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Latinoamérica

Sube la temperatura por plantas de celulosa

Andrés Capelán

La construcción en la margen oriental del río Uruguay de dos plantas elaboradoras de pulpa de celulosa (una de ellas -la de Botnia- será la más grande del mundo) está provocando un deterioro hasta hace poco impensable en las relaciones entre nuestro país y la República Argentina; sólo comparable al que existía hace medio siglo, cuando Luis Batlle y Juan Domingo Perón gobernaban respectivamente en ambas márgenes del Plata.
La temperatura del conflicto va subiendo de día en día, y poco a poco los actores sociales y políticos de ambas repúblicas van cerrando filas en torno a sus gobiernos. La situación se agrava cada vez más, amenazando con paralizar no sólo el turismo, sino hasta el comercio entre los dos países.
Mientras el movimiento ecologista uruguayo aparece huérfano y sólo cuenta con el apoyo de la izquierda extraparlamentaria; amparados por la complacencia de su gobierno, sus pares argentinos no sólo han cortado el tránsito por el puente Fray Bentos-Puerto Unzué, sino que amenazan con extender la medida a los otros dos puentes que cruzan el río Uruguay, y hasta al mismísimo puerto de Buenos Aires.
Mientras tanto, de este lado del río, en el día de ayer, 11 de los 19 intendentes municipales uruguayos y 8 representantes de los que están de licencia, visitaron a su colega del departamento de Río Negro para dejar constancia de su apoyo y solidaridad con la que han definido como una "causa nacional". Se dijo a la prensa que la intención es "cerrar filas" detrás del intendente Omar Lafluf (Partido Nacional) en un "momento difícil", en el que los uruguayos están siendo "vapuleados" por "ataques infundados" desde Argentina.
Con su presencia en la ciudad de Fray Bentos, los jefes comunales quisieron expresar su respaldo a una "política de Estado" y reivindicar el "derecho soberano" uruguayo a desarrollar los emprendimientos industriales que considere conveniente. El diario "El País" de Montevideo, da cuenta de que, luego de un acto protocolar, los jerarcas municipales hicieron una visita a la obra de la planta de celulosa de la española Ence, mientras los periodistas fueron recibidos en la de la finlandesa Botnia.
El "Uruguay Forestal" nació a comienzos de los años '90, a impulsos del gobierno del presidente Luis Lacalle (Partido Nacional), el que -mediante dos o tres leyes "estratégicas"- brindó beneficios extraordinarios a las empresas forestadoras y permitió que comenzaran a operar incluso en tierras aptas para el cultivo hortícola. A partir de allí se inició un verdadero "boom" forestal, con una intensa campaña propagandística destinada a conseguir socios uruguayos para esos emprendimientos. Por aquellos años, los medios de comunicación estaban inundados de publicidades convocando a los inversores a asociarse a las sociedades anónimas madereras, convocatoria que tuvo un éxito particular entre los políticos de los partidos Colorado y Nacional, muchos de ellos terratenientes.
Mientras los árboles iban creciendo, las multinacionales papeleras fueron preparando su segunda movida: lograr el marco legal que les permitiera realizar aquí la parte "sucia" del proceso de transformación de la madera en papel. Fue así que el 21 de marzo de 2002 el parlamento uruguayo refrendó un Acuerdo de Promoción y Protección de Inversiones con el gobierno de Finlandia (ver Comcosur al Día Nº 1121 del 01.11.05) firmado meses antes por el presidente Jorge Batlle (Partido Colorado).
Como su nombre lo indica, a partir de la firma de dicho Acuerdo, Uruguay no sólo deberá "promover" las inversiones finlandesas, sino además  "protegerlas", hasta en caso de "guerra u otros conflictos armados, estado de emergencia nacional, revuelta, insurrección o manifestaciones" (todo previsto, com se ve). Si bien el acuerdo firmado con Finlandia permitiría -por ejemplo- que la compañia Nokia instalara en nuestro país una fábrica de teléfonos celulares, al momento de invertir aquí, sólo se habla de plantas de celulosa.
Se afirma una y otra vez que estas plantas cumplirán con las mismas altísimas regulaciones ambientales de la Unión Europea que se aplican en Finlandia. Sin embargo, es posible que esas normas -muy adecuadas para el gélido territorio finés- no lo sean tanto para un lugar en el que el clima está pasando de "templado" a "sub tropical". Pero bueno, pongamos por caso que sí lo son. Los cuatro artículos que preceden a esta nota dan cuenta de las consecuencias ambientales derivadas del comprobado aumento de la temperatura de las aguas fluviales y marinas uruguayas (principalmente la proliferación de distintos tipos de algas), y he aquí el punto al que quería llegar.
Todas estas plantas productoras de pasta de celulosa (por el momento son tres, en el futuro podrán ser decenas) utilizarán millones de litros de nuestra hoy escasa agua potable, la que será devuelta al ambiente a una temperatura mayor a la con que entró en el proceso, propiciando así el crecimiento de los mencionados vegetales acuáticos. Es así, que la temperatura en la zona no sube solamente en el sentido metafórico, sino también subirá en el meteorológico (los gases de invernadero que emitirán las plantas harán con el aire lo mismo que sus efluentes con las aguas).
Desde el momento en que todos los partidos políticos con representación parlamentaria se han comprometido a defender a sangre y fuego la instalación de estas industrias, habrá que ir pensando qué cornos vamos a hacer con tanta alga...           

Fuente: lafogata.org