Eva Perón

27 de julio del 2002

Evita a partir de 1946 encarnaba el sentido de la historia en la Argentina, y sobre todo lo encarnaba como mujer

La Maga

José Pablo Feinmann es novelista y filósofo. Durante mucho tiempo se dedicó a reflexionar y escribir sobre el peronismo en las páginas de la revista Humor y en otros medios. Hace pocos días [octubre 1996] terminó de escribir su guión para la película sobre Eva Perón que filmará Juan Carlos Desanzo [la mejor de las que se realizaron durante la "evitamanía"], del cual adelanta aquí su contenido. El autor de Los últimos días de la víctima [película de Adolfo Aristaráin] se explaya sobre la personalidad de Evita y el papel que cumplió junto a Juan Domingo Perón, y expone su opinión sobre la versión de la historia que filmará Alan Parker. Además, establece un posible paralelismo entre la figura de Madonna -que protagonizará esta película- y la de Eva Perón.
-¿En qué se basa la polémica que se desató a partir de que se confirmó que Madonna hará el papel de Evita en la película de Alan Parker?
-Creo que el verdadero sustento de la polémica viene de la figura de Evita. La figura de Evita es contradictoria, lo cual la torna fascinante. Es una de las más fascinantes de la historia argentina y, en alguna medida, de la historia en general. Es mujer y actriz en un país machista; es una mujer que trepa, llega y gana el poder; es una mujer que muere joven -como los elegidos de los dioses-; es una mujer con una enorme pasión por la justicia social, por nivelar las clases sociales y por el distribucionismo económico; y a la vez con un carácter muy fuerte, autoritaria, sin mucho respeto por las formas democráticas. Todo esto conforma una figura tremendamente contradictoria con facetas positivas, negativas, blancos, negros y grises. Y todo esto hace que sea una figura que convoca la imaginación de muchos escritores, guionistas, novelistas.
En cuanto al proyecto de Parker, se basa en la comedia musical que escribieron dos ingleses. Conozco bastante sobre versiones de Eva Perón e interpretaciones del peronismo porque durante muchísimos años me encargué de estudiar ese fenómeno tan difícil de ubicar, tan errático, que es el peronismo. Y la Evita de Tim Rice responde a la clásica visión que los europeos tienen de Evita y del fenómeno peronista en general. Es decir: Evita fue una demagoga, una trepadora con enormes ambiciones de poder, y Perón fue un manipulador de masas, un dictador y un fascista. Y la gente que los siguió eran individuos sin una clara conciencia social, política, clasista, manipulados por esta especie de pareja diabólicamente ambiciosa.
-¿Cuánto hay de verdad y cuánto de fantasía en esta visión que describe?
-¿Cuál es la verdad histórica? Creo que no existe como tal. No hay nadie que pueda decir "Ésta es la verdad". Lo que existe son determinadas interpretaciones acerca de la historia. La versión que está haciendo Madonna es la lectura típicamente europea; yo hago otra, que no es absolutamente diferenciada, pero que es distinta. Además, creo que lo que tiene de fascinante la figura de Evita es que no propone una verdad, sino que permite varias verdades, varias lecturas, varias posiciones, que abren el campo infinito de la polémica. Y por eso estamos aquí hablando de Evita, porque si hubiera una verdad sobre Evita no hablaríamos más y listo. Evita no era monolítica. Actuaba de muy distintos modos y esto configuraba una totalidad altamente problemática y compleja. Y por eso es que hay tantas Evitas. ¿Cuál es la verdadera? No sé.
-¿Hay alguna figura actual que tenga esa multiplicidad de facetas, esa riqueza que tenía Evita?
-En la actualidad no hay una figura que se le pueda comparar. En gran medida por el momento en el que apareció, que era de gran fluidez histórica: la posguerra, el surgimiento de América latina. La Argentina era un país poderoso, un país codiciado por España, los Estados Unidos, Inglaterra. Hoy no nos codicia nadie. Era una país en el cual podía sentirse de alguna manera la centralidad de la historia. Hoy más bien sentimos que si en alguna parte del mundo estamos es más cerca del culo que de la cabeza. Y por eso existen burdas simplificaciones. Por ejemplo, la Evita de los grandes vestidos podría ser una especie de Amalita Fortabat. Pero Amalita es sólo eso: el lujo, los grandes vestidos. La Evita desafiante, callejera, por ahí tendría algo de este mínimo personaje que es Mariana Nannis, que tiene algo de esa cosa callejera y popular que tenía Evita; es decir de la mina que vino de abajo, trepó y se vuelve agresiva en su manera de hablar, en su manera de comportarse. Y después no hay más, porque no hay gente muy combativa hoy en día.
