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Reclusión perpetua para el sacerdote genocida Von Wernich
En un fallo histórico, por tratarse del primer sacerdote católico, el ex 
capellán policial Christian Von Wernich fue condenado hoy por el Tribunal Oral 1 
de La Plata a reclusión perpetua por los crímenes de lesa humanidad cometidos 
durante la última dictadura. Su sotana estaba manchada de sangre, como dijeron 
todos los sobrevivientes. 
Agencia Walsh
En una sentencia histórica, por ser la primera vez en que un miembro de la 
jerarquía católica es condenado por los crímenes de la dictadura militar, el 
Tribunal Oral 1 de La Plata condenó al sacerdote Christian Von Wernich a cadena 
perpetua por el asesinato de siete personas y la tortura de otras 30, además de 
42 casos de secuestro. 
Von Wernich, según quedó demostrado en el juicio, utilizaba su condición de cura 
para sacar información a sus víctimas en diferentes centros clandestinos de 
detención. Era, además, el confesor del siniestro Ramón Camps, dueño de la vida 
y la muerte en la provincia de Buenos Aires durante el régimen. 
El fallo del Tribunal desató la euforia de cientos de personas que aguardaron la 
resolución del caso a las puertas del tribunal. El veredicto unánime de los tres 
jueces fue leído por el presidente del tribunal, Carlos Rozanski, el mismo que 
hace más de un año también pronunció la sentencia de otro genocida, Miguel 
Etchecolatz. 
Durante tres meses más de cien testigos relataron cómo Von Wernich los visitaba 
en los centros de detención donde se encontraban y trataba de convencerlos para 
que revelaran lo que sabían a sus torturadores, a quienes daba ánimo en la 
tarea. 
"Tu vida depende de Dios y de que colabores", decía el cura, que también 
justificaba el secuestro de chicos con el argumento de que "los hijos tienen que 
pagar las culpas de sus padres". 
En la sala de audiencias siempre lució el alzacuellos eclesiástico y un chaleco 
antibalas. "Von Wernich no tenía escrúpulos y usaba su investidura de sacerdote 
para colaborar con la dictadura. Era parte del grupo itinerante que recorría los 
centros clandestinos de de detención. Era parte de la tortura. Con su sotana 
manchada de sangre justificaba a los que torturaban y cometían delitos de lesa 
humanidad incitando sus prácticas y reiteración", dijo en su alegago el abogado 
Alejo Ramos Padilla, quien representó a la familia del periodista Jacobo 
Timmerman. 
Antes de la sentencia, el sacerdote tomó la palabra, se defendió y pidió 
"reconciliación". Muchos de los familiares de las víctimas le gritaron 
"¡asesino, asesino!". Durante la tarde, la Justicia les dio la razón con una 
condena "ejemplar", según consideró Adriana Calvo, de la Asociación Ex 
Detenidos-Desaparecidos.