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La trata de personas es un delito que ocupa el tercer lugar como actividad lucrativa


Argentina.Indymedia

La trata de personas es un delito que ocupa el tercer lugar como actividad lucrativa ilegal en el mundo, después del tráfico de drogas y el de armas. Se trata de un fenómeno que afecta a todos los países y el traslado siempre se hace desde un país pobre hacia otro más rico. Se calcula que entre 45.000 y 50.000 mujeres y niñxs son trasladadxs por año sólo a Estado Unidos. El negocio está a cargo de mafias internacionales que operan en los lugares de origen, tránsito y destino de las víctimas.
Es común que la trata de personas prolifere durante y después de conflictos sociales prolongados o guerras. La ex Yugoslavia se ha convertido en uno de los principales destinos de la trata de personas, así como en un importante centro de operaciones y de tránsito de mujeres procedentes de Europa central y oriental. Existen indicios de que durante la crisis de Kosovo mujeres y niñas fueron secuestradas por grupos armados de los campos de refugiados del norte de Albania. Diferentes organizaciones han informado que cada vez es mayor la trata de personas que tiene por origen y destino Kosovo y otras zonas de la ex Yugoslavia. La razón es la gran demanda de prostitución por parte de trabajadores extranjeros adinerados, entre ellos funcionarios de las operaciones de mantenimiento de la paz de las Naciones Unidas.
"La trata ... tiene (...) connotaciones de discriminación. En el caso de la trata con destino al mercado mundial del sexo, estamos hablando de hombres de países relativamente prósperos que pagan los servicios sexuales de mujeres y niñas (y a veces de hombres y niños) procedentes de países menos ricos. Esto no es tan sólo una cuestión de derechos laborales o de desarrollo desigual. Es una cuestión básica de derechos humanos porque tiene que ver con una forma de discriminación muy extendida y muy destructiva".( Mary Robinson, Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos)
La trata en la historia
El tráfico de mujeres es un fenómeno que estuvo ligado desde sus orígenes a las guerras, la esclavitud y la objetivación sexual de las mujeres. En épocas coloniales, las mujeres, principalmente las africanas e indígenas, eran traficadas como esclavas con un triple propósito: trabajar como mano de obra gratuita; la reproducción de esclavos, y servir de objeto sexual. El tráfico de mujeres y la prostitución en América Latina se remonta a la época de la conquista cuando los españoles, en cumplimiento de la ley de guerra, tomaban o entregaban el "botín de mujeres" al vencedor, dando origen al comercio sexual y creando establecimientos para su ejercicio. Durante todo el siglo XX, pero de manera acentuada después de cada guerra mundial, el tráfico continuó, siendo víctimas las mujeres que huyen del hambre y el horror de la guerra.
Trata y globalización de la prostitución
Los tratantes utilizan diversos métodos para reclutar a sus víctimas, que van desde el rapto liso y llano a la compra de la persona de manos de su propia familia. Es frecuente que los tratantes realicen coerción física y actos de violencia e intimidación a las victimas. Los tratantes rara vez son detenidos y casi nunca procesados. Las penas impuestas por la trata de personas son relativamente leves cuando se las compara con el contrabando de drogas o de armas. En la mayoría de los casos, las víctimas de la trata son consideradas simplemente como delincuentes por las autoridades del Estado receptor y, a menudo, son detenidas, procesadas y deportadas.
En América Latina, el tráfico de niñxs y mujeres tiene las características del tráfico clásico de mujeres: personas engañadas y obligadas por los traficantes a trabajar en contra de su voluntad y en condiciones de esclavitud. Las bandas organizadas de traficantes cuentan con la impunidad de sus delitos, en algunos casos lxs denunciantes son asesinadxs y, en otros, las víctimas son localizadas y reclutadas nuevamente.
En los países en que la prostitución está permitida, muchas de las mujeres son privadas de su documentación. En algunos de estos casos las mujeres ni siquiera hablan el idioma del lugar. No tienen libertad de tránsito y son llevadas del trabajo a los depósitos donde las alojan. Estas mujeres o niñas generan grandes ganancias a los proxenetas. Otras formas de sometimiento es inducirlas a la adicción de drogas o alcohol, de modo que el trabajo lo realizan a cambio del consumo hasta el momento que son eliminadas por el deterioro físico e improductividad.
