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V Congreso del MST: Hacia un nuevo Brasil
Iosu Perales 
ALAI
Cerca de 18.000 trabajadoras y trabajadores rurales sin tierra de los 24 
estados de Brasil, 181 invitados internacionales a nombre de 21 organizaciones 
campesinas de 31 países y representantes de diversos movimientos, ONGs e 
identidades, se reunieron en Brasilia entre los días 11 y 15 últimos, en el V 
Congreso Nacional del MST, evento en el cual el tema del agrocombustible estuvo 
en el centro de la agenda.
Cuatro palabras pueden definir bien lo que ha sido este nuevo congreso: 
Identidad, unidad, fuerza y autonomía. Durante los meses anteriores el 
movimiento estuvo ocupado en estudiar un diagnóstico del país y en elaborar 
propuestas para una agenda renovada que se sintetizan en la Carta del V Congreso 
del MST. El congreso fue el escenario idóneo para, como si fuera una enorme 
escuela de formación, socializar los acuerdos del proceso ya concluido.
La identidad del MST, entendida también como integración, ha sido uno de 
los objetivos básicos, trabajados desde dos planos: a) las exposiciones de las y 
los panelistas sobre coyuntura internacional y de Brasil, el avance del 
agronegocio, la reforma agraria y la soberanía alimentaria, los desafíos 
organizativos del movimiento y los valores humanistas y socialistas en el 
proyecto del MST; b) la mística realizada mañana y tarde cada día, como modo de 
celebrar y cultivar el proyecto social y político, por medio de los símbolos, de 
la cultura, de la memoria y de los sueños. Es de esta manera que la identidad ha 
salido fortalecida en cuanto a sentido de pertenencia a un proyecto de sociedad, 
pero también en cuando a nudo de relaciones sentimentales en el interior del 
movimiento, dando paso a las emociones como un cemento intangible que une.
Precisamente la unidad alrededor de posiciones políticas y de vínculos 
internos ha sido un elemento que ha salido fortalecido. Era algo muy necesario 
en la actual coyuntura. Hay que tener en cuenta que el pulso del MST con el 
gobierno Lula es complicado de manejar y requiere de un ejercicio continuo de 
reflexión-debate-cohesión. Frente a un gobierno derechista la unidad interna 
resulta más fácil de lograr. Además, si consideramos la magnitud de Brasil, con 
una variedad de culturas sociales, encontramos que el congreso ha sido una caja 
de resonancia de un país que combina movimientos centrífugos y centrípetas que 
conviene trabajar a fin de preservar en el MST esa fuerza que da la unidad.
Demostración de fuerza hacia adentro y hacia fuera ha sido una tercera 
dimensión del congreso. Esto se ha expresado de dos maneras: en la capacidad 
organizativa que ha hecho posible un congreso de cinco días, el levantamiento de 
una ciudad de lona para albergar a las delegaciones, en la disciplina que ha 
hecho posible la máxima asistencia a las sesiones realizadas en el gran gimnasio 
de Brasilia, en el orden y la ausencia de incidentes y, por otro lado, en la 
gran manifestación que caminó 14 kilómetros bajo un sol de justicia para llegar 
hasta la Plaza de los Tres Poderes y presentar miles de banderas ante la casa 
presidencial cuyo titular es Lula.
Esta manifestación portaba la Carta del V Congreso que fue entregada al ministro 
de educación –Lula recibirá próximamente a una delegación del MST- en la que se 
pone de manfiesto el cuarto valor del congreso: la autonomía. Ha sido 
precisamente un punto fuerte del congreso la revalidación de una posición 
política que sin romper el diálogo con el Gobierno lo critica con rigor. La 
distancia frente al Gobierno no elude una comprensión de la complejidad del 
mandato de Lula, de sus limitaciones, habida cuenta que su fuerza es minoritaria 
en el Congreso y que sus relaciones con una parte del empresariado brasileño que 
le ayudaron a ganar las elecciones le imponen unas fronteras nada fáciles de 
rebasar. Sin embargo, el MST, no haciéndose responsable de los compromisos de 
Lula y siendo fiel a sus objetivos de reforma agraria, mantiene una posición de 
fuerte oposición a medidas gubernamentales que favorecen el agronegocio y en 
particular las políticas de agrocombustibles (biocombustibles en el lenguaje 
oficial) al servicio de Estados Unidos.
