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Octubre 24, 2025
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25 de mayo del 2002
Ponencia presentada en la conferencia Internacional:
Vigencia del Marxismo Cl�sico en el Centenario de la muerte de Federico Engels
�
Marxismo y humanismo
Marta Harnecker
Indice �
1. Campo ideol�gico en el que surge esta tesis
2. Lo que el antihumanismo te�rico no niega contra sus detractores
3. La ruptura epistemol�gica: el hombre desaparece como concepto te�rico
4. la "determinacion en ultima instancia"
5. El marxismo: donde el hombre desaparece como Sujeto de la historia
6. Rechazo a pretensiones te�ricas del humanismo, pero reconocimiento de funci�n
pr�ctica �
Innumerables y prestigiosos intelectuales de todas las latitudes han
criticado a Louis Althusser por haber pretendido desterrar al hombre del marxismo.
Se le ha acusado de reducirlo al papel de simple marioneta de estructuras,
negando su papel en la historia. �A caso su provocadora tesis del "antihumanismo
te�rico de Marx"(1) no es la mejor prueba de ello? �
1. Campo ideol�gico en el que surge esta tesis �
Para entender lo que el fil�sofo franc�s quiso decir con estas palabras
usemos su propio m�todo para analizar el pensamiento de un autor; examinemos
primeramente un campo ideol�gico en el que surge esta tesis. Era la �poca
del debate abierto, como consecuencia del XX Congreso del PCUS de febrero
de 1956, sobre los problemas del socialismo y la cr�tica al culto a la personalidad.
�
Este congreso tuvo lugar en una �poca de euforia socialista. No s�lo la "marea
roja" se hab�a expandido enormemente a nivel mundial, sino que la URSS,
a pesar de los inmensos da�os materiales sufridos por la guerra, hab�a pasado
a ser la segunda potencia econ�mica y militar mundial. Y, adem�s, seg�n las
declaraciones del PCUS, ya se hab�a logrado materializar la etapa del socialismo
desarrollado, se entraba en la etapa de la construcci�n del comunismo. El
estado no era ya un estado de clase, sino un estado del pueblo entero. La
Uni�n Sovi�tica proclamaba la consigna: "Todo para el hombre, respeto
a la legalidad y a la dignidad de la persona." Los partidos obreros celebraban
las conquistas del humanismo socialista. Los intelectuales marxistas buscaban
las garant�as te�ricas a estos temas en El capital, pero mucho m�s
en las obras de la juventud de Marx. El tema de la alienaci�n del hombre pasaba
a ser uno de los temas centrales. Se hablaba de los problemas del hombre y
se olvidaba la cuesti�n de la lucha de clases. Los fil�sofos de los pa�ses
socialistas, buscaban respuestas en los grandes pensadores cristianos contempor�neos:
Maritain, Mounier, Teilhard de Chardin. �
Althusser escribe su pol�mico art�culo "Marxismo y humanismo" ocho
a�os despu�s del comienzo del "deshielo" iniciado por el XX Congreso,
cuando la euforia hab�a comenzado a declinar y el fracaso de la desestalinizaci�n
oficial empezaba a causar profundo malestar entre los intelectuales. Se hac�a
cada vez m�s patente que las denuncias de Jruschov y el grupo gobernante pretend�an
que "el pr�logo fuera -como dice Isaac Deutscher- tambi�n el ep�gono
de la desestalinizaci�n"(2). Al fin y al cabo el proceso hab�a sido iniciado
por los propios colaboradores de Stalin, un ajuste de cuentas radical pod�an
alcanzarlos. "Despu�s de mostrar el enorme esqueleto escondido en el
armario volvieron a cerrar la puerta"(3). En lugar de que las denuncias
fueran el preludio de una clarificaci�n de muchas cuestiones sobre los problemas
de la construcci�n del socialismo, nada se hac�a por romper la amnesia colectiva
del pueblo sovi�tico debida a d�cadas de falsificaci�n de la historia. Se
denunciaban los hechos, no se investigaban sus causas. �
El vac�o anal�tico del pasado pretend�a ser llenado por reflexiones sobre
el humanismo socialista. Erich Fromm convoca, entonces, a varios intelectuales
a realizar una obra que deb�a aparecer en Estados Unidos en torno a este tema.
