Latinoamérica
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El presidente vázquez y la ley de caducidad para defender la opinión de la gente hay que preguntársela
Andrés Capelán
Comcosur al día
Al final de un extenso reportaje que le realizó en el día de ayer la
periodista Sonia Breccia en su programa Primera Voz de 1410 AM Libre (ver nota
siguiente), el presidente Tabaré Vázquez volvió a reiterar su decisión de
mantener la Ley de Caducidad de la Pretensión Punitiva del Estado porque en 1989
su derogación fue rechazada mediante un plebiscito.
Textualmente, Vazquez dijo: "El defender la consulta popular implica defender
también el resultado de esa consulta, no implica defender el resultado cuando es
favorable a nuestra posición y no defenderlo cuando no es favorable a nuestra
posición, implica defender en todo momento lo que es la opinión de la gente. En
este caso el pueblo se expidió por mantener la Ley de Caducidad".
A primera vista, el argumento tiene un cierto aire de contundencia, pero su
debilidad se revela apenas se profundiza en su análisis. Y es precisamente la
afirmación "hay que defender en todo momento lo que es la opinión de la gente"
el principal argumento para anularla, pues hoy día todas (dije "todas") las
encuestas de opinión indican que la mayoría de los uruguayos desearía que la Ley
de Caducidad no existiera. Los que decidieron no derogar la Ley de Caducidad
fueron los uruguayos que votaron en 1989, los uruguayos de hoy opinan distinto.
Claro que no sería serio legislar en base a encuestas de opinión realizadas por
empresas privadas, pero nada impide la realización de un plebiscito, vinculante
o no vinculante, mediante el que "la gente" deje constancia expresa de su
opinión sobre la Ley de Caducidad. Si así se hiciera y se confirmara la
tendencia que indican las encuestas, para "defender en todo momento lo que es la
opinión de la gente" el presidente estaría moralmente obligado a impulsar su
anulación.
El hecho de que hace 17 años un plebiscito haya rechazado su derogación, no
convierte a la de Caducidad en una "super ley". Como todas y cada una de las
leyes de un Estado de Derecho, puede ser modificada, derogada o anulada en
cualquier momento. "Vox populi, Vox Dei", dice la alocución latina. Pues bien,
que se escuche nuevamente la voz de pueblo y se defienda su opinión.
Pero a la aberración jurídica que constituye una norma que decretó que no todos
los ciudadanos son iguales ante la ley, ha de sumársele la otra gran aberración
de haber propugnado su derogación mediante un plebiscito. Fueron "aquellas
aguas" (y no otras) las que trajeron "estos lodos"; si el movimiento popular
uruguayo no hubiera cometido el tremendo error de plebsicitar la derogación de
la Ley de Caducidad, aquí podría estar sucediendo lo mismo que acontece en
Argentina.
Tal como en la otra orilla del Plata fueron anuladas las leyes de Obediencia
Debida y los Indultos alfonsinistas y menemistas, el gobierno progresista no
tendría hoy ninguna "excusa moral" para mantener esta ley que contradice toda la
legislación internacional y nos convierte en una nación "paria" en lo que atañe
a los Derechos Humanos. La igualdad de todos los ciudadanos ante la ley es la
base misma de un Estado de Derecho. En la democracia tutelada de 1986 los
cómplices civiles de los terroristas de Estado y hasta algunos de sus
perseguidos (notoriamente, Wilson Ferreira Aldunate), atentaron contra la
constitución y el Estado al votar la Ley de Caducidad.
Pero además, el plebiscito de 1989 se realizó en medio de un clima de terror y
censura, bajo la amenaza de que si la Ley era derogada, los mlitares volverían
por sus fueros. Los cómplices de la dictadura, encabezados por el presidente
Julio María Sanguinetti, alimentaron esos miedos en grado superlativo. Lo que
era una votación por el mantenimiento o la derogación de una ley, terminó siendo
un elección entre seguir viviendo en democracia o volver a la dictadura. En esos
términos pusieron las cosas los defensores de la Ley, y fue en ese entendido que
muchos votaron por su mantenimiento.
Señor Presidente, si usted realmente quiere "defender en todo momento lo que es
la opinión de la gente": pregúntele y luego obre en consecuencia. "La opinión de
la gente" no es algo inmutable sino dinámico (no por otra razón está usted donde
está). Hoy, 22 de junio de 2006, "la gente" opina distinto que en 1989, entre
otras razones porque ahora todos conocen las bestialidades que cometieron en
nombre de la Patria los militares y los policías a los que ampara la Ley de
Caducidad, y porque nadie teme que los militares den un golpe de Estado para
conservar su impunidad. Y si -como afirma el senador y jurista José Korzeniak
(ver nota 5)- esta ley sólo puede anularse por plebiscito, pues que se vote.
Para "defender en todo momento lo que es la opinión de la gente", hay que
preguntársela, no imaginársela.