Algunas posiciones frente al Gobierno 
"En los últimos años estamos viviendo los peores números de la reforma agraria". 
Esta frase de un dirigente del MST resume de manera categórica cuál está siendo 
el comportamiento del gobierno Lula. Pero si la reforma agraria no avanza la 
realidad de la agricultura se complica aún más con la irrupción del llamado 
agronogocio. Joao Pedro Stedile lo dijo en el congreso: Lo que está en curso es 
una gran alianza entre tres tipos de capitales transnacionales: las petroleras 
(que quieren disminuir la dependencia del petróleo), las automovilísticas (que 
quieren seguir con ese patrón de transporte individual para sacar ganancias) y 
las empresas del agro (como Bungue, Cargill, Monsanto) que quieren seguir 
monopolizando el mercado mundial de productos agrícolas. Ese imperio del capital 
internacional quiere hacer una alianza con los grandes propietarios de tierra en 
el sur, y en especial en Brasil, para utilizar grandes extensiones de tierra 
para la producción de agrocombustibles. Ellos quieren producir una mercancía que 
sólo interesa para mantener sus tasas de ganancia y sus modos de vida. No hay 
ninguna relación con preocupaciones por el medio ambiente, el calentamiento 
global u otras cosas, que nosotros los simples humanos tenemos. El capital tiene 
un único objetivo: reproducirse en sus tasas de ganancia. Y ahora viene con toda 
su fuerza a producir energía para sus coches a partir del agrocultivo. Stedile 
fue claro en su exposición: Estamos en un proceso permanente de discusión en el 
MST y en La Vía Campesina. El primer paso es frenar el avance del monocultivo de 
la caña, de la soya, frenar el avance del capital transnacional. Y aumentar el 
debate con la sociedad. Proponer otras formas, defender la idea de que el 
comercio de la energía, y también de la agroenergía debe estar en manos de 
alguna empresa estatal, pública, que pueda desarrollar una política de acuerdo 
con los intereses de la población y no del capital, será una larga y difícil 
lucha. Pero ya estamos en ella. Y el futuro de la humanidad se está decidiendo 
en esas batallas.
El MST lamenta y critica duramente que el gobierno Lula se coloque en la lógica 
de facilitar el agronegocio y dañar así, considerablemente, el presente y futuro 
de la soberanía alimentaria. Hacer de las extensiones de Brasil enormes reservas 
pàra la producción de combustibles traerá como consecuencia dos graves hechos: 
la reducción de la producción de alimentos y la importación de variedades que el 
propio país está en condiciones de producir. "La ocupación del territorio de 
Brasil por corporaciones capitalistas extranjeras para la producción de energía 
renovable, en sustitución ante la creciente escasez de petróleo, seguramente se 
transformará en un peligroso aumento de nuestra dependencia, más pérdida de 
soberanía y un proceso de dominación con consecuencias dramáticas imprevisibles 
para nuestro pueblo" dicen especialistas allegados al MST. 
Este análisis del presente y futuro de la agricultura brasileña ha llevado a que 
el V Congreso del MST haya radicalizado sus posiciones anti-imperialistas y por 
extensión anticapitalistas. Los miles de delegados y delegadas (un 40% 
aproximadamente de mujeres) han defendido la necesidad de un proyecto popular 
que asuma la reforma agraria como un objetivo de todo el pueblo, no sólo del 
campesinado. La Carta del V Congreso propone que todos los latifundios sean 
expropiados y prioritariamente las propiedades del capital extranjero y de los 
bancos, asi como luchar contra la tala y la quema de los bosques nativos para la 
expansión del latifundio. El congreso exige del gobierno federal y de los 
estaduales acciones contundentes para restringir esas prácticas criminales 
contra el medioambiente, combatir el uso de los agrotóxicos y el monocultivo en 
gran escala de la soja, caña de azúcar, eucalipto. Lógicamente el congreso ha 
llamado a combatir a las empresas transnacionales que quieren controlar las 
semillas, la producción y el comercio agrícola brasileño, como Monsanto, 
Syngenta, Cargill, Bunge, ADM, Nestlé, Basf, Bayer, Aracruz, Stora Enso, entre 
otras. 