Un trabajo pedido a Althusser sobre el tema es rechazado porque su contenido
es "contrario a la l�nea general del proyecto". El fil�sofo franc�s
afirma que el debate, planteado en estos t�rminos, no permite, superar el
dogmatismo preexistente, sino que se limita a incursionar en lo que denomina
despectivamente: "las charlataner�as filos�ficas `marxistas' sobre el
hombre"(4). �
�Por qu� atacar con tanta sa�a a quienes se preocupan honestamente por restaurar
el car�cter "humanista" del socialismo luego de los errores y horrores
del per�odo stalinista? �
�Por qu� enunciar en ese contexto una tesis tan provocadora? �
La raz�n es simple. Althusser constata la fuerza que han tomado las reflexiones
sobre el humanismo en los medios intelectuales marxistas y ve con lucidez
que si se marcha por ese camino se va a producir un bloqueo te�rico que impedir�
pasar del reconocimiento de los errores del per�odo stalinista al conocimiento
de sus causas. Lo que realmente est� en juego es la posibilidad de resolver
los problemas del socialismo. El autor est� convencido que �stos no se podr�n
resolver si los intelectuales se dedican a reflexionar sobre el hombre, s�lo
podr�n ser analizados y resueltos si se estudian las condiciones materiales
de su surgimiento: las relaciones de producci�n en los pa�ses socialistas,
la no correspondencia entre propiedad jur�dica y apropiaci�n real, entre estatizaci�n
y grado de socializaci�n de las fuerzas productivas, el problema de la divisi�n
del trabajo que no es ajeno a los aparatos ideol�gicos del estado, la relaci�n
entre partido �nico y estado y sus consecuencias. �
Seg�n Althusser, el concepto de "culto a la personalidad" es un
concepto ajeno a la teor�a marxista y aunque �ste denuncia pr�cticas, "abusos",
"errores" y en ciertos casos "cr�menes", nada explica
sobre sus condiciones y sus causas. Lo m�s peligroso es que pretende explicar
lo que en realidad no explica y, por lo tanto, no puede sino desviar las investigaciones
de aquellos que pretenden esclarecer los hechos.(5) �
Y para explicar la acidez de sus cr�ticas y el caracter provocador de su tesis
sostiene:
El palo estaba tan curvado hacia el lado del humanismo que era necesario curvarlo
en sentido contrario, hacia el "antihumanismo" para que recobrase
su posici�n recta. �
Por lo dem�s, esta actitud no es excepcional. En todo debate te�rico la tendencia
es a exagerar las tesis propias para demarcarse de las tesis que se combaten.
Sabemos que Marx y Engels no fueron ajenos a esta regla. Fue justamente ese
�nfasis en la producci�n material, contra el idealismo que dominaba el campo
ideol�gico de su �poca, lo que motiv� una lectura economicista, evolucionista
del marxismo. �
Es tal el impacto que produce en Althusser lo que ocurre te�rica y pol�ticamente
entre los intelectuales marxistas en ese momento; es tan profundo el vac�o
te�rico que constata, que abandona su proyecto inicial de hacer una gran tesis
sobre la relaci�n entre filosof�a y pol�tica en el siglo XIX -recorrido que
hab�a estimado necesario para la comprensi�n del pensamiento de Marx- y comienza
a escribir sobre temas que permitan devolver al marxismo su car�cter cr�tico
y transformador. �
2. Lo que el antihumanismo te�rico no niega contra sus detractores �
Pero antes de incursionar en el nudo de la tesis althusseriana nos parece
importante adelantar, contra las acusaciones tan profusamente vertidas, que
su tesis del "antihumanismo te�rico de Marx", en primer lugar, no
niega que el objetivo del esfuerzo te�rico y de la lucha pol�tica de Marx
y de los marxistas sea la plena realizaci�n del hombre. Althusser, interpretando
a Marx, aclara al comienzo de su art�culo Marxismo y humanismo(6), que
"la lucha revolucionaria ha tenido siempre por objetivo el fin de la
explotaci�n y, por lo tanto, la liberaci�n del hombre." �
En segundo lugar, tampoco pone en duda que puedan existir concepciones humanistas
del mundo que desempe�en un papel positivo en la lucha de clases y sirvan
de motivaci�n a los pueblos en su lucha por la liberaci�n. �
El pensador franc�s no desconoce, por ejemplo, el m�rito hist�rico de las
ideolog�as humanistas que alimentaron la lucha contra el feudalismo, contra
la Iglesia, pero sostiene que no debe olvidarse que estas ideolog�as son inseparables
de una clase burguesa en ascenso cuyas aspiraciones expresaban; al traducir
a un nuevo lenguaje las exigencias de la econom�a mercantil y capitalista
sancionada por el derecho mercantil burgu�s que correg�a el antiguo derecho
romano. "El hombre como sujeto, el hombre libre, sujeto de sus pensamientos
es, ante todo, un hombre libre para poseer, para vender y comprar, un sujeto
de derecho"(7). �
Pero, entonces, �c�mo explicar las cr�ticas que se hacen a Althusser sobre
el tema del humanismo? �
Pienso que, en parte, su origen puede estar en las expresiones excesivamente
radicales que el fil�sofo emplea para demarcar su reflexi�n de la de los fil�sofos
humanistas de su �poca, pero fundamentalmente, creo que esto se debe a una
lectura superficial e incompleta de sus escritos, por lo dem�s bastante herm�ticos.
