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Argentina: La lucha continúa

Betiana y los violadores de palabras

Carlos del Frade
APE

Trabajo desde hace unos cinco meses en una empresa que hace el barrido de las calles. Gano 800 pesos por mes y como estoy separada me las arreglo con esa plata, más 245 del Plan Familias, 80 en vales que tengo que retirar en el municipio, y algo que de vez en cuando me pasa mi ex marido que hace changas. Con eso, comida a mí y a los nenes no nos falta, y la gente de Cáritas siempre me da ropa, calzado y a veces mercadería. Pero se imaginan que no puedo pagar 400 ó 500 pesos por un alquiler, porque si no, no comemos -dice Betiana Hang, de tan solo veintiocho años y mamá de cuatro chicos de seis, nueve, once y doce años.

No vive en un lugar que tiene un nombre cualquiera.

Habita en una vivienda cuyo propietario le anunció el desalojo inminente en la ciudad de Esperanza, departamento Las Colonias, provincia de Santa Fe. Es una de las zonas más ricas de un territorio que exporta a razón de nueve mil millones de dólares anuales, según sostienen sus funcionarios, los mismos que gobiernan en nombre de Evita y Juan Perón desde hace casi un cuarto de siglo aunque ahora en diciembre se irán por haber falsificado la identidad de aquellos nombres.

Ni Esperanza ni Evita ni Perón parecen decirle algo a la desesperación de Betiana y sus hijos.

Nombres e historias violadas para que las mayorías soporten el peso de esas mentiras provocadas.

La falsificación de las palabras estalla en las urgencias de los que son más.

'Estoy muy mal, paso por momentos de desesperación y por otros donde trato de tranquilizarme, para poder buscar una salida dentro de lo posible. Si no, voy a terminar enloqueciéndome', le cuenta la mujer al periodismo del lugar.

Desesperada en Esperanza, Betiana relata: 'Yo no quiero que me regalen nada, porque 200 ó 250 pesos por mes puedo pagar. Otra salida sería que alguien que tenga una casa abandonada me la preste o alquile, yo la arreglo de a poco. También mi hermana tiene lugar, porque donde vive el lote es grande, pero de dónde saco para comprar los materiales', se pregunta.

No hay futuro con la impunidad que rodea a los falsificadores y violadores de palabras e historias. Sus pibes, los hijos de Betiana, saben que dentro de poco podrán quedar en la calle. 'Los más grandes es como que comprenden lo que eso significa y están muy tristes, me preguntan dónde vamos a dormir. y no sé que decirles', confiesa la madre coraje, la mamá dignidad.

Ella pelea por encontrar su lugar en el mundo, su espacio necesario para multiplicar abrazos y caricias, sueños y ternura.

Pero los falsificadores de la memoria y nombres no tienen piedad para estas resistentes.

Miran para otro lado aunque sigan usando esas palabras como pantallas gastadas.

Algún día las palabras, los nombres y la historia volverán a su cauce original y en semejante momento de reencuentro con los que son más ya no habrá espacio para tanto desprecio por ahora desbocado.

Fuente de datos: Diario Edición Uno - Esperanza, Santa Fe 21-09-07    

Fuente: lafogata.org