El escenario para el MST ha cambiado. Ya no se trata de luchar ante 
latifundistas perfectamente identificados. Ahora el enemigo es más complejo y 
más poderoso. Está formado por grandes empresas transnacionales que operan en la 
agricultura y tienen como características: una actividad internacional, el 
control de precios y de mercados, el control de semillas transgénicas, el 
control de tecnologías, del agua, de la biodiversidad, de los medios de 
comunicación de masas, etc, además de enorme influencia política sobre los 
gobiernos y organismos inter-gubernamentales. Las transnacionales actúan en 
alianzas con el capital financiero, y ambos actores captan a los latifundistas 
como operadores prácticos de sus política de agronegocio. Esta triada conforma 
el adversario que influye poderosamente sobre el gobierno Lula y ante el que el 
MST debe enfrentarse. ¿Cuál es su modo de producir?: a) la utilización de 
grandes extensiones de tierra; b) el monocultivo; c) la mecanización agrícola 
que desplaza a la mano de obra; d) el uso intensivo de agrotóxicos; e) la 
superexplotación de mano de obra; f) el uso de técnicas que agreden el medio 
ambiente. Todo esto puede resumirse en una frase: organizar la producción 
agrícola sin agricultores. 
Una conclusión de lo dicho hasta aquí nos recuerda que el MST aún criticando al 
gobierno Lula desea mantener con él puentes de diálogo, pues una ruptura 
–deseada por la derecha- no llevaría a ninguna parte positiva, cuando el 
adversario a batir tiene una dimensión transnacional frente a la que el propio 
Lula debe decidir si la rendición o la resistencia.
Construir un nuevo Brasil
Me ha llamado la atención la vocación expresada en el congreso de construir 
espacios de alianzas que permita al MST irrumpir en las realidades urbanas e 
incidir más decisivamente en el conjunto de la política nacional, no sólo en lo 
que tiene que ver con la agricultura. El análisis del MST parte de la idea de 
que el 62% logrado por Lula en la segunda vuelta pone de relieve la capacidad de 
adaptación y pragmatismo de una buena parte de la clase dominante. Este hecho no 
puede obviarse cuando se hace un balance de las luces y sombras del gobierno 
liderado por el PT, pues está probado que tras las elecciones Lula ha continuado 
comprometido con los sectores dominantes que lo apoyaron, realizando una alianza 
partidaria que engloba a varios partidos de centro y derecha –fórmula que, al 
parecer, permite al gobierno controlar a la oposición en el parlamento-. 
La crítica del MST a esta posición ocupada por Lula no carece de razones. Su 
alianza es con los sectores que teniendo mayoría en el parlamento pretende 
criminalizar a los movimientos sociales, en primer lugar al MST, mediante nada 
más y nada menos que una ley antiterrorista que asimile las ocupaciones de 
tierra con el ejercicio de la violencia, e incorpore como actores delictivos a 
todos aquellos que directa o indirectamente apoyen estás prácticas, incluyendo, 
iglesias, ONGs, intelectuales, etc. Para el MST con este tipo de alianzas Lula 
se ata a compromisos antipopulares y antidemocráticos. De hecho, un texto del 
MST incida que el gobierno de Lula no está preocupado en estimular la 
participación popular en la política, lo que constituye una llamada de atención 
si tenemos en cuenta lo que significa Brasil en cuanto a experiencias locales de 
presupuesto participativo. 