Otra forma cruenta de prostitución en los países latinos es el "maridaje", donde un proxeneta con una o varias esposas, las va trasladando por diferentes puntos del país por diferentes prostíbulos. Este hombre se hace cargo de que la mujer no se escape, si ésta no rinde o no trabaja cooperativamente se llama al marido que le propina una paliza aleccionadora. Estas son generalmente mujeres obtenidas desde la niñez-adolescencia, por lo que no conocen otras alternativas de vida.
Turismo sexual
Numerosas mujeres y niñas traficadas tienen como destino el turismo sexual. Este "negocio" es publicitado abiertamente en Internet, donde se muestran, con un perfil racista y sexista, las maravillas del sexo "exótico". Algunas organizaciones de mujeres han denunciado que muchas propagandas de las agencias de turismo gubernamentales o privadas, promueven el turismo sexual y la prostitución, al anunciar las bondades de cada país, con anuncios que sugieren naturaleza exuberante y a los que inevitablemente se acompaña la imagen de mujeres bonitas, con posturas seductoras que dan a suponer sexualidad desbordante.
Sin cliente no hay prostitución
El cliente es denunciado por varias organizaciones feministas, donde se lo responsabiliza por la situación que deben soportar estas mujeres o travestis. Los compradores - en su mayoría hombres- compran a las mujeres para la explotación sexual de la prostitución, pornografía, turismo sexual y son los menos penalizados -en muchos casos, ni siquiera está prevista una pena-, a diferencias de las víctimas que muchas veces son procesadas como delincuentes, y condenadas socialmente.
Los responsables del crimen de trata de mujeres son los que llevan las ganancias del negocio. En algunos países hay hasta 5000 organizaciones dedicadas a vivir del tráfico con fines de explotación sexual. Los gobiernos continúan con una insensibilidad que se demuestra en la ausencia de políticas firmes y concretas para prevenir y combatir a los traficantes que muchas veces son conocidos por las autoridades. En algunos países los locales donde trabajan las víctimas están cerca de las oficinas gubernamentales o son regenteadas por miembros de la policía o tienen vinculaciones con jueces y fiscales.
La mayoría de los países no ha ratificado el Protocolo Opcional para la Trata de Personas. Los que sí han firmado, como la Argentina, no han provisto todavía mecanismos nacionales de leyes que permitan investigar, procesar y sancionar estos delitos, proteger a los/las testigos y buscar reparaciones para las víctimas.
En Inriville (Córdoba) en el 2004, salió a la luz el caso de una joven de 19 años que se escapó del pozo donde estaba secuestrada por la delgadez que le permitió zafar de las esposas. Entonces cabe preguntarse: ¿Esto no era perceptible por sus clientes? Quien aborda un/a menor, ¿no es consciente de ello? ¿Un sacerdote puede exigir favores sexuales a cambio de refugio y pan a niña/os? Policías, carcelero/as, fiscales, jueces, políticos, funcionarios, etc., ¿pueden exigir favores sexuales a cambio de algo? La clase dominante, ¿puede considerarnos "chinitas" a todas y por ello violarnos y matarnos como a Maria Soledad Morales, las chicas de La Dársena o cientos de trans asesinadas?
La respuesta a todas estas preguntas es: Sí. Una vez más el Estado es incapaz de generar políticas públicas que eviten la prostitución y leyes que castiguen a las redes mafiosas que se enriquecen con este comercio infame, donde siempre la víctima es la más vulnerable y la más olvidada, o directamente culpabilizada y sometida a tratos denigrantes nuevamente desde los mismos mecanismos jurídicos e intervenciones desde el Estado, en lugar del reconocimiento de que son personas que han sufrido en carne propia la violación de todos sus derechos como seres humanos.
Fuentes: Conferencia Mundial contra el Racismo, Mujeres Hoy y Disertación de Susana Chiarotti