Estimo que Althusser ha sido un gran incomprendido tanto en la �poca del snobismo
proalthusseriano como en el per�odo antialthusseriano que le sigui�. �
Es interesante anotar que quienes acusan a Althusser de antihumanista sintom�ticamente
olvidan la palabra "te�rico" que, en su tesis, adjetiva siempre
el t�rmino "humanismo", y sin la cual es imposible comprender lo
que �ste autor plantea sobre este tema. Este no habla de un "antihumanismo"
a secas, sino de "antihumanismo te�rico". �
Lo que su tesis pretende indicar es que "la categor�a de hombre no desempe�a
en la obra de Marx papel te�rico alguno"(8). �
Pero, �qu� quiere significar Althusser cuando afirma que �sta categor�a no
desempe�a un papel te�rico? �
Para el fil�sofo franc�s una categor�a desempe�a un papel te�rico cuando forma
parte de un todo solidario con otras categor�as y no puede ser suprimida sin
alterar el funcionamiento de ese conjunto. Y en ese sentido, lo que merece,
seg�n �l, el calificativo de "humanismo te�rico" es la postura que
contempla al hombre como centro del mundo en el sentido filos�fico del t�rmino,
es decir como esencia originaria y fin del mundo(9). �
Ahora bien, la tesis del antihumanismo te�rico de Marx no puede separarse
de otra de sus tesis: la que afirma que Marx ha producido una profunda revoluci�n
te�rica inaugurando una nueva ciencia: la ciencia de la Historia, suceptible
de ser considerada como tal porque existe un determinado tipo de determinismo
hist�rico que Marx expresa bajo la noci�n "determinaci�n en �ltima
instancia", y que la magnitud de este descubrimiento cient�fico no
puede entenderse si no se acepta la existencia de un corte o ruptura
epistemol�gica entre el pensamiento del joven Marx, que representa su
prehistoria ideol�gica, y el pensamiento del Marx maduro, fundador de la ciencia
de la Historia, en la que el hombre desaparece como Sujeto del proceso hist�rico.
�
Analicemos brevemente estas tesis empezando por la ruptura epistemol�gica.
�
3. La ruptura epistemol�gica: el hombre desaparece como concepto te�rico
�
Seg�n Althusser, Marx no pudo llegar a su teor�a cient�fica sino realizando
una cr�tica radical de la filosof�a del hombre, que le sirvi� de fundamento
en los a�os de juventud. �
En sus primeras obras podr�an distinguirse dos etapas. La primera, dominada
por el humanismo racionalista liberal m�s cercano a Kant y Fichte que a Hegel
(cuando combate la censura de prensa, las leyes feudales, el despotismo prusiano).
