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Milton, unitario y bolivariano
Nicolás Rodríguez Bautista
primer comandante del ELN. 
Este 9 de Abril se cumplirá un año de inmortalidad, de uno de los más 
destacados comandantes del Ejército de Liberación Nacional, Milton Hernández.
La salud no le permitió continuar su trabajo tesonero a pesar de la asistencia 
especializada que tuvo en el país y el exterior, recurso humano y solidario con 
que contó de manera efectiva. 
Milton es conocido en la insurgencia colombiana y entre muchos revolucionarios 
de América Latina como un cuadro dedicado a construir la unidad del movimiento 
democrático y popular y las relaciones diplomáticas insurgentes en el 
continente. 
Activista y teatrero 
Desde su juventud desarrolló trabajo comunitario y actividad teatral en la 
capital de Antioquia, luego como militante insurgente consagró sus años 
iniciales al Frente Urbano y es así como asume la conducción de una de las 
estructuras urbanas del ELN en Medellín, conocida como la Columna Uno.
A finales de la década de los años 70, fue elegido miembro de la Dirección 
Nacional hasta 1980, año en el que fue hecho prisionero junto a otros 
compañeros, suceso en el que el ejército gubernamental dio muerte al comandante 
Heliodoro así como al comandante y sacerdote guerrillero Diego Cristóbal Uribe 
Escobar en Suratá, cerca a Bucaramanga, la capital de Santander. 
Su personalidad de liderazgo jovial y alegre, pronto le llevó a ganarse el 
cariño y respeto de sus compañeros de cautiverio, quienes lo reconocieron como 
referente para las reclamaciones con la dirección del presidio y como maestro 
que fue de muchos presos. 
Artista de los consensos 
Al salir de la cárcel, Milton pasó a la clandestinidad como miembro de la 
Dirección Nacional, responsabilidad que ejerció hasta el 2.006.
Los vientos de unidad popular empezaron a soplar en dirección favorable y la 
conducción del ELN no duda en asignar a Milton para esa actividad. 
Él sabía conciliar con otras fuerzas sin detrimento para la unidad interna, 
sabía nutrir al ELN de los aportes del resto del movimiento 
revolucionario y era creativo para que la unidad fueran siempre más hechos que 
retórica. Ésta manera de apreciar los fenómenos, pronto le hizo ganar 
reconocimiento, convirtiéndose en verdadero líder de la unidad en la izquierda.
Sus angustias también fueron grandes ante las dificultades, se le dificultaba 
entender que hubiera análisis de las conducciones insurgentes, que priorizaran 
la acción particular por encima de las dinámicas unitarias. 
La unidad era para él el espacio de tratar las diferencias y buscar que ni ellas 
ni las dificultades se convirtieran en obstáculos o distancias para unir fuerzas 
en el proceso revolucionario. 
"Más allá de nuestras dificultades como insurgencia están los intereses que nos 
unen en la lucha contra los enemigos comunes del pueblo y de nosotros", sustentó 
muchas veces este conductor enamorado de la unidad popular. 
Estoy convencido que su esfuerzo al escribir el libro Rojo y Negro, que tuve 
oportunidad de prologarle, más que hacer una historia del ELN, él quiso 
plasmar los avances e importancia de la unidad de los revolucionarios 
colombianos. 
Luchador continental
Coincidente con su condición de representante del ELN para la unidad 
del movimiento popular, en la Dirección Nacional vimos que Milton era el más 
indicado para asumir además las relaciones internacionales del ELN, 
particularmente para América Latina. 
Recuerdo que no fue fácil convencerlo empezando por su fobia a los aviones, pero 
pronto lo entendió, porque para él las relaciones internacionales se inscribían 
en la concepción bolivariana y guevarista de la revolución continental. 
De esa manera se constituyó en el canciller del ELN para América latina y 
el Caribe, pendiente de la actividad política y social del continente, en 
particular de aquellos relacionados con la lucha antiimperialista, por la 
democracia y autodeterminación de los pueblos. 
  
Muchas virtudes, algunos defectos 
Milton era leal, valiente, incansable y pleno, vivió para la causa sin 
reservas y sus delicados quebrantos de salud no fueron obstáculos para su 
compromiso. "No soy enfermo, repetía, tengo sí limitaciones de salud como 
otros". 
Su personalidad abierta y sencilla, se convirtió en una cantera para construir 
relaciones personales, que favorecieron la causa del pueblo.
Fundió desde un comienzo una relación humana muy profunda con el comandante 
Manuel Pérez, que le sirvió para llevar adelante su trabajo de unidad y lo 
internacional.
Milton siempre fue crítico de los dogmas y los esquematismos, trataba de mirar 
los desarrollos con espíritu fresco buscando sumar al máximo para la causa, esto 
lo llevó a tener fricciones con compañeros más cautos, frente a las novedades 
del desarrollo de los procesos revolucionarios. 
Mantuvo hasta sus últimos días un pensamiento optimista, que lo hacía mantener 
mucha confianza de sí mismo y en sus compañeros, pero que en algunos momentos lo 
llevó a pecar de ligerezas. 
Le gustaba la picardía, la chanza y era el hombre de los mil chistes, las mil 
anécdotas, era maestro para colocarle el picante necesario a los momentos 
difíciles y convertirlos luego en recuerdos, que nos hacían estallar en 
carcajadas.
Hoy cuando su dimensión se ha puesto por encima de los que seguimos batallando, 
reconocemos que su partida nos dejó un vacio grande, en cuanto a quien ocupe su 
lugar en la tarea unitaria y en la ausencia de alguien, que siempre estuvo a 
nuestro lado en la primera línea. 
Milton fue muchos para quienes lo conocimos, ante todo, un verdadero 
revolucionario. Siempre quiso vivir para servir a su pueblo y hoy cuando ha 
partido, su presencia se queda entre todos, para hacer suya la causa 
revolucionaria. 
A un año de su partida y en su homenaje, el Frente Internacional del ELN 
se seguirá llamando Milton Hernández. 
Honor y gloria eterna a un esclarecido conductor de las generaciones presentes, 
buen hijo, buen padre, buen esposo, buen amigo. 
Ejército de Liberación Nacional de Colombia (ELN)