todo lo que les puedo contestar es que conf�o
m�s en las versiones de los que luchan en las calles que en las de sus cr�ticos.
La Cama era grande. Ten�a que serlo, porque debajo estaban los dirigentes de
toda la izquierda argentina, adem�s de los l�deres de las tres confederaciones
sindicales.
Si uno se atreviera a formular una pregunta impertinente dir�a: �Qu� hac�an
debajo de la Gran Cama durante el levantamiento popular -el hist�rico Argentinazo?
Muchas cosas (que s�lo ellos podr�n referir) y nada. Esta parad�jica situaci�n
tiene una explicaci�n f�cil. Los l�deres pasaron varios d�as y noches discutiendo
entre ellos y dentro de sus grupos y publicando muchos manifiestos revolucionarios
desde sus sitios fijos bajo la cama. A diferencia de aquellos militantes que
sucumbieron a la fascinaci�n de la insurrecci�n, los l�deres brillaron por su
ausencia de las manifestaciones de masas, marchas y de los programas de distribuci�n
de alimentos en los supermercados.
Bajo la cama, la izquierda
estaba distribuida en cuatro esquinas seg�n su sabidur�a: la electoral, la intelectual,
la revolucionaria y la voyeurista. En la mitad de la cama se amontonaban los
dirigentes de las tres centrales sindicales: la oficial, la disidente y la disidente
extraoficial.
El cuadril�tero de la izquierda
revolucionaria, por su parte, estaba subdividido entre el Partido In-Operario
(PiO), el Partido de la Revoluci�n Socialista-Para Ayer (PRS-PA), Partido de
la Revoluci�n Socialista-Para Ma�ana (PRS-PM), Partido Bolchevique Sin-Saqueo
(PB-SS) y los dos segmentos del anteriormente unificado Partido Proletario (
PP) dividido entre el PP-AL (Partido
Proletario Anti-Lumpen ) y el PP-AE ( Partido Proletario Anti-Espontaneidad.)
Antes del Argentinazo, el
PiO mostraba generalmente las pancartas m�s grandes de auto-bombo en todos los
desfiles. Pero en el Argentinazo no se dejaron ver para nada. Pero lo compensaron
publicando la mayor cantidad de panfletos, anuncios y manifiestos a las "masas
que se levantan." Fueron tan generosos con sus consejos a los trabajadores
rebeldes como cautelosos en la protecci�n de sus cuadros.
La ausencia de todos los
dirigentes de la izquierda revolucionaria no fue el producto de alg�n consenso
entre los pendencieros Secretarios Generales, fue m�s bien el resultado de deliberaciones
entre cada secretario general y su politbur�.
El PRS-PA argument� que
el Argentinazo no cumpl�a con los requerimientos de una revoluci�n -no hab�a
soviets, ni siquiera aquellos de car�cter reformista. En el mejor caso, dijeron,
se trata de una rebeli�n popular. La raz�n porque la que no se trataba de una
revoluci�n, seg�n el Secretario General, es que no hab�a una vanguardia revolucionaria.
La vanguardia debiera prepararse para intervenir si y cuando aparecieran los
soviets, seg�n un documento interno que circul� bajo la Cama.
El PRS-PM consider� que
las condiciones objetivos y subjetivas no estaban maduras. Seg�n su Secretario
General el Argentinazo fue s�lo la primera etapa de un "proceso molecular,
cuyo car�cter de clases a�n no se hace visible".
El PiO llam� a sus cuadros
a vender el peri�dico, pero que se abstuvieran de participar en confrontaciones
directas, a fin de evitar "que se confunda nuestro programa con la l�nea
de frente popular de los caceroleros de clase media". Seg�n un documento
interno, "en las manifestaciones los trabajadores y los desocupados estaban
mezclados con la clase media, y era importante esperar hasta que se desarrollara
una mayor polarizaci�n para aclarar la situaci�n".
Las dos alas del PP estuvieron
ausentes del Argentinazo porque "no hab�a liderazgo program�tico o pol�tico".
En una palabra, las masas no consultaron a la vanguardia. Seg�n los dos or�culos
de los dos PPs, el saqueo de negocios no era el camino a la revoluci�n. Seg�n
los dirigentes de los PP, el camino correcto era que los oficinistas y los trabajadores
de los supermercados se unieran con su partido y exigieran la expropiaci�n del
capital. La divisi�n entre los PP se hallaba en el tema de la caracterizaci�n
del "proceso". Un sector, el PP-AL, sosten�a que el "llamado"
Argentinazo fue b�sicamente una "actividad dominada por el lumpen que,
sin embargo, incluy� a algunos j�venes desocupados desorientados, a los que
debieran aproximarse los cuadros del PP."