En las obras de est� �poca Marx sostiene que el hombre est� llamado a ser
libre, que no es libertad sino al ser raz�n y que la raz�n se encarna en el
estado. Por eso aboga por la libertad de prensa y considera al periodismo
cr�tico como la esencia misma de la pol�tica. En aquel momento est� convencido
de que razones bien expuestas podr�an llevar a un cambio de la sociedad. �
En una segunda etapa, Marx desilusionado -como todos los neohegelianos de
su �poca- frente a un estado que permaneci� sordo a la raz�n, se entusiasma
con el humanismo de Feuerbach, que permite pensar la no-raz�n como enajenaci�n
y en esta enajenaci�n la historia del hombre(10). �
Althusser sostiene, como es conocido, que Marx rompe con esta problem�tica
humanista de la esencia gen�rica del hombre y de la alienaci�n en 1845, en
la Ideolog�a Alemana, y que esta ruptura con toda teor�a que funda
la historia y la pol�tica en la esencia del hombre, marca de manera radical
la evoluci�n de su pensamiento. �
M�s tarde matizar� esta afirmaci�n diciendo que en 1845 "algo comienza
que es irreversible", pero que se trata de una "ruptura cont�nua";
el comienzo de un largo trabajo. �
La nueva ciencia de la historia evidentemente no surge "armada por entero
en la cabeza de Marx" en 1845. En ese momento s�lo comienza a construirse
y cuando esto ocurre no est� "libre de todo su pasado -de toda la prehistoria
ideol�gica y filos�fica de la que surge-."(11) Nadie puede sorprenderse,
entonces, que en esos a�os Marx utilice nociones ideol�gicas o categor�as
filos�ficas de las que m�s tarde se desembarazar�. �
Esta ruptura te�rica -que s�lo es posible porque Marx logra desplazarse a
posiciones de clase absolutamente in�ditas, a posiciones de clase proletarias-(12)
se refleja en tres aspectos indisociables: primero, en la formaci�n de una
teor�a de la historia y de la pol�tica fundada en conceptos radicalmente nuevos:
"modo de producci�n, fuerzas productivas, relaciones de producci�n, formaci�n
social, infraestructura, superestructura, ideolog�a, clases, lucha de clases,
etc."(13); segundo, en la cr�tica radical de las pretensiones te�ricas
de todo humanismo filos�fico; y tercero, en la definici�n del humanismo como
ideolog�a(14). �
"El antihumanismo te�rico de Marx va mucho m�s all� de un simple arreglo
de cuentas con Feuerbach: cuestiona tambi�n las filosof�as de la sociedad
y de la historia existentes, y la tradici�n filos�fica cl�sica, y, por lo
tanto, a trav�s de ellas toda la ideolog�a burguesa"(15). �
Althusser sostiene, que la categor�a de hombre no aparece ni en los textos
nucleares de la filosof�a marxista, ni en su teor�a de las formaciones sociales
y de la historia. �
Lo que est� en discusi�n no es el humanismo en general, es la pretensi�n te�rica
de una concepci�n humanista que pretende explicar la sociedad y la historia
partiendo de la esencia humana, del sujeto humano libre, del sujeto de la
acci�n moral y pol�tica. El fil�sofo franc�s sostiene que Marx s�lo pudo fundar
la ciencia de la historia y escribir El Capital porque rompi� con la
pretensi�n te�rica de todo humanismo. �
"En El Capital Marx muestra que lo que determina en �ltima instancia
una formaci�n social y nos hace conocerla no es el fantasma de la esencia
o naturaleza humana, no es el hombre, ni incluso "los hombres",
sino una relaci�n, la relaci�n de producci�n, que conforma la base,
la infraestructura."(16) Las relaciones sociales de producci�n no pueden
ser consideradas solamente como relaciones humanas, relaciones entre hombres.
Son relaciones entre agentes de la producci�n, es decir, entre hombres que
tienen una funci�n bien determinada en la producci�n de bienes materiales.
La relaci�n entre ellos depende de la forma en que ellos se relacionan con
los medios de producci�n, si son propietarios de los medios de producci�n
o productores directos. Esta relaci�n entre los hombres pasa, por lo tanto,
a trav�s de una relaci�n con los objetos: los medios de producci�n. Una de
las mayores mistificaciones te�ricas que puede darse es pensar que las relaciones
sociales son relaciones en las que s�lo intervienen los hombres cuando
tambi�n intervienen las cosas, los medios de producci�n extra�dos de
la naturaleza material. �
Marx considera a los hombres como "portadores" de una funci�n en
el proceso de producci�n. La actuaci�n de los hombres est� determinada por
las relaciones de producci�n. �
4. La "determinacion en ultima instancia" �
Algunos han cre�do ver una contradicci�n interna entre la concepci�n marxista
del proceso hist�rico como un proceso de desarrollo sujeto a leyes, es decir,
a un determinado tipo de determinismo y la importancia que el marxismo atribuye
a la lucha de clases, es decir, a la acci�n de los hombres en la historia.
Si se tratara del mismo determinismo econ�mico que rige en los procesos de
la naturaleza, la contradicci�n ser�a fragrante, pero no se trata de eso.