Frente a esta realidad la respuesta del MST es: "Construyamos un poder popular 
desde abajo". A esto se refiere el lema que ha presidido el congreso: " Reforma 
agraria: por justicia social y soberanía popular". Justamente la Carta del V 
Congreso contiene en su punto primero: "Articular con todos los sectores 
sociales y sus formas de organización del pueblo para construir un proyecto 
popular que enfrente al neoliberalismo y el imperialismo, y a la causas 
estructurales de los problemas que afectan al pueblo brasileño". La receta 
práctica es extender por todo el país Asambleas Populares, esfuerzo en el que el 
MST está muy comprometido y al que trata de sumar a las centrales sindicales, 
especialmente a la CUT, así como a movimientos urbanos, de jóvenes y de mujeres. 
Este movimiento popular con banderas comunes y un proyecto común para un nuevo 
Brasil, contempla asimismo el fortalecimiento de un núcleo parlamentario de 
izquierda, aliado, que se haga fuerte en la demanda de la reforma agraria, en la 
lucha contra las transnacionales y en defensa de las demandas populares en 
salud, educación, vivienda, un nuevo modelo energético, etc. 
En y para la construcción de nuevo país, el congreso ha sido un escenario de 
renovación del socialismo como horizonte. Muchas de las intervenciones y de las 
consignas coreadas incorporaban la mención al socialismo. Si bien, en realidad 
no se dio una descripción social de su significado, predominando la mención de 
valores y un horizonte de postcapitalismo como deseo. Es de destacar, no 
obstante, una visión multidimensional de la nueva sociedad deseable, superando 
lo que pudiera ser un enfoque economicista. La atención a asuntos como la 
ecología, la igualdad de mujeres y hombres, la educación de la infancia, las 
relaciones sociales y sentimentales, la sexualidad, etc, han formado parte de 
las preocupaciones lo que da una idea de vocación integral como referencia 
postcapitalista. Por cierto que en el congreso se ha reiterado que la reforma 
agraria que se defiende, que no es sólo acceso a la tierra, no es posible dentro 
del actual sistema capitalista.
Si la construcción de una nueva sociedad ha sido el paradigma que engloba la 
idea de seberanía popular, no obstante del conjunto del congreso se extrae la 
conclusión de que la actual etapa sigue siendo básicamente de resistencia. Una 
resistencia que en todo caso es cierto que busca la conquista de la sociedad 
frente a la hegemonía del capitalismo, pero que en la actualidad sigue 
expresándose como defensa del movimiento ante los ataques que recibe del Estado 
federal, de los estados federados, del latifundismo y sus grupos de seguridad 
formados por pistoleros, de las transnacionales. La única vía es la lucha 
proclama el MST una y otra vez. Luchar para resistir y luchar para construir lo 
nuevo.
El V Congreso ha sido un éxito como escenario transmisor de ideas, de valores y 
de sentimientos. El MST está preparado para nuevas y complejas batallas.
Elogio de la esperanza
Los rascacielos miraban con perplejidad el transcurrir de una interminable 
línea de banderas rojas que, al agitarse, formaban una corriente de viento 
futuro. Bajo las banderas los rascacielos adivinaban una marcha de hombres y 
mujeres, niñas y niños, caminando jubilosos al compás de un grito colectivo, 
unánime: "!Nosotros somos la utopía!"
Aparentemente los rascacielos son moles sin vida, ni sienten ni padecen. Pero a 
nada que uno agudizara el oído podía escuchar los latidos de sus estructuras y 
pilares, agitando su caja.
Los rascacielos de Brasilia
tan solos
tan fríos incluso cuando el sol aplasta
de repente
se volvían como humanos gigantes
dudosos
tal vez avergonzados de albergar en su interior
los fastos del poder
y el alma helada de la burocracia
Los miles de manifestantes cantaban, cantaban canciones y consignas. Lo hacían 
sabedores de que los rascacielos, por mucho que pretendan lo contrario, son 
vulnerables.
Eran miles y miles de pies pisando la calle
quiero decir la tierra
eran multitud de manos dibujando un solo puño
eran el doble de miles de ojos
capturando un horizonte nuevo
Era la humanidad, era el MST
discutiendo con los rascacielos
venciendo a los rascacielos.
I.P