Digamos que la pasión por los obreros y los desheredados que tenía Evita no está presente en ningún lado. O está presente en las mujeres de algunos gobernadores que quieren imitarla, pero se nota enseguida que son torpes imitaciones. Por el momento sigue siendo irrepetible. Esa mezcla de mina trepadora, de lenguaje callejero, de pasión por los humildes, de autoritarismo, de verticalismo y de desenfrenada pasión por la justicia social es muy difícil que se repita en una sola persona. Además, lo que influye decididamente en Evita es la muerte joven. Para ser Evita hay que pagar el precio de morir joven. Hay que preguntarle a mucha gente ¿usted está dispuesto a morir a los 33 años y ser Evita? Y bueno, no sé. Muchas de estas imitadoras que aparecen no sé si quemarían su vida en la militancia, como la quemó Evita. Porque el cáncer de Evita es una descomposición de su cuerpo, pero también Evita se quema en la militancia. Esto es muy claro.
-¿Podría ampliar esa idea?
-Evita es de esos personajes que sienten que representan la historia en determinado momento, que pasan a encarnar la historia. Cuando Sarmiento estudia a Quiroga en el Facundo, dice: "Estudio a Quiroga porque la historia en determinado momento se encarna en Quiroga". Esto es lo que Hegel llamaba individuo histórico universal, que era ese individuo que en determinado momento encarnaba el sentido de la historia. Napoleón, para Hegel. Creo que Evita tenía conciencia de que a partir de 1946 encarnaba el sentido de la historia en la Argentina, y sobre todo lo encarnaba como mujer. Porque era absolutamente singular en ese aspecto: política, agresiva, apasionada, arrabalera, mujer y justiciera social. Era única. Sabía que lo encarnaba, que estaba montada en el sentido trascendente de la historia. Y que tenía que consagrar su vida para esa trascendencia histórica. Y ella quería pasar a la historia; pasó a la historia y creo que se consumió pasando a la historia. Se agotó en pocos años porque su militancia, el fuego de esa pasión fue tan grande que, de algún modo, la quemó.
-Incluso ni siquiera quería dormir para tener más tiempo para dedicarle a su tarea.
-Ni siquiera quería dormir. Aparte, lo interesante es que no dormía porque siguió sus costumbres de la farándula. Las actrices no duermen de noche o se acuestan muy tarde. Entonces Evita se dormía cuando Perón se levantaba. Es muy interesante porque los contactos entre Perón y Evita a partir de 1949 son mínimos. Indudablemente no comparten el lecho, lo cual muestra que tienen la libido en otra parte: Perón en el poder y Evita en la justicia social. Evita sigue acostándose tarde y duerme muy poco, dos o tres horas, porque sabe que no le alcanza el tiempo. Creo que en toda esta gente hay un presentimiento cruel y helado de saber que van a morir jóvenes y que tienen poco tiempo, entonces se consumen en lo suyo. Evita, a partir de determinado momento, aunque nadie le haya dicho que tenía cáncer, sabía que tenía poco tiempo. Y lo decía: "No me alcanza el tiempo", "Hay que seguir". Y esta falta de tiempo es paralela a su fanatismo, entrega, perseverancia, obstinación, que son notables.
-¿Tiene algo que ver que sea 1949 la fecha en que Perón y Eva dejan de compartir el lecho o es casual?
-Hay algunos que dicen que en esa fecha se detectan algunos problemas corporales en Evita determinados por su cáncer, lo cual impide una relación sexual de índole claramente vaginal entre ellos. Pero yo no voy por ese lado. A partir de 1950, Evita está tan metejoneada con lo que tiene que hacer que no tiene mucho tiempo para compartir la cama con Perón. No es, además, lo que se puede decir una pareja sexuada; es una pareja que comparte objetivos políticos, de poder y de distribucionismo económico y social. A partir del 50 Evita está muy metejoneada con ser Eva Perón, que es una de sus transformaciónes más fascinantes: primero es Eva Duarte, después es María Eva Duarte de Perón -cuando viaja a Europa como esposa del Presidente- y luego Eva Perón en su momento de mayor militancia. Incluso en esta última etapa es cuando abandona su nombre de soltera y asume el de Perón, pero con el Eva y el Evita, que es el que ejemplifica más el nombre de la militante, porque así la llamaban los obreros. Y durante esa etapa está entregada a su pasión militante. El amor de Evita por el pueblo pobre es de enorme intensidad. Esto es indiscutible. Si hablamos de verdades, ésta es una verdad que no se puede discutir.