Para dar cuenta de la especificidad del determinismo que rige el proceso hist�rico,
Marx usa el t�rmino de "determinaci�n en �ltima instancia". �
Althusser opina que esta expresi�n, a pesar de su aspecto inocuo, "transforma
de arriba abajo las precedentes concepciones dominantes de la sociedad y de
la historia." �
Para poder explicar c�mo concibe este determinismo, Marx considera a la sociedad
bajo la met�fora de un edifico, es decir, adopta la forma de un dispositivo
espacial que asigna determinadas ubicaciones en el espacio a las diferentes
realidades"(17). �
La base del edificio o infraestructura est� constituida por la estructura
econ�mica o conjunto de relaciones de producci�n. Sobre ella se erige la superestructura
jur�dico- pol�tica e ideol�gica, que se encuentra determinada "en �ltima
instancia" por la infraestructura. Si se trata de una "ultima"
instancia, tiene que haber otras que tambi�n determinen. Por eso Althusser
considera que este se�alamiento de Marx desempe�a un doble papel: por un lado,
diferencia radicalmente a Marx de toda postura nmecanicista y, por otro, "introduce
en la determinaci�n un abanico de diferentes instancias, lo que supone que
la sociedad es un todo diferenciado, complejo y articulado, donde la �ltima
instancia(18) fija los l�mites reales de las dem�s(19), su autonom�a relativa
y la forma de actuar sobre la propia base, as� como la eficacia de dicha acci�n."(20)
�
Afirmar que la infraestructura es el factor determinante en �ltima instancia
equivale a diferenciarse de todas las filosof�as idealistas de la historia
y adoptar una posici�n materialista. Pero al indicar que se trata s�lo
de una determinaci�n en �ltima instancia, equivale a diferenciarse
de todo determinismo mecanicista y a adoptar una posici�n dial�ctica. �
Althusser advierte que la dial�ctica marxista nada tiene que ver con la dial�ctica
hegeliana, ya que Marx "coloca la dial�ctica ante sus condiciones reales
de ejercicio, la protege de la locura especulativa, le prescribe la obligaci�n
de ser materialista, es decir, de reconocer que sus propias formas vienen
prescritas por la materialidad de sus condiciones."(21) �
Pero Marx s�lo se limita a se�alar a partir de d�nde hay que reflexionar acerca
de la causalidad propia de la ciencia de historia, no existe en su obra un
desarrollo te�rico acerca de este nuevo tipo de determinismo. Pensamos que
para profundizar en �l habr�a que hacer un estudio acerca del caracter tendencial
de las leyes que rigen el modo de producci�n capitalista y al papel
que desempe�a la lucha de clases en las tendencias que contrarrestan estas
leyes. Recordemos sus formulaciones sobre la baja tendencial de la tasa de
ganancia. �
Durante mucho tiempo, tanto intelectuales como dirigentes pol�ticos olvidaron
la especificidad del determinismo marxista y cayeron en una interpretaci�n
evolucionista de los hechos hist�ricos, m�s cercana a la causalidad mec�nica
de las ciencias naturales, que al nuevo tipo de la causalidad descubierta
por Marx. De ah� la interpretaci�n evolucionista de la crisis que viv�a el
mundo capitalista, que preanunciaba su hecatombe final. No podemos negar que
hay textos de los cl�sicos del marxismo que se prestan para dicha interpretaci�n,
uno de ellos es el de Lenin acerca del imperialismo concebido como fase final
del capitalismo �
De ah� tambi�n la importancia de aquellos pensadores que supieron insistir
en que la crisis estructural del capitalismo no conduce necesariamente a la
revoluci�n, sino que puede tener dos salidas: una salida reformista de recomposici�n
del sistema, otra, revolucionaria, que busca destruir el viejo sistema e inaugurar
uno nuevo. �
5. El marxismo: donde el hombre desaparece como Sujeto de la historia �
Pasemos ahora a examinar la tesis de Althusser, acerca de la historia
como proceso sin sujeto. �
Marx sostiene en el Dieciocho Brumario de Louis Bonaparte(22): "Los hombres
hacen su propia historia, pero no la hacen a su libre arbitrio, bajo circunstancias
elegidas por ellos mismos, sino bajo aquellas circunstancias con las que se
encuentran directamente, que existen y les han sido legadas por el pasado.
�
No es sino esto lo que Althusser quiere expresar en su controvertida tesis
sobre el "proceso sin Sujeto." �
El autor considera que como los individuos humanos act�an en y bajo
las determinaciones de las formas de existencia hist�rica de las relaciones
sociales de producci�n y reproducci�n, no pueden ser considerados "sujetos
`libres' y `constituyentes', en el sentido filos�fico de esos t�rminos."(23)
Y al no poder serlo no pueden ser considerados, filos�ficamente hablando,
el Sujeto de la historia. Los hombres son sujetos en la historia
y no de la historia, es decir, no son los exclusivos art�fices
de la historia. La historia no depende de su exclusiva voluntad,
pero act�an realmente en la historia y dependiendo de su acci�n �sta puede
tomar un rumbo u otro. �
Seg�n Lenin no existe conflicto entre la necesidad hist�rica y la importancia
del individuo. Y tampoco la idea de la necesidad hist�rica menoscaba en nada
el papel del individuo en la historia, porque toda la historia se compone
precisamente de acciones de individuos que son indudablemente personalidades.
