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Salvador Allende

3 de octubre del 2003

Intervención de Gladys Marín en el Acto de Homenaje a Salvador Allende realizado en la Plaza de la Constitución, el 11 de septiembre de 2003
A 30 años, Allende junto a todos los pueblos

El Siglo
Queridas compañeras y compañeros.
Amigas y amigos.

Y muy en particular, los hermanos y hermanas de América Latina, de Estados Unidos y de Europa que nos acompañan en representación de sus pueblos y de todos los pueblos del mundo:

Creo que es fácil entender cuánta emoción sentimos esta noche, cuando después de 30 años por primera vez el pueblo puede hablar desde esta Plaza de la Constitución. Es un derecho y una conquista que algunos no podrán entender, que nos ha costado años y años de lucha contra la dictadura. Años de lucha por nuestros detenidos desaparecidos, por los ejecutados, por los presos políticos, por los torturados. Ha tenido que pasar tanto tiempo para que recién ahora, solamente ahora después de 30 años el pueblo vuelva a ocupar esta Plaza de la Constitución. Es un tremendo valor, pero por sobre todo está mostrando que cuando los pueblos luchan es posible avanzar. Esta ha sido una batalla por las ideas democráticas, por el recuerdo de Allende.

Tenemos que asumir la historia. Recordar que aquí, en este lugar, murió Salvador Allende hace 30 años. Él lo hizo entregando su vida como un legado para el pueblo, pero no cualquier legado. Jóvenes, mujeres, trabajadores: Allende murió entregando un legado de lucha, para que sigamos luchando por la verdad, la justicia, por la democracia, por el derecho de todos los pueblos a dirigirse por sí mismos. Aquí en La Moneda murió Salvador Allende y hasta ahora no habíamos podido venir un 11 de septiembre a rendirle el homenaje que él se merece.

Hace 30 años, ¡cómo pasa el tiempo y cómo persisten las ideas justas!, el fascismo llegó a este lugar. A estas horas, hace 30 años, La Moneda había sido bombardeada, Allende había muerto y empezó la masacre en contra del pueblo de Chile. Se cometieron crímenes contra la humanidad, los más brutales, los más feroces.

Sin embargo, sentimos la alegría inmensa de decir que aquí estamos de nuevo. Aquí está el pueblo de Chile dispuesto a seguir luchando, librando todas las batallas que sean necesarias, sin cansarnos ni un solo día, ni un solo segundo, para hacer realidad el sueño de tantos que hoy día no están con nosotros.

Por este Palacio de Gobierno han pasado muchos gobernantes, también dictadores. Pero de los gobiernos que han pasado, ninguno ha tenido la estatura política y moral, la consecuencia de Salvador Allende. Por eso es que nosotros podemos repetir aquello que dice Neruda:

"Aunque los pasos toquen mil años este sitio, no borrarán la sangre de los que aquí cayeron".

Aquí está la sangre de Allende, la sangre de los patriotas, la sangre que tiene que regar las nuevas batallas de nuestro pueblo. Allende murió defendiendo la voluntad popular, la soberanía popular. Nunca estará de más recordar, aunque no se puede recordar todo en este instante, que él fue un gobernante legítimamente elegido por su pueblo y solamente el golpe fascista pudo derribar al gobierno de Salvador Allende.

¿Quién estuvo detrás del golpe militar fascista en este país? Los grande grupos económicos, la ambición del capital. Los grupos económicos nacionales e internacionales, las transnacionales de hoy, aquellos que dominan el mundo, que desatan la guerra, que invaden pueblos. Detrás de este golpe militar en Chile estuvo, con nombre y apellido, no lo olvidemos, el imperialismo de los Estados Unidos, la potencia imperialista que intervino como quien interviene en el patio de su casa contra un gobierno elegido por el pueblo. Nixon, Kissinger, fueron capaces de decir que no se podía permitir un gobierno marxista en este punto de la tierra sólo porque aquí había un pueblo "irresponsable", y ordenaron la intervención descarada.