Sí hay interpretaciones: que lo hizo por demagogia, por ambiciones de poder, para ser enaltecida, reconocida. De todos modos, sea por lo que haya sido, lo hizo. Cuando tanto se dice hoy en día que Madonna ofende la memoria de Evita, los que ofenden la memoria de Evita son los que generan desempleo. Ofender la memoria de Evita es dejar gente sin laburo en la Argentina. Eso sí la horrorizaría, la lastimaría profundamente, porque la desesperaba que la gente no tuviera trabajo ni cobertura social.
-¿Evita era como la imaginaban los jóvenes de los 70?,¿era revolucionaria?
-La Argentina del 46 vive un momento de gran prosperidad que le permite a Evita ejercer un distribucionismo económico y político, sin alterar el juego entre clases dominantes y dominadas. Ella no es una revolucionaria en el sentido clásico. Marx no la hubiera considerado así. Ella no propone suplantar al capitalismo por el socialismo, propone hacer el capitalismo más justo, humanitario, distributivo. No pensaba en un sistema alternativo al capitalista. Esto incluso la podía llegar a horrorizar. Aunque creo que hacía socialismo o una política de izquierda, entendiendo por esto aquella que tiende al igualitarismo. De todos modos, lo que Evita claramente advertía era que el capitalismo podía ser mejor. En este sentido nos vendría muy bien una Evita hoy, porque la situación es muy mala. Pero estaría a contramano de la historia. Lo que vemos ahora es que la coyuntura da surgimiento a políticos que están de espalda a las necesidades de las masas, son corruptos, insensibles, frívolos, injuriosos, ostentosos. Se hace difícil imaginar a Evita hoy. Estaría muy asqueada, en todo caso. Pero no veo de dónde podría salir.
-¿Y en cuanto a lo que le faltaba a Evita, según sus críticos, que era el tinte democrático, la tolerancia?
-Eso está vigente en muchos actos de este Gobierno, que se muestra muy irritativo con la prensa, con los disidentes. Pero Evita concedió mucha menos libertad de prensa que este Gobierno. Para la campaña del 11 de noviembre del 52 todas las radios y los diarios estaban en manos del peronismo, y Evita estaba muy contenta con eso. "Hay que cerrarle la boca a la oligarquía", decía Evita. Era una mujer de hábitos autoritarios, también muy condicionda por el autoritarismo de la oposición. No hay que olvidar que Evita debía saber, o debía intuir, que si el gobierno peronista caía, también lo iban a prohibir, perseguir, torturar y fusilar, tal como ocurrió. Hasta el nombre le prohibieron los que vinieron en el 55. Ella plantea la política como guerra, como oposición tajante, irreconciliable, y no como disidencia tolerante. También así la veía la contra. Era un momento de posiciones irreconciliables.
-¿Quiénes fueron los primeros intolerantes?
-La intolerancia fue anterior a Evita. Después del golpe (José Evaristo) Uriburu fusila, tortura, y luego (Agustín) Justo persigue, prohíbe diarios y realiza elecciones fraudulentas. Lo que existe es el fraude. Así que claramente Evita venía de una época de gran mentira institucional que estaba protagonizada por el general Justo.
-¿Se puede decir, desde la perspectiva del que reivindica su figura, que "el autoritarismo de Evita se justificaba"?
- (...) Antes que Evita llegara al poder hubo muchos años de historia argentina en los cuales el fraude era la mecánica institucional. Años en los cuales, incluso, los gobiernos se elegían en la Cámara de Comercio Argentino-Británica. El presidente de la Argentina iba a ser Robustiano Patrón Costas. Ahí aparece el golpe del 43, de los militares del GOU, que indudablemte tenían simpatías nazifascistas, pero que internamente se oponían a la tradicional oligarquía. Uno no puede estar con los militares del 43, pero tampoco con la oposición. Evita nace como una mujer que odia a esa oligarquía.
Aparte hay algo fundamental: Evita era bastarda, hija ilegítima, provinciana, pobre y mujer en la Argentina de 1935. Lo único que tenía era que era linda y tenía un lindo cuerpo, y eso lo instrumentó. No tengo la menor duda de que se lo levantó a (Agustín) Magaldi para rajarse de Junín, y es muy probable que haya usado un par de camas para trepar, lo cual me parece muy bien, y eso la vuelve más fascinante todavía. Me parece de un cretinismo infinito que digan que era un puta, y me parece que la oligarquía siempre le contestó a la verdadera pasión de Evita con chismes de letrina. Evita era una apasionada fascinante y la oligarquía le ponía una lupa a su pasado a ver si había andado con (Pedro) Quartucci o con Magaldi. Cosas miserables, pequeñas ruindades que se pintarrajean en las letrinas. Y Evita tenía una grandeza que iba más allá de eso.