El problema real que surge al valorar la actuaci�n social del individuo consiste
en saber en qu� condiciones se asegura el �xito a esta actuaci�n; en determinar
d�nde est� la garant�a de que esa actividad no resulte en un acto individual
que se hunda en el mar de actos opuestos(24). �
El marxismo no excluye el combate, por el contrario ayuda a encontrar el lugar
donde es m�s eficaz el combate para transformar el mundo. "Pero ese lugar
-dice Althusser- no es un punto y no es algo fijo, es un sistema articulado
de posiciones comandadas por la determinaci�n en �ltima instancia"(25).
�
El fil�sofo franc�s sostiene que la filosof�a burguesa se ha apoderado de
la noci�n de sujeto con fines ideol�gicos precisos, para transformarla
en su categor�a filos�fica n�mero uno; para plantear la cuesti�n del
Sujeto del conocimiento, del Sujeto de la moral y del Sujeto de
la historia. Marx, por el contrario, no concibe la historia real como
susceptible de ser reducida a un Origen, una Esencia, o una
Causa que ser�a su Sujeto identificable y responsable, capaz,
por lo tanto, de rendir cuentas de todo lo que ocurre en la historia. �
Al proponer la radical tesis de "proceso sin Sujeto", Althusser
pretende trazar una "l�nea de demarcaci�n" entre las posiciones
materialistas-dial�cticas y las posiciones idealistas burguesas y peque�oburguesas(26).
�
La historia, como dice Althusser, "no tiene, en el sentido filos�fico
del t�rmino, un Sujeto, sino un motor: la lucha de clases"(27).
No es el hombre o los hombres en general los que hacen la historia, sino las
masas, es decir, las fuerzas sociales comprometidas en la lucha de clases.
�
Por no comprender el verdadero sentido de la teor�a marxista de la historia
y del papel que en ella desempe�a la lucha de clases se cae frecuentemente
en dos errores que son funestos para el movimiento revolucionario: el economismo
o espontane�smo, que predica la sumisi�n a las leyes del desarrollo econ�mico,
y el voluntarismo, que desconoce las condiciones objetivas m�nimas necesarias
para emprender una acci�n revolucionaria victoriosa. �
6. Rechazo a pretensiones te�ricas del humanismo, pero reconocimiento de
su funci�n pr�ctica. �
Por �ltimo, Althusser no pretende negar, como algunos de su cr�ticos lo
pretenden, que la preocupaci�n por el hombre haya estado en el centro de la
obra de Marx, antes y despu�s de la ruptura, lo que �l se�ala es que en las
obras del joven Marx esta preocupaci�n estaba acompa�ada por un esfuerzo por
pensar los problemas del hombre con categor�as humanistas y, en sus obras
maduras estas categor�as desaparecen y nuevas categor�as, muy diferentes a
las anteriores, ocupan su lugar. �
Lo que Althusser cuestiona entonces, en s�ntesis, es el valor te�rico
del concepto, no la realidad se�alada por �ste, ni, por lo tanto, la necesidad
de la existencia de ideolog�as humanistas ya que �stas pueden desempe�ar
una funci�n ideol�gica pr�ctica muy importante. �
El ve claro que la sinraz�n e inhumanidad hist�rica que pesan sobre el pasado
de la URSS: el terror, la represi�n, el dogmatismo -que se hacen patentes
en el XX Congreso del PCUS- es lo que explica la avalancha de reflexiones
sobre el humanismo en los pa�ses socialistas y entre los intelectuales marxistas
de aquel momento(28). �
El pensador franc�s no desconoce la importancia de las denuncias contenidas
en estos discursos, les atribuye una importancia pr�ctica. Ellas ponen
el dedo en la llaga, pero no sanan la herida. �
El t�rmino humanismo sirve para se�alar un conjunto de realidades, un conjunto
de errores cometidos por los pa�ses socialistas, pero, volvemos a insistir,
no nos da los medios para conocerlos. Nos permite reconocer los errores,
pero no conocer sus causas, y, por lo tanto, nos impide rectificarlos. No
hay terap�utica hist�rica de los errores si nos quedamos en los s�ntomas de
la enfermedad y no vamos a su causa. �
