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Libros sí, Alpargatas también

23 de febrero de 2003

El pacifismo de Hesse y Rolland

José Cueli
La Jornada
Hermann Hesse, magistral escritor de origen alemán y ganador del Nobel de Literatura, publicó en 1946 un libro compuesto por varios artículos sobre la guerra. El libro Y si la guerra continúa lo dedica a su entrañable amigo Romain Rolland. La amistad entre ambos comenzó durante la Primera Guerra Mundial, cuando Hesse recibe una nota del escritor francés anunciándole la publicación de su próximo libro y felicitándolo por su artículo contra la guerra, que acababa de publicarse en Alemania.

Hesse relata cómo ''despertó violentamente a la realidad de los horrores de la guerra" cargados de ''sufrimiento, lucha y soledad" y cómo fue víctima de los conformistas que se ensañaron contra él. Como nunca participó en las ''orgías de odio y morboso nacionalismo", sus coterráneos jamás ''le perdonaron que hubiera adoptado una actitud crítica con el patriotismo y el militarismo" (...) ''Años más tarde Hitler se vengó contra mis libros, contra mi nombre y contra mi infortunado editor de Berlín".

El propio Hesse señalaba que su libro El lobo estepario (1927) era ''un grito de angustiosa advertencia contra la guerra", pero que lejos de ser escuchado ''fue impugnado y ridiculizado".

Hesse y Rolland fueron grandes escritores (Romain era mayor que Hermann), ambos grandes pensadores reflexivos y pacifistas. A pesar de las diferencias en edad, en cultura, en nacionalidad y en circunstancias en el momento del inicio de su amistad conservaron un entrañable afecto que sólo terminó con la muerte de Rolland.

Recordemos que Hesse nació en Alemania, que en esos momentos invadía con crueldad, irracionalidad y prepotencia el territorio francés. Por su parte Rolland, ciudadano francés, pacifista y liberal veía cómo su país era ocupado por los fascistas alemanes. Sin embargo. nada ni nadie pudo quebrantar una gran amistad basada en el respeto mutuo, en los ideales pacifistas, en la cordura y la racionalidad y la reflexión profunda acerca de la destructividad humana.

Existen algunos casos que nos ayudan un poco a recuperar la fe en la parte vital y noble del ser humano. Entre ellos Herman Hesse, Romain Rolland y quien fue mentor de éste, León Tolstoi.

Muy joven, Romain Rolland decidió escribir al viejo y sabio Tolstoi, quien contestó sus misivas con particular cariño. Con ese noble gesto se encendió en el espíritu de Rolland la convicción de responder y transmitir un llamado que podría servir de aliento a jóvenes escritores.

Sigmund Freud también estableció relación con Rolland, de hecho consta en la correspondencia de Freud. El padre del sicoanálisis era un tanto escéptico respecto de la capacidad humana de salir de las experiencias de guerra como un ''hombre nuevo". No dejó de hablar de la compulsión a la repetición y de la pulsión de muerte que a todos nos habita. Sin embargo, también enunció que los únicos ''antídotos" para nuestra parte destructiva eran el amor y el trabajo.

De esto son gran ejemplo Hesse y Rolland que ante la barbarie de la guerra pudieron sublimar la agresión y el dolor para dar paso a la creatividad y al afecto.

En días tan aciagos como los que vivimos, recordar a personajes como éstos infunde cierta esperanza. Para terminar cito las palabras del filósofo checo Erazim Kohak: ''La guerra no es una solución, es un problema''.