La otra secci�n, el PP-AE
argument� que hab�a sido una protesta "puramente espont�nea" sin direcci�n
ni programa, que corr�a el peligro de ser infiltrada por la extrema derecha,
peronistas, oportunistas, etc... El Secretario General orden� que sus cuadros
volvieran a las f�bricas y convocaran a asambleas para discutir una Huelga General,
y que no se dejaran distraer por la juventud peque�o burguesa rebelde.
Los dirigentes de la Confederaci�n
Sindical se reunieron en la mitad de la Gran Cama. El Gran Califa del Sindicalismo
Oficial denunci� al Presidente despu�s que �ste hab�a sido obligado a demitir,
y defendi� al Presidente siguiente, antes de que �l renunciara. Su principal
objeci�n fue que el gobierno hab�a confiscado los fondos de pensi�n del sindicato,
lo que impidi� que el Gran Califa terminara de pagar las cuotas para su penthouse
multimillonario en Miami. El Presidente del Sindicato Disidente Oficial denunci�
al Presidente antes de que dejara el cargo y se sac� una foto con el segundo
Presidente durante su primer d�a en el puesto. Calific� el Argentinazo de una
"victoria para el pueblo sobre el FMI y los Bancos" y pas� a decirle
a la gente que volviera a sus casas y que esperaran hasta que el nuevo Presidente
realizara la "revoluci�n nacional popular". Ya que habl� desde debajo
de la cama, s�lo sus funcionarios remunerados lo escucharon y aplaudieron. El
Secretario General de la Confederaci�n Disidente-No-Oficial, fue el m�s vehemente
en su denuncia del Presidente saliente. Durante el Argentinazo hab�a estado
tan profundamente ocupado en la elaboraci�n de un Programa para Combatir la
Pobreza, que no hab�a visto a los pobres enfrentando a la polic�a en las calles
y aliviando su pobreza al llevarse alimentos de los supermercados. Durante el
levantamiento, el Secretario General estuvo negociando con otros dirigentes
sindicales. Seg�n un portavoz, su ausencia de todas las marchas y reuniones
masivas en las plazas, fue debida a su preocupaci�n por la planificaci�n estrat�gica.
No pod�a perder su tiempo con protestas de todos los d�as.
La izquierda electoral salud�
la ca�da de los Presidentes y exigi� nuevas elecciones. La izquierda de la izquierda
exigi� elecciones a una asamblea constituyente, en la reuni�n de conmemoraci�n
de los 30 combatientes callejeros que murieron. Sin duda los diversos partidos
de izquierda revolucionario-electoralistas encontrar�n excelentes razones para
luchar entre s� por la "hegemon�a" en las listas electorales.
Algunos intelectuales de
izquierda estuvieron suficientemente enfurecidos para unirse a los manifestantes
callejeros (sus cuentas bancarias hab�an sido congeladas y no pudieron salir
de vacaciones.) Algunos escribieron sobre el "fin del neoliberalismo"
y el "significado hist�rico del 20 de diciembre" bas�ndose en su observaci�n
de los eventos televisados, las noticias en Internet y, en algunos casos arriesgados,
las observaciones hechas desde sus balcones y los informes de los vendedores
de los quioscos vecinos. El sonido y la furia de las manifestaciones de masas
resonaban en sus palabras escritas, pero no se oy� ni una palabra de su parte
en las plazas y en las avenidas ensangrentadas.
Los mirones de izquierda
estuvieron de verdad en las calles -a t�tulo personal. Ellos s� que olieron
el gas. Vieron a las muchedumbres, desde lejos. Se movieron r�pida y perceptiblemente
cuando apareci� la polic�a a caballo. Vieron las caras ensangrentadas, a las
Madres golpeadas, a los combatientes callejeros. Tomaron nota de todo. Se quedaron
impresionados por el coraje de los manifestantes y perturbados por la violencia.
"Si s�lo las cosas hubieran continuado pac�ficamente..." fue un refr�n
com�n enviado a su larga lista de corresponsales de correo electr�nico.
La Gran Cama hosped� a la
Izquierda organizada. Todos estaban dispuestos a salir de debajo de la Gran
Cama y presentar batalla cuando las condiciones est�n maduras, el lumpen
se quede en las villas, y los proletarios nos llamen- no cualesquiera trabajadores,
ten�a que ser una clase obrera disciplinada, organizada, con ciencia de clase,
agrupada en soviets.
Mientras tanto, con la multitud
rebelde en las calles y la polic�a utilizando munici�n de guerra, el mejor lugar
para desarrollar una perspectiva clasista pr�stina y l�cida era... debajo de
la Gran Cama