Para poder resolver los problemas planteados por la ausencia de un humanismo
pr�ctico en los pa�ses socialistas, no basta hablar del hombre, es necesario
ir a buscar lo que determina ese efecto de deshumanizaci�n en un sistema social
cuyo objetivo final, el planteado por Marx, era el pleno desarrollo de los
individuos respetando sus diferencias, es decir, su individualidad. �
No est� dem�s decir aqu� que todo colectivismo que anula la individualidad,
es decir, los rasgos diferenciados de cada miembro de la sociedad, es una
fragrante deformaci�n del marxismo. Basta recordar que Marx criticaba
el derecho burgu�s por pretender igualar artificialmente a los hombres en
lugar de reconocer sus diferencias y por eso sosten�a que una distribuci�n
verdaderamente justa ten�a que tener en cuenta las necesidades diferenciadas
de los hombres. De ah� su m�xima: "De cada cual seg�n su trabajo a cada
cual seg�n sus necesidades". �
El recurso a la ideolog�a humanista, que Althusser critica no se debe
a que el autor desconozca la importancia de las preocupaciones subyacentes
a estas reflexiones, sino a que este recurso a la ideolog�a substituye el
recurso a la teor�a, y nos deja sin armas te�ricas para resolver realmente
los problemas. �
"Ser�a un error -afirma el fil�sofo- elaborar una teor�a de la individualidad
que prescinda de los efectos de la estructura social sobre el individuo",
de ah� su rechazo a reducir todo lo ocurrido en la URSS y, en general en los
pa�ses socialistas, al culto a la personalidad. �
Es necesario hacer una teor�a, agrega, " de las formas de existencia
de la individualidad, partiendo de las estructuras existentes del modo de
producci�n existente: es la �nica v�a para todo lo que concierne a los efectos
sobre la individualidad actual de las estructuras existentes. Es necesario,
por lo tanto, invertir la cuesti�n y la mayor parte de los problemas que tienen
sentido encontrar�n su soluci�n al ser planteados en funci�n de los efectos
de la estructura social. La terap�utica hist�rica de estos efectos estructurales
sobre el individuo se anunciar� entonces en t�rminos de transformaci�n o creaci�n
de las estructuras indispensables para la soluci�n de estos problemas: estructuras
de la existencia econ�mica, pol�tica, cultural, individual, etc�tera."
Y aclara finalmente que evidentemente este m�todo s�lo puede tocar las cuestiones
que pertenecen a su terreno, no las otras. "Para las cuestiones
que quedar�n por ser solucionadas ser� necesario buscar por el lado del
psicoan�lisis y por el lado de aquello que se llegar� a constituir alg�n
d�a: una teor�a cient�fica de las pr�cticas ideol�gicas, como el arte, la
religi�n, etc�tera..."(29) �
Han pasado ya treinta y dos a�os desde aquellos trabajos iniciales del fil�sofo
franc�s que tantas cr�ticas despertaron, �y qu� ha ocurrido en la producci�n
te�rica de los intelectuales marxistas? �Cu�l es el instrumental te�rico con
el que hoy contamos para poder analizar la crisis y el derrumbe del socialismo?
�Qu� an�lisis riguroso existe en la actualidad respecto a la forma actual
que ha adoptado el modo de producci�n capitalista? �D�nde est�n los proyectos
alternativos al neoliberalismo en los pa�ses del primer mundo y del tercer
mundo? �C�mo hacer para que el socialismo "democr�tico" que no es
sino la versi�n actual del "socialismo humanista" o "socialismo
con rostro humano" de la d�cada del sesenta, logre encarnarse en un proyecto
alternativo concreto y no en meras generalidades, por muy nobles que �stas
sean, como el respeto a los derechos humanos? �
Para terminar quisiera hacer una proposici�n: que Cuba se convierta en el
pa�s convocante para configurar una agenda de los principales temas a elaborar
para poner la ciencia de la historia fundada por Marx a la altura de nuestros
tiempos y as� armar ideol�gicamente a nuestros pueblos para el combate por
un mundo mejor en el que el hombre no sea el lobo del hombre, sino su hermano.
