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Música latinoamericana: cuatro ritmos, un continente

Santiago Masetti
Agencia Periodística del Mercosur
9 de enero de 2004


Buenos Aires, 09-01-04, (APM).- América Latina y el Caribe modificaron en forma notoria el panorama musical del siglo XX. Nuestro continente es la madre de donde nacieron, entre otros, el Tango en los barrios bajos de Buenos Aires, el Samba como autentico ritmo de Brasil, el Son de Cuba y el Reggae de Jamaica.

Para la musicóloga francesa Isabelle Leymarie la música latinoamericana como tal surgió en el siglo XVIII, en Santo Domingo, donde los esclavos crearon el chicha, una danza que conquista las demás islas del caribe y que la iconografía europea de aquel entonces representa como un baile cortés acompasado. En Brasil, donde la influencia bantú es muy notable, se conservan aún instrumentos de origen africano como la marimba portátil.

Desde que los españoles conquistaron América, entre una de las tantas manifestaciones culturales que fueron reprimidas se encuentra la música y el baile de los indios, especialmente perseguidos por el clero católico. Los franciscanos y los jesuitas evangelizaron, es decir impusieron por la fuerza sus pautas religiosas a los americanos, y abrieron escuelas donde se enseñaban canciones cristianas. Desde el comienzo de la conquista se abrió un proceso de "criollización" de la música, con componentes locales, europeos y africanos, este último debido a los rasgos aportados por las comunidades esclavas.

De 1900 a 1905, en el Río de la Plata, el tango cantado en lunfardo se escuchó en bares y burdeles. El Tango de la época, "canalla y vulgar", fue rechazado por las clases altas argentinas que lo denigraban. En 1910, en los barrios porteño de Almagro y La Boca aparecieron los primeros tríos de clarinete o flauta, violín y guitarra o arpa. Posteriormente se incorpora para darle forma a las agrupaciones denominadas "de cuarteteros", que solían ejecutar sus temas en la tabernas de ambiente portuario. De allí parte el Tango, hasta llegar al centro de Bueno Aires.

En 1905, el ritmo de los porteños y los rioplatenses llega a Europa y a Estados Unidos. En 1912 en la capital francesa, y al ritmo del "dos por cuatro", esta música del Cono Sur causa sensación en Alemania y también se difunde en América Latina.

La iglesia católica, de gran influencia ideológica en la región, consideraba al Tango como un baile "lascivo" que debía ser prohibido, pero su triunfo en el extranjero propicia que la burguesía porteña se reconcilie con esta música y olvide su origen popular y marginal.

Antes de convertirse en música de carnaval y en uno de los ritmos más conocidos en el mundo, el Samba brasileño era una danza de fecundidad con raíces en Angola (Africa). Los esclavos incorporados a la economía brasileña que huían de las plantaciones y se refugiaban en los bosques formaban círculos y agrupaciones en las que el Samba pasó a ser casi una danza de identificación.

Hasta la primera década del siglo XX, el Samba fue de creación anónima, surgida del imaginario popular. Sin embargo, con la aparición de compositores más o menos profesionalizados, se convierte en obra individual y sus letras dejan de ser improvisadas.

Al principio, la burguesía carioca, impregnada de valores europeos, rechazó al Samba y a las batucadas. Similar comportamiento tuvieron ciertos sectores sociales integrados por mulatos, que se esforzaban "por ganar respetabilidad". La policía tenia la orden de eliminar de las calles a la "chusma negra", difícil de controlar, y acosaban a los sambistas confiscándoles sus guitarras.

Para aquellos grupos discriminados el Samba fue parte de su identidad y lo convirtieron en una "guerrilla cultural". Con el carnaval, ese ritmo se convirtió en el emblema cultural de Río de Janeiro, donde terminó siendo aceptado por los blancos de las clases medias y altas.

Desde la época de la colonización, Cuba creo su propia música gracias a los aportes culturales de diversa índole, aunque las influencias negra y española fueron las más importantes. La emigración de los campesinos de Oriente hacia La Habana favoreció la difusión del Son, ritmo surgido en el siglo XIX y que, repudiado al principio por las clases dominantes de la época, se vio obligado a refugiar en los barrios negros de la capital.

En el siglo XX, los trovadores y los cantantes comenzaron a presentar su música en teatros y cines. Los procedentes de la provincia de Oriente popularizaron en La Habana el Bolero y el Son alegre e impertinente.

A fines de los años ?20, las discográficas de Estados Unidos contratan a los grupos de Son más importantes de Cuba, y, al igual que el Samba en Brasil, el éxito de las primeras grabaciones propicia el ascenso social de aquél genero musical que conquista el derecho a la "ciudadanía" en las academias de baile.

El Reggae a diferencia de los ritmos vistos hasta ahora, aparece en la década ?60. Posteriormente su ritmo se vuelve más lento y sus tiempos débiles son cada vez más marcados, con el predominio sonoro del bajo

Bob Marley es el máximo exponente de esta música. casi todos los cantantes de Reggae se expresan en argot jamaiquino, reivindican sus lazos populares, denuncian la pobreza, la injusticia y la violencia de los suburbios, y predican la llamada "ideología Rasta", introducida en Jamaica a comienzos de siglo XX. El "rastafarismo" preconiza el regresó a Etiopía (tierra bíblica y cuna de las culturas africanas), el rechazo de los valores "decadentes de Occidente" y, de forma más espectacular, la adopción del pelo largo y el consumo de marihuana.

Las clases dominantes de América Latina en el terreno de la cultura (en esta ocasión en la música) han tenido -y tienen- un comportamiento similar al adoptado en el terreno estrictamente político: siempre atadas a modelos ajenos a las realidades de sus pueblos y con una tonada despectiva para con la cultura y el ingenio popular, apelando a la censura y a la represión.

Todos los ritmos musicales de América Latina crearon figuras emblemáticas. En el universo del Tango Carlos Gardel es un mito que sigue en las calles de Buenos Aires; lo mismo ocurre con Bob Marley en Jamaica: los dos tuvieron una muerte prematura y fueron los máximos ídolos en sus géneros.

Gardel, "el zorzal del Abasto" es parte fundamental de la cultura argentina y aunque este en discusión su lugar de nacimiento los porteños no olvidaran nunca "mi Buenos Aires querido".

En Kingston, los jamaicanos están orgullosos de que su apóstol (como lo llaman) no haya dejado de reivindicar la paz mundial y la igualdad social.

Los cubanos tienen a su "Gardel". Ese fue el gran cantante Benny Moré, conocido como "el bárbaro del ritmo". Falleció en 1963 pero aún cuando un músico extranjero llega a La Habana, siguen diciendo "por fin actuaré en la tierra del Benny". SM/APM