¿A cuántos chilenos, de esos poderosos, les pagaron y los compraron para que se vendieran contra su pueblo? Y algunos hablan de patriotismo, vendidos a una potencia extranjera. Los mismos que hoy día pretenden imponer a nuestros pueblos sus acuerdos de libre comercio, el ALCA, para que sigamos siendo una colonia de los EE.UU.

Seguimos luchando como luchan todos los pueblos, como tenemos el deber de luchar todos los días. Seguimos luchando junto a nuestros hermanos de América Latina, junto a todos los pueblos del mundo. Seguimos luchando por la dignidad de América. Y quiero representar esta dignidad de América y de los pueblos del mundo en un país, en Cuba. La Cuba que siempre ha acompañado a los pueblos del mundo. Pero en el nombre de Cuba incluyo a todos los pueblos del mundo, todos los grupos humanos que luchan porque si algo debemos hacer en estas horas de emociones, no de recuerdo, de futuro, es comprometernos aquí, en el nombre de Allende, a trabajar por la unidad del pueblo, por la unidad de todos los que quieren una vida distinta, siendo capaces de ir más allá de nuestras tendencias o ideas partidarias o religiosas.

Un movimiento, un partido, no van a hacer los cambios democráticos. Los cambios democráticos necesarios lo va a hacer el pueblo en su conjunto, donde todos tienen cabida. Saquemos ahora la lección de construir la unidad más amplia no sólo del pueblo de Chile, a extender las manos con todos los pueblos latinoamericanos. A seguir luchando contra la impunidad. No vamos a permitir que en nuestro país, aunque hayan pasado 30 años, nos quieran imponer la impunidad, el olvido. Olvidar los crímenes, limpiar a los criminales. Vamos a seguir luchando por la verdad, la justicia y la democracia Allende luchó junto a todos los pueblos y dijo "La historia es nuestra y la hacen los pueblos", pero esto instalémoslo muy dentro de nuestro corazón y de nuestra conciencia: "La historia es nuestra y la hacen los pueblos". Los pueblos unidos, los pueblos luchando, y yo quiero terminar estas palabras diciendo: gracias, gracias hermanos de América Latina. Gracias, a todos. A los hermanos de Nicaragua, a los hermanos de Bolivia, de Brasil, de todos los puntos de la tierra, de Estados Unidos, de Europa, de Argentina y en especial, y perdónenme que muchos nombres se me van a quedar, quiero simbolizar este reconocimiento en los trabajadores del mundo entero, en los trabajadores de América Latina, la fuerza que tiene que hacer los cambios.

¿Quién más interesado que los trabajadores en los cambios, quién sufre hoy día en América Latina el hambre, la explotación, la cesantía, sino los trabajadores? Unidad de los trabajadores, conciencia de los trabajadores para seguir avanzando.

Quiero simbolizar este agradecimiento del pueblo de Chile a todos quienes nos acompañan esta tarde, en una mujer. Porque el pueblo de Chile, como todos los pueblos, tiene mujeres heroicas. Aquí fueron las mujeres las primeras que salieron a dar la lucha contra la dictadura, fueron las mujeres las que hoy día tienen que volver a ser fuerza para los cambios. Y quiero simbolizar ese reconocimiento, ese agradecimiento, esa confianza, en la querida amiga y compañera con quien nos hemos conocido en las luchas. Nos vemos pocos, nos queremos mucho. Quiero simbolizar este agradecimiento del pueblo de Chile por toda la solidaridad de ustedes, por las vidas humanas que salvaron, por este tiempo que nos han acompañado, por lo que tenemos que seguir junto, simbolizar el agradecimiento en las Madres de la Plaza de Mayo, en Hebe de Bonafini.

Gracias, a todos los pueblos del mundo; gracias, a sus dirigentes. Y les decimos que el compromiso de Chile, de los chilenos y chilenas, es seguir luchando por la verdad, por la justicia, por la democracia, convencidos que con Allende, con los pueblos, ¡mil veces venceremos!