�
�
Notas �
1-. Sobre este tema los principales trabajos del autor son: "Marxismo
y Humanismo", art�culo aparecido en junio de 1964 en Cahiers de l'ISEA,
publicado luego en la recopilaci�n de art�culos que conforman el libro Pour
Marx, Maspero, 1� edici�n, 1965, traducido al espa�ol como La revoluci�n
te�rica de Marx, Siglo XXI, 1967; Respuesta de Louis Althusser a la pol�mica
desatada en Francia a trav�s de la Revista La nouvelle Critique, revista
del Partido Comunista franc�s, escritas entre mayo del 65 y junio del 67 y
reunidas en el libro Pol�mica sobre marxismo y humanismo, Siglo XXI,
1� edici�n, 1968 (Este texto contiene el art�culo central de Louis Althusser
sobre el tema y el debate que se establece en torno a �l en el que participan:
Jorge Semprun, Michel Simon y Michel Verret; Para una cr�tica de la pr�ctica
te�rica (respuesta a John Lewis), libro que contiene los siguientes trabajos:
"Respuesta a John Lewis de junio de 1972; "Observaci�n sobre una
categor�a: "Proceso sin sujeto ni fin(es)" de mayo de 1973 y "Sobre
la cr�tica al culto a la personalidad de mayo de 1972; "Sobre el joven
Marx", art�culo escrito en julio de 1970 y publicado en Elementos
de autocr�tica, Editorial Laia, Barcelona, 1975, traducci�n de la edici�n
original francesa de Librairie Hachette, 1974; "Soutenance d'Amiens",
de junio de 1975, publicada en La Pens�e en octubre de esa a�o e incluida
luego en una recopilaci�n de textos bajo el nombre de Positions, Ediciones
Sociales, Paris, 1976, traducida al espa�ol como "Defensa de tesis de
Amiens" en Posiciones, editorial Grijalbo, En esta caso uso la
edici�n francesa para las referencias bibliogr�ficas. �
2. Isaac Deutscher, La revoluci�n inconclusa, Ediciones ERA, M�xico
D.F., 1976, p.117. �
3. Op.cit., p.118. �
4. "Soutenance d'Amiens", Op.cit., p.149. �
5. Nota sobre "La cr�tica al culto de la personalidad", en Para
una cr�tica de la pr�ctica te�rica (Respuesta a John Lewis, Op.cit.,
p.88. �
6. "Marxismo y humanismo" en La revoluci�n Te�rica de Marx,
p.182. �
7. "Soutenance d'Amiens", Op.cit., p.176. �
8. Op.cit., p.173. �
9. Op.cit., p.176. �
10. "Marxismo y humanismo" en Pol�mica sobre marxismo y humanismo,
p.9. �
11. "Respuesta a John Lewis", en Para una cr�tica de la pr�ctica
te�rica (respuesta a John Lewis), Op.cit. p.57 �
12. Althusser corrige aqu� sus primeros escritos sosteniendo que es la revoluci�n
filos�fica la que domina la "ruptura" cient�fica. Veamos: Al "arreglar
cuentas con su filosof�a anterior" en 1845, "Marx ha abandonado
sus posiciones te�ricas de clase burguesa liberal y peque�oburguesa revolucionaria,
para adoptar nuevas posiciones te�ricas de clase, revolucionarias-proletarias;
es por eso que pudo plantear las bases de la teor�a cient�fica de la historia
como historia de la lucha de clases." Op. cit. p.61 �
13. "Sobre la evoluci�n del joven Marx", Elementos de autocr�tica,
Op.cit., p.75. �
14. "Marxismo y humanismo", Op.cit., p.12. �
15. "Soutenance d'Amiens, Op.cit, pp.177-178. �
16. Op.cit., p.179. �
17. "Soutenance D'Amiens", Op. cit. p.151 esp. ber fr. �
18. Econ�mica. �
19. Jur�dica-pol�tica e ideologica. �
20. Op.cit. p.153 esp.un �
21. Op. cit. p.154. �
22. K. Marx, El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte, en Marx-Engels,
Obras escogidas, t.1, p.408. �
23. Ibid. �
24. Lenin, Qui�nes son los "amigos del pueblo", Obras Completas,
Edici�n Cartago, t.1, p.170. �
25. "Soutenance d'Amiens, Op.cit., p.160. �
26. "Proceso sin sujeto ni fin(es)", Op.cit., p.80. �
27. Op.cit., pp.80-81. �
28. Louis Althusser, "Marxismo y humanismo", Op.cit., p.28. �
29. Carta de L. Althusser a Michel Simon, 14 mayo 1965, Op.cit., pp.197-198.
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La Habana, 19 septiembre de 1995
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