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8 de junio de 2003

Música iraquí, informe a vuela pluma

Patricia Godes
Ladinamo

La música española y europea debe mucho a la iraquí aunque, durante siglos, los musicólogos cristianos han hecho lo imposible por ocultarlo. Fue el músico bagdadí Ziriab, favorito de Harún El Rachid (el de Las mil y una noches) quien trajo a la corte de Abderramán II, en Córdoba, su acerbo musical ancestral, además de un talento y maestría personales que han pasado al recuerdo y la historia con dimensiones míticas. Ziriab es el padre de la música culta norteafricana, llamada andalusí, y su influencia sigue viva, por supuesto, en el flamenco. Muchos ritmos y melodías surgidos de su escuela pasaron a Sudámerica y al Caribe y muchos nos hemos quedado sorprendidos al descubrir que el rai argelino y la chacarera argentina tienen el mismo ritmo. Hoy día ya no se discute la influencia árabe en las Cantigas de Santa María y la lírica trovadoresca y hay quien afirma que hasta en el gregoriano. Además, Ziriab inventó el mantel. Echar una breve mirada a la música iraquí resulta obligatorio en este momento para ser más conscientes de que, además de las cifras de muertos, en el país hay gente que sufre, piensa y canta.
TRES GRANDES DE LA MÚSICA IRAQUÍ Mohamed El Gubenchí
Nació en 1901 en Bagdad y falleció en 1989, su nombre completo era Mohamed Abdul Razaq Abdul Fatah El Gubenchí. Considerado el mejor cantante iraquí, en 1932 representó a su país en la primera Conferencia de Música Árabe de El Cairo donde dejó a todos boquiabiertos por sus cualidades vocales y su talento. Para él, lo más importante era dar expresión a la letra de las canciones. Se han escrito varias biografías sobre su persona y tanto sus aportaciones al maqam como su influencia posterior fueron enormes. Fue uno de los primeros en beneficiarse de la radio y los discos; grabó en El Cairo y Berlín y sus grabaciones se encuentran en cualquier hogar bagdadí. Entre sus alumnos destacan Yusuf Omar y Nadhum El Gazalí. El Gubenchí superó con facilidad a sus maestros pero nadie ha conseguido todavía superarle a él.
Munir Bashir
Musicólogo, filósofo y virtuoso de origen sirio y kurdo, nació en 1930 en Mosul, en el seno de una familia de gran tradición musical. A los seis años comenzó sus estudios musicales y, a principios de los años cincuenta, añadió la cuerda grave al laúd árabe (ud), instrumento al que dedicó toda su vida, perfeccionando no sólo su técnica, sino también su apariencia. En 1960, obtuvo el doctorado en musicología por la Universidad de Budapest. Especialista de la improvisación (taqsim), logró imponer el laúd como instrumento de concierto. Viajó por todo el mundo y grabó una amplia discografía para EMI. Tras la Guerra del Golfo, se trasladó a Amman y a Budapest, ciudad donde falleció en 1997. La característica principal de su música no es solamente la perfección interpretativa sino también la espiritualidad y el misticismo.
Casim El Saher
Ha vendido treinta millones de discos y es, junto con Amr Diab, la gran estrella árabe actual. Estudió en la Academia de Música de Bagdad y en su repertorio incluye temas puramente clásicos y canciones pop. Nació en 1961 y comenzó a tocar la guitarra a los seis años contra la voluntad de su familia. En 1987, apareció en televisión cantando "Ladghet El Haya" ("La mordedura de la serpiente"), un tema propio sobre sus recuerdos de la guerra que escandalizó a sus profesores y fue prohibido inmediatamente. Casim respondió componiendo "La Ya Sadiki" ("No, amigo mío"), una pieza maestra dentro de los cánones más estrictos. Las letras de sus canciones las escribe el poeta sirio Nizzar Qabani, a quien ya había cantado Om Kálsum. Viste siempre de negro y actúa al frente de orquestas de cuerda tradicionales pero es un innovador nato y muy osado. Incluso permitió a Transglobal Underground remezclar su single "La Titnahad".
EL MAQAM IRAQUÍ
Maqam es un concepto musical árabe que corresponde más o menos al occidental de "modo". En Irak, además, se llama maqam a un género musical clásico y tradicional que, gracias a la difusión de la radio y los primeros discos, vivió una época dorada a lo largo de todo el siglo XX. Existen más de cincuenta tipos distintos de maqam, cada uno de los cuales se relaciona con un estado de ánimo. El maqam iraquí procede del siglo XV, es lento y triste y se ha trasmitido de forma exclusivamente oral. A diferencia de la música clásica occidental, enlatada en el "conserva-torio", cada intérprete está obligado a hacer alguna aportación personal. Así fue como se mantuvo vivo y vigoroso hasta la Guerra del Golfo y el posterior boicot sufrido por Irak.
OTROS NOMBRES
Farida Mohamed Ali, Hussein El Azhamí, Hamid As Saadí: intérpretes actuales del maqam.
Mullah Othman El Mausulí: compositor de un himno religioso, "Zuru qabra nabi marra", que el gran Said Darwish convirtió en "Zuruni", la canción iraquí más conocida en el mundo gracias a la voz de Fairuz.
Salim Nasser Shama: virtuoso contemporáneo del laúd.
Omar Bashir: hijo de Munir. Toca el laúd y vive en Hungría.
Najim El Sheikhlí, Shibez y Hassan Chewke: otros intérpretes históricos del maqam.
Rahmat Allah Shilteg: compositor del siglo XIX, creador de la forma actual del maqam. Algunas de sus composiciones han sobrevivido hasta la actualidad y, entre ellas, el maqam "Tiflisi", dedicado a un muchacho armenio del que estaba enamorado.
Sadiqa Mulaya: comenzó como cantante religiosa y llegó a ser la competidora directa de Selima Murad. Murió en 1968 en la más absoluta pobreza, vendiendo cigarrillos en las calles de Bagdad para sobrevivir.
Salim Hussein: gran virtuoso de la cítara (qanun).
Selima Murad: la cantante femenina iraquí más importante. Era judía y estaba casada con el también histórico Nadhum El Gazalí. Aunque recibió el título de Pasha (Bajá), murió en la pobreza. Otras grandes intérpretes femeninas han sido Zakiya George, Zuhur Hussein, Wahida Jalil y Afifa Iskander.
Yusuf Omar: voz casi sobrenatural. Según muchos, logró lo que parecía imposible, es decir, superar a su maestro El Gubenchí. Falleció en 1987.
(Gracias a Ramón Godes por su archivo musical)
Nota: Las transcripciones de los nombres árabes a caracteres latinos constituyen un verdadero quebradero de cabeza. En general, he intentado reproducir lo que sería su pronunciación castellana (Jaled en vez de Khaled y Casim El Saher en vez de Kazem Al Saher), en lugar de aceptar las ortografías anglosajonas o francesas, muchas veces incomprensibles para nosotros.