A mí ese pasado que cierto peronismo intenta ocultar tanto para que Evita sea santa me resulta más fascinante. Me resulta fantástico que Evita haya venido de Junín con Magaldi porque se lo levantó utilizando lo único que tenía, que era su cuerpo, su belleza y su juventud, en vez de que haya venido sola como una niñita santa a la ciudad buscando el porvenir humildemente con su valijita. ¡No! Yo creo que Evita tenía agallas y tenía que luchar contra que era bastarda, pobre, mujer, provinciana. ¡Qué te parece! En la Argentina de 1935. Por supuesto que quería subir, era muy ambiciosa; si no, no hubiera sido Evita y no estaríamos hablando de ella.
-En alguna de las entrevistas que concedió Madonna dijo que le gustaba el personaje de Evita porque pensaba que se parecían en sus respectivos ascensos.
-Ahí Madonna no se equivoca, hay una parte de una Madonna pasional... a ver si lo puedo tomar por el lado de Evita. Creo que Evita nunca se sometió a ningún macho. Ni siquiera a Perón. A Perón lo tapaba de elogios, lo inundaba de frases monumentales y enormes declaraciones de amor, pero no se le sometió. Cuando algunos dicen que Perón no tuvo adversarios de peso en la Argentina de los 50, yo creo que el adversario de peso que tuvo Perón fue Evita. Y esto es un tema muy delicado. Esta es una postura ideológica muy personal, pero Evita fue el adversario de Perón. Perón nunca iba a ir hasta los extremos. Evita hace traer armas de Holanda, 500 ametralladoras y 1.500 pistolas automáticas, para armar a los obreros. Cuando Evita muere, Perón les da esas armas a la Gendarmería y con esas armas la Gendarmería lo derroca en el 55. Perón es un político, un conciliador, un negociador, y Evita es una apasionada que llega a los extremos. Realmente, la gran figura alternativa, la gran figura que se le opone a Perón, es la de Evita, no la de Balbín, precisamente.
Madonna tiene en su historia personal esa actitud de tomar la delantera ante los hombres. Como mujer uno puede ver a Madonna desde ese aspecto, una mujer activa, que se le anima a los hombres; no una mujer que está a la espera de lo que el macho haga, sino que ella hace lo que quiere con el macho. Y en ese sentido creo que Evita era así. Evita se lo levanta a Perón. Evita era así, era una mina que se le animaba a los machos. En este sentido era profundamente activa y profundamente opuesta a esa imagen tradicional de la mujer pasiva, de la mujer en el hogar, a eso de que detrás de todo gran hombre hay una gran mujer. No, un carajo. Evita no estaba detrás de ningún gran hombre, ella era una gran mujer por sí misma. Y si esto es bastante intolerable todavía, imaginate en la Argentina de los años 50 una mujer con esas características.
-En el terreno de la ficción, ¿se podría suponer que Perón no hubiera llegado hasta donde llegó sin Evita?
-Incluso creo que casi no sería necesario hacer ficción. Hay una carta de Perón a Evita de unos días antes del 17 de octubre del 45, cuando estaba en la cárcel, en donde le dice que quiere dejar todo, que se quiere ir al Sur, y es Evita la que lo impulsa a seguir. Perón pierde el fuego sagrado con la muerte de Evita. Después de su muerte, Perón entra en una etapa de frivolidad, de tener amantes adolescentes como Nelly Rivas, en la etapa de la UES (Unión de Estudiantes Secundarios), negocia con el capital extranjero -algo que Evita no quería hacer en absoluto- y entra en contradicción con el artículo 40 de la Constitución justicialista del 49, que defendía el control estatal sobre los resortes fundamentales de la economía. Se vuelve el Perón de la gorrita, de la pochoneta. Creo que Evita le hubiera dado tres o cuatro patadas en el culo y lo hubiera puesto en caja. "¿Qué hacés tarado? -le hubiera dicho-. Una revolución no se hace así." Perón pierde muchísimo con Evita, y no lo recupera más. Hasta tal punto no lo recupera que se une con una mujer que es la caricatura de Evita.
-¿Perón se menemiza después de la muerte de Evita?
-Sí. El Perón del 54-55 es un Perón menemista. Es un Perón de la frivolidad, la joda, la estupidez, de la entrada del capital extranjero, de las relaciones con los Estados Unidos, de una sexualidad muy bifurcada. Como si se hubiera decidido a coger desde el 54 en adelante. Y lo hizo mal, con mucha torpeza, demasiado públicamente, sin ninguna grandeza, en el mundo de la caricatura. Y la mayoría de las caricaturas de la llamada Revolución Libertadora son las de ese Perón: el Perón con la pochoneta, con el gorrito pochito, con las chicas de la UES. Perón da mucho material para que se lo denigre, para que se lo subalterne. Y está el Perón con Fangio, con Gatica, amigo de los deportes. Toda esa cosa muy menemista.
Octubre 1996

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